jueves, 29 de abril de 2021

CONOCER NOS HARÁ LIBRES

"A veces la gente no quiere escuchar la verdad
porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas" 

Friederich Nietzsche

El que suscribe no se considera un tipo culto ni especialmente instruido. Sin embargo, pienso que existen dos virtudes que sí poseo: la curiosidad y la capacidad para reconocer mis errores, aunque sea a nivel interno. 
De estas dos virtudes la primera, la curiosidad, me empuja a buscar información y explicaciones a sucesos que nos presentan como unidimensionales (esto sucede por esto y exclusivamente por esto). Nada más lejos de la realidad. Nada, o casi nada, se explica por una sola variable. Los hechos se producen por una interacción de causas, en ocasiones algunas de ellas difícilmente valorables. 
Vamos a poner un ejemplo actual para clarificar lo expuesto.
Pensemos en las comunidades de Castilla y León y de Madrid, ambas gobernadas por el Partido Popular y en el progreso de la vacunación en ambas. Castilla y León se encuentra entre las tres o cuatro comunidades autónomas que, porcentualmente, más personas han vacunado. Las cifras de Madrid distan, porcentualmente, de las de Castilla y León. Como es bien sabido en ambos lugares gobierna el PP, con una política similar y, sin embargo, en Madrid se habla del desmantelamiento de la Sanidad Pública (lo cual es cierto) y en Castilla y León no, como causa de esta diferencia. Sin embargo, existe una causa de la que poca gente habla, unos por desconocimiento y otros de manera interesada: la pirámide de población. Castilla y León es una región envejecida y Madrid no. Basta pensar quienes han sido los primeros sectores de población en beneficiarse de la vacuna del COVID 19, para entender por qué en un lugar hay más personas vacunadas que en otro. 
Creo que el ejemplo resulta suficientemente ilustrativo para explicar la importancia de las variables en los hechos y la limitación de la comprensión de los hechos cuando solo se enfoca la lupa hacia una de los aspectos causales. 
Esta interpretación limitada y parcial de la realidad, intencionada o no, que genera una comprensión del mundo con dos únicos colores en la rica paleta cromática: negro y blanco. No resulta aventurado defender que esta visión tan sucinta conduce a una visión pobre y conformista de lo que nos rodea. 
Por supuesto, a esta forma de percibir lo que nos rodea contribuye un amplio conjunto de sistemas y subsistemas, pero a uno, a estas alturas de la fiesta, le parece que son los medios de comunicación (que no de información) los principales promotores de esta manera de interpretar la realidad y lo hacen por dos motivos:
  1. Simplificar al extremo la información y, por tanto, la capacidad de análisis de lo que ocurre, creando un mundo de buenos (donde siempre se encuentra el receptor de la información) y de malos. Se trata de verdades absolutas, con ideas y comportamientos buenos y malos, sin matiz alguno. Se pretende infantilizar a aquellas personas que recurren a este tipo de medios para conocer e interpretar la realidad, solo existe lo bueno y lo malo, las circunstancias, los contextos... no son tenidos en cuenta. Esta simplificación conlleva una mayor facilidad para la manipulación y una mayor dependencia de verdades morales. 
  2. Este mensaje de verdades absolutas y  buenos y malos es utilizado por los propios medios para arrimar el ascua a su sardina. Las noticias seleccionadas, la parte de la información presentada (nunca suele haber matices ni segundas opiniones, solo existen buenos y malos), sirve para difundir un modelo de sociedad. Por supuesto, esta forma de abordar lo que ocurre, esta manipulación, sirve a los convencidos para reafirmar sus creencias (sesgo de confirmación), pero también sirve para manipular a los ciudadanos interesados solamente en informarse. 
