viernes, 30 de agosto de 2013

SIRIA, Y TODO LO DEMÁS (I)

He intentado aplazar, a ser posible sine die, esta entrada, y no precisamente por no carecer de interés. A fuerza de ser sincero, reconozco que me producía una tremenda pereza indagar, por aquí y por acullá, para poder ofrecer algo digno del amable lector (cuestión que debe decidir tras la lectura de todo, o parte, de lo que aquí podrá encontrar). Reconozco que no se trata de la mejor de las excusas, pero sólo puedo alegar lo comentado con anterioridad para no abordar temas como el de la guerra civil que tiene lugar desde hace, aproximadamente, dos años. 
Con propósito de enmienda, y con la mejor de las voluntades, me dispongo a abordar la cuestión, con el mayor rigor posible, y sin ánimo de encontrar buenos y malos, cuestión que dilucidará el lector, si así lo considera oportuno.
En 2011,más conretamente a partir de marzo, durante la conocida como Primavera Árabe, determinados sectores de la ciudadanía siria protestaban en las calles contra el sistema, y contra el líder del sistema, Bashar Al-Asad, un dictador más en una zona donde esa forma de gobierno ha constituido la forma de gobierno preferida de sus "líderes" políticos. 


Volviendo al caso sirio nos encontramos con la fuerte, fortísima, represión a la que fueron sometidos los ciudadanos que clamaban por un cambio de sistema. Dicha forma de abordar el asunto acabó generando un movimiento armado, el Ejército Libre de Siria, que intentaba conseguir por las armas lo que la protesta pacífica no parecía estar en disposición de alcanzar: la caída del dictador y todo su régimen. En este ejército podemos encontrar en un primer momento a ciudadanos, militares que abandonaban el ejército de Al-Asad y se pasaban con armas y bagajes a los que empezaron a denominarse rebeldes. 
No mucho tiempo más tarde empezaron a aparecer, al igual que en Irak, Libia, Afganistán o Yemen, los fundamentalistas islámicos, fuertemente armados y organizados, dispuestos a entregarse en cuerpo y alma a la tarea de derrocar al último representante en la zona de un tipo de ideología que no consideraba a la religión, ni tan siquiera a la musulmana, como eje de la vida política del país (realmente el eje de la vida política del país era el propio Al-Asad). Este aspecto, desde mi modesto entender, posee una gran importancia, pues los integristas encontraron un nuevo campo de batalla, donde mandar a luchar y morir a sus fieles fanáticos. Una vez más surge en un país islámico la lucha política, y/o militar, entre un bando más o menos aconfesional y las fuerzas ultramontanas que amparan su actuación en las palabras de Mahoma, o en su interpretación. En Egipto, Turquía, Irak... se está produciendo este pulso entre estas dos formas antagónicas, al menos hasta este momento, de entender la vida, y por ende la política. 


Este aspecto, que pudiera parecer menor, creo que da una idea clara de las tensiones que rigen la zona, y los intereses que en ella se cuecen. La lucha entre los partidarios de una sociedad laica, generalmente con un fuerte tendencia neoliberal, y los seguidores de las corrientes más extremas del Islam, con opciones intermedias que igualmente generan rechazo en unos y otros, parece ser una constante en aquellos países donde el poder no se encuentra firmemente asentado, como ocurre en las dictaduras del Golfo, donde la represión cercena cualquier tentativa, que existen y han existido, de derrocar las teocracias imperantes. Por tanto, parece que algo se descompone en una región convulsa, pero en la que durante décadas no hubo grandes cambios en los liderazgos políticos (tal vez sí de persona, en algunos casos por atentados, pero no tanto en los cuadros de mando) , al menos hasta el derrocamiento, y posterior asesinato, de Sadam. 
Hace meses dediqué una entrada al juego de poder en la zona, la lucha soterrada entre Arabia e Irán, así como el papel de Israel, por lo que no considero necesario extenderme más sobre el asunto. Salvo cuando trate el tema de los suministros de armas, cuestión en la que alguno de éstos países aparece como proveedor de armas. 


Para entender el conflicto parece oportuno recordar que Siria ha sido un aliado tradicional de los rusos (anteriormente también lo fueron de los soviéticos), de hecho el puerto de Tartús puede considerarse la única base militar rusa fuera de su territorio y, como es evidente, se encuentra sita en el país mediterráneo. Desde el ascenso al poder del padre del actual jefe de estado sirio, el general Hafed Al-Asad, en 1970 los lazos entre la U.R.S.S. y Siria se estrecharon de manera progresiva y firme, especialmente tras la Guerra del Yom Kippur. Por tanto, Rusia, al igual que China, que busca ampliar su campo de influencia política y económica, cada día un poco más, no desean la pérdida de un aliado fiel, que les permite una mayor influencia en la zona. Como resulta evidente por el transcurso de los acontecimientos de los últimos días, los de Moscú y los de Pekin parecen no tener interés alguno en dejar caer a la persona que mejor parece defender sus intereses en Siria. 
Hemos hablado de potencias mundiales y potencias de la zona, y entre estas últimas no hemos citado a Turquía, con su gobierno islámico, elegido de manera democrática, que ha encontrado una fuerte contestación en la calle, debido a su deriva que pretende islamizar una sociedad fuertemente laica desde la época de Atatürk. 
Turquía, el vecino de arriba, tiene fuertes intereses en la zona, como es obvio, y además tiene un conflicto "compartido" con Siria, el del pueblo kurdo. Mientras en Siria vive entre ell 5% y el 8% de la población kurda (resulta muy difícil obtener datos fiables de la población kurda), en Turquía el número de personas de origen kurdo es muy superior, cercano al 45% de los kurdos del mundo. Merece la pena recordar que el total de seres humanos que pertenecen al pueblo kurdo ronda los 60 millones. Curiosamente encontramos kurdos luchando contra Al-Assad, en el bando rebelde, y a la par nos encontramos con la ayuda que el régimen sirio proporciona a los kurdos del PKK, contra el enemigo común: Turquía (los enemigos de mis enemigos son mis amigos). Si nadie pensaba que se podía rizar aún más el rizo no andaba acertado. Los kurdos se enfrentaron a sus "compañeros" de fatigas, los islamistas fundamentalistas por el control de una zona, mientras que a su vez el Ejército Libre Sirio, los rebeldes, se vanaglorian de haber expulsado en 2012 a los kurdos, sus presuntos aliados, de zonas recientemente conquistadas en ese momento. 
En definitiva, una galimatías de tres pares de narices.


Obviamente, para complicar un poquito más el asunto, Irán juega su papel, proporcionando armas al régimen sirio y el apoyo, bastante más que apoyo, a un grupo considerado como terrorista por Occidente y que consiguió detener en fechas recientes al hasta ese momento invencible ejército israelí. Hablamos, como resulta obvio, de Hezbolá.
Hezbolá, que sigue las proclamas chiitas de Jomeini, se mueve también por principios religiosos islámicos, por supuesto, y para muchos ciudadanos árabes constituye ante todo un grupo de resistencia frente al opresor extranjero. Hezbolá, que nadie lo dude, constituye un pequeño estado dentro de otro estado, como se pudo comprobar en Líbano.
 De nuevo el fundamentalismo religioso aparece y, en este caso, para apoyar a Al-Assad. El puzzle es tan complejo que creo necesario dar un descanso al amable lector y dejar el resto de la información y opinión para un segundo post, que aparecerá a continuación de éste.
Un saludo.

miércoles, 28 de agosto de 2013

SOBRE LOS PRIVILEGIOS Y LOS PRIVILEGIADOS.

Escucho, por enésima vez, que puedo considerarme un privilegiado por tener un trabajo estable. Nada tengo contra las personas que esgrimen este tópico. Al contrario algunas de esas personas, amigos, me caen excepcionalmente bien (tú también, Juan Carlos), pero mi hartazgo en este asunto ha llegado a un lugar rayano en la ira. El argumento se sustenta en algo tan obvio, como trágico, el gran número de personas que se encuentran en situación de desempleo en este país (entre ellas mi pareja). Sin embargo, estos pretendidos privilegios que algunos tenemos, más concretamente su pérdida, no iban a contribuir a que mejorara la situación de los ciudadanos en paro. En esta sociedad capitalista apocalíptica que nos ha tocado vivir los que han de crear empleo son los empresarios, esa es su función, al menos sobre el papel, y sin embargo casi nadie carga contra la incapacidad de este sector social para crear empleo. Resulta sorprendente como en vez de atacar a los pollos de la C.E.O.E. (incluido su número dos, que no parece constituir un buen ejemplo para niños y adolescentes) se ataca al trabajador, a su igual, que tiene trabajo.


