miércoles, 24 de febrero de 2016

IDIOTARIO (LXXII)

Amor a primera vista: tipo de amor imposible para los invidentes.


Dependiente: dícese de la persona, hombre o mujer, que lleva una joya o adorno en el lóbulo de sus orejas.


Disco duro: soporte magnético usado como almacén de datos con un carácter áspero, falto de suavidad y/o excesivamente severo.


Funeraria: negocio que va de muerte.


Iliada: libro escrito por Homero, donde se narra el cabreo que se cogió Menelao porque su esposa, Helena, se fue con uno de otro pueblo. Los colegas de Menelao se juntaron y se fueron a Troya para traerse a Helena a casa. Tras un tiempo donde todo dios se pegaba con todo dios, pero no se conseguía nada, decidieron los colegas de Menelao engañar a los troyanos para llevarse a Helena. Los troyanos, que iban mucho al gimnasio, pero eran de pensar poco, cayeron en la trampa y pudieron rescatar a la churri de Menelao. Cuando vio toda la movida que se había montado, Helena dijo una frase que quedó para la posteridad: "La he liado parda". 

Marisol: buen tiempo en la costa.


Mulo: Paled gluesa, construida por uno o varios chinos.


Odisea: libro escrito por Homero donde se cuentan con detalle las excusas que Ulises se inventó para justificarse ante Penélope por llegar tarde a cenar.

Peso atómico: peso de muchas personas tras las fiestas de navideñas.

Piromanía: mala costumbre que tienen ciertas personas de irse en cualquier momento.

A VUELTAS CON LO MISMO

El problema es que la derecha
 no necesita ideas para gobernar,
pero la izquierda no puede gobernar sin ideas.

José Saramago

Tras escribir sobre quién secuestró a la izquierda he tenido la ocasión de conocer, no con la profundidad que me gustaría (pero eso se puede, y debe, subsanar), el pensamiento político de Gustavo Bueno. Un hombre de izquierdas sin complejos ni prejuicios. Reconozco que cuando hice la entrada sobre el asunto no pude evitar concluirlo con la sensación de que me quedaba corto en muchos aspectos: razonamientos, propuestas, forma de abordar los problemas actuales. Acercarme a los planteamientos de Gustavo Bueno (un tipo que no tenía problemas en decir a Carrillo que habían vendido a la izquierda) me ha servido para afianzarme en mis ideas y para escarbar aún más en ellas, buscando un anclaje sólido, desde el que desmontar falacias y argumentar propuestas constructivas.
Creo necesario comenzar analizando tres aspectos que considero cruciales para abordar los problemas por los que nuestra sociedad pasa: la dicotomía internacionalización/nacionalismo, el nuevo concepto de trabajo hacia el que debemos caminar, la falta de propuestas de la izquierda, que, en muchos casos, sólo se limita a atacar lo que venden los neoliberales, yendo siempre por detrás de ellos.
En este país, intuyo que en otros también, la defensa de los nacionalismos, especialmente aquellos que se nos venden como indefensos ante otro nacionalista opresor, resulta una seña de identidad de modernos e izquierdistas que dicen serlo, pero no lo son. Sin embargo, el capital, el gran capital, no entiende de fronteras, saltándoselas ya sea de manera legal o ilegal. No sólo el dinero no entiende de fronteras, la ideología que interesa a los que poseen el gran capital también se vende de igual manera por doquier. Las bondades del capitalismo en el que vivimos, las penurias, reales o ficticias, que sufren los que se desvían de la norma (no del capitalismo, sino de los intereses de los que más tienen) se nos presentan en los medios de manera machacona y casi casi de forma única. Mientras los que dicen ostentar la representación de la izquierda se fajan para conseguir el derecho de autodeterminación de los pueblos???, atomizando la posible unión de los ciudadanos, encerrándola en cortijos cada vez más pequeños, los dueños del capital imponen en todo el orbe sus ideas y sus intereses. Apoyando el nacimiento de nuevos estados, cada vez más pequeños, se distrae la atención de los ciudadanos sobre los verdaderos problemas: la pérdida de libertades, el cada vez más desequilibrado reparto de la riqueza, la supeditación de la política a los intereses económicos de unos pocos. Eso sí, a cambio nos dan una bandera, un himno y una patada en el culo. La traición a los intereses de los trabajadores resulta manifiesta cada vez que un partido que dice ser de izquierdas o progresista pierde su tiempo hablando de nacionalismos. Se trata de unir al mayor número de ciudadanos posibles para luchar contra un sistema que nos está asfixiando y no de estabular, aún más, a la gente en un número cada vez mayor de fronteras. Un sólo país, por muy poderosos que sea, no puede hacer frente a todo el poder económico y a su aparato mediático. Esa gente, que dice representar al pueblo, perdió el oremus hace mucho tiempo y buscan, como diría Gustavo Bueno, sucedáneos: ecologismo, nacionalismo, feminismo... para maquillar su ideología neoliberal (esto último lo añado yo). En realidad no desean cambiar el fondo del asunto, sólo desean poner parches a un sistema despiadado, para que no se note que lo es.
En segundo lugar me gustaría hablar del nuevo tipo de trabajo. Por mucho que nos quieran vender la moto, sobramos un montón de trabajadores. Producir productos cada vez requiere menos mano de obra y el sector servicios da lo que da de sí. La irrupción de las nuevas tecnologías (NN.TT.), ha supuestos, y supondrá en mayor medida, la disminución de necesidad de mano de obra para fabricar productos. Esto no sólo ocurre en Occidente. Los países emergentes también han visto como su crecimiento sufre parones, o algo parecido, en parte porque una parte de sus ingresos y su economía provenía de la venta de materias primas (que han visto descender su precio, en muchos casos sobrevalorado, de manera abrupta)  y de la construcción, que, como bien sabemos en España, llevada a extremos insostenibles, acaba produciendo problemas serios económicos, por no hablar de la corrupción que genera. Por tanto, no parece descabellado defender que resulta transcendental replantearse que la concepción de trabajo y, por ende de trabajador, debe ser distinta a la que existe hasta hoy. Debe replantearse, pero no como desean los neoliberales. El reparto del trabajo debe aparecer como uno de los puntos cruciales en la ideología de la izquierda. Reparto del trabajo que debe ir asociado a un reparto de la riqueza, en forma de salarios dignos.
Sé que esto último atenta contra el dogma de fe extendido por doquier, y que muchos ciudadanos parecen dar por bueno: la acumulación de capitales genera riqueza, pues, por arte de birlibirloque, las personas que poseen ese capital no tienden a acumularlo, ni a ocultarlo en paraísos fiscales para no pagar impuestos. No, querido lector, fruto de un elaborado estudio de los defensores del neoliberalismo, basado en suposiciones, aquél que tiene mucho dinero tiende a ser un tipo enrollado y a invertirlo para ganar más. Como lo demuestran las cuentas en bancos suizos que hizo públicas Hervé Falciani.
Pero no quiero seguir la senda de los modernillos y falsos izquierdista, cuyo programa electoral se reduce a vaguedades y a despotricar contra el enemigo de turno. Creo conveniente presentar una opción, coherente o no, que deje claro que espero de la izquierda.
En primer lugar creo que se debe establecer todo aquello que es indispensable para el funcionamiento de una sociedad: sanidad, justicia gratuita y de calidad, educación, energía, transportes (en especial para entornos rurales pequeños), servicios sociales para personas con discapacidad, ancianos, una banca eficaz, seguridad... En todos estos aspectos debe existir una oferta pública potente y de calidad. Debe ser la administración la que ofrezca a los ciudadanos, a cambio de sus impuestos, estos servicios. Es posible que alguien defienda que la empresa privada lo haga mejor que la pública. No tengo ningún incoveniente, es más opto por ello, en que la empresa privada compita con la pública, pero sin recibir un céntimo por ello. La empresa privada no recibiría ni un euro en forma de subvención, concierto educativo o sanitario, ni nada similar. Porque ahí radica parte de la trampa (aparte de en un desconocimiento de como funcionan las cosas), las empresas privadas que compiten con los servicios públicos en parte sobreviven por el dinero que, de una u otra manera, llega del erario de todos. Dinero que, en vez de ser destinado a invertirse en estructuras públicas estables, lo ingresan entidades privadas, para beneficio de unos pocos.
En el fondo, si todos estos servicios públicos indispensables funcionan (como ya lo hacen ahora en determinados sectores), se vería la capacidad real de la empresa privada para sobrevivir sin subvenciones. Se trataría de competencia pura y dura.
En segundo lugar no me cabe duda alguna sobre que la izquierda debe volver a internacionalizarse, como ha hecho el neoliberalismo. La atomización nacional, que ha contribuido a que ciertos personajes que dicen representar la izquierda y/o el progresimo vivan de puta madre, haciendo el caldo gordo al poder económico, ha contribuido a desfigurar la realidad. Uno tiene la impresión de que los sucedáneos de la izquierda de los que hable antes, han servido a cierta gente, que no desea cambiar nada, para ir de enrollados, agarrándose a causas, reales o inventadas, en las que se busca asistir al desvalido, lo sea o no, limpiando con ello sus conciencia.
Un aspecto fundamental que la izquierda debe incluir entre sus postulados es la administración clara y eficiente de lo público, lo de todos. No se puede despilfarrar el dinero de los impuestos de los ciudadanos. (cosa que, casualidades de la vida, se le da muy bien a los partidos de derechas que representan el espíritu neoliberal). Los recursos son finitos, pero no tan escasos como nos quieren hacer ver, el quid de la cuestión es invertirlo de una forma correcta.
La izquierda también debe desterrar otro concepto: el de inversión productiva desde un punto de vista meramente economicista. Conseguir que un anciano de Castilla y León que vive en un pueblo perdido de Ávila tenga un transporte para ir al médico puede no ser rentable como lo entienden los neoliberales, pero, desde un punto de vista social (humano), resulta rentable y deseable. Tal vez, el índice de bienestar de los ciudadanos sea el mejor medidor económico, y moral, del funcionamiento de las sociedades. Deben existir servicios deficitarios para satisfacer las necesidades básicas de ciertos ciudadanos. La inversión en calidad de vida de aquellos que lo necesiten siempre constituirá una inversión productiva que redundará en una mejora en la vida de los afectados y eso no tiene precio.
Por supuesto, el bienestar del planeta, el nuestro, debe estar por encima de la explotación de recursos para obtener un beneficio rápido, a cambio de graves daños en el medio ambiente. La estupidez, repetida hasta la saciedad, que reza: "Es que crea empleo y riqueza" debe ser desterrada cuando se trata de devolver a nuestros hijos un medio ambiente, a ser posible, mejor que el que nosotros recibimos. De nuevo se trata de la concepción economicista, basada en la inmediatez, contra la concepción del bienestar de los ciudadanos. No sólo se trata de una cuestión ecológica, también, y, en buena medida, se trata de una visión de la Economía.
Sobre el gasto militar y los ejércitos, a medida que pasa el tiempo y sé más de historia, tengo claro que debe existir. Debe existir uno, supranacional que eviten las veleidades de personajes y de ciudadanos capaces de cometer genocidios. Puede sonar fatal para alguna gente, que piensa que todo el mundo es guay y que el problema se reduce a los traficantes de armas (escoria asesina), pero, por desgracia, hijos de puta, capaces de matar al de enfrente para imponer sus ideas existen en todos los sitios y estos hijos de puta no siempre necesitan armas sofisticadas para llevar a cabo sus planes (recordemos el genocidio de Ruanda, donde muchos tutsis fueron matados con cuchillos y machetes, quemados vivos u obligados a practicar sexo con mujeres infectadas por el SIDA). Un ejército, no necesitado de armas supersofisticadas, pero sí de la legitimidad de una organización supranacional, para intervenir con todas las consecuencias en aquellos conflictos que se considere necesario. Parece claro que una fuerza de este tipo basaría parte de su poder en la capacidad disuasoria.
Tengo alguna propuesta más en el tintero, pero no quiero aburrir al sufrido lector. Considero que con lo expuesto puede hacerse una idea de por donde va mi visión de la izquierda. Una política basada en la persona, en su bienestar, muy lejana de la visión neoliberal de la persona como ente aislado que basa su vida en la competencia. Una visión de la vida basada en un bienestar mínimo para todos y cada uno de los ciudadanos. Puede sonar utópico, pero, por lo menos, hay que intentarlo.
Un saludo.

