lunes, 1 de noviembre de 2021

CUENSOS (CUENTOS DE VIDA CASI EN VERSO)

FOTOGRAFÍAS


 SIEMPRE REHUÍ  LAS FOTOGRAFÍAS,

ESAS PEQUEÑAS AUTOBIOGRAFÍAS DEL INSTANTE,

PENSANDO QUE NUNCA ME ENCONTRABA EN ELLAS,

 MI ALMA PARECÍA ESCAPAR

SIN REMISIÓN

A LOS COLORES CONGELADOS DE ESE SEGUNDO VENCIDO

EN EL QUE SE PLASMA LA IMAGEN,

 PERO AHORA SÉ LO INCUESTIONABLE

LOS COLORES NO VENCEN

LOS SEGUNDOS FUERON Y SON DE MI PROPIEDAD,

SIEMPRE ME PERTENECIERON,

Y NADA, NADA,

TIENE  SIGNIFICADO SI NO EL ATRIBUIDO

EN LA CRUZADA DE CADA INSTANTE VIVIDO

EN ESA LUCHA ENTRE LA ACEPTACIÓN Y LA NEGACIÓN

A VECES CONSCIENTE,

ILUMINADA COMO ESE NEÓN PEREZOSO Y SEMPITERNO,

CONOCIDO PERO OBVIADO

Y EN OCASIONES CALLADA, ENMASCARADA

ENTRE LAS ESQUINAS,

 APACIGUANDO LA EXISTENCIA DE LA AGONÍA

NINGUNA INSTANTÁNEA REFLEJARÁ ESA LUCHA

POR MUCHA PRECISIÓN QUE EN ELLA EXISTA

LA ÚNICA INTERPRETACIÓN, 

LA INFALIBLE INTEPRETACIÓN DE LO CAPTURADO

RESIDE EN LA MEMORIA PROPIA

ANEXA A MÍ HASTA EL FIN.




ME GUSTÓ


ME GUSTÓ TU INSISTENCIA

EN LA QUE DESCUBRÍ LA LUNA,

 EL DESASTRE

Y QUE EL MAR ES ALGO PARECIDO A TUS MANOS

ENTRELAZADAS CON LAS MÍAS.




SIN...


NO EXISTE UN UMBRAL

ENTRE LA VEJEZ Y LO ANTERIOR

¿ALGUIEN LO CONOCE?

SE PUEDE HABLAR DE AÑORANZA

DE BÚSQUEDA DE PAZ ENTRE BRAZOS AJENOS

DE AMAR DESPACIO

SINTIENDO EL SEXO,

EL TUYO Y EL MÍO,

COMO COMUNIÓN ENTRE EL SENTIMIENTO Y EL DESEO

DESBROZANDO LO INNECESARIO

CON LA SOLA HERRAMIENTA DE LA ENTREGA

PERO NO EXISTE UN UMBRAL

ENTRE LA VEJEZ Y LO ANTERIOR

SOLO LOS CUERPOS CURVADOS EN EL ESPACIO

ATRAYÁNDOSE DE MANERA IRREMISIBLE

SIN EDAD, 

SIN RECUERDOS,

SIN PASADO.











domingo, 17 de octubre de 2021

LA ÚNICA DIVERSIDAD

"Lo mejor que el mundo tiene
está en los muchos mundos 
que el mundo contiene"

Eduardo Galeano

La reproducción sexual de los animales produce individuos distintos, incluso dentro de una misma camada. Resulta obvio, que esto ocurre exactamente igual en nosotros, seres humanos, que no dejamos de ser un animal. Fruto de este tipo de reproducción, cada uno de nosotros es diferente a cada uno de los, aproximadamente, siete mil millones de personas que pueblan este planeta. Y eso, querido lector, es la diversidad, que tanto aporta para que no se transmitan errores genéticos, al menos una parte de ellos, a nuestros descendientes. 
Por supuesto, reconocer que todos y cada uno de nosotros somos diferentes (tal vez, con la excepción de los gemelos univitelinos), a ciertas personas les chirría y no les convence, porque es más fácil, al menos para ellos, agrupar a las personas por cuestiones anecdóticas secundarias, como pueden ser el color de la piel, la religión, el sexo, la edad o cualquier otra cuestión que el amable lector pueda conocer o imaginar. Cabe destacar, que esto se puede utilizar para despreciar a las personas que responden a las características elegidas o para ensalzarlas, bien como héroes,  bien como víctimas. 
Durante siglos las personas que practicaban la religión judía estuvieron perseguidos por el hecho de pertenecer a esta fe. Véase los pogromos, las expulsiones de los practicantes de esta creencia de Francia, siglos XII y XIV, Inglaterra, siglo XIII, Granada (almohades), siglo XII, o España, siglo XV. O asuntos mucho más cercanos en el tiempo como el Caso Dreyfus, Francia  siglo XIX. Sin olvidar la barbarie nazi, que alcanzó, por desgracia, no solo a personas judías, también personas de etnia gitana, eslavos, personas con discapacidad, homosexuales (aunque no debemos olvidar que Ernst Röhm y parte de su cúpula de las SA eran homosexuales)... sufrieron la locura de unos tipos que les negaban cualquier derecho, solo por ser "distintos".
¿Distintos a qué? A un ideal que no deja de ser eso: un ideal, algo inexistente en la vida real. Todos, repito, todos, somos distintos, irrepetibles, con nuestras virtudes y nuestros defectos, que variarán en función de quién los analice. El ideal de persona es, únicamente, un intento vacuo por unificar aun colectivo con una doble finalidad: que una minoría alcance el poder político, buscando para ello crear unos enemigos o unos tipos distintos, que impiden que ese ideal se lleve a cabo. No se juzga a las personas por sus actos, se les encasilla por un estereotipo, pretendiendo borrar la esencia del ser humano: su irrepetibilidad.
Como dije al principio este intento de unificar, de no juzgar a las personas por sus actos si no por una característica, generalmente aleatoria y que no depende del individuo, no solo se aplica con un sentido discriminatorio. En nuestros días se utiliza por parte de cierto sector de la que antes era la izquierda, para justificar una pretendida superioridad de ciertos colectivos por ser "discriminados", generalmente por el mismo colectivo los hombres blancos. 
Ni que decir tiene que la vida de Carmen Polo, esposa de Franco, Pilar Primo de Rivera o cualquier mujer noble durante el franquismo, no se acerca, ni de lejos, a la vida que a tenido mi padre (trabajando de sol a sol desde los nueve o diez años, aprendiendo a leer y escribir ya adulto), pero ese detalle no importa a cierta gente, porque no importan las circunstancias y los hechos, importa el colectivo.
Esa importancia del colectivo les lleva a cometer disparates como el de recomendar a una pretendida mujer, Carmen Mola (en realidad tres hombres que escriben bajo ese pseudónimo) como un ejemplo de escritora feminista (véase que el Instituto de la Mujer de Castilla la Mancha solo recomienda leer a mujeres).


Un breve inciso. Cuando uno lee esto se acuerda de la película Europa Europa, que narra la experiencia  real de un joven judío que se hace pasar por ario para escapar a una muerte casi segura. Y me recuerda ese film, porque en un fragmento de la película el experto nazi pone como ejemplo de ario puro al protagonista de la película, el joven hebreo Solomon Perel. 
Pero volvamos a la diversidad y su utilización espuria por parte de unos y otros.
 La bandera de la diversidad, sea eso lo que fuere, la ha enarbolado una pretendida izquierda, mejor llamarlo progresía, que se ha dedicado a realizar paquetes de personas, atendiendo a una característica, dos a lo sumo, con una única finalidad: poner la etiqueta de buenos o malos. Para colocar dicha etiqueta solo es preciso un aspecto: haber sufrido discriminación o no. ¿Discriminación? Sí, discriminación y, a ser posible, por el hombre blanco heterosexual. Eso ya da carné de colectivo discriminado para la eternidad. 
Pero, pero, pero, es que la mujeres de la jerarquía franquista vivían mucho mejor que mi padre, mis tíos o mi abuelo. 
Ya, pero ellos oprimían a las mujeres. 
Pero es que eso no era así en casa de mi5s padres. 
Eso es mentira, porque lo digo yo y porque lo dice fulana o fulano de tal.
Por no hablar de quién preside el mayor banco español o quién es la número dos, que será la uno cuando muera su padre, de la empresa más grande española, y una de las más importantes del mundo, Inditex. Pero es que la mujer está discriminada. Y el hombre que se pasa años en paro también. Pero es que...
No. Ni la gente de extrema derecha ni la gente progresista defiende la diversidad humana, que, a pesar de ellos es la base de nuestra existencia. Unos y otros defienden concepciones de la sociedad que distan muy mucho de la realidad diaria, que es la que vemos envueltos las mayoría de nosotros, pero, en ambos casos, intentan hacernos creer que su visión, por lo general rayana en la paranoia, es la verdadera.
Además de esta percepción distorsionada de la realidad, unos y otros tienen otra cosa en común: no quieren acabar con un sistema irracional y cruel, que solo interesa a quienes acumulan las riquezas de todos, privando en muchos casos hasta de lo más básico, casi un 10% de la población mundial, manteniendo en un estado de precariedad severa a cerca del 40% de la población mundial.


No, ninguno de ellos quieren abordar los problemas reales, en España el porcentaje de personas que viven en pobreza extrema es casi del 10% de la población, (y no, las mujeres no son más pobres que los hombres en España , como se puede encontrar en los datos del INE). Ni unos ni otros quieren luchar contra la desigualdad económica, buscando el reparto real de la riqueza, aunque sea confiscándola. Queda mucho mejor culpar a los "moros" o al hombre blanco de todo. Y esto resume bien lo que son ambos enfoques: una panda de débiles intelectuales, con el mismo trasfondo ideológico, que lucha contra la diversidad, la que dice que cada ser humano es diferente y especial, para buscar una uniformidad ideológica, evitando con ello analizar y luchar contra el problema que hombres, mujeres, blancos, negros, indios, chinos, heterosexuales, homosexuales, transexuales... tenemos y padecemos: la desigualdad económica.
La verdadera diversidad es respetar a todas y cada una de las personas por el mero hecho de serlo. Y, si a nivel individual, hay que juzgar a alguien por sus actos, se juzgan los hechos de esa persona, no a toda la persona, porque a pesar de todo, por lo general, los seres humanos tenemos muchas facetas, en función del papel que asumamos en cada momento (padre, pareja, trabajador, hijo...). Alguien puede atropellar a otra persona y dar positivo por alcohol. Ese acto reprochable no conlleva el infractor pueda ser un tipo maravilloso con su pareja, un excelente padre, un amigo leal... 
Me gustaría concluir con una reflexión: piensen en un colectivo "malo" para un facha o "discriminado" para un progre. Imagínese ahora que ese moro pertenece a la familia real saudí o que esa mujer o esa persona homosexual sean hijos de un multimillonario. ¿Cree de verdad en lector que el facha pensara que ese miembro de la realeza saudí o esa mujer o homosexual están discriminados? 
Un ejemplo que sirve para desmitificar a esos colectivos "perseguidos". Siempre se ha dicho que los homosexuales han estado perseguidos, no es cierto, aunque no voy a profundizar en ello. Solo quiero poner un ejemplo de que incluso en los peores momentos, cuando una ley de la II República, la de Vagos y Maleantes, se amplió durante el franquismo para incluir en dicha ley a personas homosexuales. Sin embargo, sí que había homosexuales que no corrían peligro en ese periodo: los sacerdotes, que violaban a niños de manera impune. 
Tal vez, aceptar la diversidad depende en un alto porcentaje del dinero o poder que se posea o de hablar de actos individuales y no de colectivos.
Un saludo.



sábado, 11 de septiembre de 2021

11- S. CULPABLES.

Hace veinte años que se produjeron los ataques terroristas contra varios símbolos de Estados Unidos. Cuatro aviones secuestrados se estrellaron, al menos tres de ellos (el cuarto fue derribado por cazas estadounidenses, por mucho que lo intenten vestir de otra forma) contra edificios emblemáticos del país norteamericano. 

No es mi intención narrar que estaba haciendo ese día, me acuerdo perfectamente, ni hablar de que este hecho cambió el mundo, una mentira como otra cualquier, como se ha demostrado veinte años después (lo que realmente ha cambiado el mundo es el auge de China). Tengo mucho más interés en hablar de una realidad poca veces contada. 

En 1978, como respuesta a la dura represión del Gobierno afgano hacia el partido comunista, anterior aliado suyo en la lucha que concluyó con la deposición del monarca cinco años antes, se produjo un golpe de estado, denominado Revolución de Saur. Cuando los nuevos gobernantes comienzan a aplicar programas como la condena de las deudas de los agricultores, muchas de ellas verdadera usura, el acceso de la mujer a la vida pública, programas de sanidad o de alfabetización (el 95% de las mujeres y el 90% de los hombres lo eran), reparto de tierras... se encuentran frente a ellos a los grandes terratenientes, que poseían más del 50% de las tierras fértiles del país, siendo ellos una minoría, y a otros ultraconservadores, los muyahidines. Unos y otro se organizan y plantan cara al nuevo gobierno. 

En el gobierno se suceden las tensiones y los intentos de golpe de estado, promovidos por diferentes facciones, o personas, del partido en el poder. En el fondo, se trata de un juego de geopolítica, EEUU y la URSS mueven a sus peones para controlar el país. Finalmente, a pesar de haberlo descartado con anterioridad y de hacerlo más por necesidad, para proteger sus intereses en un país limítrofe, que por convencimiento (intuían las dificultades, o algunas de las dificultades, que podían ocurrir) la URSS invade a su vecino afgano, con las consecuencias, una derrota, que por todos es conocido.

Desde el primer minuto, tras la revolución de Saur, Occidente apoya a la resistencia, de corte ultraconservador e islámica. Dicha ayuda se ve incrementada con la invasión de las tropas soviéticas, a partir de 1985 se dota a los muyahidines de misiles Stinger, por ejemplo. Hasta aquí nada anormal, en el juego de la geopolítica unos y otros llevan décadas haciendo eso mismo, como se ha hecho durante toda la Historia (EEUU debe, en parte, su independencia a españoles y franceses que apoyaron con armas y hombres su alzamiento contra los británicos, enemigos de hispanos y galos). Lo que llama mucho más la atención es el blanqueamiento de estos aliados ocasionales por parte de las  potencias occidentales, que decían representar la democracia y la libertad.

Ronald Reagan, presidente de EEUU en esos momentos, llegó a comparar a los muyahidines con los padres fundadores de EEUU (pinchar aquí) y desde el país norteamericano no se sonrojaron en llamar a estos fundamentalistas islámicos como luchadores por la libertad.

 https://elpais.com/diario/1982/12/27/internacional/409791609_850215.html

Por supuesto, su gran amiga y aliada Margaret Thatcher no se queda a la zaga y dice en una reunión con representantes de los fundamentalistas islámicos que estos están luchando por defender su libertad y su religión (recordemos que por esa época la británica consideraba a Nelson Mandela como terrorista)

https://gustos-personales.blogspot.com/2017/05/thatcher-los-muyahidines-en-1981-los.html

Obviamente, como he dicho con anterioridad, se trata de geopolítica y se buscan aliados para combatir al enemigo, pero lo chocante es como se intenta vender a unos tipos, fundamentalistas, ultraconservadores, que nada tienen que ver con los valores que decía defender Occidente como unos luchadores por la libertad. Cuando, en realidad, hasta los líderes tribales de algunos de los grupos que luchan contra los invasores soviéticos, son conocidos por las atrocidades que han cometido, no solo contra los soviéticos, sino también contra miembros de otras tribus afganas. 

Por supuesto intervienen otros actores durante este tiempo, en especial Pakistán, con fuertes vínculos con los talibán afganos, y Arabia Saudí, que proporciona ingentes cantidad de dinero y armamento a los muyahidines, sunitas como ellos y, en muchos caso, wahabitas, como el país donde se encuentra La Meca. 

Obviamente, el cóctel, no puede ser más prometedor: dinero a raudales, fundamentalismo islámico, geopolítica, preparación militar y experiencia en la guerra, lavado de cara de aliados con una ideología anclada en el medievo...  ¿Qué podía salir mal? Pues, como todo o casi todo lo que se gestó en esa época auspiciado por Reagan y Thatcher todo fue un desastre que arrastramos cuatro décadas después: el apoyo a fundamentalismos de ideología medieval, la desregulación económica y las políticas de privatización que iniciaron estos tipos, el apoyo a regímenes dictatoriales que derrocaron a gobiernos legítimos cuya preocupación era un mayor reparto de la riqueza en sus países... Todo lo que estos nefastos personajes, que sí cambiaron el mundo, pero para peor, algún día será juzgado con la suficiente objetividad y entonces, cuando se hable del 11 de septiembre, lo primero que aparecerán serán los rostros de el exactor y de la mujer que reprimió el movimiento obrero con saña.

No me gustaría concluir esta entrada dejándome en el tintero una curiosidad. Una fuente principal de financiación del talibán ha sido la venta de amapola, que sirve de base para fabricar heroína.

 Durante los años 90 y principios de siglo los médicos en EEUU recetaban opiáceos para cualquier dolor, el dolor no debía existir. La famosa Vicodina que tomaba el doctor House es uno de esos opiáceos. Esta forma de actuar por parte de los médicos generó pingües beneficios a las farmacéuticas, que alentaron esta forma de actuar. En un momento determinado este tipo de prácticas médicas comenzaron a remitir, debido a lo innecesario de las mismas en muchos casos. La retirada repentina de este tipo de medicación hizo que muchas personas, adictas a estos opiáceos, buscasen quitarse el mono en el mercado negro, consumiendo heroína. Heroína que provenía, en un alto porcentaje, del talibán, que en esos momentos estaba luchando contra las tropas estadounidenses. Dándose el curioso caso de que los propios estadounidenses ayudaban a financiarse a un ejército que estaba luchando contra el suyo propio.

Aquí dejo un vídeo, extremadamente duro, sobre este problema en una ciudad como Filadelfia.




Un saludo.


Para una mejor comprensión o conocimiento de lo ocurrido durante esos años en Afganistán, recomiendo este magnifico artículo.

https://www.despertaferro-ediciones.com/2021/afganistan-historia-invasion-derrota-sovietica-ascenso-talibanes/

martes, 7 de septiembre de 2021

RELATOS CORTOS EN EL CAOS

"Buscas alguien con quién convivir. Buscas una pareja". Cuando ella se lo dijo no dio importancia a estas palabras. Un par de días después comprendió que tenía razón, pero que el mensaje obviaba algo: ella también la buscaba, pero ambos sabían que no podían reconocerlo en voz alta; como tampoco permitirse el lujo de decirle el uno al otro que se habían encontrado hacía tiempo.



Recordó, una vez más, que la empatía navegaba lejos de las fórmulas preestablecidas y de las apariencias de persona enrollada. Cuando recibió una de esas respuesta por su parte, comprendió, una vez más, que aquella persona que se encontraba enfrente y que tanto le excitaba desde un punto de vista sexual, solo era eso: deseo.



Nunca llegó a comprenderla del todo bien. Sabía que en ella existía una parte de personaje de culebrón, de mujer esquiva, que apela al histrionismo para hacerlo notar. También poseía la certeza de que existía un problema de autoestima (¿quién no tenía problemas de autoestima?), que condicionaba su comportamiento, pero, por otra parte, existía en su interior una necesidad de dominar la situación, dirigiendo desde un pedestal invisible, todo lo que ocurría entre ellos. A él le daba igual todo eso, solo recordaba cuando desnudos en la cama en la cama ella decía: "Estamos locos". Para construir algo se necesita entregarse y esa forma de locura ella no la tenía.



Navegaba por uno de esos mares en los que el autoconcepto se encontraba en una fosa abisal. Con la edad había aprendido a torear con cierta eficacia esas situaciones, dando mucha más importancia a lo que se ha de hacer, que a los sentimientos que esa situación genera, pero tenía el convencimiento más absoluto que, incluso cuando emergiese y el Sol volviese a colorear su universo, necesitaría seguir haciendo para encontrar alguien que tapase la oscuridad que seguiría existiendo en la parte superior izquierda de su tronco.


Ella le dijo que buscaba a alguien normal. Una persona con la que compartir los buenos y los malos momentos. Él desconocía si entraba en lo que ella consideraba una persona normal, pero prometió esforzarse en serlo durante los pocos días que estuviese con ella, conociendo su paraíso y practicando sexo.


No le interesaba en absoluto. No le atraía ni su forma de entender la vida ni su físico, pero estaba tan solo que hubiese muerto por verse rodeado por su brazos.

sábado, 14 de agosto de 2021

VIEJA HISTORIA

SERGIO 


 Su rostro yerto y cerúleo aún le atormentaba, en especial en las noches de insomnio, en las que el dolor y la añoranza le empujaban hacia un abismo, que le atrapaba sin remedio durante las prescindibles, al menos para él, no de madrugadas de tormento. La aparición en su mente de su imagen en el depósito de cadáveres, donde acudió para confirmar que se trataba de él, de Jaime, de su pareja, le suponía una tortura dolorosa e intuía que necesaria para superar, en el momento que fuese, el duelo por su pérdida.

Se habían conocido cinco años atrás, estudiando inglés en la Escuela Oficial de Idiomas de su ciudad y antes de acabar el primer trimestre ya se había convertido en pareja. Ambos tenían muchas cosas en común, pero, sobre todo, la atracción mutua que sentían por el otro. Se habían convertido en una especie de agujeros negros, que atraían irremediablemente al otro, con la virulencia de lo que no se ha vivido con anterioridad. Agujeros negros, que alumbraban el interior del otro con la llama de lo más imprescindible. 

Si le hubiesen dicho en aquella época que viviría sin él, aunque fuese atravesado por las puñaladas de dolor que sentía cada vez que le recordaba, como durante aquella noche de vigilia, no lo hubiese creído. De hecho, tampoco hubiese pensado que él, su gran amor, Jaime, hubiese desaparecido así, de repente, sin previo aviso. Ni tan siquiera su trabajo conseguía apartarle de ese talud por el que despeñaba una y otra vez. En realidad, debería considerarse afortunado en ese aspecto. Tras más de una década persiguiendo su sueño, había conseguido hacerse un nombre en el mundo de la actuación. Desde hacía un par de años su rostro y su nombre, Sergio Andrés, aparecían en diversas series y comedias, tan previsibles como taquilleras. Pero, a pesar de su éxito profesional, nada ni nadie podía alejar esa angustia, ese sufrimiento que le invadía por la desaparición repentina y violenta de su pareja.

Su ascenso en el mundo del espectáculo se lo debía a Jaime, que fue quien le presentó en una fiesta a un conocido productor, Julián Altuna, que le dio la oportunidad decisiva. Altuna apostó por él en una serie que consiguió un gran éxito en la pequeña pantalla. A partir de ese momento, siempre bajo el paraguas de Julián, le comenzaron a llegar propuestas de trabajo de manera regular, teniendo que rechazar algunas, por ser imposible abarcar tanto trabajo. De igual forma tuvo que declinar varias ofertas de su mentor en el mundo del espectáculo para practicar sexo con él. Aunque le parecía un tipo con cierto atractivo, él se sentía unido y enamorado de Jaime, al que no pensaba traicionar de manera alguna. 

En realidad las insinuaciones y proposiciones de Altuna no le preocupaban lo más mínimo, a lo sumo le resultaban un halago, o algo parecido, como podía serlo toda proposición de interés en cualquier aspecto de una persona hacia otra. Sí, le generaba cierta desazón esa sensación de ausencia que le transmitía su pareja cuando hablaba con él. Algo parecía preocupar a Jaime, pero éste se escudaba en el ritmo de trabajo, el calor o en cualquier otra excusa, cuando era preguntado por él respecto a esa actitud distante. Esto sí le preocupaba, y mucho.

Recordar aquellas últimas semanas de convivencia y la sensación de que la persona que más quería en el mundo le ocultase algo tras esa expresión abstraída y las respuestas huidizas cada vez que le preguntaba por su ensimismamiento, provocó que volviese a llorar, que desease morir y que se maldijese por no tener el valor de acabar con todo. Nada merecía la pena sin Jaime.



JAIME


Le preocupaba el estado anímico de Sergio. Cada vez gestionaba peor la situación que estaba viviendo. Los continuos rechazos en los casting para interpretar papeles importantes y que solo consiguiera participar en anuncios o con apariciones casi residuales en series de no gran categoría estaban afectando a su ánimo y, como consecuencia, a la relación entre ambos. No sabía como abordar la situación, hasta que se acordó de un antiguo amigo de correrías, algunas poco confesables, que ahora era alguien importante en el mundo del espectáculo patrio, al que no dudó ni un segundo en llamar.

Dos días después se volvieron a ver, tras varios años sin contacto alguno, y, sin dilatarlo mucho en el tiempo, él le habló a su amigo Julián de su pareja y de su situación laboral. Julián omitió que, en su fuero interno, consideraba que Sergio no era lo que podía denominarse un gran actor,  porque en ese momento lo único que deseaba con toda su alma era ayudar a su pareja. No podía soportar ver sufrir a la persona que le había enseñado lo que era el amor y la felicidad.

El productor no le prometió nada. Simplemente le invitó, a él y a Andrés, a una fiesta que celebraría el sábado en su casa, donde iría mucha de la gente con capacidad de decisión en el mundo del artisteo, como llamaba Altuna a su entorno laboral. "Es posible que allí alguien pueda echarle un cable", concluyó Julián.

Jaime comprendió que esa puerta entreabierta constituía una buena oportunidad para su pareja de meter en el mundo del espectáculo y, aunque hubiese preferido una audición para algún papel protagonista, agradeció a su viejo amigo el ofrecimiento. Asegurando que no faltarían al evento.

Cuatro días después Sergio y él se encontraban en la fiesta sabatina, a la que no parecía faltar nadie o casi nadie de los que se encontraban en lo más alto del mundo de la televisión y el cine nacional. 

Al poco de llegar ambos a la fiesta el anfitrión se acercó a saludarlos. Dibujó una sonrisa, que igual podía ser la de un profesional que sincera, que volvió a ejercitar cada que vez que coincidía con ellos durante la noche. Una sonrisa que resultó ser de aprobación, pues dos días después, el lunes, Jaime recibió una llamada de la productora de Altuna, Trampantojo S.A., para que Sergio se presentará el miércoles para realizar una prueba para una serie de televisión. 

Y ese fue el inicio de su carrera meteórica. 

Y ese fue su secreto. Jamás le contaría que ese primer papel protagónico lo consiguió gracias a que él había hablado con un antiguo amigo.

Tampoco le contaría que hacía unas semanas había hablado con Julián y éste le había contado que él también estaba enamorado de Sergio. Altuna también le dijo que se lo había dicho,  se lo había declarado, pero que éste le había respondido que estaba enamorado de él y que jamás le engañaría. En ese momento, Jaime se sentía, por un lado, repleto de felicidad por saber, aunque fuese por fuentes indirectas, que la persona que amaba y con la que compartía su vida, sentía lo mismo por él, pero, por otro lado, la declaración de su amigo y rival, le generaba malestar e intranquilidad; tal vez porque intuía que ese amor que su viejo amigo de juergas era, al menos, tan potente como el que él también sentía por su pareja.



JULIÁN


"La muerte, el asesinato, de Jaime, pareja sentimental del gran actor Sergio Andrés, al que hoy represento, nos ha dejado a todos conmocionados. Hoy estoy yo aquí porque Sergio necesita un tiempo para asimilar todo lo ocurrido y debemos respetar su dolor y su pérdida. 

Este acto criminal, seguramente de carácter homofóbico, debe ser investigado y el, o los, autores deben ser castigados por tan cruel e inhumano acto. 

El respeto a las personas, sean cual sean sus preferencias sexuales y sentimentales, deben situarse por encima de cualquier otra cuestión. .

Este lamentable hecho nos demuestra que queda aún mucho camino por recorrer en este aspecto y debería hacernos pensar y replantearnos muchas de nuestras convicciones.

Respecto a la investigación del trágico suceso, solo puedo decir que está bajo secreto de sumario y desconozco cualquier aspecto de la misma.

¡Gracias!"

Julián terminó su discurso y se encaminó hacia una puerta situada a la derecha del atril, desde el que había dado este breve discurso a los diferentes medios de comunicación, que harían de altavoz para que el mensaje llegase claro y contundente a todos los rincones del país. 

Cuando llegó al cuarto contiguo, tras cerrar la puerta, se sentó en un sofá de dos plazas en silencio y dejó volar los recuerdos.

Rememoró el día que había conocido a Sergio Andrés en la fiesta que organizó en su casa y como sintió una punzada que le atravesó el alma cuando le vio por primera vez. Una punzada cargada de una sensación que, a pesar de no haberla sentido con anterioridad en su vida, no le costó identificar con esa sensación que se conoce como amor. Durante días no pudo borrar una sonrisa bobalicona de su rostro y no dudó, ni por un segundo, en contratar a Sergio como protagonista de la comedia que estaban a punto de rodar. Necesitaba estar a su lado. Precisaba compartir el mismo aire que el respiraba para sentirse vivo. 

Sin embargo, con el paso de los meses, esta cercanía no resultaba suficiente. Deseaba poseer su cuerpo y que él poseyera el suyo. Tenía la necesidad, casi obsesiva, de pasar del amor platónico a la traslación carnal de este sentimiento.

Armándose de valor, se declaró y Sergio le rechazó, con tranquilidad y amabilidad, argumentando que él también estaba enamorado, pero de Jaime y que, por nada del mundo, se separaría de él, ni mucho menos le sería infiel. Concluyó su respuesta negativa con aquello que más podía dolerle, diciéndole que siempre le estaría agradecido por todo lo que había hecho por él, ayudándole a llegar al estrellato, y que por eso él siempre le vería como un gran amigo... O mejor, como un hermano.

Recordó como esta vez también le atravesó una punzada, pero en esta ocasión la composición de la misma era dolor negro y viscoso, que se adhería a cada micra de su cuerpo. También le vino a la cabeza que en esa ocasión esbozó una sonrisa, como cuando conoció a la persona que estaba frente a él, pero esta vez la composición de la misma solo estaba formada por un ingrediente: la derrota. 

Sin embargo, el seguía enamorado, y eso nada podía remediarlo. Tras pensarlo, o tal vez sin pensarlo mucho, habló con Jaime y le expuso la situación. Jaime escuchó sus palabras con atención y, como única respuesta, le comentó que el sentía lo mismo que Sergio por lo que no había nada más que hablar. A pesar de la insistencia del productor, y de alguna amenaza velada sobre un futuro incierto para la carrera profesional de la persona que ambos amaban, no obtuvo ningún otro tipo de contestación del otrora amigo suyo.