No vamos a entrar en las declaraciones del fulano que encabeza la confederación empresarial citada con anterioridad, pues en el fondo lo que pretende es distraer la atención sobre la realidad: el recorte de derechos, uno más, sufrido este verano por todos los trabajadores, los privilegiados y los no privilegiados. Además, este tipo de declaraciones sirven de caldo de cultivo para las nuevas embestidas que el desgobierno que padecemos se encargará de realizar a los cada vez más escuálidos de los trabajadores. En el fondo la lógica es la del chiste: "Se ha muerto tu madre. Es broma,.Sólo está en coma". Te amenazan con lo peor y parece que un mal "menor" puede ser asumido con mayor facilidad y, en algún caso, puede ser asumido por un sector de la ciudadanía con cierto alivio.
Sin embargo,  el hecho de que una parte significativa de las personas que conforman la población española acepte esta teoría, de manera más o menos crítica, demuestra lo acertado de la campaña publicitaria lanzada por los medios de comunicación, que no de información, afines al pensamiento neoliberal y a la ideología de sus dueños: grandes grupos de capital. Esta afirmación así, desnuda de todo razonamiento, pudiera parecer la soflama de un funcionario que no conoce penuria alguna en su trabajo y que, por si fuera poca cosa, lo tiene "asegurado" para toda su vida (he delimitado la palabra asegurado con comillas, pues quien defiende tal cuestión desconoce la legislación vigente en nuestro país). Sin embargo, como se comprobará a continuación, nada puede estar más alejado de mi intención que defender mis presuntos privilegios.


Como dije en párrafos anteriores la "obligación" del empresario es crear empleo, y para ello debe ganar dinero. Al menos así funciona, o debería funcionar, nuestro sistema. Pero en las últimas décadas se ha producido un cambio, que ha calado hondo en nuestro país, y que sólo da prioridad a la "obligación" que tiene el empresario de ganar dinero, dinero que además no debe revertir necesariamente en la creación de empleo. A un observador, no necesariamente muy avispado, como es mi caso, no se le escaparía que parece que ha pasado a ser más importante inflar cuentas en paraísos fiscales que cumplir con la "sagrada obligación" de crear empleo, repartiendo la riqueza (sobre ésto último podemos hablar mucho, pero me limito a repetir las monsergas de los neoliberales para justificar la desarticulación del estado, que, según ellos, debería empezar por una bajada de impuestos que, de manera casual, beneficiaría a los más ricos). No resulta complicado detectar esta cambio de "mentalidad", amparado por las ideas neoliberales.
Aparejado a este cambio de discurso llega otra mutación, que es la que nos ocupa hoy: el del privilegio de tener trabajo. Los teóricos de las políticas elitistas y genocidas nos quieren hacer creer que entregar nuestro esfuerzo físico y/o intelectual durante ocho, diez o doce horas al día, a cambio de un salario cada vez más indigno, es un privilegio. Sí, querido lector,  entregar, de mejor o peor gana, el esfuerzo físico y/o intelectual a un empresario, o administrador de una gran compañía, para que ésta obtenga beneficios, se trata de un privilegio. ¡Con dos cojones!


La evidencia nos lleva a pensar que en realidad los actores del sistema, tal como se concibió, han perdido su razón de ser (no sólo en nuestro país. El paro juvenil, bonito eufemismo, en Europa nos lleva a pensar que millones de personas en nuestro "civilizado" continente no tienen cabido en el sistema laboral), y no cumplen con aquel cometido que tradicionalmente se les asigno, o la teoría económica imperante les asignó. Este cambio, inevitable gracias a las teorías económicas seguidas en las tres últimas décadas, se intenta ocultar (una vez más), desviando la atención hacia aquellos trabajadores que tienen el "privilegio" de poder trabajar para vivir o para malvivir. De nuevo la intoxicación de mamporreros mediáticos, teóricos de la Economía patológica y políticos ambiciosos y sin escrúpulo alguno, busca eludir sus responsabilidades sobre la debacle que han amparado y creado.
Resulta evidente que el trabajo existente se debe repartir, al igual que una buena parte de la riqueza existente. Pero algo tan sencillo, y justo, como lo expuesto con anterioridad no entra dentro de la lógica inhumana de los distintos personajes que intentan empobrecernos económica y moralmente. La riqueza como modo de medir la valía de las personas, la justificación de la lucha, siempre desigual, entre los que tienen mucho y la gran mayoría, los que tienen poco y la exposición de una realidad edulcorada, mediante la propagación de ejemplos de triunfadores (una minoría, que, en muchos casos, se cuidan muy mucho de ocultar la parte menos amable de su éxito) son los grandes motores morales de estos tipos, que no dudan en propagar la idea de que el trabajador que ofrece su esfuerzo a cambio de dinero es un privilegiado. Privilegiados son aquellos tipos que defendiendo esas teorías, y que en muchos casos son unos inútiles integrales, aún no han sido procesados por crímenes contra la humanidad.
Un saludo.

lunes, 26 de agosto de 2013

DOLOR

No se presentaban con  frecuencia, pero existían, esos días en que consideraba que la mejor opción para seguir adelante era acabar con todo. Nunca había pensado sobre la mejor forma de llevar a cabo esa cuestión. Tal vez porque durante esos momentos la tristeza se enseñoreaba de su ser y lo único que anhelaba en ese instante, sin duda alguna, era acabar con todo el sufrimiento que se abalanzaba en todas las direcciones posibles que existían dentro de él. 
Sin duda alguna se encontraba en uno de esos estados, que en los últimos tiempos aparecían con cierta frecuencia, y que le empezaban a resultar familiares. En estas circunstancias, y no siempre, le venía a la cabeza aquel verso de esa canción que parecía ajustarse como un guante a lo que sentía: "A veces nacer y a veces ganas de acabar con tó", aunque en esos instantes sólo le interesaban las siete últimas palabras. 
No dudaba que su autoestima se encontraba tres escalones por debajo del suelo más bajo que pudiera hallarse en este planeta. No sabía sí él se quería como debiera, de hecho desconocía en que consistía quererse como debiera, ni si el culpable único de esta situación era su entorno o él tenía parte de responsabilidad sobre su estado de ánimo- aunque intuía que nada de lo descrito ocurriría sin su participación voluntaria o accidental. Sólo era capaz de discernir que sus ojos se encontraban poblados de manera abundante por unas lágrimas que se negaban a salir, siguiendo los dictados de la fuerza de la gravedad. Pero eso también era moneda frecuente en los últimos años, en las última décadas, de su vida. Vida que aprendió a vivir mirando siempre hacía delante, sin detenerse más de lo necesario en los sucesos desafortunados que iban surgiendo durante su pasar por este mundo. Tal vez por ello, cuando alguna vivencia que consideraba desagradable se instalaba de manera más o menos permanente en su vida, aparecían esos deseos de finalizar con todo aquel dolor, aunque para ello todo lo demás debiera desparecer en la sima de la nada, lugar al que se encaminaría su existencia si acabase de manera definitiva con todo lo que, cada vez con mayor frecuencia, le atormentaba. 
Comprendía a la perfección la decisión que tomaron, y llevaron a cabo hasta sus últimas consecuencias, personajes como Hemingway, Goytisolo o Cobain. Entendía cada uno de los resortes que les había conducido a ese estado de ofuscación, o de dolor, que les empujó a abandonar todo lo que habían conocido hasta ese momento, pues el sufrimiento se habría convertido en su mundo, en todo su mundo.
Sin embargo, como por arte de ensalmo, una pequeña figura se abría paso entre aquel caldo denso construido de imposibilidad, y ayuda a disolver, en parte, ese mal sueño. No suponía la luz que aniquilaba la oscuridad, pero sí posibilitaba orientarse en medio de aquel vacío tremebundo, que devoraba todo aquello que se encontraba a su alrededor. 
Sabía que aquella figura le necesitaría ahora y más adelante, para construir todo lo que le restaba por vivir y esa sola idea le apartaba de cualquier pensamiento que divergiera de esa presente y futura necesidad que pudiera tener de él aquel pequeño ser humano. Sin embargo no se llegaba a engaño, y tenía plena consciencia de que esa sensación de dolor, de pena infinita volvería en cualquier momento. Y, de igual manera, no se llevaba a engaño, sabía que existía una alta probabilidad alta de que en cualquiera de esos procesos pergeñados en la desesperación acabara con ese sufrimiento. Para ello bastaría que nada de lo que rodease constituye un estímulo más potente que las ganas de acabar con ese dolor. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