lunes, 22 de febrero de 2016

DECLARACIÓN DE AMOR

Jamás podré olvidar la primera vez que te vi, aunque tengo la certeza de que tu no recuerdas ese momento. Da igual. Puedo asegurar que en ese instante, a pesar de las preocupaciones que recuerdo tenía, mi vida cobró un nuevo orden, que se establecía en torno a ti. 
Ninguna novela, película o lectura científica me había preparado para sentirte. Tal vez tú me sentiste de forma parecida. Recuerdo que mi voz creó tu silencio. Un silencio necesario para ambos. Un silencio necesario para disfrutarnos, cada uno a nuestra manera. Necesario para saber que, a partir de ese momento, nuestros destinos se unirían de forma irremediable.
Yo te miraba embelesado. Necesitaba rozar tu piel y tu cuerpo, en ese momento indefenso, que, de una u otra manera, sabía mío, al menos en aquel instante. No se trataba de un acto de posesión egoísta; más bien al contrario. Era consciente de que tras conocerte te entregaría todo sin reclamarte nada a cambio. Pero en aquel instante en que te tuve entre mis brazos por primera vez, me permití el lujo de creer que eras mi sangre, mi carne, mi vida. 
Recuerdo que había personas que nos observaban. Recuerdo alguno de los comentarios que hicieron y que aún hoy me refuerzan en la idea del amor que, desde ese primer momento, sentimos el uno por el otro. Mis palabras, tu silencio, mi sonrisa nerviosa, nuestra mutua necesidad en aquel ambiente aséptico, apenas alterado por la potente luz sobre el que pivotaba ese instante. Desconozco lo que debe sentir una pareja de baile cuando se deja llevar por la música, pero sé, que sin necesidad de música, nos dejábamos llevar a través de ese abrazo. 
Viene a mi mente que durante unos instantes me separé de ti y, a tu manera, me reclamaste. No hizo falta un gran esfuerzo por tu parte para atraerme hacia tu persona. De nuevo unas palabras y tu silencio. Un abrazo y el resto del mundo se disolvió, al menos para mí. No necesitaba la belleza externa prestada, la tenía toda ante mí. 
El tiempo que transcurrió esa primera vez que estuvimos juntos, piel con piel, no lo recuerdo; ni necesito hacerlo. En realidad ese tiempo, esos minutos, aún no han concluido, pues están insertos en mi esencia, moldeándola con fuego y terciopelo. 
Me enseñaste a conjugar la palabra incondicional. Tú, para ti, por ti, contigo cobraron a partir de aquel momento un sentido diferente. Podría decirse que un sólo sentido, un sentido que siempre apunta en tu dirección. La única dirección que espero jamás este prohibida para mí. 
Aún recuerdo tu peso liviano mecido por mí, en un balanceo rítmico que parecíamos conocer, y necesitar, desde mucho antes de nacer ambos. Ahora, visto en perspectiva, creo adivinar que ese movimiento acompasado estaba inserto en nuestros genes, esperando que llegase el momento de conocernos, de sentirnos en silencio, envueltos por mi sonrisa que derramaba una felicidad recién estrenada y recién conocida. 
¿Sabes? Aún hoy, cuando me demandas un abrazo, intuyo que el trasfondo de él navega ese primer abrazo, esas primeras palabras, ese primer silencio que llegó tras tu llanto, cuando estabas en la incubadora, bajo esa luz amarilla. ¿Sabes, hijo mío? Nunca he sentido ni vivido nada como aquella vez cuando te vi en aquel cuarto en el que sólo estábamos tú y yo y por el que, de manera ocasional, transitaba personal del hospital.
¿Sabes? Ha pasado mucho tiempo desde aquella noche, pero la recuerdo de manera vívida. Con la intensidad con la que sólo se puede vivir un amor eterno e incondicional, el que siento por ti. 