Podríamos pensar que los periodistas poseen una capacidad maquiavélica para manipular la realidad y sí, algunos de ellos pueden calificarse de manipuladores natos, pero la gran mayoría solo aspiran a sobrevivir (algunos son hijos de periodistas y no tienen ese problema, solo están enchufados por papá). También hay que reseñar que entre los periodistas una parte significativa son incapaces de manipular a sabiendas porque son unos lerdos, con seguir el discurso oficial, y sentirse modernos o valientes, tienen suficiente.
Se podría pensar que una simplificación del mundo resulta fantástica para manipular al personal, pero uno sostiene que no es más que un ejercicio intencionado de que la gente se olvide de que tiene capacidad para pensar, para analizar por sus propios medios, pudiendo llegar en muchos casos a la misma percepción sobre un acontecimiento o personaje, pero con muchos más datos.
Veamos un ejemplo. Para llegar a la conclusión de que Franco era un dictador, que solo ansiaba el poder a costa de lo que sea, no hace falta recurrir al recurso de dar la matraca día y noche, como hacen algunos medios. Basta conocer la historia. Un tipo que envía una carta al Gobierno del Frente Popular avisando del descontento de los militares y poniéndose a su servicio para mejorar la situación, siempre que le recompensen con un cargo; un tipo que viaja de Canarias a Tánger (finalmente aterriza en Tetuán) para ponerse al mando de las tropas sublevadas en Marruecos, vestido de civil y con el bigote afeitado (en este episodio destaca que vacila ni un segundo a la hora de permitir que sus tropas fusilen a su primo, militar como él, que intenta impedir que los regulares sublevados tomen el aeropuerto de Tetuán antes de la llegada del ferrolano para asumir el mando de las tropas golpistas) o que cuando ya ve que sus aliados fascistas van a perder la guerra manda una carta, otra, a Gran Bretaña, ofreciéndose como mediador para conseguir la paz, dice mucho de la catadura moral del personaje. Los hechos resultan el mejor antídoto para describir las situaciones.
Como escribí al principio, una de mis virtudes es la capacidad de rectificar, de ser consciente que algo no ha sido realizado o pensado de manera correcta y tratar de enmendarlo. Sin embargo, en esos mismos medios de comunicación (que no de información) no aparece esa capacidad de enmienda. Los mass media y sus más afamados representantes no dudan en lanzar falsedades o medias verdades y/u opiniones que tiempo después, no mucho tiempo después en algún caso, son desmentidas por el paso del tiempo, resulta extrañísimo que algún preboste de los medios se desdiga y, cuando lo hacen, por lo general suelen aportar alguna excusa, absurda, o intentan enfangar a los de la acera de enfrente. 
Escuchaba hace no mucho a unos periodistas jóvenes alabar "al maestro Iñaki", ese tipo que en las últimas décadas ha estado siempre al sol que más calienta, cambiando de chaqueta cuando ha sido conveniente, y pensaba: "Siendo este el modelo de periodismo que tenéis mejor que digáis que aspiráis a vivir de ese oficio a costa de lo que sea, entre otras cosas de la verdad". 
Por cierto, antes de concluir me gustaría acabar desmontando otra falacia: leer no es la panacea de nada. Hace un siglo, donde el analfabetismo, al menos en este país, era inmenso, la lectura sí podía conducir a otro nivel de conocimiento. En la actualidad no tiene por qué. Lo que conduce a salir de la ignorancia es la necesidad de conocer, de explicar el por qué de las cosas. La gran mayoría de lo que los lectores consumen resultan ser novelas y, lo siento, pero una novela no te hace ni más sagaz, tal vez sí descubriendo criminales en los libros, ni más inteligente. No, leer, per se, no te distingue de los que no leen. Lo que distingue es el ansia de conocer. El negocio de lo que rodea a los libros, como el de otros apartados de lo que pomposamente se llama Cultura, tiene en las novelas de entreteniendo su principal fuente de ingresos. No suele haber promociones multitudinarias de autores de ensayos para apoyar su libro. De nuevo, la misma idea. No conviene que el personal piense mucho.
Creo que, por hoy, resulta suficiente con todo lo escrito hasta aquí.
Un saludo.

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