LO OBVIO

Tras las visitas familiares de rigor, que sirvieron de colofón a unas vacaciones más que merecidas, por fin me encuentro en mi casa, donde dispongo de Internet sin mesura alguna; lo que dará una cierta continuidad a este blog.
Aunque durante estos días han pululado ideas diversas por mi escasa sesera, me apetece retomar esta nueva temporada bloguera con un asunto que podíamos llamar clásico: la situación injusta y criminal a la que nos vemos sometido una mayoría de ciudadanos para que unos pocos, los ladrones privilegiados, puedan disfrutar, y derrochar, todo aquello que la sociedad les puede ofrecer.
En esta ocasión mi intención dista bastante de convertirse en una crítica atroz a un sistema injusto, agotado y criminal. Más bien pretendo contar lo que, desde mi punto de vista, ha sucedido para que tener un trabajo se considere, poco más o menos, un privilegio (asunto sobre el que volveremos en su momento).
Sin retrotaernos a la época de Nixon, donde por razones diversas, se abandonó el patrón oro, que sirvió de germen para esta situación, parece oportuno pararnos en la década de los 70 y los primeros intentos de los economistas patológicos de llevar a la práctica sus teorías genocidas. En esta época, américa latina era un foco de dictaduras militares, auspiciadas por los EE.UU., que en algunos casos intentaron llevar a la práctica las teorías del nunca suficientemente vilipendiado … Con las excepción de en Chile, donde las desigualdades sociales se fueron acrecentando y que debe gran parte de su prosperidad a la industria, estatal, del cobre, en el resto de países la implantación de dichas políticas económicas fueron un desastre, que, sin miedo a equivocarme, podemos denominar crímenes contra la humanidad. De hecho esa época se denomina la Década Perdida por parte de los propios países que sufrieron la furia inhumana de esas estúpidas y criminales políticas.
En los años 80 confluyeron varios personajes, la mal llamada Dama de Hierro, ultramontana inhumana, sería mucho más acertado, y el actorcillo Ronald Reagan, que junto a un acontecimiento histórico sucedido al final de la década: la caída del muro de Berlín, que conllevó la derrota del teórico “enemigo”, dio alas a los economistas patológicos y a sus teorías genocidas, que por carecer de cualquier rigor científico, pueden considerarse como un conjunto de creencias religiosas, o, tampoco descartable, una visión refinada de los movimientos fascistas habidos en Europa durante tres décadas del siglo XX. La desaparición del Eje Soviético dio alas a los neoliberales, que no encontraban enfrente una propuesta que pudiese seducir a una parte significativa de la población, que pudiese acabar hastiada por los abusos y decisiones criminales de los teóricos del mercado (que ni son teóricos, más bien fascistas de nuevo cuño, ni quieren el mercado libre, especialmente cuando no les interesa. Si el mercado fuese libre y no condicionado por unas creencias todos ellos estarían aumentado las listas del paro en sus respectivos países. No puede existir personas más incompetentes, zafias e inútiles que los gurús de este tipo de dictadura del gran capital).
A partir de ese momento se empiezan a poner en práctica todo tipo de “experiencias” tendentes a dejar hacer al mercado. Para ellos dejar hacer al mercado es crear las condiciones necesarias para que los dueños del gran capital puedan operar con la mayor impunidad posible, acaparando las mayores riquezas posibles, que, de manera nunca suficientemente bien explicada, acabarían, al menos en parte, en manos de los ciudadanos de a pie. La realidad, sin embargo, ha desmentido las justificaciones sin sentido alguno de estos mequetrefes, sin sensibilidad alguna hacia sus iguales.
De igual manera se consideró que invertir dinero en actividades no productivas, con una visión meramente especulativa, serviría para crear riqueza, lo que habría de beneficiar a todos. Resulta evidente, hasta para un chaval de primer curso de instituto, que se trata de una majadería más de esta panda de estómagos agradecidos. Sin embargo ellos, mediante la manipulación de la estadística, incluyeron estos números en su concepción de la Economía, patológica en todos los sentidos, especialmente en el moral, intentándonos hacer creer que esta forma criminal de enriquecerse nos beneficiaba a todos.

En este período se empieza a observar un fenómeno extraño: a pesar de que muchas empresas ganan cada vez más, los salarios de sus empleados no suben en consonancia con esos resultados. Se comienza a venera al becerro de oro de la competitividad, sustentada en exclusiva en la productividad del trabajador (que parece ser el causante de todos los males de este mundo y de parte de los de Marte).
A estos hechos se pueden unir otros como la manipulación, deliberada a todas luces, del funcionamiento del sistema económico por parte de los medios de comunicación, que no de información, encargados de mostrar al ciudadano una distorsionada realidad, que, de manera nada casual, favorecía a los intereses de los dueños del gran capital.
Como es bien sabido todo este castillo de naipes se derrumbó en apenas dos décadas, aunque existieron avisos muy serios de lo que podía ocurrir en diversos países y en diversos momentos de este período de capitalismo exultante, e insultante. Cuando se vino abajo, con gran estrépito y daño, todo se demostró una falacia, pero los causantes de todo ello no dieron su brazo a torcer. Tras un primer período de silencio volvieron a subirse a sus monturas y pretenden seguir llevando las riendas de la batalla contra la estafa, ellos lo llaman crisis, que han creado. Para ello siguen criminalizando al trabajador, quitando derechos al ciudadano, al que llegan a culparle de haber vivido por encima de sus posibilidades, y, por supuesto, siguen lanzando ideas alternativas, ahora toca el turno de los emprendedores, carentes de rigor científico alguno, cuyo única finalidad es responsabilizar al ciudadano de su situación. Sin embargo algo no ha variado: la defensa de los poseedores, o gestores, de los grandes capitales. Resulta aterrador que ideas criminales como empobrecer a cada vez más ciudadanos puedan corearse a los cuatro vientos sin pudor alguno. Ellos lo llaman competitividad, pero siempre lo basan en lo mismo: en rebajar los sueldos de los trabajadores. Sin embargo nunca se han planteado recortar las ganancias de las empresas para conseguir ese mismo precio final del producto. Aspecto éste que tendría una gran ventaja, pues permitiría que los trabajadores pudiesen adquirir más bienes, lo que generaría más negocio para esos empresarios. Al final los beneficios serían los mismos, o muy similares, ganando algo menos por cada producto vendido. 
Esos mismos teóricos del genocidio económico no siente vergüenza alguna al defender a los defraudadores, especialmente a los grandes defraudadores, justificando su latrocinio en función de unos supuestos altísimos impuestos. Incluso algún personaje ha escrito alguna vez en este blog justificando el fraude de dichos ladrones. ¡Ah! y todo ello en función de su derecho a la libertad. Este argumento, tan estúpido como superficial, se desmonta de manera muy sencilla: A mi me caen como el culo los políticos ineptos del P.P. que nos gobiernan. De igual manera me caen rematadamente los fanáticos seguidores peperos que son capaces de justificar todo y de agredir a un tipo (familiar de unas personas a las cuales conozco personalmente) en las fiestas de Leganés por repartir folletos denunciando la concesión de las casetas de ferias. De igual manera me resultan detestables los políticos corruptos. Por todo ello, y apelando a mi libertad, deseo que todos los politicos peperos y sus fans ultramontanos desaparezcan de este país. ¿Cómo? ¿La Constitución ampara que estos tipos detenten, y ostenten, el poder? ¡Coño, la misma ley que habla de impuestos justos y progresivo! Pero, siguiendo la lógica de los neoliberales, fascistas absurdos, estos tipos quebrantan mi libertad. ¡Quiero que respeten mi libertad!
En el fondo todo el cuerpo doctrinal que han montado se basa en los mismo: los grandes poseedores del capital, o sus gestores, tienen carta blanca para hacer cualquier cosa. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos son culpable de... de..., de no ser poseedores del capital, o de no gestionarlo. 
No hace falta poseer una gran inteligencia para ser conscientes de que todo se arregla con un reparto de la riqueza más equitativo (el ejemplo de los salarios, anteriormente expuesto, lo ilustra a la perfección). El resto de las bobadas doctrinarias de los pendejos que defienden los derechos de los más ricos sólo son justificaciones para unas conductas por las que algún día deberían ser jugados por crímenes contra la humanidad.
Un saludo.

