"We've got the right to choose
And there ain't no way we'll lose it
This is our life, this is our song
We'll fight the powers that be just
Don't pick our destiny, 'cause
You don't know us, you don't belong..."
We`re not gonna take it. Twisted Sister
Llevan unos días planeando por mi cabeza tanto el documental Bowling for Columbine de Michael Moore, una crítica feroz contra la libertad de portar armas en EEUU, como las declaraciones de Dee Snider en un comité del Senado de los EEUU, encargado de velar por la moral y, por qué no decirlo, por la censura creativa. Y esto es así por algo que he leído hace no mucho, que me ha retrotraído a lo anteriormente expuesto. Pero, querido lector, vamos por partes, como dijo Jack el Destripador, e igual, si soy capaz, mi reflexión cobra sentido.
Cuando hablo del documental de Michael Moore me refiero a la parte en la que se expone como una parte del ala conservadora del país achaca hechos como el trágico suceso ocurrido en el instituto a las letras de canciones heavy, en concreto a los temas de Marilyn Manson. El vocalista, un tipo que cultiva una imagen de malo, es entrevistado en el documental y, para sorpresa de mucha gente de bien, parece un tipo cabal, que desmonta la argumentación absurda y basada en razonamiento etéreos y, por supuesto, no causales. Achacar la violencia en EEUU a las canciones de un grupo, o de varios, resulta algo sorprendente, para empezar porque parecen despreciar la capacidad intelectual de la gente y, para terminar, porque no aportan ni una sola prueba científica que sustente tal afirmación. Esa idea es tan válida como la de que aquellos que atacan a Marilyn Mason son unos reprimidos y vuelcan sus frustraciones en aquel que da una visión del mundo que a ellos les atrae, pero no se atreven a llevar a la práctica.
Esto mismo ocurrió con la comisión del Senado que fue creada en los años ochenta gracias a la ocurrencia de Tippy Gore (sí, la mujer del exvicepresidente demócrata de EEUU, que luchaba contra el cambio climático desde su mansión repleta de luces). La tal Tippy y otras mujeres de senadores y algún otro cargo importante impulsaron una acción contras las letras de ciertos temas musicales, alguno de Madonna y Prince incluidos. Según ellas las letras pervertían a la juventud y mandaban un mensaje equivocado a los niños y adolescentes.
Tras la insistencia de las mujeres que se aburrían en casa, como dijo Dee Snider, vocalista del, en ese momento, exitoso grupo Twisted Sister (Dee Snider llegó a ser portada de Time debido a su quehacer musical), se creó una lista de canciones "peligrosas" y se pretendió censurar previamente aquellos temas que hablasen de temas como drogas, sexo o violencia.
Si el lector lo desea en este artículo encontrar más información.
https://hipertextual.com/2016/12/parental-advisory-explicit-content
No resulta difícil comprender que, como pasaba en el caso anterior, se busca culpar a gente famosa que, en teoría, no puede defenderse de cuestiones, reales o imaginadas, que subvierten el orden ideal de una serie de personas y/o colectivos, empeñados en querer imponer una visión de la vida al resto de la sociedad.
Toda ello viene a cuento de la campaña que existe asociando pornografía a violencia de género, asesinatos de mujeres y el mantenimiento de un sistema patriarcal. Desde estas blog no vamos a defender la pornografía ni a denostarla tampoco, las personas mayores de 18 años que lo consumen tendrán sus motivos, que no voy a cuestionar. Los menores, lo que tienen es un acceso a páginas web cuyo contenido no parece el más indicado para ellos, en especial cuanto menor sea la edad. La responsabilidad del acceso a esas páginas es de los padres y de los dueños de los sitios web. Pero este asunto tampoco resulta trascendente para esta entrada.
Lo trascendente es como se intenta asociar algo, de nuevo lindando con lo marginal, a un hecho mucho más complejo. Basta ver este enlace (pinchar aquí) pretendidamente científico, donde se juega con el concepto correlación, intentándolo vender como algo causal (como el lector bien sabe, un hecho correlativo es un acontecimiento que coincide con otro, pero no se ha demostrado que tenga nada que ver, mientras que un hecho causal es aquel que ocurre siempre que ocurre otro).
Resultan curiosos este tipo de planteamientos en los que no existe causalidad alguna, no se estudia si esos pretendidos agresores que consumen porno ya tenían esa agresividad antes de acercarse al mundo de la pornografía, no existen estudios comparados entre agresores que ven porno y no ven porno, sobre el tipo de porno que consumen los agresores, sobre cuánto tiempo hace falta consumir pornografía para generar ese estado de embrutecimiento y, por supuesto, sobre la influencia real de la pornografía sobre la gran cantidad de hombres, y de mujeres, que acceden a él. Eso si, se recurre a la alta tasa de feminicidios, sin desglosar causas y sin tener en cuenta que el índice de asesinatos general en un país es de los más altos de Occidente, pero, los datos, convenientemente descontextualizados, cuadran.
Uno, que lleva años oyendo que los seguidores del heavy éramos poco menos que la reencarnación de Satán; que los programas de televisión generaban violencia en los niños; que los juegos de rol eran el caldo de cultivo ideal para asesinos fríos y despiadados; que los videojuegos fomentaban la violencia y si jugabas a ellos podías acabar siendo un émulo de Hitler. Sin embargo uno jamás escuchó decir que si leías El Quijote te volverías majareta o que si veías Apocalipsis Now te entrarían ganas de rociar a tu vecino con napalm por la mañana. Tampoco he escuchado a nadie defender que si ibas al Mueso del Prado te entrarían ganas de fusilar a gente el 3 de mayo. Sin embargo, con aquello marginal o chocante para cualquier botarate, no hay problema a la hora de cargar, porque, al final, siempre se trata de lo mismo: de un tipo de moral pública rayana en la mojigatería, con un alto componente de hipocresía a la hora de poner en práctica lo que predican y, por qué no decirlo, en algunos casos una forma de hacer caja, viviendo del cuento. Y, por qué obviarlo, también se trata de una forma de imponer una visión del mundo basada en defender la idea de que lo que ellos proponen es lo único válido, siendo lo de los demás una apuesta herética, encaminada a destruir la Arcadia feliz, e inexistente, que ellos dicen saber como conseguir para todos nosotros.
Por cierto, que toda esta panda que intenta implantar su idea de bienestar y bondad se olvidan de que todo lo que atacan es un producto, se vende y se compra, y la gente es muy libre de adquirir la música que le salga de las narices, de ver pornografía o de leerse El Quijote. Otra cosa bien distinta es el papel de la industria que comercializa alguno de estos productos, por ejemplo el de la industria musical, que ante el caso de la censura musical, se plegó a las exigencias del comité, porque, no lo olvidemos, la industria sólo quiere ganar dinero y si un rapero que insulta a todo dios le proporciona a un discográfica pingües beneficios, editarán sus discos, pero si la censura impone su ley, se plegarán ante ella y pondrán etiquetas y sólo contratarán al Enrique Iglesias de turno. La industria sólo tiene una normal moral: ganar el mayor dinero posible.
Me gustaría concluir con un enlace donde se habla de lo que supuso para Dee Snider enfrentarse con argumentos a una panda de censoras y a algún otro tipo anexo:
https://www.vix.com/es/cultura-pop/178035/el-dia-que-dee-snider-enfrento-a-washington-para-pelear-contra-la-censura
Un saludo.
No resulta difícil comprender que, como pasaba en el caso anterior, se busca culpar a gente famosa que, en teoría, no puede defenderse de cuestiones, reales o imaginadas, que subvierten el orden ideal de una serie de personas y/o colectivos, empeñados en querer imponer una visión de la vida al resto de la sociedad.
Toda ello viene a cuento de la campaña que existe asociando pornografía a violencia de género, asesinatos de mujeres y el mantenimiento de un sistema patriarcal. Desde estas blog no vamos a defender la pornografía ni a denostarla tampoco, las personas mayores de 18 años que lo consumen tendrán sus motivos, que no voy a cuestionar. Los menores, lo que tienen es un acceso a páginas web cuyo contenido no parece el más indicado para ellos, en especial cuanto menor sea la edad. La responsabilidad del acceso a esas páginas es de los padres y de los dueños de los sitios web. Pero este asunto tampoco resulta trascendente para esta entrada.
Lo trascendente es como se intenta asociar algo, de nuevo lindando con lo marginal, a un hecho mucho más complejo. Basta ver este enlace (pinchar aquí) pretendidamente científico, donde se juega con el concepto correlación, intentándolo vender como algo causal (como el lector bien sabe, un hecho correlativo es un acontecimiento que coincide con otro, pero no se ha demostrado que tenga nada que ver, mientras que un hecho causal es aquel que ocurre siempre que ocurre otro).
Resultan curiosos este tipo de planteamientos en los que no existe causalidad alguna, no se estudia si esos pretendidos agresores que consumen porno ya tenían esa agresividad antes de acercarse al mundo de la pornografía, no existen estudios comparados entre agresores que ven porno y no ven porno, sobre el tipo de porno que consumen los agresores, sobre cuánto tiempo hace falta consumir pornografía para generar ese estado de embrutecimiento y, por supuesto, sobre la influencia real de la pornografía sobre la gran cantidad de hombres, y de mujeres, que acceden a él. Eso si, se recurre a la alta tasa de feminicidios, sin desglosar causas y sin tener en cuenta que el índice de asesinatos general en un país es de los más altos de Occidente, pero, los datos, convenientemente descontextualizados, cuadran.
Uno, que lleva años oyendo que los seguidores del heavy éramos poco menos que la reencarnación de Satán; que los programas de televisión generaban violencia en los niños; que los juegos de rol eran el caldo de cultivo ideal para asesinos fríos y despiadados; que los videojuegos fomentaban la violencia y si jugabas a ellos podías acabar siendo un émulo de Hitler. Sin embargo uno jamás escuchó decir que si leías El Quijote te volverías majareta o que si veías Apocalipsis Now te entrarían ganas de rociar a tu vecino con napalm por la mañana. Tampoco he escuchado a nadie defender que si ibas al Mueso del Prado te entrarían ganas de fusilar a gente el 3 de mayo. Sin embargo, con aquello marginal o chocante para cualquier botarate, no hay problema a la hora de cargar, porque, al final, siempre se trata de lo mismo: de un tipo de moral pública rayana en la mojigatería, con un alto componente de hipocresía a la hora de poner en práctica lo que predican y, por qué no decirlo, en algunos casos una forma de hacer caja, viviendo del cuento. Y, por qué obviarlo, también se trata de una forma de imponer una visión del mundo basada en defender la idea de que lo que ellos proponen es lo único válido, siendo lo de los demás una apuesta herética, encaminada a destruir la Arcadia feliz, e inexistente, que ellos dicen saber como conseguir para todos nosotros.
Por cierto, que toda esta panda que intenta implantar su idea de bienestar y bondad se olvidan de que todo lo que atacan es un producto, se vende y se compra, y la gente es muy libre de adquirir la música que le salga de las narices, de ver pornografía o de leerse El Quijote. Otra cosa bien distinta es el papel de la industria que comercializa alguno de estos productos, por ejemplo el de la industria musical, que ante el caso de la censura musical, se plegó a las exigencias del comité, porque, no lo olvidemos, la industria sólo quiere ganar dinero y si un rapero que insulta a todo dios le proporciona a un discográfica pingües beneficios, editarán sus discos, pero si la censura impone su ley, se plegarán ante ella y pondrán etiquetas y sólo contratarán al Enrique Iglesias de turno. La industria sólo tiene una normal moral: ganar el mayor dinero posible.
Me gustaría concluir con un enlace donde se habla de lo que supuso para Dee Snider enfrentarse con argumentos a una panda de censoras y a algún otro tipo anexo:
https://www.vix.com/es/cultura-pop/178035/el-dia-que-dee-snider-enfrento-a-washington-para-pelear-contra-la-censura
Un saludo.
2 comentarios:
Pero qué grande eres, Paco.
Gran entrada. Me considero fan del Metal, de Dee Snider y de aquellos primeros documentales de Moore.
Gracias por leerlo y por tu opinión.
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