miércoles, 17 de febrero de 2016

LA VIDA, ESA RAMERA MARAVILLOSA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Jaime Gil de Biedma

Comienzo esta entrada con el propósito de no enrollarme sobremanera y exponer dos ideas de manera concisa y, a ser posible, precisa, por lo que vamos a meternos ya en faena.
No puedo evitar tener, a veces, la impresión de que con el paso del tiempo no llegan aquellas cosas, no sé muy bien cuales, que la vida parecía prometer. Esa sensación, episódica, tengo la impresión que, de una u otra manera, también aparece en personas de mi entorno.
Por lo que respecta a mí puedo decir que aspiraba a ciertas cuestiones profesionales, que he descartado, y que no me arrepiento de haberlo hecho. No necesitaba estudiar algo que no me gustaba, para ejercer de algo que tampoco me llenaba, ni me llena, en el aspecto laboral. Esa es la única renuncia de la que tengo conciencia y de la que no me arrepiento. En otros aspectos tengo la sensación, difusa, de no haber logrado lo que se espera. Pero ese sentimiento esporádico, muy esporádico, creo que se debe más a un proceso positivo, que no siempre se camina de forma lineal, que a vivir derrotado o anhelante.
Sin embargo, si que me gustaría hacer hincapié en algo que escrito en el párrafo anterior, en concreto en la partícula se , que he añadido antes del verbo, y que define a la perfección algo que también intento transmitir. Yo no tengo sensación de derrota o de pérdida por no encontrarme en tal o cual situación, asociada a mi edad. En el fondo, hablando mal y pronto, me la trae floja lo que esperen de mí. Tal vez todo se deba a que he aprendido, o eso creo, a no sufrir por aquello que no tengo o por lo que deseo y aún no he conseguido. Me gustaría explicar esto último, para que no se pueda interpretar de manera errónea lo que intento transmitir.
Aunque pudiera parecer que no sufrir, o no obsesionarme, por aquello que no tengo suena a conformismo o a renuncia, nada hay más lejos de la realidad. El paso de los años, al igual que te va educando el paladar para distinguir lo exquisito de lo normal (que no ha de ser algo malo), también te va enseñando a valorar que lo importante no es acumular muchas pegatinas en una maleta, sino con quién y cómo has realizado el viaje. En otras palabras: lo importante no es la forma, sino el fondo. No se trata de cumplir las expectativas que se espera de un tipo de una cierta edad, se trata de vivir experiencias que te aporten algo, de compartir cosas, todo tipo de cosas, con personas que te hagan mejor, o feliz; personas a las que puedas ayudar a ser mejores o felices. Se trata de vivencias que puedas sentir y no sólo contar. Desde esta perspectiva, no me frustra no realizar tal viaje, no convivir con una persona o lo que el lector pueda imaginar. Pienso que resulta más atractivo realizar tal viaje cuando las condiciones sean óptimas. Considero que convivir con alguien sólo resulta interesante cuando esa persona te pueda aportar cuestiones que trascienden a la mera compañía o al sexo "asegurado". En fin, considero que lo importante es poner todo el bagaje adquirido con anterioridad, a veces forjado a base de hostias, y utilizarlo para vivir lo que fuere con plenitud, evitando todo aquello que de antemano sabes que no va a llevarte a buen puerto.
La vida, nuestra percepción de la vida, creo que debería ser eso: aplicar lo aprendido para mejorar tu existencia, y la de las personas que te importan. Lo que se puede esperar de uno por tener tal o cual edad no resulta más que una expectativa personal (ni tan siquiera se trata de un convención social, pues es cada individuo el que se pone esa meta u objetivo). Por tanto, esa sensación de frustración, de que la vida no nos ha dado lo que esperábamos, no es más que el fruto de un estado, una forma de percibir el momento vital en el que nos encontramos. 
Estoy releyendo, no suelo hacerlo, lo que he escrito, y, aunque algo embrollado, creo haber sido capaz de transmitir lo que pretendía. Sin embargo, no consideraría esta entrada concluida sin una reflexión, que ya bosquejé, hace mucho tiempo, en este mismo blog. Uno de los mayores hitos que podría ocurrir en la investigación científica es descubrir vida en cualquier lugar del Universo. La vida es algo complejo, bello e infrecuente (por mucho que estemos acostumbrados a verla a todas horas). Nosotros, portadores de vida, somos una "anomalía" en nuestro extenso e inabarcable universo. Una anomalía que podía no existir fruto de diversos avatares (piense el lector en lo complejo que puede quedar para una mujer quedarse embarazada). Piense que somos una anomalía fantástica y maravillosa, que tiene conciencia y cierta capacidad para cambiar su presente y su futuro. No debemos dar gracias por un más allá, o por cualquier otra cuita similar. Debemos pensar que el hecho de que estemos aquí, de que usted esté leyendo esto, es fruto de un milagro, el milagro de la vida, del cual somos partícipes y protagonistas. Disfrutemos este milagro.
Un saludo.