El sufrimiento de aquellos días no lo había conocido con anterioridad. Ni tan siquiera cuando perdió a su madre, por la que sentía veneración. Decidió retirarse lejos durante un tiempo. Abandonó todas sus obligaciones y alquiló una lujosa casa en una isla del Mediterráneo. Allí, solo, el paso del tiempo le ayudó a mitigar, al menos parcialmente, esa sensación de desgarro. De hecho, una semana o diez después después de comenzar su exilio voluntario organizó una fiesta con unos pocos invitados y allí fue donde conoció a Mario, que no tardó en hacerle una proposición sexual, que aceptó inmediatamente. 

Vino a su cabeza el momento en que, a la mañana siguiente, mientras desayunaban él le conto a su amante ocasional todo lo que había motivado que se hubiesen conocido. Mario escuchó con atención y silencio el relato de su anfitrión. Al acabar el mismo, le pidió un bolígrafo y un papel, escribió un número de teléfono sobre la superficie de la cuartilla, se la acercó y le dijo que la forma de acabar con el problema es llamar a ese número de teléfono, diciendo que es amigo suyo, e indicando que tenía un problema con el que deseaba acabar. Le iba a costar varias decenas de miles de euros, pero el resultado estaba garantizado.

Parecía  estar viviendo en ese momento la sensación de perplejidad que sintió al recibir ese papel en el que siete números quebraban el blanco inmaculado del mismo. Ese instante de perplejidad fue roto por Mario que le recordó la decisión era exclusivamente suya, no habiendo necesidad alguna de marcar el número si el no lo consideraba oportuno. Ese aspecto solo dependía de él. Julián le dio las gracias y terminaron el desayuno en un denso silencio.

Algo menos de dos semanas después, repuesto en buena medida, de aquello que le había impulsado a alejarse de su día a día, volvió a su ciudad y a sus quehaceres diarios. Visitó el set de grabación de la comedia de situación que en unos meses iba a inundar las carteleras de todos los cines nacionales y allí vio a Sergio. Sintió algo muy tenue en su interior, pero nada que no pudiese controlar o que le hiciera sentirse desgraciado. De hecho, decidió hablar con él para superar esa situación y todo hacía indicar que la pasión por el actor se había reconducido hacia un lugar situado en el mundo de los recuerdos. 

Durante varios días todo discurrió de esa manera y tuvo la certeza de que la tormenta ya había escampado. De hecho, vio a Mario en el set de grabación un día y el rencor que sentía hacia él parecía constituir una cuestión lejana. Incluso llegó a acercarse a él y saludarle. Todo había pasado, pensó. 

Al finalizar la sesión de grabación Sergio se acercó a Mario y ambos se besaron, con la serenidad de quienes se aman sin más artificios. Él, desde la lejanía del productor, les miraba y sonreía. Lo tenía claro, no podía hacer nada para cambiar lo que sentían esas dos personas. Cuando lo comprendió se limitó a rebuscar en su cartera, extraer una cuartilla de la misma, sacar su teléfono móvil y marcar el número de teléfono que alguien había escrito en esa hoja en blanco.

lunes, 9 de agosto de 2021

NO SÉ QUÉ ES LA EDUCACIÓN

 Leo y escucho a cierta gente hablar sobre la Educación y la importancia de la Educación para cambiar mil y una cosas de las personas y no puedo estar más en desacuerdo. 

Ya he escrito otras veces sobre ese falso mantra que defiende que la Educación puede cambiar a las personas de arriba a abajo (eso solo funciona en las películas) y no me voy a extender más sobre el asunto. Tampoco voy a explicar la diferencia entre adoctrinamiento, Educación y educación (posiblemente si esta gente lo supiese no diría semejantes majaderías) y sabrían a quién corresponde la Educación, a quienes la educación y que lo que ellos defienden es adoctrinamiento. 

Tal vez sí sea aconsejable recordar que aquellos que defienden que el sistema educativo puede cambiar a las personas por el mero hecho de ser partícipes del mismo son unos botarates. Baste pensar un par de cosas: si las dictaduras no han conseguido que todos comulguen con ellas, a pesar de controlar totalmente el sistema educativo, ni las leyes (que además de su carácter coercitivo, tienen un carácter punitivo) han sido capaces de abolir las conductas indeseables, las palabras poco pueden hacer en ciertos casos (es importante ser conscientes de que siempre habrá desvíos de la norma, guste más o menos esta idea; a lo único que podemos aspirar es a que de esta desviación participen el menor número posible de personas).

También resulta oportuno decir que la Educación universal nace para formar a personas, para darlas la oportunidad, sin distinción de procedencia social, de que puedan acceder a los mismos conocimientos y oportunidades. En otras palabras para proporcionar a las personas igualdad de oportunidades (al menos sobre el papel) y no para que se repita las necedades huecas que cada iluminado o colectivo que desconoce la función de le Educación, tenga a bien dictar en función de sus intereses o  de sus revelaciones absurdas.

Sin embargo, a pesar de los cuatro párrafos que ya me he marcado, no pretendo hablar de eso, porque he venido a hablar aquí de mí. De mi experiencia de dos décadas y pico como docente y, sobre todo, de lo que siento como enseñante.

Tal vez lo más adecuado sea decir que desconozco si soy un buen o un mal docente. No debo ser yo quien juzgue mi labor, pues, obviamente, no sería objetivo. Intuyo que tendré mis cosas y mis momentos mejores y peores, como todo ser humano. Esa valoración de mi ejercicio de la docencia se la dejo a mis alumnos y exalumnos, a sus padres y a mis compañeros (que aún tienen que disfrutar de unos días más de sus más que merecidas vacaciones).

Lo que si que tengo claro es en que consiste mi trabajo como maestro de Pedagogía Terapéutica: en una labor de pico y pala para intentar sacar de los alumnos lo mejor que ellos tienen (yo no puedo conseguir nada que ellos, con o sin mi ayuda, no sean capaces de hacer). Y en este sentido, creo que no soy muy distinto del resto de mis compañeros. La constancia resulta crucial a la hora de que los alumnos aprendan, con la excepción de unos pocos alumnos brillantísimos que no nos necesitan apenas. 

En el fondo, todo consiste en intentar que los pequeños adquieran unos aprendizajes, cada vez más complejos, que, en muchos casos, necesitan de otros aprendizajes previos para ir construyendo el edificio. Y esta labor solo se consigue insistiendo, presentando los contenidos trabajados de diferentes maneras y no cayendo en la frustración cuando parece que nada de lo trabajado con anterioridad ha quedado en la memoria del alumno. 

Por cierto, la memoria es fundamental. De hecho, la memoria, como la atención, las habilidades motrices, el lenguaje... van evolucionado en el alumno debido a su desarrollo y a lo que se trabaja en clase. Para los pedagogos progres y demás seguidores de esta teoría estúpida, como el ministro de Universidades, que dice que la memoria no sirve para nada, baste decirles que hasta para comprender un pequeño texto se necesita la memoria y que el problema no está en la memoria o en el esfuerzo, el verdadero problema de la Educación reside en generalizar los aprendizajes (eso que ahora se llama competencias). En otras palabras, el verdadero aprendizaje se produce cuando lo aprendido, siempre que sea posible, se lleve a la práctica.

Por ejemplo, si un niño aprende de memoria las tablas de multiplicar (suele ser el primer gran reto para la memoria de cualquier estudiante en su vida escolar) no está haciendo nada mal, porque es como se aprende. Pero el proceso no estará completo hasta que el niño sepa que para comprar cuatro cosas que valen 5 euros debe multiplicar 4 x 5 para saber cuanto dinero se va a gastar.

Volviendo a como veo yo mi labor como docente, me gustaría decir que, en ocasiones, me cuestiono qué estoy haciendo y para qué. No sé si estoy preparando a los niños o adolescentes con los que trabajo para abordar mejor la vida. No lo sé. Me lo he preguntado en muchas ocasiones y reconozco que no tengo una respuesta clara. Tal vez el único feedback que tengo es cuando me encuentro a algunos de ellos, años después de que me hayan perdido de vista, y me saludan; me hablan con familiaridad y me cuentan cosas de sus vidas. 

A lo mejor, y solo a lo mejor, la Educación es, en parte, eso, que unas personas con las que un determinado momento de su vida has tenido una relación asimétrica (un docente no es un amigo) te busquen, te saluden y te cuenten como les va la vida. Puede ser que, además de enseñar la multiplicación, la división o a leer, esto de educar tenga mucho que ver con hacer ver que los de uno y otro lado de la mesa del profesor somos personas, con nuestros defectos y nuestra virtudes. Personas que hemos compartido mucho tiempo de nuestra vida, como docentes o como alumnos, en un aula y que en un momento de ésta, cuando ya no exista esa relación asimétrica, no dejamos de ser personas que tenemos una afinidad porque los unos hemos ayudado, o lo hemos intentado, a los otros a crecer. Y tal vez, una conversación entre maestro y discente, años después de haberse separado sus destinos, en la que se hable poco de como fue esa época en común y sí de cómo le ha ido la vida al más joven de los dos y de los proyectos de éste o que te presente orgulloso a su retoño,  sea un buen indicador de que las cosas no se han hecho mal del todo y ellos tengan la impresión de que intentaste hacer por ellos, aunque puede hubiese formas de hacerlo mejor.

Un saludo.

martes, 27 de julio de 2021

SILENCIOS

 Una vez más se encontraba luchando contra su timidez. Sabía que este momento había de llegar, como había acontecido en ocasiones anteriores, y no desconocía que debía afrontarlo de tal modo que lograse superar ese muro. La importancia de todo radicaba en esa pared vertical que sentía ante él cuando debía dar el paso. 

De nuevo, como cada vez que se veía inmerso en este tipo de situaciones, pensó que ser hombre, al menos en este tipo de ocasiones, sólo podía definirse como una mierda. Como una absoluta mierda, para ser más exactos. Resultaba mucho más confortable que desde la otra parte alguien saltase esa tapia inhóspita, que no ofrecía la seguridad de conseguir lo pretendido al otro lado de la misma y ser uno mismo quien pudiese decidir en última instancia e incluso quien marcase el ritmo. 

Pero, no. Nada de eso resultaba posible en aquel momento y, para bien o para mal, había decidido que el próximo paso iba a ser tender su mano hacia la de ella. Total, ¿qué podía salir mal? La luna llena, el mar, los dos solos en aquel lugar... y una bonita boca para mandarte a paseo o a algún otro lugar más escatológico. La suerte estaba echada y, en el fondo, necesita conocer lo antes posible el resultado de aquel pequeño gesto. Pero nada discurrió como pensaba... o sí, pero llegando a ello a través de un camino tortuoso, que él contribuyó sobremanera a hacer aún menos transitable con una torpeza que llevaba días cultivando sin poder evitarlo.

