Por motivos personales que no vienen al caso, la ciudad de Zamora ha vuelto a aparecer con tremenda fuerza en mi vida. Si la primera vez fue asociado a un período de transición, que pudo haberse constituido en una constante, esta segunda vez se erige en solución de cuestiones que durante décadas llevan minando la vida de varias personas muy cercanas y que, por mor de esa cercanía, me afecta de manera directa.
Como todo parece encauzarse hacia un final esperanzador me he permitido utilizar la entrada de hoy para rendir cumplido homenaje a la ciudad limitada hasta hace bien poco por el corte certero del Duero sobre una loma abrupta, a la ciudad del traidor Bellido Dolfos o de doña Urraca. A Zamora.
Catedral de Zamora desde el otro lado del Duero. |
Las fastuosas arquivoltas de la no menos fastuosa Iglesia de la Magdalena |
Dentro de la Iglesia de la Magdalena podemos encontrar este maravilloso sepulcro con clara influencia bizantina. |
Aún no siendo la más espectacular, ni mucho menos, Santiago el Viejo, fuera del casco de la ciudad, me trae excelentes recuerdos envueltos en frío e ilusión de algo totalmente nuevo. |
Santa María la Nueva, de la cual contemplamos el ábside y no deja intuir las tres naves que la conforman es una auténtica joya románica, como todo lo visto hasta ahora. |
Entre la arquitectura civil destaca el Palacio del Cordón, de principios del siglo XVI. |
Hermosa ventana perteneciente al Palacio del Cordón. |
Si el Parador de Turismo no llama especialmente la atención, al menos visto desde fuera, merece la pena entrar en él, aunque sea para tomar un café. El bellísimo interior sorprenderá al visitante. |
La Fundación Rei Alfonso Henriques es un guiño a la modernidad y a la colaboración tranfronteriza. |
2 comentarios:
Es curioso que hasta en esto coincidamos. Varios años de mi vida (para ser exactos toda mi adolescencia) los perdí entre cuatro muros en Zamora. Al leer la entrada no he podido evitar la añoranza de los tiempos perdidos.
Saludos y un abrazo.
Ayer, en mi ciudad de origen, visité la estación de trenes y leí los sitios a los que podía ir y sabía que no iría en un cierto tiempo y entonces yo también añoré algo que sabía que nunca tendré: la libertad.
Un saludo.
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