domingo, 13 de noviembre de 2016

ESCUCHAD, ANTES DE QUE SEA TARDE

"Nadie escucha ya. No puedo hablar a las paredes,
porque están chillándome a mí...
Sólo quiero que alguien oiga lo que tengo que decir.
Y, quizá, si hablo lo suficiente,
diga algo con sentido".

Ray Bradbury


Imagino que a fecha de hoy nadie desconoce que Donald Trump ha sido elegido por los estadounidenses para sustituir a Barack Obama. Parece ser que el resultado ha sorprendido a propios y extraños, que veían en Hillary Clinton a la sucesora, casi natural, del primer presidente no blanco del país norteamericano. Un tipo de color, una mujer, parece que todo cuadraba en este mundo ideal de igualdades para todos que los medios, desde la corrección política, nos muestran una y otra vez.
Así, a vuelapluma, uno se pregunta por qué nadie se cuestiona que la minoría mayoritaria de ese país, la hispana, no tenga un candidato para acceder a la presidencia. Teniendo en cuenta que los hispanos que habitan EE.UU. suponen más del 16%, sin contar los 30 millones de personas de origen mejicano, uno no entiende como nadie se subleva, y más en España, por este hecho (la población negra del país americano se situa en torno al 12%).
Comentarios absurdos, o no, aparte, me gustaría abordar el asunto con un poco de profundidad y con algunos datos que, por supuesto, no suelen aparecer en los medios.
Mi postura ante Donald Trump es de frontal oposición a lo que representa, o a casi todo lo que representa. Pero también debo dejar constancia de que Hillary Clinton me genera un rechazo similar o mayor. Entre otras cosas porque la postura de la la candidata demócrata es seguir prendiendo la mecha Siria.

http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37686006

Sí, querido lector, la misma que propone acoger refugiados sirios los genera. Algún día hablaré sobre el asunto sirio, pero adelantar que los "rebeldes" que intentaron levantar el cerco que las tropas de Bashar al-Ásad han puesto a Alepo, en manos de Estado Islámico, pertenecen a un grupo que es la representación de Al Qaeda en Siria, grupo que contaba con el asesoramiento y apoyo de EE.UU.

http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-10-12/guerra-siria-al-qaeda-estado-islamico-assad-rebeldes-siria-rusia_1273662/

Por otra parte, no cabe duda de que Hillary era la favorita de los poderes económicos por algo. Tal vez porque lo importante sea decir una cosa y hacer otra, que, casualidades, favorece a los grandes intereses (cuestión en la que no se diferencia de Trump).

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/11/actualidad/1476215767_085445.html

Como he dicho el multimillonario no me genera simpatía alguna, pero ha conseguido generar cierta afinidad con el número suficiente de estadounidenses, lo que le ha permitido ganar los comicios en los que se dilucidaba la presidencia. Según los expertos lo ha hecho porque la gente es tonta y el populismo es una fórmula infalible.
En ese momento parece oportuno abordar el tema del populismo, para avanzar hacia una mejor comprensión del asunto. Parece que el populismo consiste en prometer por parte de los políticos algo que sabe que no va a poder cumplirse, como hizo el Partido Popular en 2011 en España o como hizo Francois Hollande en Francia, por poner un plan de ejemplos cercanos en el espacio y el tiempo. Sin embargo, parece que este término se aplica a aquellos tipos o grupos que irrumpen en el panorama político surgiendo desde la nada y recogiendo el descontento de los votantes. En otras palabras: el populismo se identifica con un mensaje que promete lo que los grupos políticos al uso no prometen. En el fondo, se trata de dar a los ciudadanos un mensaje de esperanza en el futuro de ellos y de los suyos.
Aunque no crea en los mensajes de esperanza que unos y otros lanzan, intentan hacer algo: dar la impresión de que les preocupan los problemas reales de los votantes. Aquí radica la diferencia. Si uno escucha a los medios de comunicación al uso, la gran mayoría, los votantes de Trump, de la extrema derecha europea e incluso de Podemos, son poco menos que unos iletrados, que, en muchos casos, representan lo más retrógrado de la sociedad. De una sociedad que no da respuesta a sus necesidades, pero eso poco parece interesar. No parece descabellado pensar que el triunfo en Winsconsin, Pensilvania y Michigan, estado industriales en horas bajas, del multimillonario se deba a que se ha pateado estos estados y que se ha preocupado por la situación de los trabajadores, o parados, de estos lugares, prometiéndoles que todo va a cambiar.

http://www.rtve.es/noticias/20161109/obreros-del-cinturon-del-oxido-jubilados-florida-aupan-trump-casa-blanca/1439801.shtml