miércoles, 10 de febrero de 2016

CONOCER PARA ELEGIR.

Educación es lo que sobrevive
cuando se olvida lo que se ha aprendido

Frederic B. Skinner

La tan traída y llevada asignatura, o área,  de Educación para la Ciudadanía ilustrativa sobremanera sobre el funcionamiento anómalo de unos y otros y la manipulación a la que, de manera inconsciente, aunque a veces deseada, es sometida la gente. Comenzaré diciendo que a un área mínima (se impartía durante dos cursos de la escolarización obligatoria y durante un par de horas a la semana) se le ha dado una relevancia inmerecida e interesada. Nunca menos horas de docencia dieron tanto que hablar.
Parece que a ninguno de los expertos que tanto abundan les importe que tanto en la ley del P.S.O.E. (L.O.E.) como en la del P.P. (L.O.M.C.E.) se prioricen aspectos como las competencias que el alumno debe adquirir. Este enfoque educativo resultó la gran novedad que introdujo la L.O.E y que conservo la L.O.M.C.E. Pero poco parece importar que en ambas leyes se haga hincapié en que los aprendizajes deberían orientarse a ser funcionales en el entorno, presente y futuro, en que se mueve, y ha de mover, el alumno. Parece más importante una riña de gatos destinada a que la peña, desinformada de manera conveniente (y sin mayor afán de informarse de manera fidedigna), utilice cuestiones baladíes para zaherir al contrario. 
No seré yo quien defienda la L.O.M.C.E., una majadería legislativa de grueso calibre en muchos aspectos, ni la L.O.E. que pocos cambios introdujo en la Educación Primaria, la que me afecta a mí tanto desde un punto de vista profesional como personal. No es esa mi intención. Diría más, desde una perspectiva profesional una y otra ley han supuesto pocos cambios en mi quehacer diario. Tal vez todo sea debido a que la ley del P.P., desarrollada en el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria, figura, de manera textual, en su artículo 14, donde se habla de los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, lo que sigue:

1. Será de aplicación lo indicado en el capítulo II del título I de la Ley 2/2006, de 3 de mayo, en los artículos 71 a 79 bis, al alumnado que requiera una atención educativa diferente a la ordinaria, por presentar necesidades educativas especiales, por dificultades específicas de aprendizaje, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), por sus altas capacidades intelectuales, por haberse incorporado tarde al sistema educativo, o por condiciones personales o de historia escolar, para que pueda alcanzar el máximo desarrollo posible de sus capacidades personales y, en todo caso, los objetivos establecidos con carácter general para todo el alumnado.

Para que el alumnado con necesidad específica de apoyo educativo al que se refiere el artículo 71 de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, pueda alcanzar el máximo desarrollo de sus capacidades personales y los objetivos y competencias de la etapa, se establecerán las medidas curriculares y organizativas oportunas que aseguren su adecuado progreso.