lunes, 19 de agosto de 2013

DE VUELTA

Creo que debo empezar pidiendo disculpas por el cierre temporal, y abrupto, del blog. Todo ello fue debido a que estaba disfrutando de un período de vacaciones, fuera de mi localidad de residencia y la dificultad para tener acceso de manera regular a Internet me "empujó" a aparcar, de manera transitoria, las correspondientes entregas, que tanto esperan gente como Pesteranza Aguirre, el tío Floriano, el Homo Pons, el abuelo Rouco o la Dama de la Peineta Manchega. Sé que en realidad podrán vivir, a duras penas, sin mis interpretaciones de la realidad, bastante más cabales que las suyas, y que mi ausencia no acarreará consecuencias irreparables para su existencia (lástima, pensará alguno). Sin embargo, la falta de su presencia en mi existencia durante estos días me ha generado un estado de bienestar, rayano en lo místico, que me ha llevado a considerar, de manera muy seria, la continuidad de este humilde blog. Pero, de nuevo, se impuso la cruda realidad y llegué, por enésima vez, a la misma conclusión: pensar no es lo mío, como el amable y sufrido lector bien sabe, Como consecuencia de ello el pensamiento duró en mi acartonado cerebro aún menos que una piruleta a la puerta de un colegio (tened cuidado, queridos niños, cuando la piruleta os la da un desconocido, pues puede contener droga. En caso de duda remitidme a mí la chuche y yo, de manera desinteresada, me encargaré de determinar la adulteración, o no, de dicha golosina). Por lo que no existe duda alguna sobre la solución que tome respecto a la continuidad o no de este espacio de opinión alternativa, propaganda roja y masónica que llamaría alguno de los citados una líneas más arriba. Y sí, decidí que este espacio, que desde hace más de dos años intento mantener a flote, siga existiendo, escribiendo en él lo que considere conveniente y cuando lo considere oportuno. No, no es una amenaza; simplemente se trata de una declaración de intenciones.


De igual manera espero que el amable lector vuelque en él las críticas, elogios (juro que no he pagado a nadie por ello, aunque resulte difícil de creer) o matizaciones que consideren oportunas.
Reconozco que cada vez me resulta más difícil ceñirme a la actualidad pura y dura, la que dictan los medios de comunicación, que no de información. Sin embargo, cada vez me apetece más interpretar la realidad de una manera alternativa (a veces basándome en informaciones, a veces interpretando ciertos hechos desde un punto de vista lo más aséptico posible). En realidad, lo considero una vuelta a los orígenes de mi faceta de bloguero, pues en mi primer blog, y en los inicios de éste, esa era la seña de identidad de la casa.
Tampoco quiero dejar de lado el humor y los relatos (tengo un par de ello bastante jugosos in mente), pues "analizar", en exclusiva, la realidad acaba siendo agotador, deshumanizador y poco motivador. Alguna fotografía caerá también, para rellenar espacio y comprobar mi capacidad para involucionar en determinados aspectos de mi vida, casi todos.
Existe una posibilidad remota de que el amable lector esperase que en esta entrada realizase un análisis pormenorizado y detallado de algún aspecto de la realidad. Como mi intención no es otra que dar gusto a mis centenares de millones de seguidores, repartidos por todo el orbe, haré algo que seguro servirá para satisfacer esa expectativa, anhelo o como desee el amable lector llamarla. Allá va:
Me cago en todos los hijos de la gran... que consideran justo que unos pocos acaparen mucho, quitándoselo a la mayoría de los ciudadanos.
Un saludo.

lunes, 12 de agosto de 2013

REFLEXIONES

De nuevo vuelvo a oír la manida coletilla que reza más o menos así: "Los políticos están muy mal pagados y privarles de sobresueldos aleja a los mejores de la política". La frase no tiene desperdicio, por la hipocresía que supone. En un país con el 25% de paro y con unos salarios de miseria resulta sorprendente que unos tipos por "hacer su trabajo" reciban extras, con el dinero de todos. Por cierto, ¿quién dice que la casta política que padecemos sean buenos políticos, gestores o lo que fuere? A uno no le importaría que gente que "pierde" dinero con la política como Rajoy o Durán i Lleida volviesen a sus puestos de trabajo. Tal vez, sólo tal vez, si utilizasen las mismas prácticas que utilizan para financiar sus partidos en la vida privada alguno de ellos estaría en la cárcel.


Las personas siguen naciendo, amando, haciendo el amor, riendo, soñando... Sin embargo, una minoría de personas sin alma, espacio que ha sido ocupado por la avaricia, intentan que dejemos desde nuestro nacimiento odiemos, lloremos, tengamos pesadillas y troquemos hacer el amor por jodernos los unos a los otros. No hay duda, todos ellos deberían ser juzgados por crímenes contra la humanidad. 


El asunto de Gibraltar sirve para ilustrar lo que los ciudadanos les importamos a unos y a otros: bloques de hormigón, controles eternos a ciudadanos, posibles impuestos abusivos y el ejército británico para alegrar la fiesta, todo un compendio de insensateces para alegrar a los más exaltados de uno y otro bando. Los unos, los otros y los de más allá parecen actuar de cara a la galería, sin importarles el día a día de las personas relacionadas con el Peñón y los territorios españoles adyacentes. En el fondo la mentalidad de nuestros dirigentes políticos no varía en exceso de las que en el siglo XVIII pactaron para asegurarse la corona de Españau, un par de puntos estratégicos en el Mediterráneo y demás consecuencias derivadas de la paz firmada para acabar con la Guerra de Sucesión que asolaba en esos momentos los territorios españoles.


Una de las grandes excusas que se utilizan para justificar el gasto armamentístico se fundamenta en los grandes "descubrimientos" realizados por dicha industria, descubrimientos que se han aplicado a nuestra vida diaria, por ejemplo el horno microondas. Sin embargo, esta afirmación oculta una parte, importantísima, de la realidad: una gran parte de los "descubrimientos" realizados por la industria armamentística sólo sirven para matar o mutilar con más precisión. Por otra parte, e igualmente trascendente, ¿cuánto dinero se invierte en este tipo de "investigación"? Uno no puede evitar pensar que si se hubiese dedicado ese dinero a investigación "civil" a fecha de hoy tendríamos mucha mayor calidad de vida, gracias a unos inventos y descubrimientos que se ceñirían en exclusiva a las necesidades del día a día de los seres humanos. 


Trescientas toneladas de agua altamente contaminada con materiales radiactivos son arroja dos diariamente al mar desde la central de Fukushima, a pesar del último intento de crear un muro de contención que lo evite. La empresa dueña de la planta nuclear, TEPCO (esa que ya tuvo problemas antes del accidente con otra central nuclear), no encuentra la forma de parar el vertido altamente contaminante. De nuevo se demuestra que lo "seguro" no resulta tan seguro, que cuando existen accidentes graves nadie sabe realmente como actuar y que las empresas privadas, tan eficientes ellas, necesitan ayuda , generalmente de los estados o de organismos públicos internacionales, cuando se trata paliar los efectos de su desastres. ¿Alguien de TEPCO y/o del gobierno nipón se sentará en un banquillo acusado de crímenes contra el medio ambiente y, por extensión, contra la humanidad?