Dentro de aquel disparate volvió a odiar, esta vez con palabras perfectamente audibles, ese juego de roles, no por conocido menos abominable, en el que orinar de pie o sentada era el único criterio para el reparto de papeles... Hasta que ella, tras la enésima metedura de pata de él, hizo saltar la banca, y decidió que todo debía seguir el curso que parecía más lógico en ese contexto, que no hubiese desentonado en una película romántica previsible y sensiblera con una protagonista rubia y guapa y un  tímido tipo que lucha contra los elementos y su torpeza  para conseguir estar a su lado.

Él, como si hubiese asumido el papel de torpe pretendiente, siguió volcando su torpeza en forma de palabras, mientras sus manos, ajenas a todo, intentaban paliar el pequeño desastre. Y fueron sus manos, las de ambos, y unos fugaces besos suyos, los únicos que rompieron el silencio que generaba la luna llena rielando sobre el mar. En ese momento no deseaba el cuerpo de ella, solo anhelaba que ese momento no acabase y, como comprendió poco después, que a él le abrazasen. En realidad, era consciente desde hacía tiempo que necesitaba abandonarse en los brazos de alguien. Su vida había comenzado un cambio que afectaba a las raíces, a su esencia y se sentía como Atlas necesitado de un pilar invisible de cariño para abordar la labor. No se trataba de buscar amor ni de una relación. Más bien se podía definir como encontrar a alguien que le demostrara, aunque solo fuese con palabras, que él era importante en su vida y, tal vez, por eso estaban allí, porque él buscaba eso y porque ella era importante para él. Hubiese mucho más honesto haberse abierto a ella, mostrarse en carne viva y vulnerable, pero de esto se dio cuenta días después- 

Sin embargo, en ese momento seguían juntos, abrazados. El silencio ingrávido se rompió en la cabeza de él cuando llegó a la certeza de que existe un lugar entre el amor y la amistad, donde ocurrían cosas como las que estaba viviendo. Un lugar sin nombre, del que no quería salir, pero ella decidió que había llegado el momento de irse. Él no opuso resistencia, aunque hubiese deseado con todas su fuerzas seguir allí, pero no quiso decir nada. Más tarde, se cogieron de la mano cuando él se la ofreció, hasta que él volvió a interpretar ese papel de torpe metepatas, que esa noche estaba bordando. Y la noche acabó como había discurrido: con la prisa de lo que es mejor que acabe cuanto antes.

Al día siguiente la luna y el mar seguían ahí y ellos la volvieron a ver, pero separados, por mucho que ambos sonriesen cuando alguien se lo hizo notar. Resultaba posible que esa luna y ese mar, tan parecidos a los del día anterior, no fuesen los mismos que habían capturado en el silencio de un abrazo.

Varios días después, lejos, muy lejos de todo aquello, él pensó en lo necio y hasta maleducado que había sido con ella. De nuevo apareció el muro de la timidez, apuntalado por la vergüenza que le generaba su forma de actuar, y esta vez no tuvo intención de saltarlo y evitó cualquier contacto con ella. Se prometió a si mismo que alguna vez la escribiría unas líneas para pedir disculpas, pero lo pospuso, enterrándolo en la sima de lo prescindible. Aunque resulta posible que, si algún día se decide a plasmar ese arrepentimiento negro sobre blanco,  el resultado sea algo muy parecido a esto que aquí se puede leer.

 

viernes, 18 de junio de 2021

PUNTO FINAL

 El cielo estival no mostraba rastro de nube alguno. El azul del impoluto  firmamento se encontraba diluido en la potente luz generada por el vertical sol veraniego, que a esas alturas del día se enseñoreaba de todo aquello que la vista y la imaginación abarcaba. Todo parecía dominado por el sopor que genera la canícula en las personas, los animales y los edificios. Hasta las paredes parecían querer preservar la calma, reteniendo los sonidos entre ellas generadas en la densidad asfixiante del aire abrasador. 

Todo parecía flotar en calma sobre el tórrido tiempo detenido, generado en aquel clima veraniego . Todo menos ella, que se afanaba desafiante por terminar todo aquello que la conduciría a un nuevo lugar en el espacio, en el tiempo y en sí misma. Colocó dos blusas, perfectamente dobladas, sobre el resto de ropa que contenía la maleta. A continuación cerró la maleta, la más grande de las dos que conformaban su equipaje, agarró cada una de ellas con una mano; abrió, como pudo, la puerta que comunicaba la casa con la calle y no paró hasta llegar al vehículo negro de su propiedad. Soltó su equipaje para buscar en su bolso la llave del coche y, cuando la encontró, procedió apresuradamente a abrir el maletero e introducir en él la pareja de maletas. Con la misma celeridad cerró el portón trasero del vehículo, abriendo a continuación la puerta que permitía acceder al asiento del conductor. Se sentó en él, se ajusto el cinturón de seguiridad y arrancó. En unos pocos segundos desapareció de aquella calle, de aquel lugar, de aquella ciudad, de aquella forma de vida.




A las cuatro y media, algo pasadas, llegó a su casa, tras finalizar su jornada laboral y, para su sorpresa, ella no se encontraba allí. Solo existía el silencio incómodo que nace en los momentos de desconcierto, que presagian, aún sin saberlo, cataclismos universales que caben en un solo corazón y en un único instante casi eterno.

No fue hasta después de llamar de manera repetida  a su teléfono móvil, obteniendo siempre una respuesta inmediata de una voz pregrabada: "El teléfono está apagado o fuera de cobertura", que advirtió que parte de la ropa de ella no se encontraba en su lugar habitual del armario. También pudo comprobar que faltaban las dos maletas más grandes que ella poseía. El hueco dejado por los objetos anunciaba un hueco mucho más grande y difícil de reemplazar. Una sima repentina, que atraía de manera indefectible hacia lo más hondo, hacia lo más oscuro, hacía el dolor. Justo antes de comenzar ese descenso imposible de controlar, pensó: Al menos ella se encuentra bien.




Unas horas después, a algo más de trescientos kilómetros del lugar que había abandonado hacía no mucho, se encontraba ella, acompañada por la persona con la que, desde hacia varios meses, compartía algo más que buenos momentos. Su, hasta hace unas horas amante, había ido hasta allí con ella, para iniciar una nueva existencia en común. Lejos de todo aquello que había constituido la rutina de sus vidas. Un comienzo huyendo de la soledad, de la sensación de espera eterna, del sentimiento de soledad perenne. Huyendo de su vida rutinaria en que se había convertido todo. Huyendo de su pareja y de la impresión continua de sentirse minusvalorada. Al fin y al cabo, huyendo para comenzar de nuevo. Su nueva media naranja era amable con ella. Se desvivía por agradarla y había conseguido que algo, enterrado hace tiempo bajo el paso de las hojas del calendario, volviese a renacer con la energía que ya pensaba haber perdido para siempre. Esa persona que se encontraba ahora frente a ella había contribuido de manera decisiva a ello.




Sentía una extraña lucha en su interior, en la que pugnaban la necesidad de volver a escuchar su voz contra el orgullo y parecía que este último iba ganando. Orgullo de persona abandonada, que no quiere mostrar la necesidad de ella. Una sola humillación, la pérdida, la fuga, inesperada resulta más que suficiente en estos momentos. El orgullo es lo único que, en estos momentos, logra mantener a flote lo poco que queda en su interior. Una tabla de salvación provisional a la que aferrarse en medio del naufragio. Una vez desaparecido el capitán que guiaba su destino y las cartas de navegación, solo queda la sensación de no dejarse humillar aún más. La amaba casi tanto como la odiaba y, aunque se negase a reconocerlo en estos momentos, ahí residía el quid de la cuestión y de ahí nacía todo el dolor que recorría su cuerpo y su espíritu, e impregnaba cada átomo de todo lo material e inmaterial que le conformaba, de manera inmisericorde. 

Para evitar la tentación de volver a marcar su número lanzó con fuerza contra la pared su teléfono inteligente, buscando romper ese vínculo que le unía a ella de manera permanente con ese gesto, que dejaba entrever la rabia que también sentía por todo lo que estaba aconteciendo.





Ella no pensó mucho en lo que había dejado. Tal vez no tenía tiempo o, quizás, necesidad de hacerlo. Rodeada por los brazos de su actual pareja, en la cama, se aferraba al presente y al futuro, que podía construir junto a esa persona que la abrazaba por detrás, exorcizando con los brazos que la rodeaban,  y con su cuerpo, pegado a la espalda de ella,  todos los males encerrados en el pasado. Allí se sentía segura. Lejos de los miedos que la atenazaban hacía solo unas horas. Lejos de la sensación de que su vida estaba controlada por una pareja que aportaba el dinero al hogar y, debido sobre todo a su trabajo, marcaba los ritmos vitales de ambos. Sin embargo, entre esos dos brazos sentía el alivio que suele generar haber tomado la decisión correcta. La decisión de que nadie gobierne su vida. Decisión que trae aparejada la consecuencia de sentirse amada, como antes de que la memoria se diluyese en un recorrido de rutina y melancolía. Nunca más se dejaría dominar como hasta entonces. Ella era la dueña de su vida y de sus decisiones. Y había tomado la decisión, tiempo atrás, de acabar con todo aquello que la limita.





No pudo evitar recordar las varias infidelidades que ella había cometido, y de las que se había enterado (posiblemente hubiese tenido más relaciones que no conocía). Tras el sentimiento de humillación (de nuevo humillación) siempre había terminado perdonándola. Ella decía que se sentía sola y que necesitaba el cariño que en casa no tenía. Ese argumento conseguía desarmar todo atisbo de rabia, de humillación o la necesidad de abandonarla. Sentía que no podía dar aquello que ella, la mujer más maravillosa que había conocido, necesitaba. Ella conseguía que el sentimiento de culpa apagara todos los incendios que sus escarceos provocaban. Tal vez, pensó en ese momento, todo se reducía a que la amaba y lo que ella hacía le beneficiaba, pues impedía que tuviese que decir sobre continuar junto a ella o abandonarla. La culpa propia, real o ficticia, inducida o autoinducida, resultaba el pretexto ideal para no decidir, a pesar del sufrimiento que ello conllevaba. Por un momento pensó que, visto desde fuera, el término bragazas definía muy bien su comportamiento. 