Para los que no estén al tanto de la calle diré que la ley a la que se remite el Real Decreto que desarrolla la L.O.M.C.E. (todas las leyes educativas se acompañan de Reales Decretos y otro tipo de leyes que la desarrollan) es la L.O.E. Los alumnos a los que se refieren los párrafos anteriores es a aquellos que tienen problemas para seguir el currículum (aprendizajes) ordinarios, bien por no alcanzar los objetivos o por sus altas capacidades.
Sin embargo, aunque pudiese parecer lo contrario, no albergo intención alguna de dar una lección magistral sobre leyes educativas. Me interesa mucho más abordar algo relacionado con los valores y la utilidad, o no, de asignaturas como Educación para la Ciudadanía.
Uno está harto de escuchar a carcas y progres que asignaturas como Educación para la Ciudadanía van a cambiar a los alumnos que la cursen. En unos casos para mal y en otros para bien. Todo en función de si la tortilla les gusta con o sin cebolla. La asignatura, que ya no existe, podrá aportar una serie de conocimientos a los alumnos, es lo menos que se puede pedir, sobre la realidad. Conocimientos que luego el alumno decidirá, si los llega a adquirir, si le interesan poco, mucho o regular. O, lo más probable, si pasa de ellos una vez realizado el examen sobre el tema.
Cuestión aparte resulta esa estúpida idea, defendida por unos y otros, que se basa en que una asignatura residual cambia actitudes y formas de pensar. Me parece una estulticia intelectual que alguien pueda considerar de una manera seria que un mensaje oral puede cambiar las ideas, explícitas o implícitas, de alguien.
El lector podrá argumentar que se trata de niños, más maleables que un adulto. ¡Cierto! O no. Le propongo al lector que haga memoria y considere, si tiene hijos, el número de veces que tiene que repetir a sus vástagos las mismas cuestiones (a veces nimiedades, a veces aspectos más serios) para que, al final, hagan lo que le venga en gana, con la consiguiente retahíla oral, para intentar cambiar conductas o actitudes. Las conductas instauradas de manera firme, así como las actitudes e ideas no se cambian con un discurso. El proceso para transformarlas resulta bastante más complejo. Considerar que a través de unos libros de texto se modifican procederes establecidos de manera sólida en la persona sólo lo puede defender el bombero torero, o personajes que en lo intelectual hagan honor a esta expresión.
En los centros educativos estas actitudes básicas de convivencia, respeto, ayuda... se trabajan todos y cada uno de los días desde el primer curso de Educación Infantil. Entre otras cosas porque esas ideas son las que deben regir en cualquier organización social, entre ellas los colegios. Resultaría imposible que nadie aprendiese nada si el entorno del aula se asemejase al de la jungla. Por tanto, las actitudes se trabajan desde el minuto uno en los centros educativos. Se puede hacer de manera sistemática y reflexiva, de manera improvisada o mezclando ambas formas de actuar, en función de como se presenten las circunstancias, pero se hace.
Creo que cierta gente confunde, de manera interesada (o porque es tonta hasta decir basta), presentar información, conocimientos, con aceptar de manera ciega la realidad que se le presenta. Conocer todo lo posible sobre este mundo en el que habitamos me atrevería a decir que resulta una obligación. La aceptación o no de esas realidades, la importancia de cada cuestión tratada depende de cada una de las personas y, por fortuna, el sistema educativo no puede penetrar hasta la esencia de cada una de las personas para modificarla al antojo del político, obispo o manipulador de turno.
He escuchado a personajes decir que hablar del matrimonio gay en los centros educativos es demoníaco. He leído a una exalto cargo de un Gobierno del artista anteriormente conocido por el nombre de ZP (una experta en violencia de género) decir que si se empuja a las niñas es porque se ha suprimido Educación para la Ciudadanía... El problema no son los comportamientos que denuncian. El problema es que sus juicios tendenciosos y sus ganas de convencernos de su visión sesgada y anómala de la sociedad tiene eco en los medios de comunicación. Las actitudes y creencias son algo más profundo que aprenderse un texto durante dos horas a la semana durante un par de cursos. Las actitudes que deseamos se aprenden viviéndolas, observándolas en su entorno (tanto escolar como familiar), mediante el conflicto cognitivo, el uso de refuerzos... Si no se lo creen, reflexionen sobre su experiencia con sus hijos, con sus amigos o con sus familiares (seguro que en su familia hay alguien que es así, al que no hay que tenerle en cuenta que sea así).
Un saludo.