Le voy a proponer un ejercicio de dramatización al lector. Le invito a que se meta en el papel de un hombre, o mujer (según esas encuestas y estudios que tanto fallan, casi la mitad de las mujeres blancas que votaron lo hicieron por Trump), pongamos que de color blanco, al que las cosas le iban bastante bien en lo económico, teniendo cubiertas las necesidades básicas de manera holgada, tanto las propias como las de los suyos. Se cierra el telón. Vuelve a abrirse el telón y la crisis, la gran estafa neoliberal, ha hecho acto de presencia y su cómoda situación ha trocado en una situación de incertidumbre, en la que ha perdido poder económico, bastante, y el paro y los aprietos económicos ya no resultan un os desconocidos en su hogar. Los que deberían intentar cambiar su vida se dedican a hablar de minorías y de otras cuestiones similares, sin preocuparse de manera específica de su situación y de la de los suyos. Vuelve a descender el telón. El guión del tercer acto se lo dejo a usted, amable lector; sólo le ruego que se ponga en la piel del protagonista.
No sólo eso, los partidos, y sus medios afines, en vez de preocuparse por los problemas, reales, muy reales, de estos votantes, se dedican a denigrarlos, a llamar fanáticos. ¡Curioso! En vez de buscar representar a los ciudadanos, de meterse en su piel y buscar fórmulas para arreglar sus problemas, se dedican a pensar que se trata de una panda de iletrados, fanáticos que, no hace mucho, votaban por Obama.
No comparto el programa energético de Trump, potenciando las energías fósiles y lo nuclear. No puedo estar más en contra de la estupidez del muro, ni del programa de deportaciones que parece ha propuesto hoy mismo. Repruebo su ideología conservadora en lo social. Pero, por ejemplo, la distensión que busca con Rusia parece crucial. En los últimos años Rusia ha iniciado un rearme que, por ejemplo, le ha llevado a tener el mejor carro de combate del momento, el Armata, o crear un megamisil nuclear con una capacidad de destrucción inimaginable y, en breve, un caza de quinta generación. La lucha que existe en Irak, Siria, el rearme en los países bálticos o Polonia, son fruto de los roces continuos entre EE.UU. y Rusia, y, en ese sentido, parece que Trump no quiere seguir tensando la cuerda. Más bien, al contrario.
Cuestión aparte merece el asunto de la campaña mediática a favor de Hillary Clinton, una profesional de la política, a la que incluso se la revistió de la aureola feminista: la primera mujer que podía llegar a ser presidente de EE.UU. La misma que asistió en directo a la ejecución de Ben Laden, y que, entre otras bondades, pretende alargar una guerra. Parece que este tipo de campañas, que tan bien funcionaban con antelación (recuerde el lector, como ejemplo, el referéndum sobre la OTAN en nuestro país), ya no tienen el mismo efecto en un tiempo de crisis generalizada. Lo que antes se votaba con una pinza en la nariz, ya no se hace. Tal vez, porque muchos votantes no tengan dinero ni para comprarse una pinza. Medios de comunicación, políticos del aparato, intelectuales (o lo que sean) defendiendo a una persona que ha navegado durante décadas en un sistema que no funciona, formando parte del mismo. Pero nada vale, como tampoco ocurrió con el Brexit, cuando los que han creado el problema venden humo (populismo), humo ya gastado y conocido.
Resulta probable que el verdadero rival de Trump hubiese sido Bernie Sanders, porque proponía algo que podía variar la vida de los ciudadanos; pero los mismos poderes mediáticos, los mismos politicos, los mismos intelectuales, o casi todos ellos, apoyaban a la Clinton, con el grandísimo argumento: No cae bien a los votantes, pero del mal el menos. Profundidad intelectual donde la haya. El objetivo era no cambiar nada, ni tan siquiera las caras de quienes ocupasen la Casa Blanca.
Me gustaría concluir manifestando mi gran temor: Me asusta que Donald Trump se salte a la torera todos los procedimientos que conforman la democracia, o lo que sea esto que padecemos. No respetar los procedimientos, convertirse en autócrata y, si lo hace, espero que acabe con sus huesos en la cárcel. Los cambios se han de hacer sin saltarse la legalidad vigente, pudiéndola cambiar, pero no pisotearla. Si esto ocurriese el camino hacia una cierta forma de dictadura estaría abierto y me preocupa. Me preocupa mucho.
Tengo la impresión de que se podrían contar muchas más cosas, pero creo que la entrada ya resulta bastante larga y no deseo aburrir al sufrido lector.
Un saludo. 

No hay comentarios: