domingo, 23 de febrero de 2025

CARTA DE SÍSIFO

¡Querido Alberto, espero que te encuentres bien!
Escribo esta líneas en respuesta a tu carta, por la que me enteré de las felices nuevas que han acontecido en estos últimos tiempos en tu vida, cosa que sólo puede alegrarme. 
Preguntabas en esa misma misiva cómo me encontraba. En primer lugar agradecer tu interés, que sé sincero.
Sobre aquello que me preguntas va a resultar difícil en unas pocas líneas explicar todo aquello que ha ocurrido desde la última vez que tuviste noticias mías. 
En líneas generales, lo trascendente no ha variado mucho en estos últimos meses. Sigo con la sensación de seguir anclado donde no quiero y, tal vez, no debo estar. No puedo hacer mucho al respecto, porque,  como bien sabes, resulta harto complicado mudarme a otro lugar más cercano a mis intereses y necesidades. La mentira no solo tiene consecuencias morales, también económicas y durante un número considerable de años no he  podido disponer de todo aquello que me correspondía. 
Como ya te informé está situación ha mudado, la constancia tiene su premio, trayendo aparejado algo que creo no haberte contado: durante años una  tremenda tristeza, tal vez pueda llamarse pena, me corroía. Este pesar, este dolor se esfumó de manera automática en el  preciso momento en que la infamia se tornó en justicia. Ahora, tras muchos años, no resulta necesario escarbar en el cieno del dolor para vivir el día a día con una sonrisa en la cara. 
Algún bienintencionado moralista se atrevería a decir que esta experiencia me ha hecho más fuerte. Error. Esta experiencia ha conseguido que vuelva a sentir felicidad y que desprecie con todas mis fuerzas a los imbéciles dogmáticos, sea cual sea su excusa y condición. 
Echando la vista atrás, considero que durante todos estos años era un émulo de Sísifo, pero a diferencia de él y no empujaba nada, solo arrastraba una tristeza que renacía cada día. Por suerte, todo se desvaneció como el invierno en el nacimiento de la primavera. 
Me preguntas sobre mi corazón. No sé lo que opinará mi médico, pero creo que su salud puede considerarse buena. Aunque, imagino, que te refieres a mi vida sentimental. 
Mi vida sentimental, ese gran misterio. Si dijera que en los últimos tiempos se puede resumir en algo tan brutal como: "Yo no te amo, pero...", daría una visión cierta, pero incompleta de lo que ha ocurrido en este período.
Como escribí con anterioridad, querido Alberto, la tristeza se ha esfumado, lo que, a priori, debería tender puentes para encontrar ese complemento de mi vida, que diría la canción, pero nada. En el fondo solo anhelo desayunar con alguien un domingo y sentir que quieres que esa persona siga ahí el lunes, pero, por el momento, lo único que han aportado los desayunos de la mañana han sido despedidas, más o menos diferidas, que no me han causado excesivo pesar. 
Esta mañana realicé una pequeña excursión sin destino fijo y el camino, el coche, se llenó de recuerdos, asociados a algunos nombres. De esos nombres sólo añoré, en cierta medida, uno,  pero poseo la certeza de que hoy no sería feliz con ella. Es más, creo que tiene pareja en este momento y solo deseo que sea feliz. 
Sabes, pensé que Sísifo me había abandonado para siempre en marzo del año pasado, pero no, aunque con un ritmo diferente, parece que estoy condenado a repetir que no estoy enamorado en diferentes ocasiones y a personas distintas. No mentir, evitando estirar la situación con promesas vacuas, no mitiga el dolor de la persona que no se siente correspondida, pero, al menos, una vez finalizado el tiempo en que ellas consideran que tú te enamorarás también, todo fluye como debe para evitar introducirse en una espiral de mentiras y dolor.
Tal vez, caro Alberto, pienses que estas vivencias carezcan de un mínimo de ética y se fundamenten en un hedonismo desmedido. Desde mi perspectiva resulta errónea esa apreciación, pues los momentos vividos son para ambos resultan intensos, divertidos y en algunos momentos, mágicos. 
Sabes, siento que envejezco demasiado y no encuentro con quién desayunar los domingos por la mañana y los lunes y los martes y los miércoles... y que el tiempo se agota, tan lenta como inexorablemente. 
Por supuesto, estos pensamientos no me van a empujar a tomar decisiones que mi corazón no avalen. Me mentiría a mí y a la otra persona y no parece un buen punto de partida para establecer algo bello. Tengo la impresión de que todo en mi vida va basculando hacia el lugar correcto, excepto aquello por lo que me preguntaste. 
Espero no haberte aburrido con mi disertación y que cuando recibas estos párrafos todo te vaya tan bien como hasta ahora.
A la espera de respuesta, atentamente tu amigo:

Juan Morín, alías Sísifo



No hay comentarios: