viernes, 29 de abril de 2011

AQUÍ NO HAY ORGANIZACIÓN...

Parece ser que una de las claves para salir de la crisis en que vivimos inmersos en este país, al menos eso nos repiten de manera incesante y sin desmayo los de siempre, consiste en mejorar la productividad de los trabajadores. Como se puede observar la carga de la prueba, en este caso de la culpa, recae en los de siempre, los trabajadores (si uno tuviera que hacer una definición para el Idiotario, esa sección que de vez en cuando practico, de trabajador español, al menos tal cual lo entienden los neoliberales, bastaría con escribir: lelo, falto de iniciativo, apesebrado). Sí, señoras y señoras, el trabajador español, culmen de la holgazanería y de la ineptitud, que sólo quiere cobrar por su trabajo y disfrutar puentes, no es productivo. Al menos esa moto nos quieren vender.
Casualmente, si uno observa las estadísticas, por ejemplo de las industrias automovilísticas que tienen factorías en España, observará que las plantas de producción instaladas en este país están situadas, en líneas generales, entre las más productivas de cada una de las marcas. ¡No puede ser! Los trabajadores de este país no son productivos. ¿O sí? O, a lo mejor, la falta de productividad es debida a aspectos como la falta de preparación de muchos empresarios, no de todos, ni mucho menos, para gestionar una empresa, aunque sea la suya.
Hace unos días, asomaba por los medios de comunicación una noticia aclaratoria al respecto: los españoles somos los trabajadores que más horas al año pasamos en nuestras empresas de toda Europa, y los cuartos del mundo, siendo nuestra productividad bajísima, a pesar de la cantidad de tiempo que permanecesmos en el trabajo, o precisamente por eso. La extraña teoría que defiende que a mayor número de horas en el trabajo mejor, más trabajo realizado, tan en boga en nuestro país, se demuestra falsa, a los datos nos remitimos (a no ser que trabajes en una cadena, que tu trabajo por minuto está tasado de antemano, pero, precisamente, no es en estos centros de trabajo donde la gente suele permanecer doce horas al día).
¿De dónde parte esa teoría? ¿Quién es el genio que impulsó dicho razonamiento? No lo sé con exactitud, pero lo que parece meridianamente claro es que muchos jefes defienden esta forma de entender el trabajo, aunque reconozco que he conocido a trabajadores que también la defienden, casualmente no suelen ser los más diligentes. ¿Por qué lo defienden? Tal vez, sólo tal vez, por poseer una concepción equívoca y equivocada de lo que es el trabajo por cuenta ajena. El trabajo por cuenta ajena, al menos para mi, consiste en lo siguiente: un empresario, una administración o quien fuere, te contrata para realizar una actividad. La realización o ejecución de dicha actividad, en su defecto el resultado final del trabajo, debe ser buena o muy buena, si no te despiden, a no ser que seas un enchufado. Una vez realizada dicha actividad, lo normal es que la gente se vaya a su casa, pues, lo lógico sería que cuando cumplieras con tu cometido, por aquello por lo que te pagan, no fuera necesario permanecer en un lugar en él que no vas a hacer nada que beneficie a la empresa, ni tú vas a obtener nada positivo. Se pueden añadir matizaciones como el tiempo mínimo de permanencia en el trabajo semanal y algún otro aspecto, pero, en líneas generales, lo que he expuesto es la base de cualquier trabajo. Fijémonos en una cosa, el trabajador, a no ser que tenga un cargo directivo o de planificación, tiene como función exclusiva sacar adelante unas tareas encomendadas, que se han de realizar en un máximo de tiempo. El currito de a pie no tiene como función planificar la cantidad de trabajo que debe realizar por día, eso es responsabilidad de los que mandan. Imaginemos que la obrera Mariana o el oficinista Petronilo deben realizar una labor x, con un límite temporal de 8 horas. Imaginemos que Mariana o Petronilo realizan correctamente su labor en seis horas (cosa que puede ocurrir). ¿Quién está currando mal? Mariana, Petronilo o él que ha diseñado el trabajo. Tal vez, antes de hablar de trabajar mal, debería introducir una variable: se quedan o no Mariana o Petronilo otras dos horas en el trabajo. Si la respuesta en no, no permanecen en su puesto de trabajo, aunque de alguna manera deban "devolver" ese tiempo a la empresa, no se está perdiendo el tiempo. El diseño del trabajo es efectivo. Sin embargo, si Mariana y Petronilo han de amarrarse dos horas más al trabajo, si no alguna más, pues si les obligan a permanecer ciento veinte minutos para no hacer nada, existe un cierto riesgo de que les hagan quedarse más tiempo para figurar, ¿quiénes son los no productivos? Nuestros trabajadores o los empresarios o directivos que les obligan a perder su tiempo, cuando, es posible, que esas dos horas se necesiten más adelante por parte de la empresa. 