La persona junto con la que se encontraba en ese momento era la décima o la undécima con la que había tenido una relación desde que se emparejó con quien había compartido su vida los últimos siete años. Con la excepción de los primeros meses, esos en los que las hormonas permiten volar bajo a los enamorados, jamás contempló la posibilidad de mantener una relación monógama. Necesitaba vivir nuevas experiencias, sobre todo sexuales. Descubrir aspectos novedosos en una relación sexual y experimentar formas de placer desconocidas. 

Ella consideraba que los mimbres de la existencia iban más allá de encerrarse en otra persona, con las limitaciones que ello conllevaba. Esta perspectiva hacía que no sintiese arrepentimiento ni sentimiento de culpa alguno por sus actos. Algo que sí percibía en su expareja cuando esta se enteraba de sus infidelidades (al menos de alguna de ellas). En realidad, esta asunción de responsabilidades propiciaba que sintiese una cierta comodidad cada vez que yacía junto a una mujer que no fuese la suya.





Tuvo un pálpito y se aprestó a confirmarlo. De manera atropellada accedió a la aplicación de su banco, a través de su móvil, y pudo comprobar que en la cuenta conjunta sólo aparecía una cantidad: treinta y cinco céntimos. Había vaciado la cuenta,  transfiriendo el dinero compartido a otra cuenta suya personal (reconocía los cuatro últimos números de la cuenta bancaria donde había ido a parar el dinero compartido). Aunque su sueldo , y sus ahorros personales permitían que abordase todas las situaciones económicas presentes y futuras con holgura, esta nueva traición suponía una nueva humillación y aportaba una nueva pista sobre la intencionalidad y la minuciosa planificación de todo lo que estaba viviendo. 

Si la balanza entre el odio y el amor aún estaba, hace unos momentos, en un extraño y frágil equilibrio, tras la comprobación ésta se inclinó de manera notoria hacia el balancín que contenía el odio. El peso  de éste resultaba cada vez mayor en su interior y no quería, ni seguramente podía, modificar esa situación. La odiaba como sólo se odia cuando te rompen el amor. 





Su nueva pareja estaba encantada con el regalo que acababa de entregarla: un magnífico colgante realizado por una afamada firma de joyería. La joya, pagada con parte del dinero que había en la cuenta corriente conjunta, le sentaba a la mujer que se encontraba frente a ella, con la que había decidido iniciar un proyecto de vida conjunta, extraordinariamente. Eva, que así se llamaba la mujer con la que había emprendido esta nueva aventura, dejaba traslucir la felicidad que generaba en ella el magnífico presente recibido. 

No existe mejor forma de comenzar algo nuevo que recibiendo una joya donde los diamantes, símbolo de la eternidad, no escasean, pensó ella mientras elegía la magnífica pieza de orfebrería para su nueva amante. 






Ella, sola en la que había sido la casa de ambas hasta hace bien poco, sentía que las paredes supuraban recuerdos dolorosos, en los que siempre estaba esa persona que, hasta hace bien poco, era cada una de las letras de la palabra vida . 

Su cerebro, en un acto de supervivencia básico y de amnesia momentánea, sintió que tenía hambre. Llevaba casi doce horas sin probar bocado, aunque hasta ese momento no se percatara de ello. Se dirigió al frigorífico como un robot sin vida al que le han programado esa misión, abriendo la puerta del electrodoméstico cuando llegó a su altura. Solo encontró un par de yogures y un táper, del que desconocía su contenido. La curiosidad pudo más que la desgana y abrió la tapa. Alitas de pollo con salsa barbacoa, ese era su contenido. 






La mañana antes de partir ella había pasado un buen rato en la cocina de su ya antiguo hogar. La preparación de las alitas de pollo con salsa barbacoa, el plato favorito de su expareja, no resultaba rápida y pretendía tener dicha comida terminada antes de abordar la cuestión de hacer las maletas. Como iba ser la última vez que cocinara para ella decidió añadir un extra a la salsa: varios frutos secos triturados. El objetivo era que aportara un toque afrutado, pero sin notarse en el paladar su presencia. Esto último resultaba fundamental, porque de otra manera no ingeriría la comida y los alérgenos que contenían no harían el efecto deseado en ella. Y tampoco habría servido de nada que hubiese vaciado de epinefrina todos los inyectables que ella tenía casa, para paliar los efectos de una reacción alérgica grave generada por la ingesta de frutos secos. Cuando tomo la decisión de abandonarla decidió acabar con todo lo que ella representaba y lo planificó a conciencia.




Ella se encontraba allí, sujetando la puerta abierta de la nevera, decidiendo, sin saberlo, sobre su futuro. Decidiendo si comerse un yogur o esas alitas con salsa barbacoa que, a pesar de lo que le decía a su expareja, no le resultaban un plato irresistible. Simplemente ella cocinaba mal, muy mal, y casi lo único aceptable, al menos para su paladar, que salía de la cocina cuando la mujer que la había abandonado se enfrascaba era ese guiso. 

Y allí siguió, durante casi medio minuto, con la puerta abierta sujeta por la mano derecha, hasta que decidió qué comer.






jueves, 20 de mayo de 2021

LO OCURRIDO, LO QUE PUEDE OCURRIR

 Esta entrada llevaba tiempo en mi mente, pero por motivos personales, que no vienen a cuento, se ha ido demorando su escritura. Hoy, por fin, ha llegado el momento de plasmar mis pensamientos sobre diversos aspectos de la vida política, y no tan política, de este país.

Creo imprescindible comenzar por lo ocurrido en Madrid el 4 de mayo (parece que ha pasado una eternidad desde esa fecha) y la victoria apabullante de alguien con mucha ambición, pero no especialmente brillante en la faceta intelectual.

Existen interpretaciones de todo tipo y vendettas verbales, absurdas e inapropiadas, de los perdedores hacia los votantes, que les han dado de lado. Yo, por mi parte, voy a hacer una interpretación algo distinta del asunto, que puede explicar parte de lo sucedido.

Por un lado, parece obvio que el desplome de Ciudadanos (la marca blanca del PP, impulsada por el poder económico para suplir o ayudar a un PP, que no hace mucho era sinónimo de corrupción) ha contribuido al ascenso del Partido Popular; pero dicho ascenso no se explica solo por esa captación de votos provenientes del partido naranja. La mujer que dirigía y dirige los destinos de la Comunidad de Madrid tuvo un regalo maravilloso de la progresía patria, que sus asesores supieron explotar de manera admirable: el enconamiento con los madrileños que los partidos progres, y sus medios afines y no tan afines, pusieron sobre la mesa para intentar desgastar a Ayuso. Los madrileños se iban de puente durante el confinamiento, se pasaban el día en los bares (el mismo argumento que los nacionalistas catalanes usaban con extremeños y andaluces) y otro tipo de patrañas similares que, y lo digo con conocimiento de causa, tocaban mucho las narices a mucha gente de Madrid. Los asesores de Díaz Ayuso recogieron este caramelo y la presidenta de la comunidad comenzó a hablar del modo de vida de los madrileños como algo bueno. 

Alguien puede alegar que este argumento es absurdo. Puede ser, pero España ens roba es una falacia y ha calado hondo en muchos votantes de otro lugar del país. Las proclamas que van a las tripas no necesitan excesiva reflexión.

Esto, junto a los votos que recibió por mantener ciertos negocios abiertos en plena pandemia(votos que, en su mayoría, provenían de los dueños de esos locales, muchos de ellos proclives per se al PP), contribuyó a aumentar aún sus ya de por sí buenos resultados.

Por otra parte, los resultados de los partidos progresistas reflejan bien a las claras lo que es ese sector político en este momento. El PSOE de Gabilondo, hasta la bufonada del debate en la SER, proponía no subir impuestos, no cerrar bares... En otras palabras: lo mismo que Ayuso. Si una cosa parece clara es que los votantes suelen preferir al original, enviando al ostracismo, con el paso del tiempo, al sucedáneo. Si los socialistas, de nombre solo, plagian el programa del PP, o parte de él, para que votarles, si encima sus gerifaltes nacionales no hacen más que cargar contra Madrid. 

Lo de Unidad Podemos es el resultado de una gestión de un partido calamitosa, lo que es muy preocupante porque dicha agrupación está dirigida por un profesor universitario de Ciencia Políticas. Tal vez bastaría reseñar para ilustrar lo acaecido la evolución de un partido que nació asambleario y terminó rindiendo culto al líder. Sin embargo, me voy a explayar un poquito más sobre el asunto.

Además de las purgas internas ocurridas en el partido, con el beneplácito de las bases, de demostrar que todo lo que decían cuando empezaron, o cuando les convenía, era solo un trampantojo: abandonaron Vallecas para irse a vivir a un casoplón (cosa que dijeron que nunca harían), las fuerzas de seguridad del Estado les protegen día y noche (unos pocos años antes defendía Pablo Iglesias que dichas fuerzas solo protegen a los poderosos). El jarabe democrático parece que solo es bueno si lo reciben los otros. Los insultos solo resultan adecuados si van dirigidos a los otros... Unidas Podemos ha caminado hacia la especialización en ciertos sectores, minorías según ellos, llegando a caer en representaciones esperpénticas, esperpénticos y esperpéntiques, que han alejado aún más al votante de dicho partido. Cualquier partido con vocación de gobernar debe dirigir su mensaje al mayor número de votantes posible (no se trata de orillar a las personas que necesiten ayuda, se trata de abordar los problemas diarios de la mayoría de los ciudadanos). Estos teóricos expertos en Política han hecho todo lo contrario. Lo cual dice mucho sobre su incapacidad y/o conocimiento de la realidad de los ciudadanos de este país. 

Por otra parte, su entrada en el Gobierno, casi de manera testimonial (con la excepción de Yolanda Díez, poca o ninguna capacidad de decisión real tienen sobre lo que ocurre en el país), les ha llevado a la irrelevancia (no hace falta ser muy listo para saber que la jugada era apoyar la investidura desde fuera del Gobierno de Sánchez, apoyando aquellas leyes más progresistas o de izquierda, desmarcándose de las políticas de derechas/neoliberales). Cabe reseñar también que las cuestiones de su programa que se han implementado han sido un desastre o una farsa. La Renta Vital Mínima, que realmente prometió el nada progresista ministro Escrivá la misma tarde que prometió su cargo, ha sido un desastre. La derogación de la reforma laboral ha sido otra entelequia (de hecho los ERTEs son parte de esa reforma) y el único artículo que ha cambiado de dicha reforma ha sido una farsa: se ha pasado de considerar el despido por enfermedad procedente (20 días de indemnización) a improcedente (33 días de indemnización, pero sin obligatoriedad por parte de la empresa a readmitir al trabajador). Si en la reforma del artículo se hubiese escrito que el despido por esta causa es nulo la empresa no podría despedir al trabajador. 

