"A aquellos que han apagado los ojos del pueblo,
reprochadles su ceguera".
John Milton
Resulta curioso, incluso sorprendente, escuchar a analistas (sea eso lo que fuere), políticos vendiendo medidas y demás recua de personajes de la farándula de la opinión y la solución fácil, haciendo análisis y proponiendo medidas regeneradoras de la moral y la convivencia. Veamos de qué hablo.
Antes de ayer escuchaba en una emisora de radio a un fulano, fino y experto analista, hablando de todo lo positivo que, según él, había traído el fin del siglo XX y de todo lo negativo que había ocurrido en este siglo, fruto de la crisis. Entre lo positivo, para él, figuraba la caída del bloque soviético, nido de represión, y , por ende, el triunfo de las democracias occidentales (imagino que el fulano no se fijaría mucho en África, por ejemplo). Entre lo negativo destacaba la crisis, que iba a marcar a toda una generación para siempre. Independientemente de la estupidez de marcar a toda una generación (Ana Patricia Botín, la hija de Amancio Ortega o los hijos de Aznar no tendrán graves problemas para llegar a fin de mes), resulta curioso que, en ningún caso, se hable de la "crisis" como el efecto de las políticas neoliberales llevadas a cabo por esas democracias occidentales, que tan estupendas le parecen al fenómeno.
Por supuesto, entre lo malo del siglo XXI citaba a los populismos de extrema derecha, que, aunque él no lo dijo, en ciertos casos: Hungría, Brasil, VOX... lo que hacen es ahondar en ese neoliberalismo. El programa de VOX en ese sentido es escalofriante (no olvidemos que Abascal es uno de los cachorros de Esperanza Aguirre). Y, aunque los medios progres hablen de otras historias, el verdadero problema es el programa ultraneoliberal de VOX, que podía tener consecuencias para los trabajadores que se asemejasen a, por ejemplo, la denominada Ley de Esclavitud, aprobada por el gobierno húngaro de Orban. Si esto ocurriese, que no se preocupen los progres feministas, que hombres y mujeres íbamos a igualarnos, perdiendo todos los derechos conquistados durante más de un siglo.
Volviendo al fulano del programa de fin de semana de Onda Cero, a este tipo no parecían importarle muchos los orígenes de que esa generación pudiera perderse o el hecho de que las opciones de extrema derecha incidieran en una fórmula neoliberal, ya demostrada ineficaz en países como Argentina o Brasil, bajo sendas dictaduras militares.
Lo mismo ocurre con periodistas de la corriente progresista (no confundir con la izquierda), que viven en un mundo extraño donde la ósmosis con el mundo real parece un imposible. Veamos un ejemplo.
Hace unos meses Isaac Rosa, dentro de los periodistas progres uno de los más sensatos, defendía en Twitter que el Partido Popular se iba a dar un batacazo electoral con sus políticas contra la inmigración. Cuando le respondí que no pisaba mucho los barrios, me dijo que vivía en un barrio y que él no veía ese ambiente por ningún lado. Mi respuesta: debemos vivir en barrios diferentes. Poco tiempo después surge con fuerza VOX. Lo reconozco, puse un tuit en mi TL con su nick, recordándole lo hablado y no contestó.
Uno, pensando, pensando, se dio cuenta que tal vez el problema no sea donde se viva, sino a quién se escucha y cuál es el grado de permeabilidad con la realidad. Si te rodeas de los que opinan como tú, el mundo será así. Si pones las orejas y escuchas en la calle, en el trabajo, en los medios con los que no tienes afinidad ideológica, sucede que el mundo es mucho más complejo y poliédrico.
Por cierto, no hace falta ser muy listo para saber que si un partido hace una apuesta rompedora es porque existe/n un/os estudio/s previo/s que indican que allí se pueden pescar votos.
Ya hemos hablado de analistas, periodistas y ahora vamos a por algún político.