Una y otra vez aparecen noticias sobre el uso de sustancias dopantes por parte de deportistas de élite. En esta carrera contra el uso de sustancias para aumentar el rendimiento de los deportistas de manera ilegal merece la pena detenerse en varios aspectos:

  • En algunos casos las sustancias aún se encuentran en fase de experimentación en los laboratorios, no habiéndose comercializado. ¿Cómo llegan hasta los deportistas? ¿Resulta más importante ganar dinero que los efectos secundarios que puedan producir dichos productos en los atletas?
  • Hace unos días se supo que la antigua R.F.A. también usaba de manera sistemática, o casi, este tipo de técnicas, y sustancias, para aumentar el rendimiento de sus deportistas de élite. Parece que la publicidad de la Guerra Fría también tenía su influencia en el campo del deporte. No sólo los atletas de la R.D.A. se ponían hasta los topes de anabolizantes y demás estimulantes del rendimiento.
  • Siguen saliendo casos de doping en el Tour, los últimos de hace 25 años. Resulta absurda esta cacería de brujas centrada en la supuesta limpieza e integridad de los profesionales del ciclismo. A uno le parece que analizar las muestra de Olano, Ulrich o las de Merkx o Copi , si fuera el caso, poco aportan al ciclismo del siglo XXI. Los responsables deberían luchar contra las prácticas dopantes hoy y facilitar la vida a los ciclistas, por ejemplo mediante recorridos más suaves y/o cortos o realizando desplazamientos entre etapas más llevaderos. La noticia a cinco columnas debería dejar paso al presente.

Una de las pretensiones de los neoliberales, tal vez la que abra la puerta a las demás, es que los estados sean cada vez "más débiles". Esta pretensión, tan grandilocuente, oculta una realidad: lo que desean en realidad es que el dinero de los impuestos sirva para financiar a las grandes empresas, véase el caso de la industria armamentística, en vez de servir para cubrir de las necesidades básicas (salud, educación, servicios sociales ) del ciudadano. Lo que no queda claro en ninguno de los estúpidos y fariseos discursos de estos defensores del esclavismo es el tipo de estado minúsculo que desean: ¿cómo el de Somalia? ¿Cómo el de Afganistán? ¿Tal vez el modelo sea Irak? O mejor aún, Yemen. Todos resultan claros ejemplos de países con un estado débil o, directamente, inexistente. 

sábado, 10 de agosto de 2013

TRIUNFADORES, UN MODELO ENVENENADO

Unas decenas de entradas atrás abordé, o intenté hacerlo, un asunto que, aún siendo de pura lógica, se intentaba obviar por los medios "oficiales": la necesidad de que hubiese perdedores para que existiesen ganadores. Diría más, se necesitan muchos perdedores para que el mito del triunfador cobre vida y se revista de ese aura, cuasi divino, que nos pretenden vender los teóricos del disparate humano. Este aspecto, llamémosle la cara B del asunto, constituye sólo uno de los aspectos abordables en este tema y resulta tan evidente que no merece la pena hacer perder el tiempo del amable lector buceando, de nuevo, en las profundidades del asunto. 
Como en cualquier aspecto de esta vida, siempre compleja, podemos, y debemos, analizar alguna otra faceta de lo que entendemos como éxito o triunfo social relacionado con la acumulación de dinero y bienes. Además de los perdedores merece la pena dedicar tiempo a reflexionar sobre la otra cara, la que nos enseñan, del asunto en cuestión: los ganadores.
Desde un punto de vista científico, técnico, o como se desee denominar, parece oportuno definir que entendemos por triunfador y es en este aspecto donde empiezan los problemas. A nadie se le escapa que Bill Gates, o Amancio Ortega entran dentro de la categoría de "triunfadores" (triunfador siempre que la característica primordial para alcanzar tal estatus sea la acumulación de dinero, bienes, un estatus dentro de ciertas profesiones muy determinadas y poder). Sin embargo, uno se cuestiona donde termina el triunfo y empieza la aspiración, la interpretación subjetiva del triunfo y la propia derrota (los perdedores). Reconozco que no se dar una respuesta a tal asunto (aunque sería fácil asociar vencedor a la posesión de un capital mínimo), y no creo que tal establecer tal línea constituya una necesidad primordial para desarrollar esta entrada. Me preocupa más la parte que podemos denominar moral.
En un primer momento, a vuelapluma, nada puede existir más inmoral en este mundo que acumular riquezas sin fin mientras cientos de millones de personas mueren por no poder acceder a cuestiones tan indispensables como alimentos, agua potable, medicinas... Nada resulta más evidente, e inmoral, que lo expuesto anteriormente. Puede alegarse, como atenuante, que algunos de los magnates de la faz de la Tierra dedican una parte magna de sus riquezas a ayudar a los demás, especialmente a los más desfavorecidos. Cierto, pero tal vez sea necesario analizar como esos tipos han conseguido acumular una cantidad tan grande de bienes y capital.  Durante ese proceso de enriquecimiento, o de ascenso laboral, los triunfadores no han dudado en hacer valer sus intereses, cuestión que inevitablemente choca con el interés de otras personas y, en general, de sus iguales. La explotación implacable del trabajador, la imposición de producto propios en régimen casi de monopolio, los contactos con políticos y empresarios buscando el beneficio propio, las puñaladas traperas destinadas a los competidores (que pueden estar en el despacho de al lado), la intoxicación informativa, buscando el beneficio propio... constituyen algunas de las prácticas consideradas como normales y "perdonables" en el mundo de los triunfadores. No hace falta ser un santurrón para considerar esa forma de actuar como detestable; por mucho que nos lo intenten maquillar como algo deseable, e incluso imitable.
Tal vez, sólo tal vez, esta forma de actuar delata algo más que una ambición desmedida: una falta de escrúpulos total de los triunfadores, o de una buena parte de ellos. Parece que para llegar a la cima los sentimientos hacia el otro, conocido o desconocido, suponen un estorbo y desprenderse de ellos supone una necesidad para poder seguir ascendiendo en la pirámide socio-económica. Los cadáveres se van acumulando en el armario durante el proceso, pero, afortunadamente para ellos, el armario no se abre nunca y si, por error, una puerta deja entrever alguna de las macabras huellas del pasado, estos tipos no dudarán en negar todo y algo más. 
Sé que la versión oficial habla de tipos trabajadores, de trabajadores incansables más en concreto, que crean riqueza (cual dios creador de todo lo que nos rodea) de la cual nos beneficiamos todos, cuyas obras y acciones sirven para que todos alcancemos un nivel de vida mejor, gracias a la riqueza que redistribuyen. Nada más lejos de la realidad. En realidad, para continuar, y casi acabar, debería realizar una distinción en este mundo de los triunfadores, que ayudaría a desarrollar el tema de manera más acertada. Existen dos tipos de triunfadores: los que acumulan ingentes cantidades de dinero y bienes de todo tipo y los que justifican que el acaparamiento inmoral de bienes por parte de estos tipos.
Sobre los primeros, los multimillonarios, creo haber hablado suficiente en párrafos anteriores. Es a los segundos: los políticos, economistas, plumillas... sobre los que me gustaría detenerme en este momento, tampoco mucho.
Los políticos, economistas patológicos, plumillas se caracterizan no tanto por su ansia de acumular bienes, que también, como por su falta de escrúpulos para conservar, e incrementar, lo que tienen, para lo que necesitan dorar la píldora a sus jefes, los que realmente tienen la pasta gansa. Veamos un ejemplo de lo que expongo.
El fulano denominado Olli Rehn ha largado, escrito en su blog, sobre los salarios en España, y la conveniencia de bajarlos en un 10%. De entrada un tipo que no ha trabajado en su vida no parece el más indicado para hablar de los salarios ajenos, y más cuando son éstos los que le permiten vivir a cuerpo de rey. Uno podría pensar que tras citar a Letonia e Irlanda como ejemplo de que dicha opción es la mejor, tal vez, sólo tal vez, sepa de lo que hable. Nada más lejos de la realidad. No vamos a hablar de que el PIB de Irlanda es una gran farsa, una más, pues muchas empresas tienen allí su domicilio fiscal y sólo tienen uno o dos trabajadores, a pesar de "gestionar" miles de millones de euros (unir en este caso PIB a creación de empleo sólo se le ocurre a un ignorante o a una persona que quiere engañar al personal), ni sobre Letonia, cuya economía disminuyó un 30% hasta tocar fondo y ahora, como es normal, crece, pues la economía llegó a estar en la UVI y a poco movimiento que haya crece el empleo (aquí ocurrirá algo parecido, otra cosa es el tipo de empleo), pues hablar de todo ello en profundidad nos llevará y a poco movimiento que haya crece el empleo (aquí ocurrirá algo parecido, otra cosa es el tipo de empleo), pues hablar de todo ello en profundidad nos ocupará un tiempo que no tenemos. Sin embargo, si merece la pena detenerse, un momento en la importancia de lanzar estos datos, falsos, y lo que conlleva.
Un tipo, que no ha trabajado en su vida, y que manipula los datos para favorecer a unos pocos, los más ricos, aún a costa del sufrimiento de decenas de millones de personas, supone un ejemplo ideal de este tipo de personas, "triunfadores", que no dudan en realizar cualquier acción, por muy dolorosa y trágica que sea para millones de personas, con la única finalidad de seguir medrando. Y aunque a primera vista pudiera no parecerlo eso prima por encima de cualquier otra decisión en este tipo de personas. No se trata de ideología, el tal Rehn, y los que son como él, hubiese sido capaz de pertenecer al Politburo de la  extinta U.R.S.S., se trata de ambición y de conseguir llegar a lo más alto a costa de lo que sea y de quien sea. Lo mismo da creando pobreza en un país ¿capitalista?, que mandando miles de personas a un gulag. El esquema moral de estos tipos es idéntico.
Compruebo que me extiendo en demasía para desarrollar esta entrada y creyendo que la idea fundamental, la falta de moral, que deseo transmitir ha sido desarrollada con meridiana claridad no abusaré de la paciencia del amable lector, por lo que doy por concluida esta entrada.
Un saludo.

miércoles, 7 de agosto de 2013

IDIOTARIO (LXXV)

Bollo preñao: bollo al que le han introducido un chorizo.

Boludo: palabra, como otras que veremos, que prueba que todo en Argentina está relacionado con el esférico y el fútbol. Boludo significa tonto, necio. Sin embargo, para llamar a alguien tonto, con el significado de imbécil, utilizan una palabra bien distinta: pelotudo.

Comedia: cada una de las comparecencias de un ministro o un alto cargo de un ministerio defendiendo que la economía española va bien. 

Espera: tiempo que una persona invierte hasta que ocurre algo o llega alguna persona. Si una mujer, por ejemplo, espera un sobre se dice que dicha mujer espepera. 

Espermicida: sustancia que es de E.T.A., pero poco.

Estar en celo: en ciertos animales, excitación sexual durante el período del año más propicio para el apareamiento. Cuando se produce en los humanos y el macho de la especie tiene recubierto su pene con una sustancia pegajosa, transparente, flexible, resistente a fuerzas de tracción, que se corta con facilidad, se dice que está en celofán. 

Música culta: dícese de la música que tiene estudios y amplios conocimientos sobre diversos aspectos de la realidad.

Pelendones: pueblo celtíbero que habitaba en zonas de las actuales provincias de Soria, Burgos y La Rioja. La principal fuerte de sustento de este pueblo era la ganadería, pues las tierras que habitaban eran poco fértiles. Entre los rasgos distintivos de este pueblo encontramos, como su propio nombre indica, que eran ligeros de cascos y tenían cierta facilidad para acabar a hostias entre ellos o con el que se tercie. 

Rima: repetición de una secuencia de fonemas a partir la última vocal tónica en dos o más versos. Las rimas se dividen en consonantes: cuando coinciden todos los fonemas a partir de la última vocal tónica, asonantes: cuando sólo se repiten las vocales y malsonantes: las que se encuentran en muchas canciones de Mecano.  

Taco: plato de origen mejicano que consiste en una tortilla, generalmente de maíz, enrollada, que puede llevar diversos ingredientes en su interior. Cuando se come dicha tortilla y los ingredientes acaban ensuciando la ropa al salirse por la parte inferior, cosa harto frecuente, lo normal es que el comensal acabe diciendo expresiones como: hija de puta, cabronaza, chingona... Esta forma de reaccionar ante semejante suceso es lo que terminó dando nombre a dicho plato.

lunes, 5 de agosto de 2013

VIVIR Y MORIR EN EL PUEBLO. UNA INICIATIVA LOABLE

La necesidad de trabajar me ha llevado a vivir en tres provincias diferentes, cuatro si consideramos los períodos vacacionales que pasaba en Zamora junto a mi pareja, que trabajaba en la citada ciudad. Tres o cuatro provincias, según se mire, seis o siete localidades distintas en las que he establecido mi residencia, bien de manera provisional, bien de manera definitiva. 
Atrás han quedado amigos, conocidos, compañeros y gente impresentable, por qué no decirlo. Sería injusto no añadir que algunos de esos amigos siguen siéndolo, aunque no podamos seguir viéndonos con la frecuencia deseada. 
En resumen, un periplo de más de una década y media en busca de un trabajo de maestro. Periplo que, por el momento, parece haber concluido, pues tanto mi residencia como destino laboral parecen poseer, al menos para mí, una estabilidad tan deseada como tranquilizadora.
En todo este tiempo he tenido ocasión de conocer diferentes hábitats, si así se le puede llamar, determinados por el número de pobladores de las localidades donde he asentado mis reales para vivir. En la actualidad mi hogar se encuentra en un pueblo cuya población censada se cifra en el entorno de los cinco mil habitantes. Un pueblo, ni grande ni pequeño, para que nos entendamos. Y es aquí donde he comprobado, y he llegado a comprender, lo que supone algo tan denostado por las nuevas modas: la necesidad de vivir donde has nacido, poniendo por delante esta premisa a la económica.


Cuando hace unos meses en un programa de televisión un "noble" patrio cargaba con dureza contra las personas de Andalucía que no se largaban en busca de mejores oportunidades se armó un revuelo considerable (de hecho el fulano rectificó, debido a la que se el vino encima). Sin entrar a considerar si el gachó en cuestión, un tipo que lo ha tenido todo, y en demasía, desde que lloró por primera vez, poseía la capacidad moral para criticar a esas personas, esta cuestión me parece harto interesante. Personas, en ciertos casos abocados a la incertidumbre económica, que deciden que lo más importante en su vida es vivir donde nacieron y donde su persona se ha ido haciendo, priorizando la relación con sus seres queridos, con sus amigos y con sus enemigos (por qué no decirlo). 
Desde cierto punto de vista, el más chachi piruli, muy relacionado con el neoliberalismo y con el desarrollo de la persona a través del trabajo??? esta actitud puede parecer retrógrada, digna de esa estupidez que se ha llamado la España profunda. Desde el punto de vista de este humilde ser que garrapatea estas líneas no puede, ni debe, existir crítica alguna hacia estas personas, que, sin huir de llevar una vida digna, anteponen lo humano, lo que ha conformado su existencia, a otros aspectos, relacionados en exclusiva con alcanzar un cierto nivel económico (iba a escribir alcanzar un cierto nivel de vida, pero me parece más correcto añadir la palabra económico tras la palabra nivel).


Tal vez algún lector, y muy posiblemente cualquier teórico de la economía patológica, achaque a estas personas un cierto inmovilismo, un conformismo patológico o una falta de capacidad de adaptación a los "nuevos tiempos". Nada más lejos de la realidad, al menos desde mi punto de vista. Muchas de estas personas poseen una iniciativa envidiable o, en el otro lado de la balanza, son capaces de afrontar con entereza situaciones económicas adversas. Sin embargo, se obvian aspectos como los anteriormente citados, y otros como la necesidad que sienten ciertas personas de tener su entorno cerca para ser felices. Se intenta vender una única verdad: el trabajo constituye la prioridad en la vida de la persona, cuando en realidad la única prioridad de una persona es ser eso: persona.
Existe cierta probabilidad de que algunos identifiquen a esas personas que deciden vivir toda, o buen parte, de su vida, en su localidad de origen con el tonto del pueblo. Nada más lejos de la realidad. Estos tipos, y tipas, son los que abren los negocios del pueblo, los que hacen nos proporcionan los alimentos, los que hacen trabajos diversos, necesarios para el funcionamiento de su localidad. Sin embargo, contrariamente a lo que mucha gente puede pensar, esta personas utilizan las nuevas tecnologías en su vida diaria, viajan cuando lo consideran necesario y, en muchos casos, son los que mantienen la vida cultura de sus localidades de origen. En otras palabras: contribuyen a que el hábitat rural no muera, aún más.
Posiblemente algún lector puede alegar que en los pueblos existen rencillas, cotilleos y maledicencias de todo tipo. Cierto, pero como existe en cualquier comunidad de vecinos o en cualquier trabajo "urbanita". En el fondo todo ello va en la condición humana y existe en todos los ámbitos de la vida, tanto del hombre urbanita como del ser humano "rural".