Se debe reconocer la contribución por parte de Unidas Podemos a la subida del Salario Mínimo Interprofesional y alguna otra medida que ha redundado en el bienestar de los ciudadanos, pero, en líneas generales, su acción de Gobierno es pobre e ineficaz.

Para finalizar con el análisis sobre este partido, decir que la campaña en torno al fascismo que se montaron solo sirve para movilizar a sus votantes, alejando a otros muchos que buscan soluciones y no problemas fingidos.

Sobre el partido de Errejón decir que ha sido el segundo en la carrera en todos los sentidos. Los votantes buscan opciones que aún no les hayan decepcionado y Más Madrid supone una alternativa relativamente reciente a los partidos establecidos, que además ha hecho propuestas nuevas como, por ejemplo, indagar sobre la posibilidad de la jornada de cuatro días laborales. 

Parece oportuno concluir con VOX, partido de extrema derecha, que no fascista, recoge, al igual que Más País, el voto de aquellos descontentos que han votado o militado en otros partidos y que no han encontrado respuesta a sus necesidades. No comparto el mensaje neoliberal, vacío en muchos sentidos y retrógado en lo social de los de Abascal, y jamás optaré por un partido de derechas o de extrema derecha, pero entiendo a esa gente desilusionada que busca respuestas dentro del sistema. Porque, nos guste más o nos guste menos, VOX, como tampoco gusta EH a los de derechas, son partidos que están dentro del sistema y la gente busca alternativas a, cada vez peor, calidad de vida en muchos casos.

Y esto debe hacernos reflexionar. Por un lado, muchos votantes siguen buscando dentro del sistema, no queriendo destruirlo, solo cambiarlo. Por otra parte, los partidos progresistas, que no de izquierdas, han sido incapaces de articular una respuesta al neoliberalismo, porque todos lo aceptan como un hecho consustancial al sistema, y, por mucho que hagan propósito de acabar con sus tropelías, no son más que unos cómplices necesarios para que siga existiendo.

Lo ocurrido en Madrid no se puede desligar de lo que acontece en Cataluña, que supone otro problema para el PSOE. A pesar de que el PSC ha sido el partido más votado, el gobierno de esa comunidad autónoma seguirá en manos de los nacionalistas. Esto implica que ERC, uno de los puntales sobre los que asienta el gobierno de Pedro Sánchez, puede hacer lo que le dé la gana, apoyando al PSOE cuando le venga bien o "castigándolo" cuando les venga bien. Además, la unión de los republicanos catalanes con la derecha nacionalista catalana (no hay tanta diferencia entre ERC y los de Puigdemont) va a conllevar una serie de acciones, gestos, de cara a la galería (votantes separatistas), que van a poner, más de una vez, en un brete al gobierno de España. 

Si a eso le unimos que la desaparición, o casi, de Ciudadanos, cuyos votos, en su mayoría emigrarán al Partido Popular, lo que implicará un aumento significativo del número de diputados, entre otras cosas gracias a la Ley D´Hont, parece que la cosa no pinta bien para el PSOE a medio plazo. 

Un saludo.

viernes, 7 de mayo de 2021

TRAMPANTOJO

 Era la decimosegunda pregunta del concurso. La que marcaba la diferencia entre los que aspiraban a llevarse a casa un dinero respetable y los que, por sus cualidades, aspiraban a engrosar su cuenta corriente, tras impuestos, con una cantidad de seis cifras. Y allí se encontraba ella, tranquila, sin ninguna duda sobre la respuesta que correspondía a la pregunta que el presentador acababa de formular. Sin embargo, el protocolo no escrito, que obligaba al conductor del programa a alargar el tiempo entre la cuestión planteada y la solución del participante en el programa televisivo, impedía que ella dijese aquella palabra que la impulsaría a la antepenúltima prueba, antes de alcanzar la redonda cifra final: 1.000.000 euros, antes de impuestos.

- Elena, ¿sabes la respuesta? - inquirió el fornido hombre, que se encargaba de poner cara y ritmo al programa.

- Creo que sí. Casi seguro que sí - respondió ella.

- ¿Estás segura? - cuestionó el presentador.

Y en ese tira y afloja, que, a medida que avanzaban las pruebas, era un poco más largo; bien para transmitir una mayor emoción a los espectadores, bien para alargar el programa, bien para ambas cosas, ella desconectó del verbo fluido que, el sujeto que se encontraba frente a ella, dirigía esta vez al público y pensó en lo ocurrido hace más de diez años. Recordó como se enteró de que aquel que ella consideraba el hombre de su vida le engañaba con una de sus amigas. Rememoró los rostros de ambos cuando les sorprendió en su cama y las absurdas excusas que Antonio, su pareja en ese momento, acertó a articular. Tampoco pudo evitar volver a dar forma al dolor que sucedió a ese doloroso descubrimiento. Unos primeros días de aturdimiento a los que siguieron meses de dolor íntimo, entrelazados con una sensación de traición. De una traición llevada a cabo por la persona por la que había apostado para construir su proyecto vital. De una traición que la dejaba vacía de convicciones y de afecto hacia nada y hacia nadie.

- ¿Entonces, no deseas variar tu respuesta? - dijo el presentador dirigiéndose a ella, lo que la sacó de aquella remembraza.

- No, mi respuesta sigue siendo la misma...

Tras unos segundos, que al espectador le podían parecer interminables, el conductor del programa dijo la palabra mágica: ¡Correcto!, y se sumaron varias decenas de miles de euros a la cantidad ya ganada por Elena. 

Un poco más de charla insustancial, dirigida hábilmente por el afamado actor que conducía el concurso y, de nuevo, una complicada pregunta que ella debía contestar de manera correcta, para poder seguir participando en aquel programa. Sin embargo, a pesar de lo que pudiese parecer, ella rebosaba tranquilidad. Parecía que las cuestiones planteadas no supusiesen un reto para el intelecto y los nervios de aquella atractiva mujer, que frisaba los cuarenta años. No dudó ni un segundo en lo que debía replicar a aquella enrevesada cuestión que le había lanzado el fornido cincuentón que se situaba frente a ella. 

De nuevo se repitió el mismo proceso de alargar el tiempo entre la respuesta de la concursante y la validación de esta por parte del conductor del programa, y, de nuevo, ella se sumergió en su vida pretérita, aunque esta vez pensó en Andrés, ese amor imposible, al que conoció meses después de romper con Antonio. Andrés era un compañero de trabajo, casado y con dos hijos, del que ella creía estar perdidamente enamorada. Ella tardó en darse cuenta de que cuando no se encontraba junto a él tampoco le echaba de menos. También en darse cuenta que él no constituía más que un remedo de lo que había ver en Antonio. En realidad, había idealizado a su compañero, esperando de esa manera conseguir un antídoto para la soledad que sentía. Esa soledad que no creía sentir junto a su expareja, hasta que descubrió que todo lo que ella creía tener solo era un artificio. Se dio cuenta de que el flirteo en la oficina se había convertido para ella en una falsa pasión, en un trampantojo, con el que intentar esquivar su realidad. Y fue a partir de ese momento donde aprendió a negociar y a convivir con ese sentimiento de soledad, que acabó constituyendo un compañero tan fiel y predecible como su trabajo. Y fue a partir de ese instante donde se dio cuenta de que idealizar a alguien para llenar oquedades afectivas solo podía definirse como una forma de engañarse. También fue ese instante donde comprendió que resultaba más fácil para ella renunciar a encontrar alguien a quién amar, que vivir con la incertidumbre del miedo al engaño. al fracaso.

- Elena, ¿no deseas cambiar tu respuesta? Nos jugamos mucho dinero - dijo el presentador, dirigiéndose a la concursante, que pareció retornar de un mundo lejano. 

- Creo, estoy segura casi al cien por cien, de que ese es el título de la novela - repuso ella con una serenidad difícil de ver en este tipo de situaciones.

Se repitió, una vez más, el ritual en el que el hombre utiliza argumentos que intentan llevar al espectador, y también al concursante, al terreno de la duda, alargando el veredicto sobre la idoneidad. o no, de lo aportado por la participante en el programa. 

Tras un par de minutos interminables, de nuevo aparece la palabra deseada: ¡Correcto! y todo parece cobrar otro cariz. La tensión se desvanece, la alegría parece aflorar en el plató de televisión y el actor que da vida al programa parece preocuparse más por el estado de Elena y por su vida personal.

- ¿Nerviosa? No lo pareces.

- Un poco - aclaró ella.

- Creo que no estás casada ni tienes hijos. ¿Perteneces a esa nueva generación de mujeres emprendedoras, que tanto están haciendo por cambiar la imagen de la mujer? - cuestionó él.

- Sí, mi trabajo es algo muy importante para mí - expresó la aludida, sin profundizar mucho más.

- ¿Estás preparada para la penúltima pregunta? 

- Sí, claro. He venido a concursar.

Tras lo que el presentador leyó una nueva cuestión que Elena debía resolver. Ella no dudó y emitió una contestación que, por la seguridad que emanaba, no dejaba lugar a dudas sobre la idoneidad de la misma para solucionar lo planteado por el representante del programa unos segundo antes.

Como en ocasiones anteriores, el hombre se enzarzó en un monólogo, que parecía generar más tensión en los espectadores que en la concursante, que no parecía escuchar la parrafada del presentador. De hecho, había vuelto a su mundo interior y a rememorar otro pasaje de su vida. Un episodio que podía haber acabado muy mal para ella, pero que se solventó con el mínimo daño. Cuando ingresó en la empresa en la que trabajaba pasó a engrosar la plantilla selecta encargada de las inversiones del capital gestionado por dicha compañía. Al principio todo discurrió bien, muy bien; pero ese buen hacer devino en confianza y en la asunción de riesgos, en muchos casos innecesarios y desmesurados, que acabaron como era previsible: con perdidas significativas para los dueños del dinero invertido. Lo ocurrido hubiera acabado, o al menos detenido momentáneamente, la carrera profesional de cualquiera, pero el currículum de Elena pesó bastante a la hora de afrontar responsabilidades y todo se solucionó, al menos para ella, con cambio de sección en la sociedad: pasaría a encargarse del área de relaciones sociales. A nadie, ni tan siquiera a una importante compañía de inversión, le interesaba despedir al vástago de una de las familias que más poder ha acaparado durante los últimos siglos en el país. El desastre económico se remedó con contabilidad ficticia y con dinero oculto en paraísos fiscales.

- ¿Completamente segura de tu decisión? - fue la última frase que dirigió el tipo cincuentón a la mujer que tenía frente a él.

- No tengo duda alguna - respondió con determinación ella.

- Veamos si tiene o no tiene razón...

- ¡Correcto! - Gritó el conductor del programa, provocando el aplauso del público presente en el plató. - ¡Increíble la seguridad de Elena! Se nota que estás acostumbrada a tomar decisiones importantes en tu vida. Imagino que tu trabajo de ejecutiva conlleva tomar este tipo decisiones y  que habrás vivido situaciones tan estresantes como esta. ¿No te parece que ser mujer hace que abordes este tipo de retos con una perspectiva diferente y mejor que la de los hombres?

- Sí, creo que ser mujer ayuda a sortear este tipo de situaciones estresantes, aportando soluciones nuevas e imaginativas, que conducen a una respuesta más adecuada.

- A veces me gustaría tener esa perspectiva femenina para abordar ciertos hechos de mi vida - apostilló el presentador, antes de volver a centrar la atención sobre el concurso y sobre la que iba a ser la última pregunta del mismo. - Resta acertar esta pregunta para que te lleves a casa un millón de euros. ¿Estás preparada?

- Vamos a ello

Y el actor que conducía el programa procedió a leer la cuestión postrera.

Elena, tras unos segundo donde parecía dudar, dijo con mucha calma la contestación que consideraba apropiada. 

El presentador parecía no salir de su asombro ante la tranquilidad que emanaba la concursante en una circunstancia tan trascendente y así lo expresó ante las cámaras, elogiando el comportamiento de la participante. Sien embargo, y a pesar de los halagos, la mujer seguía impertérrita, parecía que lo que estaba sucediendo en ese momento no iba con ella. 

Tras unos largos e interminables segundos el hombre volvió a preguntar a la concursante si estaba segura de su respuesta, a lo que replicó con un escueto sí. 

Mientras el conductor de aquel concurso elogiaba a Elena, como representante de una nueva generación de mujeres emprendedoras, capaces y triunfadoras por su capacidad y esfuerzo, la aludida pensó que resultaba fácil estar segura de que esa era la respuesta correcta, pues media hora antes de comenzar a grabar el programa el director del mismo, junto con el hombre que en estos momentos está alabándola, le habían proporcionado un listado con lo que debía responder a cada pregunta para ganar, por primera vez en toda la historia del concurso, un millón de euros.

jueves, 29 de abril de 2021

CONOCER NOS HARÁ LIBRES

"A veces la gente no quiere escuchar la verdad
porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas" 

Friederich Nietzsche

El que suscribe no se considera un tipo culto ni especialmente instruido. Sin embargo, pienso que existen dos virtudes que sí poseo: la curiosidad y la capacidad para reconocer mis errores, aunque sea a nivel interno. 
De estas dos virtudes la primera, la curiosidad, me empuja a buscar información y explicaciones a sucesos que nos presentan como unidimensionales (esto sucede por esto y exclusivamente por esto). Nada más lejos de la realidad. Nada, o casi nada, se explica por una sola variable. Los hechos se producen por una interacción de causas, en ocasiones algunas de ellas difícilmente valorables. 
Vamos a poner un ejemplo actual para clarificar lo expuesto.
Pensemos en las comunidades de Castilla y León y de Madrid, ambas gobernadas por el Partido Popular y en el progreso de la vacunación en ambas. Castilla y León se encuentra entre las tres o cuatro comunidades autónomas que, porcentualmente, más personas han vacunado. Las cifras de Madrid distan, porcentualmente, de las de Castilla y León. Como es bien sabido en ambos lugares gobierna el PP, con una política similar y, sin embargo, en Madrid se habla del desmantelamiento de la Sanidad Pública (lo cual es cierto) y en Castilla y León no, como causa de esta diferencia. Sin embargo, existe una causa de la que poca gente habla, unos por desconocimiento y otros de manera interesada: la pirámide de población. Castilla y León es una región envejecida y Madrid no. Basta pensar quienes han sido los primeros sectores de población en beneficiarse de la vacuna del COVID 19, para entender por qué en un lugar hay más personas vacunadas que en otro. 
Creo que el ejemplo resulta suficientemente ilustrativo para explicar la importancia de las variables en los hechos y la limitación de la comprensión de los hechos cuando solo se enfoca la lupa hacia una de los aspectos causales. 
Esta interpretación limitada y parcial de la realidad, intencionada o no, que genera una comprensión del mundo con dos únicos colores en la rica paleta cromática: negro y blanco. No resulta aventurado defender que esta visión tan sucinta conduce a una visión pobre y conformista de lo que nos rodea. 
Por supuesto, a esta forma de percibir lo que nos rodea contribuye un amplio conjunto de sistemas y subsistemas, pero a uno, a estas alturas de la fiesta, le parece que son los medios de comunicación (que no de información) los principales promotores de esta manera de interpretar la realidad y lo hacen por dos motivos:
  1. Simplificar al extremo la información y, por tanto, la capacidad de análisis de lo que ocurre, creando un mundo de buenos (donde siempre se encuentra el receptor de la información) y de malos. Se trata de verdades absolutas, con ideas y comportamientos buenos y malos, sin matiz alguno. Se pretende infantilizar a aquellas personas que recurren a este tipo de medios para conocer e interpretar la realidad, solo existe lo bueno y lo malo, las circunstancias, los contextos... no son tenidos en cuenta. Esta simplificación conlleva una mayor facilidad para la manipulación y una mayor dependencia de verdades morales. 
  2. Este mensaje de verdades absolutas y  buenos y malos es utilizado por los propios medios para arrimar el ascua a su sardina. Las noticias seleccionadas, la parte de la información presentada (nunca suele haber matices ni segundas opiniones, solo existen buenos y malos), sirve para difundir un modelo de sociedad. Por supuesto, esta forma de abordar lo que ocurre, esta manipulación, sirve a los convencidos para reafirmar sus creencias (sesgo de confirmación), pero también sirve para manipular a los ciudadanos interesados solamente en informarse. 
Podríamos pensar que los periodistas poseen una capacidad maquiavélica para manipular la realidad y sí, algunos de ellos pueden calificarse de manipuladores natos, pero la gran mayoría solo aspiran a sobrevivir (algunos son hijos de periodistas y no tienen ese problema, solo están enchufados por papá). También hay que reseñar que entre los periodistas una parte significativa son incapaces de manipular a sabiendas porque son unos lerdos, con seguir el discurso oficial, y sentirse modernos o valientes, tienen suficiente.
Se podría pensar que una simplificación del mundo resulta fantástica para manipular al personal, pero uno sostiene que no es más que un ejercicio intencionado de que la gente se olvide de que tiene capacidad para pensar, para analizar por sus propios medios, pudiendo llegar en muchos casos a la misma percepción sobre un acontecimiento o personaje, pero con muchos más datos.
Veamos un ejemplo. Para llegar a la conclusión de que Franco era un dictador, que solo ansiaba el poder a costa de lo que sea, no hace falta recurrir al recurso de dar la matraca día y noche, como hacen algunos medios. Basta conocer la historia. Un tipo que envía una carta al Gobierno del Frente Popular avisando del descontento de los militares y poniéndose a su servicio para mejorar la situación, siempre que le recompensen con un cargo; un tipo que viaja de Canarias a Tánger (finalmente aterriza en Tetuán) para ponerse al mando de las tropas sublevadas en Marruecos, vestido de civil y con el bigote afeitado (en este episodio destaca que vacila ni un segundo a la hora de permitir que sus tropas fusilen a su primo, militar como él, que intenta impedir que los regulares sublevados tomen el aeropuerto de Tetuán antes de la llegada del ferrolano para asumir el mando de las tropas golpistas) o que cuando ya ve que sus aliados fascistas van a perder la guerra manda una carta, otra, a Gran Bretaña, ofreciéndose como mediador para conseguir la paz, dice mucho de la catadura moral del personaje. Los hechos resultan el mejor antídoto para describir las situaciones.
Como escribí al principio, una de mis virtudes es la capacidad de rectificar, de ser consciente que algo no ha sido realizado o pensado de manera correcta y tratar de enmendarlo. Sin embargo, en esos mismos medios de comunicación (que no de información) no aparece esa capacidad de enmienda. Los mass media y sus más afamados representantes no dudan en lanzar falsedades o medias verdades y/u opiniones que tiempo después, no mucho tiempo después en algún caso, son desmentidas por el paso del tiempo, resulta extrañísimo que algún preboste de los medios se desdiga y, cuando lo hacen, por lo general suelen aportar alguna excusa, absurda, o intentan enfangar a los de la acera de enfrente. 
Escuchaba hace no mucho a unos periodistas jóvenes alabar "al maestro Iñaki", ese tipo que en las últimas décadas ha estado siempre al sol que más calienta, cambiando de chaqueta cuando ha sido conveniente, y pensaba: "Siendo este el modelo de periodismo que tenéis mejor que digáis que aspiráis a vivir de ese oficio a costa de lo que sea, entre otras cosas de la verdad". 
Por cierto, antes de concluir me gustaría acabar desmontando otra falacia: leer no es la panacea de nada. Hace un siglo, donde el analfabetismo, al menos en este país, era inmenso, la lectura sí podía conducir a otro nivel de conocimiento. En la actualidad no tiene por qué. Lo que conduce a salir de la ignorancia es la necesidad de conocer, de explicar el por qué de las cosas. La gran mayoría de lo que los lectores consumen resultan ser novelas y, lo siento, pero una novela no te hace ni más sagaz, tal vez sí descubriendo criminales en los libros, ni más inteligente. No, leer, per se, no te distingue de los que no leen. Lo que distingue es el ansia de conocer. El negocio de lo que rodea a los libros, como el de otros apartados de lo que pomposamente se llama Cultura, tiene en las novelas de entreteniendo su principal fuente de ingresos. No suele haber promociones multitudinarias de autores de ensayos para apoyar su libro. De nuevo, la misma idea. No conviene que el personal piense mucho.
Creo que, por hoy, resulta suficiente con todo lo escrito hasta aquí.
Un saludo.