viernes, 18 de septiembre de 2020

COSAS DE HOY

Tras la calamitosa gestión de la pandemia en nuestro país solo queda felicitarnos por la recua de inútiles a la que hemos aupado al poder con nuestros votos. Los mismos cretinos que pedían que el estado de alarma decayese, para poder gestionar ellos la crisis, ahora piden que el Gobierno de España les eche una mano. Los mismos errores que cometió el Gobierno de España han sido reproducidos por ineptos que encabezan su reino de taifas.


Curiosamente los lugares donde mayor incidencia de coronavirus hay en Madrid es la zona donde porcentualmente, vive en mayor parte la gente trabajadora con menos medios. Sí, esos que tienen que coger los transportes públicos abarrotados, que viven en casas pequeñas y, en muchos casos, con bastantes ocupantes. La enfermedad sí entiende de clases, pero queda mejor culpar al inexistente ocio nocturno, a cuatro jóvenes descerebrados (que, por lo visto en los medios, actúan igual en todos los países), al tabaco y a las putas. Los contagios siguen desbocados, a pesar de todas las medidas tomadas contra los que no se pueden defender y están mal vistos. Se les ha olvidado culpar a los okupas.


En uno de los países con mayor porcentaje de afectados por COVID-19 los ciudadanos piden que en los centros educativos no se produzcan contagios. En efecto, los docentes tienen un aura especial que consigue acabar con el virus, y los políticos han determinado con precisión qué hacer para que todo vaya de rechupete. Tal vez deberíamos ser menos infantiles y tener claro que los centros educativos son lugares con muchas posibilidades de transmitir la enfermedad, a pesar de las medidas que se tomen, pero, a pesar de ello, las clases se tienen que retomar, porque, hasta que se vuelva a confinar el país o una comunidad autónoma, la vida debe seguir. Por cierto, como docente, comentar que la administración para la que trabajo me ha proporcionado una mascarilla hasta la fecha. ¡Gracias por preocuparse tanto por nuestra salud, Junta de Extremadura!


Tal vez el mayor problema que nos encontramos en estos días sea la falta de una atención primaria eficaz. Debemos felicitar a socialistos y peperos por su empeño simpar a la hora de acabar con la Sanidad Pública, en especial con la atención primaria. Muchos años de doctrina neoliberal ha llevado a que lo fundamental, lo que menos viste, se haya casi desmantelado, con la connivencia de gran parte de la ciudadanía que callaba y votaba a esa panda de cretinos. 


Imagino que el lector conocerá a alguien que eche pestes de los funcionarios y su eficacia. Tengo para mí que muchos de esos son los que ahora piden más funcionarios sanitarios para mejorar la atención primaria y en hospitales. Tal vez convenga sacar un aprendizaje de todo esto: cuando vienen mal dadas lo único que funciona es lo Público, lo de todos.


A raíz de cuestiones como la anterior uno se cuestiona en qué se invierte el dinero público. Deberíamos vigilar muy, muy bien en que se gasta cada céntimo por parte de las administraciones y su verdadera utilidad. Las etiquetas como emprendimiento, feminismo, LGTBI, ecologismo, cultura... no deberían ser un salvoconducto automático para recibir dinero. Se deben presentar proyectos, con objetivos y una utilidad claro y valorar su grado de consecución a posteriori, para saber si ese dinero está bien invertido y, de no ser así, si el dinero debe ser devuelto y/o si se debe obviar la financiación de cierto tipo de proyectos en un futuro. Si fuésemos conscientes de cómo se desperdicia el dinero público (y no hablo solo de robos y trapicheos de partidos y afines) nos llevaríamos las manos a la cabeza.


Esta situación nos ha demostrado que los verdaderos dueños del capital somos los consumidores, si no consumimos el sistema neoliberal colapsa. Lo triste de este asunto es que los adalides de este absurdo sistema, basado en la ganancia rápida y en la acumulación de capital en pocas manos, cuando comprueban que no funciona, no tienen ningún remilgo en exigir a las administraciones que inviertan paladas de dinero público, el de todos, para que su sistema funcione. El virus ha servido, una vez más, para desenmascarar a esa panda de cretinos.


No me gustaría concluir sin reseñar la facilidad con la que hemos conseguido adaptarnos a la situación, o las distintas situaciones, todos nosotros. Esta capacidad de adaptación, la que nos permitió establecernos en cualquier rincón del planeta, para no abandonarnos ni en este mundo tecnificado y un poco deshumanizado.








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