jueves, 4 de febrero de 2016

EN ESTE PAÍS, O EN OTRO

Una de las cosas que más me gustan de este país es intentar realizar un pago en un banco y que alguien te diga, muy digno él o ella, que no has llegado en el momento oportuno para apoquinar. Y no es el momento apropiado porque,para aflojar la panoja, el horario es el comprendido entre las ocho y media y las diez y media. Pedazo país el nuestro, que nos podemos permitir poner hora para realizar los pagos. Sólo se nos puede definir como desprendidos hasta el tuétano, o más adentro. Que usted quiere pagar a las doce de la mañana, ¡imposible!. ¡A quién se le ocurre estresar al cajero de una sucursal con dinero contante y sonante a  mediodía! El mediodía es para el Ángelus o, en su defecto, para el café con pincho de tortilla. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Pero no quedan aquí las cosas que me atraen de esta lugar donde vine a nacer. Me estimula sobremanera escuchar a algún paisano razonar sobre como se ha de cambiar el sistema productivo de una determinada zona o localidad de nuestra vieja piel de toro. Imagino que al lector, igual que a mí, le sonará a música celestial aquello de: Se debe cerrar esta o aquella empresa, central térmica o nuclear y se ha de invertir para cambiar el modelo productivo de la zona o municipio en cuestión. ¡Qué gran verdad, amigo Sancho! Quitemos la mala hierba y troquemos el mal en bienestar para todos. De hecho eso es lo que piensan los casi cinco millones de parados de este país: acabemos con la bicha del paro en mi zona, invirtiendo en ella para acabar con esta mala folla. Quién va a invertir en norte, sur, este, oeste y centro para alcanzar este estado cercano al Nirvana resulta una cuestión que ya se verá y que dejamos a los políticos, que, por otra parte, también buscan con ahínco a ese Rey Midas, que les aseguraría la reelección per saecula saeculorum. Aunque en realidad no albergo duda alguna de que todo se debe a esa bonhomía que nos caracteriza. No nos importa que el escaso trabajo de este país se reparta entre los habitantes de determinadas de esta nación, privando al resto de este bien tan escaso.
Supone un gran avance para nuestra sociedad patria la capacidad de aprender lenguas, en especial el inglés, y, de rebote, la apropiación de palabras de dicho idioma con la finalidad de utilizarlas en nuestra habla cotidiana. Crowdfunding, streaming, espoiler, manspreading, podcast, etc. se han convertido en parte del vocabulario de todo dios, o de una parte significativa del pueblo de Dios, Mahoma, Buda o quien sea la deidad única y verdadera. Uno, que no tiene en el don de lenguas su fuerte, sufre en silencio (cual portador de hemorroides) cuando uno de esos vocablos aparece entre la grey que representa la modernidad hispana. ¿Qué ha de significar esa nueva palabra, casi imposible de pronunciar para este humilde mortal? En general, existe una palabra, cuando no varias, en el idioma de Cervantes para decir lo mismo, pero el uso del término en inglés aporta un valor, no a la palabra, sino a quien la utiliza. Tal vez resulte muy apropiado que toda esta peña utilice el idioma de Shakespeare, donde go to hell supone un insulto y no existen expresiones como tonto de los cojones o ¡iros todos a tomar por culo! Que a uno le salen a veces ante determinadas formas de proceder o, más bien, mostrarse en la vida.
Mucho ha evolucionado este país. Para comprobarlo les propongo que hagan una prueba. Lean las declaraciones de un político, tertuliano o experto en temas que no requieren expertos. Elijan aquellas en las que se proponen medidas cuya concreción resulta difícil, al menos si se sigue el discurso del orador, escritor de turno. Haga una visita a sus abuelos, padres, tíos o cualquier otro familiar cuya edad supere los setenta años. Proceda a leer dichas declaraciones al familiar elegido. Tómese el tiempo necesario para realizar con eficacia dicha actividad, insistiendo en ello las veces que fuesen necesarias hasta una total comprensión del discurso. Bueno, con siete u ocho veces que se proceda a leer bastará. No es cuestión de atormentar al querido familiar (se podrá hacer una excepción si se trata de la suegra y la relación con ésta no puede considerarse entre las mejores cosas que a uno le han pasado en la vida). ¿Cómo dice, querido lector? ¿Qué su familiar no ha entendido nada, a pesar de la utilización profusa de palabras? Creo que nadie debe desdeñar a toda esa tropa de bruñidores de expresiones vacuas que asientan sus reales en este país. Orfebres de la nadería, que utilizan su tiempo, y el de los demás, para llenar espacios que les permiten ganarse la vida de manera holgada. En el fondo se trata de emprendedores, de autónomos de la palabra, de los miles de palabras, que crean riqueza, la suya propia, ilustrándonos sobre... sobre.... Ilustrándonos.
Reconozco que una de las cosas que me sacan de mis casillas es la utilización de la expresión: En este país... Parece que aquél que esgrime estas palabras conociera el funcionamiento de todas las personas que habitan en él y, por añadidura, los intríngulis de los demás países en lo referido a ese tema. Tal vez todo se deba a que este humilde bloguero es un tipo huraño, mal encarado y con tendencia a la misantropía. Porque, ¿ustedes se imaginan que pueda existir alguien que capaz de llenar la entrada de un blog con tópicos y bobadas sobre su país? Reconocerá el amable lector que también sentiría cierta aversión por esa persona que se encarga de llenar líneas con esa sarta de majaderías. Sólo puedo aconsejarles que huyan de tipos y blogs donde se perpetren tales hechos.
Un saludo.

lunes, 1 de febrero de 2016

UN PREMIO, UNA MENCIÓN Y GOMORRA

En la mayoría de los casos
la ignorancia es algo superable.
No sabemos por qué 
no queremos saber

