jueves, 31 de enero de 2019

RIQUEZA PARA RICOS

"El comunismo no priva a nadie
 de apropiarse de productos sociales;
lo único que no admite 
es el poder de usurpar,
 por medio de esa apropiación,
el trabajo ajeno"

Karl Marx

Existe una creencia ámpliamente extendida, y casi aceptada como una verdad revelada, que postula que crear empleo es generar riqueza de manera automática. Stricto sensu, siguiendo los postulados neoliberales, puede ser verdad: se genera producción y eso hace que la compra y la venta fluya, pudiendo llegar a generar beneficios (no siempre se consigue). Pero eso no basta para generar riqueza o, al menos, no para que todo el mundo implicado en el proceso se beneficie.
Imagino que habrá gente que haya leído el párrafo anterior y se habrá rasgado las vestiduras con argumentos que se pueden asemejar a estos: 
  • Es mejor trabajar, aunque sea por poco dinero, que estar viviendo de la sopa boba.
  • Crear puestos de trabajo genera más riqueza, porque los nuevos asalariados tienen más poder adquisitivo y pueden consumir más.
  • El dinero que gana un empresario se invierte y genera aún más riqueza...
Una serie de clásicos, que se caen por su propio peso.
Si alguien no tiene trabajo ni recibe una prestación, resulta imprescindible trabajar por el salario que sea. La gente tiene la costumbre de comer, utilizar electricidad, beber agua, vestirse... Y eso se obtiene mediante el dinero. Resulta evidente que recibir en un hogar, por ejemplo, los 900 euros brutos de salario mínimo interprofesional (el SMI se refiere al dinero bruto que cobra el trabajador, antes de pagar Seguridad Social, IRPF...) puede solventar las dificultades extremas de una familia o constituir un buen acicate para un joven que vive con sus padres, pero, obviamente, no aporta calidad de vida.
No sólo eso, desde un punto de vista moral, resulta cuestionable que se gratifique con una aportación económica misérrima la aportación de fuerza de trabajo que realiza el obrero al proceso. Por mucho que los empresarios pongan el grito en el cielo por la subida del SMI, unos doscientos euros mensuales por trabajador, en el mejor de los casos, tras el pago de impuestos, su argumento es absurdo y amoral.
Una empresa que depende de que sus trabajadores generen un gasto de doscientos euros más al mes para ser viable, tiene un problema muy serio de subsistencia. El problema no es la subida salarial es el negocio en sí mismo, que funciona con márgenes absurdos, que, a corto plazo, le van a llevar al cierre. De ser así, el problema lo tendría el empresario con su adaptación al adorado mercado de los neoliberales, que parece no precisar de una empresa como ésa. De ser así no resulta entendible como los autoproclamados liberales no aplican el laissez-faire, del que tanto hablan cuando se trata del mercado laboral.
O, tal vez, el problema es moral, y lo que ocurre es que no desean repartir sus plusvalías con los trabajadores. 
Esto nos lleva al segundo punto: crear puestos de trabajo crea riqueza. Depende de lo que entendamos por riqueza. Si generar riqueza es repartir dinero de manera desigual, acabando cada vez más en manos de menos, pues sí, se genera riqueza. Si generar riqueza es pagar salarios dignos, no recortar derechos laborales y repartir el trabajo, pues, obviamente, no. 
Se puede pensar que esta reflexión se debe a un rojo, que quiere acabar con el sistema. Tal vez. Pero no hace falta ser un rojo peligroso para darse cuenta de que la situación laboral se acerca cada vez más a algo parecido a esto: los trabajadores, una buena parte de ellos, reciben lo mínimo indispensable para vivir y poder seguir produciendo. Baste acordarse del término mileurista y su significado.
Existe una percepción, dirigida de manera sabia por lo popes del neoliberalismo y difundida hasta la saciedad por su voceros de los medios (hasta los deformadores, no se les puede llamar periodistas, más progres defienden este postulado) que asegura que los que crean riqueza son los empresarios. No puede existir una aseveración más imprecisa. Los empresarios tienen el capital (a veces ni eso, pero dicen tenerlo) y lo invierten para intentar obtener más capital. Este proceso es el que más aprecia el modelo neoliberal, porque aquellos que lo hacen bien, o tienen la suerte de hacerlo bien, son los que escriben el relato, a veces con épica incluida. Sin embargo, ninguno de estos triunfadores hubiesen sido nada sin la mano de obra necesaria para que su capital se hubiese multiplicado. Pero la visión imperante política-económica se olvida de ese sutil detalle. Es más, en la épica neoliberal, es el empresario el que nos saca a todos de la pobreza, aunque sea a costa de nuestro trabajo y de unos salarios indignos. 
Por otra parte, los que ensalzan al empresario como el creador de riqueza, el elegido calvinista, se olvidan de que no lo hacen por solidaridad con los trabajadores, sino por beneficio propio. Lo cual es lícito, pero dista mucho de la imagen que nos pretenden vender de repartidores de riqueza.
De hecho, estos adalides de la épica empresarial muestran aversión hacia todo lo Público, que igualmente genera riqueza y permite a sus trabajadores consumir, porque allí no existe ese hecho heroico del éxito. Aunque, como por ejemplo se demuestra con los modelos privados sanitarios estadounidense y suiza, funcione mucho mejor lo público y produzca menos problemas a los ciudadanos. 
El tercer punto: la inversión de las ganancias, pues hombre, sí y no. Basta ver la proliferación de paraísos fiscales en las últimas décadas, la cantidad de amnistías fiscales que se han llevado a cabo en diferentes países, con condiciones muy ventajosas para los delincuentes o casos como el de Carlos Ghosn, famoso por sus medidas draconianas, que ha sido detenido por presunto fraude. No, acumular mucho dinero no supone volver a invertirlo, ni tan siquiera pagar impuestos por él. 
La imagen idílica de los enclouseres, que fue el motor de la Revolución Industrial, resulta eso, irreal, por mucho que los neoliberales nos la quieran vender. En el fondo, se trata de lo mismo: repartirse lo de todos; acumular el dinero en pocas manos, a costa del sufrimiento de muchos, anteponiendo lo "exitoso", sobre otras circunstancias menos confesables (empobrecimiento de las campesinos, emigración forzosa buscando condiciones de subsitencia...).
No, crear empleo no supone, de manera automática crear riqueza. Es más, cada vez supone un mayor empobrecimiento de la clase trabajadora. Confunden contar ganancias con mejorar las condiciones de vida del trabajador.
Un saludo.

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