El ejemplo que he puesto puede parecer exagerado, especialmente cuando nos referimos a cierto tipos de empresas, donde el trabajo se tasa de antemano y debe existir una producción x en un tiempo determinado, aquí podemos incluir la construcción, las cadenas de montaje, embalaje..., sin embargo en muchos trabajos, especialmente aquellos en los que el rendimiento es más difícil de valorar, la permanencia en el trabajo es considerada una virtud, aunque realmente sea una pérdida de tiempo, y por ende de tiempo vital del trabajador y, lo más curioso, una pérdida de dinero por parte del empresario o directivo, que siempre tendrá la excusa perfecta de culpar a los trabajadores, aplaudida a rabiar por los neoliberales, mostrando una vez más su estupidez y su falta de conocimiento de la realidad, esa que intenta amoldar a sus ideas, no dan para más. Sin embargo, no comprenderán que un trabajador medianamente motivado es infinitamente más productivo (no hace falta ser un genio de la psiología para comprenderlo). No comprenderán que cuando existe una cierta flexibilidad, midiendo el cumplimiento de objetivos, no el tiempo que el trabajador pasa en el centro de trabajo, se consigue que el trabajador se encuentre mejor, más valorado y más motivado. Entre otras cosas porque tiene claro cuales son los objetivos en el trabajo, pasar tiempo en un lugar para hacer bulto no es un objetivo, es un castigo, especialmente si la persona no se siente motivada por su trabajo. Los objetivos en el trabajo, puntualizando lo anterior, deben ser sacar adelante, en el menor tiempo posible y de manera eficiente, las tareas encomedandas. Lo demás, guste o no a muchos figurantes y empresarios dictactoriales, es perder el tiempo del trabajador, que nunca más podrá recuperar, y palmar dinero por parte de la empresa, que paga al trabajador por no hacer nada.
Uno, que sostiene desde hace tiempo que el mejor lema que existe es: trabajar para vivir y no vivir para trabajar (al menos hasta que me toque la Primitiva, que pasaré de lemas), lleva años defendiendo que el tiempo en el trabajo es para trabajar, para divagar sobre temas varios existen los bares, los paseos o las casas y no siempre los compañeros de trabajo son los más adecuados para divagar sobre aspectos nimios o importantes de la vida.
Me gustaría continuar la entrada plasmando negro sobre blanco lo que escuché, grosso modo, hace dos o tres días, en una entrevista emitida en RNE, creo que era RNE, a una directiva de Microsoft España. Con todas las cautelas, pues era información de parte, la de la empresa, defendían la flexibilidad laboral, el trabajo por objetivos (vete tú a saber cuales son los objetivos que impone la empresa, pueden ser leoninos), con incentivos en función de la consecución de los mismos y, como guinda del pastel, presentaban un dato demoledor: el 47% de sus directivos eran mujeres, parece que con la citada flexibilidad se  podía conciliar mejor la vida familiar y laboral. Flexibilidad en el horario, trabajo por objetivos, satisfación personal... Parece que si pensamos en la satisfación del trabajador las cosas pueden funcionar igual de bien, o mucho mejor. Parece que el enemigo no es el trabajador, es la incapacidad de muchos jefes y directivos a la hora de planificar el trabajo.
El modelo de exprimir a los trabajadores para obtener mayores beneficios se muestra ineficaz, a pesar de lo que piensen los necios neoliberales, prueba de ello la tenemos en la siguiente iniciativa que, parece ser (con Sarkozy, mucho hablo poco hago, nunca se sabe cuando dará un paso atrás), va a aprobar el gobierno francés: las empresas de más de 50 trabajadores que aumenten el reparto de dividendos entres sus accionistas, deberán repartir parte de sus ganancias entre los trabajadores de las mismas.


http://www.elpais.com/articulo/economia/Francia/impone/empresas/dividendos/primar/empleados/elpepueco/20110422elpepueco_1/Tes

Un saludo.

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