Sobre la España profunda, término absurdo donde los haya (más profundo que el caciquismo decimonónico de los que habitan en palacios y ministerios es difícil hallarlo en este país), que se identifica con personas que habitan en los pueblos de esta vieja piel de toro (especialmente con pueblos de ciertas comunidades autónomas), sólo puedo aportar la siguiente reflexión: yo soy hijo de personas que conformaban esa España profunda y, cosa curiosa, con todas sus "costumbres", mis padres me invitaron a formarme, a progresar en la vida y aceptan con normalidad que conviva con mi pareja sin pasar por vicaría alguna o que mi hijo no haya "recibido" las aguas bautismales. Parece que los componentes de esa España profunda han conformado esta "España moderna" donde el triunfo económico como principio básico nos ha puesto en la órbita de Europa. Tal vez, sólo tal vez, el desconocimiento absoluto de lo que significa el mundo rural, con sus virtudes y sus miserias, para muchos de los habitantes de las ciudades lleva a hablar de la España profunda y a hacer sentir a esas personas una cierta superioridad moral, sobre aquel que decide vivir en su pueblo para los restos. En este sentido, me gustaría reseñar que la visión que los medios de comunicación, que no de información, transmite de la vida rural ayuda mucho a distorsionar la realidad.
Me estoy distanciando del tema principal de esta entrada, intentando analizar aspectos relacionados con el mismo, que no aportan excesiva información. Con total seguridad todo ello se debe a que la idea que intentaba transmitir: el respeto que me merecen las personas que deciden quedarse a vivir en sus localidades de origen (en ocasiones tras vivir años en ciudades o pueblos más grandes). En el fondo, la presunta falta de iniciativa de estar personas, no es más que la decisión, fuerte y casi siempre irrevocable, que tomaron hace mucho tiempo. La decisión de apartarse de modas, del éxito económico o de zarandajas por el estilo, pues consideran que lo más importante es todo el entorno en el que han crecido y en el que desean morir. La presunta falta de iniciativa se convierte en una iniciativa personal, que vulnera lo "políticamente correcto" y el pensamiento único. En el fondo, se trata de vivir como a cada uno le da la gana, frente a los designios del señorito andaluz o del economista neoliberal de turno.
Un saludo.

sábado, 3 de agosto de 2013

MI RESUMEN DE LA COMPARECENCIA

Día grande en el Senado, donde se van a lidiar astados de la ganadería de don Cargo y doña Poltrona. El festival estival promete faenas de gran entrega y virtuosismo que, a buen seguro, provocarán el deleite del abundante público que seguirá las actuaciones de los diestros, a pesar del calor sofocante y el impulso irrefrenable de disfrutar de playas, ríos y piscinas. 
Tras el paseíllo de rigor, seguido con avidez por la prensa, especialmente la gráfica, el primer espada del día se enfrenta a su primera faena. Mariano del Mutis aborda los primeros lances con soltura, aunque sin salirse del guión preestablecido. La faena resulta sobria, con la única aportación, de cara a la galería, de torear por naturales, llamando a las cosas por su nombre. Su mayor preocupación es dejar patente que no quiere cometer errores del pasado; errores que por primera vez dice reconocer. El desempeño del diestro sigue los cauces esperados, provocando una ola de pasión entre sus incondicionales, que no dudan en aplaudir una y otra vez los gestos manieristas del primer espada del día. Gestos, que a fuer de ser sinceros, parecen despertar poco interés en el resto de aficionados del coso.


Concluye la faena, que podemos calificar como larga, predecible en líneas generales, incluyendo como única novedad largas cambiadas en el tema principal del día. 
Es el turno del segundo lidiador del día, Alfredito de la Oposición. En un primer momento recibe al astado que le ha tocado en suerte con calma y sin apreturas. Diríase hasta que con cierta bondad. Intentar llevar la lidia al centro de la plaza, toreando por naturales, no desviándose ni un ápice del guión diseñado con anterioridad. El torero, que se encontró ante él a un morlaco exento de bravura, procede a cumplir el expediente, sin premura. Procede a acabar la faena, que en cierta forma puede ser considerada de aliño, justo antes de que el presidente proceda a dar el primer aviso. El tendido donde se encuentran sus incondicionales pide un trofeo para el diestro; trofeo que a nuestro juicio resulta excesivo por lo visto en el coso.
A continuación el maestro Durán de la Comisión procede a enfrentarse al astado que le ha tocado en suerte. La intervención resulta insulsa, pisando terrenos seguros, siguiendo los pasos del primer espada del día. En el fondo parece recordar que arrimarse a ciertos toros te pueden proporcionar cornadas, que pueden impedir en un futuro abordar las faenas vendieras con la solvencia necesaria. Deslucido trabajo, para salir al paso, el de Durán de la Comisión.
Los espectadores esperan con ansia la intervención del próximo diestro: Cayito de la Siniestra. El matador recibe a porta gayola, levantando los aplausos del tendido más a la izquierda. No duda en abordar al morlaco en los medios, con algunos pases de pecho espectaculares, que el toro sigue con parsimonia y sin inmutarse en absoluto. Parece que el espectáculo vuelve a cobrar vida, tras la intervención del anterior maestro. Cayito aborda al astado por la izquierda, lugar por el que parece no tener recorrido el animal. Culmina su labor con prestreza y brillo, pidiendo parte del tendido un trofeo (la cabeza del morlaco), para el protagonista del momento.


Tras los momentos de esplendor se espera la labor de la sensación de los últimos años, la diestra Rosita del Escaño Perpetuo. Su ascenso en el escalafón ha sido fulgurante, gracias a actuaciones en las que ha sabido llevar a su terreno a sus contrincantes, gracias a pases cortos y pausados, generalmente dados con la derecha. Comienza con una serie de naturales con la derecha, que el morlaco parece tomar bien, saliendo por ese mismo lado sin apenas esfuerzo. Rosita lleva el trapo con parsimonia, intentado hacer humillar al astado, que acepta la situación sin apenas inmutarse. Varios pases de pecho más, buscando el lucimiento propio, dan fin a la labor de la vasca, que no parece convencer a una buena parte de la concurrencia.
En este festival  también se da la oportunidad a que gente con menor cartel se lance al ruedo para mostrar su capacidad. En líneas generales los diestros se muestran decididos, no buscando con filigranas innecesarias un lucimiento que oculte lo fundamental del arte de la lidia.
Llega el momento de la diversión y actúan los maravillosos bomberos toreros, encabezados por el famoso Alfonso Alonso. Gran diversión en la grada ante las ocurrencias del mencionado Alonso y su gran número de palmeros.
De vuelta al arte de Cúchares, que es lo que nos ha traído aquí, Mariano del Mutis hace su aparición, la segunda, con mucha más fuerza y voluntad que en la primera ocasión (fin de cita), pareciendo querer retar a Alfredito de la Oposición, que recibe tal situación con agrado y sin descomponer la figura. No hay duda alguna que, tras lo deslucido de la primera labor, desea agradar a propios y extraños con su nueva actitud. Mariano parece ganar terreno al astado con pases hasta ahora no usados en los últimos tiempos en su repertorio, lo que levanta gran revuelo en los tendidos donde se ubican sus seguidores. Progresivamente parece crecerse ante el reto, buscando colocar un buen par de banderillas que anulen las futuras posibilidades de éxito de Alfredito. Su faena, vistosa, es despedida con división de opiniones entre el público asistente.