Aldous Huxley
 

Tras leer Gomorra, de Roberto Saviano, he quedado impresionado. Como el lector sabrá, la obra trata sobre la Camorra napolitana y sus diversas ramificaciones. El argumento, bastante más complejo de lo que pudiera esperarse a primera vista, me ha estremecido. No tengo intención de destripar la novela/ensayo/narración periodística (o lo que sea), deberá ser el lector el que, si aún no lo ha leído y le interesa, se enfrente a las trescientas y pico páginas del relato. Sin embargo, no he podido evitar asociar el trasfondo del relato a una noticia que he escuchado en la radio en el día de hoy y que, por asociación, me ha retraído a una vivencia de hace más de una década. para no liar al lector empiezo a desgranar los hechos y luego, si soy capaz, expongo una conclusión, o algo que se le parezca.
Siguiendo un orden cronológico comenzaré por una experiencia que presencié, y viví, hace más de una década. Una institución en la que participaba se postulaba para recibir un premio nacional (no voy a decir ni que institución, no necesariamente privada, ni de que premio se trataba). Para acceder al galardón se realizaron un par de inspecciones con la finalidad de comprobar que aquello que aparecía en los papeles se correspondía con la realidad. Los encargados de confirmarlo se pasaron por la institución y dieron su visto bueno, consiguiendo el primer premio la entidad en cuestión. Todo eran parabienes y felicitaciones por la gran labor realizada. La verdad sea dicha, la labor era buena. Ante el aviso de las inminentes inspecciones todos se acomodaba a lo que esperaban los evaluadores. Por supuesto, una parte significativa de los profesionales encargados del día a día no compartían el espíritu que defendían los papeles guiaban el quehacer diario. Una puesta en escena, que sirvió para dar fama a... Me ahorro calificativos. Tal vez deba completar la información alegando que el asunto es uno de esos tan de moda en estos días. 
Es posible que alguien pueda alegar que debí levantar la voz. Ni yo, ni otros cuantos que pensábamos que era una farsa, y tal vez la respuesta haya que buscarla en que el sistema, con sus avisos previos de inspección y con el interés de cierta parte de la administración, luchaba por que los hechos diesen la razón a sus intenciones. No se puede luchar contra los elementos. O sí y yo soy un cobarde. Vete tú a saber.
El segundo caso tiene que ver con otro asunto también muy candente en estos últimos tiempos y también encontramos en él un premio. He escuchado, como dije esta mañana, que a una organización de ayuda (me abstengo de decir a quién) le han concedido un premio, o una mención, a nivel nacional, por su buen hacer. De nuevo muchos parabienes y felicitaciones por el trabajo bien realizado. Resulta que sobre como funciona el asunto tengo información de primera mano y el descontento entre cierto sector profesional por el uso indiscriminado que es está haciendo de ciertas atribuciones es patente. Al ser un asunto muy de moda, donde se busca lo emocional para tapar ciertas barbaridades, los profesionales, muy cualificados, sólo pueden hablar de ello sotto voce. Sin embargo, nadie se cuestiona la veracidad de los datos (de nuevo el papel, que lo aguanta todo).
Cuando escuchaba esta noticia no podía evitar pensar en Gomorra y en un episodio que en él se relata. Siento destripar algo de la obra, pero va a ser muy poco, y aviso con antelación por si el lector no desea leer. 
En un capítulo se narra como dos clanes de la Camorra emprenden una guerra y los muertos se convierten en el pan nuestro de cada día. Ante el macabro espectáculo la prensa nacional (italiana en este caso) e internacional hace acto de presencia en un lugar olvidado y que sólo resulta interesante porque el número de personas asesinadas ha aumentado de manera exponencial. El autor del relato no duda en describir escenas de sus compañeros periodistas que no desentonarían en una obra de Valle-Inclán. Nadie tenía intención de llegar al fondo del asunto. Los reporteros desplazados sólo querían presentar una realidad parcial, moldeada por su prejuicios. Voy a contar una sola cosa para que el lector se haga una idea. Ante la insistencia de plumillas y correveidiles por aparecer al lado de gente de baja estofa la propia Policía, para quitarse de encima a esa panda de chupatintas, hizo pasar por camellos a algunos agentes del orden, eso sí, vestidos de paisano. Camellos que, por casualidad, acabaron hablando con los avispados reporteros, ofreciéndoles el material tan anhelado a dichos profesionales.
De nuevo, aunque de otra forma, el papel lo aguanta todo. La realidad presentada de manera parcial, cuando no inexistente, se convierte en la verdad oficial. 
Uno, que ya ha vivido bastante, considera que la gente que luchó por ganar el premio, por ganar la mención o los periodistas citados (alguno de cadenas internacionales muy famosas) consiguen vender su visión del asunto porque ellos son los que luchan por estar ahí. No tengo ningún problema en reconocerlo. Sin embargo, por el mero hecho de que hayan llegado allí no poseen la verdad absoluta. Al contrario, muchas veces intentan, y consiguen durante un tiempo, imponer su verdad (acallando o, en sentido figurado, aniquilando a aquél que disiente). Resulta muy posible que cuando se llega a un cierto estatus se debe en buena parte por ambición personal (en muchos casos disfrazada de buenas intenciones) y aquel que llega a un determinado lugar para saciar su ambición con mucha probabilidad se negará a reconocer que en determinados momentos se equivoca o que, en realidad, sus hechos se dan de patadas con aquello que defiende. Es más, los refuerzos externos (en forma de premios, menciones o estatus profesional) sirven para avalar sus tesis.
Nosotros, los seres humanos de a pie, no debemos saber de todos los asuntos, para eso están lo presuntos expertos y la prensa; pero ese órgano mediador, así como los presuntos expertos, se han convertido en... 
Es posible que el lector me tilde de pesimista o de cualquier otra cosa peor. Puede que tenga razón; pero le invito a que haga un breve ejercicio de reflexión y analice el funcionamiento real de aquello que conoce, comparándolo con la visión que la gente de a pie que no domina el asunto, tiene sobre ese aspecto de la realidad. 
Un saludo.