Escuchaba, también en la radio, que en la comunidad autónoma donde vivo, gobernada por el PSOE, se iban a dar ayudas para el alquiler y la compra de viviendas a jóvenes. Lo que me dejó patidifuso. Un partido progresista que, en vez de crear un parque de viviendas (no vamos a hablar ya de expropiar aquellas que no se usan por sus dueños, porque me pueden llamar revolucionario), construidas con el dinero de todos y amortizadas en su mayor parte o en su totalidad, mediante el pago de una hipoteca o el alquiler de un ciudadano, propone dar el dinero de todos a los jóvenes para que lo destinen a pagar parte de su alquiler a un tipo o un fondo buitre o a pagar el piso a un constructor. En otras palabras, en vez de buscar que los ciudadanos tengan una vivienda con un coste cero para el resto de ciudadanos, dan nuestro dinero para que se lucren otras personas. ¡Con dos cojones! Y encima la política de turno se vanagloriaba de ello. ¡Oiga, regale usted su dinero! El nuestro lo administra para que revierta en todos de la mejor forma posible.
Por supuesto, a raíz de todas estos acontecimientos luctuosos se ha puesto de moda reivindicar el feminismo, no la igualdad y se habla del heteropatriarcado, como generador de todos los males de este mundo y de Marte.
Uno, que considera que en los países islámicos, lugares como la India o en ciertos lugares de Hispanoamérica el machismo es una seña de identidad (curiosamente las culturas que defienden los adefesios intelectuales que defienden el heteropatriarcado, incluido el estómago agradecido de Eduardo Garzón) tiene claro que en Occidente las mujeres mandan y han mandado en las últimas décadas. De hecho, dos de las grandes impulsoras internacionales de este neoliberalismo salvaje que nos empobrece material y moralmente son mujeres: Margaret Thatcher y Ayn Rand. Por no hablar de personajes patrios como Esperanza Aguirre y la recién condenada por el Tribunal de Cuentas, Ana Botella.
De nuevo, distracciones, fuegos de artificio para intentar ocultar la realidad.
He puesto estos cuatro ejemplos para ilustrar lo que deseo plantear en esta entrada. Existe gente, encantada de conocerse o de tener un cargo o de pertenecer a un colectivo, que lejos de intentar comprender los problemas en toda su amplitud, consideran el mundo un lugar de buenos y malos, sin matices intermedios (lo que resulta muy cómodo, porque ellos siempre se encuentran entre los buenos) y sin analizar otras cuestiones de la realidad. Luego, como a Isaac Rosa, te pilla el toro y no comprendes lo que pasa. Luego, como a ciertos colectivos, que han conseguido legalmente la igualdad y, a pesar de todo siguen dando la turra, reclamando un mundo perfecto para ellos y sus ideas (que se lo digan a los que están esperando a las puertas de Cruz Roja o Cáritas) y llevándose dinero a espuertas en forma de subvenciones, les sorprende que aparezca la extrema derecha (muchos de ellos llamaban hace un año extrema derecha al Partido Popular) y quiera cargarse los logros, la igualdad de derechos, que muchos ciudadanos, la mayoría, consideramos justos. Luego, los analistas parapetados tras los muros de la universidad, se llevan las manos a la cabeza con el retroceso de derechos. Luego, los que dicen representar a colectivos que hace tiempo han conseguido, con toda justicia, igualdad de derechos, se llevan las manos a la cabeza cuando la gente se harte de su llanto continuo y de que se les dé dinero público con cualquier excusa. Luego, los políticos, no comprenden que la gente no les vote, cuando lo que hacen es proporcionar parches a los jóvenes, cuando los proporcionan, para que vayan tirando, si no tienen que vivir de sus padres.
He escuchado un par de veces en lo que va de año, que durante el mismo se espera una nueva crisis (por suerte lo han dicho economistas y finos analistas, que no suelen tener un gran nivel de acierto en sus predicciones, casi las misma que Sandro Rey). De ser ciertos estos augurios, veremos que excusa se inventan unos y otros para no abordar los problemas reales de la gente.
Un saludo.
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