Acto seguido Alfredito de la Oposición se dispone a recoger el guante lanzado por Mariano del Mutis y aborda la faena con más valentía, no eludiendo los peligros ni las dificultades que supone seguir la senda marcada por el primer espada del día. Llevándose el toro al centro, donde parece sentirse a gusto el matador, Alfredito hilvana una tanda en la que torea tranquilo, llevando al cornúpeta con la cabeza baja y sin posibilidad de respuesta. Este cambio de actitud resulta muy grato a sus fieles, que parecen dejarse la vida en los aplausos que regalan al diestro cántabro. Sin embargo, su brega no parece que, en conjunto, su brega haya sido superior a la de su predecesor, lo que genera cierto desencanto entre la mayoría del público que sigue su labor a través de la televisión.
Tras esta pequeña decepción aparece de nuevo Durán de la Comisión, que tiene que lidiar con un astado insulso, mansurrón, incapaz de nada que no sea derrotar hacia la derecha. Termina su faena con silencio por parte del público congregado para seguir tal evento.
De nuevo Cayito de la Siniestra es el protagonista del momento. Brinda el toro a los espectadores, y en el largo soliloquio que acaba siendo su brindis, tiene recuerdos para la Familia. Emotivo homenaje que acaba desluciendo su intervención.
Rosita del Escaño Perpetuo aborda su segunda intervención con pases de derecha y alguno, para desconcertar al astifino animal, con la izquierda, buscando en general contentar al mayor número de aficionados posibles. En general, una faena muy parecida a la anterior, con cierto efectismo y poco fondo. Uno de sus seguidores más fervientes, Toni Cantó, ensalza en las redes sociales su intervención, esta vez sin añadir nada de su cosecha, cosa que Rosita agradece en el alma.
De nuevo los aspirantes a ocupar los primeros puestos en el escalafón tienen su oportunidad. No dudan en abordar al toro a pecho descubierto, incluso mediante el uso de palabras que en otro contexto pudieran parecer muy gruesas. Sin embargo, el cornúpeta acepta el reto sin inmutarse, ni acochinarse en tablas. Parece que el hecho de no tener nada que perder, los unos y los otros, dan más vistosidad a esta parte del espectáculo.
Por último, Mariano del Mutis hace una última aparición en el ruedo, por un tiempo mínimo, que parece sobrar a todo el público asistente; más deseoso de satisfacer su apetito y de iniciar sus vacaciones, que de volver a escuchar la predecible, y mínima, actuación del primer espada.
Estos es todo desde el Senado; desde donde hemos retransmitido este maravilloso espectáculo, donde hemos podido encontrar variopintas formas de entender la Fiesta.
Un saludo.

jueves, 1 de agosto de 2013

EL BIEN SUPERIOR, LA MENTE Y LA MANO

Hace tiempo aprendí que todos nosotros, sin excepción, constituimos un cúmulo de contradicciones y que la integración de estas contradicciones en nuestra persona se puede considerar uno de los grandes retos que tenemos. Las diferentes formas de abordar las situaciones dependen de aspectos como el rol que desempeñemos en ese momento, nuestro contexto, las expectativas propias y ajenas, así como de otro tipo de características, tanto internas como sociales.
Tampoco se le escapa al amable lector que la existencia de una causa externa o interna condicionan de manera determinante la aceptación o no de las citadas contradicciones. Un ejemplo de ello lo constituye el asesinato. Cuando se comete un asesinato, o más de uno, en una sociedad sin tensiones sociales y que no se encuentra inmersa en guerras con otras sociedades (o si participa en un conflicto bélico cuando éste no tiene lugar sobre su territorio), parece obvio que el sistema judicial condenará sin paliativos dicha acción, aplicando el peso de la ley sobre el asesino. Cuestión bien distinta ocurre cuando los soldados inmersos en la vorágine de la guerra se dedican a asesinar a civiles, soldados capturados... Un ejemplo de ello lo encontramos en la 2ª Guerra Mundial, donde los soldados alemanes no sentían rubor alguno cuando se jactaban de asesinar a indefensos civiles. En este mismo conflicto, soldados estadounidenses no escondían que habían asesinado a soldados nipones desarmados, o en franca inferioridad, en determinadas batallas.
En ambos casos los asesinos justificaban su acción basándose en el cumplimiento de órdenes o en la mera supervivencia, buscando en ambos casos una justificación externa a sus atroces conductas, que resulta obvio serían condenadas en situaciones de "paz".


Este tipo de justificación externa, de causa ajena que justifica cualquier conducta, por muy reprobable que ésta sea, sigue moviendo el mundo en nuestros días, constituyendo una magnífica cobertura para determinados grupos, con autonomía propia dentro de las sociedades, cuyo único objetivo es copar el poder, bien de manera sibilina o bien dando la cara. Dentro de estos grupos de poder encontramos las religiones, no sólo la Católica, que sin embargo, por motivos obvios, nos resulta la más familiar.
A uno, que ya utiliza la expresión estoy viejo con más frecuencia de lo deseable, le resulta atroz escuchar que los mismos tipos que condenan la homosexualidad, el laicismo o el aborto (en teoría porque aman la vida y la verdad) no se alcen en armas ante un sistema en plena decadencia, que se sustenta en el sufrimiento, cada día mayor, del ciudadano de a pie. Como he dicho con anterioridad, Dios, Alá, Buda o la abeja Maya sirven de parapeto moral a un grupo de personas, mayor del que pudiera parecer y existente en todas las sociedades. En nombre de un dios, o de una patria, lo mismo da, se puede perpetrar las mayores barrabasadas, sin que los autores y sus instigadores sientan remordimiento alguno por llevar a cabo estas prácticas inhumanas.


Este aspecto es el que más me llama la atención: como se pueden cometer atrocidades en nombre de un dios, una patria, un bien común, o lo que fuere, sin que los sujetos que las llevan a cabo sientan como su moral se cuestiona la bondad o idoneidad de sus actos. Esa asunción de que su labor, macabra en muchas ocasiones, responde a los requerimientos de un bien superior me fascina y, por qué no decirlo, me aterroriza.
Cuando los cristianos se asocian con el poder, y lo asumen, en el decadente Imperio Romano no dudan en prohibir las representaciones teatrales, los actos en el circo, así como los Juegos Olímpicos, que se celebraron hasta el siglo V d. C. Lo curioso es que todas estas acciones las realizan siempre en nombre de un Dios que "no desea éso", pero se "olvidan" de erradicar la esclavitud (parece que su Dios no tenía nada que decir al respecto, al menos en ese momento). Los tipos que hablan, o interpretan, a su Dios no sienten remordimiento ante la esclavitud, pero sí ante el circo o los Juegos Olímpicos, actos tan asumidos y normales en su época como la esclavitud.
Este extremismo lo observamos siglos después en nuestra vieja piel de toro, cuando almorávides y almohades, especialmente estos últimos, se hacen con el poder en nuestro país e intentan imponer una lectura del Corán estricta en grado sumo. La muerte por no seguir lo escrito en el Corán no resulta infrecuente y, sin embargo, el profeta habló de piedad, perdón... Pero ellos sólo contemplan la parte punitiva del mensaje, sin sentir remordimiento alguno.


Esta facilidad para parapetarse tras un texto, una bandera o un líder, aliviando cualquier cuita moral con la excusa de ser un seguidor de un libro sagrado, una bandera o un líder, constituye, desde mi punto de vista, una cuestión cardinal para comprender el comportamiento de parte significativa de la humanidad. Cuando estos preceptos son seguidos por determinadas personas, o en la sociedad del momento se crean las condiciones oportunas, se producen actos de barbarie sin cuento, que en la mente de las personas que las perpetran no tienen nada de reprobable. Al contrario, sus actuaciones responden a un mandato superior, sobre el que, en teoría, no se puede influir. Los hechos responden a un plan para implantar el bien común, el suyo.
Pero, si la muerte, la condena, el insulto, la marginación son hechos execrables, uno considera que lo más odioso de todo este tipo de movimientos lo encontramos en los "inspiradores" de estas acciones. Esos que no se manchan las manos. Esos que no condenan o justifican los actos. Esos cuya única pretensión es copar todo o parte del poder, mediante prácticas bien distintas de las que predican y que una vez llegan a él, no dudan en saltarse a la torera toda esa moral creada por ellos con la única finalidad de aprovecharse de todas las prebendas que proporciona estar situado en lo más alto de la pirámide.
Ellos, los que desde sus despachos pergeñan argumentos para que otros discriminen, señalen con el dedo, condenen e incluso actúen violentamente contra otras personas son aún más criminales que los fanáticos que no dudan en arriesgar sus vidas para seguir los dictados superiores, que esas malas bestias que habitan en despachos han creado a su gusto, para satisfacer sus necesidades y ansias de poder.
Un saludo.