Una vez analizados algunas, repito, algunas, de las cuestiones que nos han llevado aquí, no pretendo extenderme en asuntos tratados con anterioridad en otras entradas, y si centrarme en mi perspectiva, equivocada o no, sobre el asunto.
Es bien cierto que un parte significativa de los ciudadanos que han votado han elegido como representantes suyos a miembros del Partido Popular, alcanzando una mayoría absoluta en el Congreso que le deja las manos libres a Mariano Rajoy para tomar aquellas medidas que considere necesarias para "solucionar" los problemas que tenemos, que realmente se reducen a dos o a uno, según se mire: la falta de crédito y el paro. Las agencias de calificación y la Merkel ya le han dado una palmadita en el lomo al gallego para que tome las "medidas necesarias", es decir, recortes presupuestarios y de derechos que "favorezcan la economía" y el futuro presidente, muy probablemente, seguirá los dictados de sus "mentores" foráneos. Y ante ésto, ¿qué debemos hacer? ¿Callar porque ha obtenido mayoría absoluta? ¿Conformarnos, para que no nos quiten más? o ¿Echar la culpa de lo que nos pasa a los funcionarios o a los inmigrantes?
Hombre, lo de callar o cargar el mochuelo a otros, posiblemente los menos culpables de todo el tinglado, parece de cobardes. Entiendo que cierta gente no se podrá permitir el lujo de hacer huelgas, pero si podrá ir a sentadas, manifestaciones o firmar manifiestos. Todos y cada uno de nosotros somos responsables de lo que ocurra de aquí en adelante. Apuntarnos, de una u otra manera, a las diferentes movilizaciones contra los recortes, como ya hemos hecho con el PSOE, debe ser una forma de manifestar nuestro descontento. En un principio es normal que los ciudadanos esperen resultados del partido ganador, pero si éstos no llegan pronto las cañas tornarán lanzas y la cosa no está para muchas alegrías. Mucha gente está agotando, o ha agotado, su prestación por desempleo y la cosa no pinta bien en absoluto para todos ellos y los recortes venideros no parecen augurar que el porvenir de una buena parte de esas personas sea nada halagüeño. No se trata de revoluciones ni nada por el estilo. El objetivo es tomar la calle y reivindicar lo nuestro.
Posiblemente algunos lectores consideren que soy un botarate con ansias revolucionarias, puede que tengan razón, pero desde hace mucho no creo en revoluciones y sí en acciones continuadas que cambien las cosas, mediante la presión ciudadana (en el fondo, aunque ahora parezca lo contrario y estén haciéndonos ver que no contamos muchos, los políticos temen que la gente se eche a la calle, les atosiguen con sus demandas y les recuerden que están arriba para cumplir con los ciudadanos. De hecho ante el 15-M, en un principio, los partidos no supieron como responder).
Si alguien cree que la gente no se hecha a la calle no tiene más que ver a los docentes de varias comunidades autónomas, a los trabajadores de la sanidad catalana, a estudiantes, a asociaciones de madres y padres, a organizaciones contra los desahucios, al movimiento 15-M... Tal vez el problema sea una cierta desunión, pues cada uno defiende lo suyo, pero, como en el caso de la educación en Madrid, donde sí que se han unido diversos sectores, las acciones están incomodando a Esperanza Aguirre y, especialmente, a su Consejera de Educación, la Figar.
Los sindicatos, una vez más descolocados, deben ocupar su verdadero lugar, la defensa de los derechos de los trabajadores, pero esa cuestión llevará tiempo, pues la somnolencia, que arrastran desde hace años, debe ir desapareciendo progresivamente, ganándose así el respeto de los trabajadores y su adhesión; mínima en este momento por su compadreo con el gobierno saliente.
Todos debemos reivindicar lo nuestro si queremos conseguir algo. En ese sentido, aunque pueda parecer extraño, podríamos aprender de la Guardia Civil. Un cuerpo militar, jerarquizado y tremendamente anquilosado vio nacer en su seno un sindicato que fue cobrando fuerza, a pesar de la represión interna (inherente a la organización) y, progresivamente, ha ido conquistado derechos para sus afiliados mediante acciones constantes, que han tocado los cojones a las autoridades. Autoridades que han ido cediendo poco a poco sobre ciertas cuestiones. Tal vez en ese sentido, guste más o menos, son un ejemplo sobre como plantear las cosas. Acciones continuas, no necesariamente estruendosas, sirven para hacer saber al político de turno con quien se juegan los cuartos y que siempre les/nos tendrán enfrente.
Existe la posibilidad de que alguien alegue que hay que dejar gobernar al P.P. un tiempo prudencial. Efectivamente, hay que dejar que gobiernen y que saquen adelante sus medidas. Igualmente, cuando estas medidas atenten contras los intereses generales, los ciudadanos tenemos el pleno derecho de hacerlo notar, manifestando nuestro malestar e intentando modificar las intenciones del Gobierno.
Por cierto, por si alguien tiene la intención de demonizar el uso de la calle, la huelga, las proposiciones de ley mediante recogida de firmas, la denuncia ante los tribunales de determinadas leyes... Antes de demonizar la utilización de estas fórmulas que se acuerden de que no hace mucho tiempo había miles de personas en el centro de Madrid manifestándose contras medidas del gobierno del PSOE, bien en nombre de las victimas del terrorismo o de no se sabe que historias, pues en una misma manifestación se pedían cosas variopintas, igualmente cabe recordar como la ley que permite el matrimonio entre personas homosexuales está recurrida en el Tribunal Constitucional. Lo que demuestra que estas herramientas de protesta no son potestad de nadie y todo el mundo las utiliza para defender sus legítimos intereses.
Me gustaría hacer una reflexión final. Esta batalla no se ganará, ni se perderá, en diciembre ni en enero ni en febrero. Tampoco se ganará o se perderá en España. Si esto sigue así quedan dos o tres años duros, hasta que las urnas, u otro proceso igualmente legítimo, se lleve a tomar por saco a todos estos neoliberales europeos, especialmente, y los que les sucedan aprendan la lección. El sistema está podrido y las soluciones que se proponen ahora sólo sirven para hacerlo agonizar más tiempo.
Vendrá gente que intente hacer cosas nuevas y que, posiblemente, tampoco den con la solución, pero al menos habrán reconocido lo que dijo Trichet (nada sospechoso de ser un rojo peligroso) cuando se despidió: esto es una crisis sistémica y, añado yo, con ligeros retoques el sistema no va a seguir funcionando, porque está carcomido por dentro, lo único que generará será el sufrimiento de mucha gente que sólo aspira a tener una vida medianamente digna.
Un saludo.
P.D.: A uno le parece que la subida de U.P. y D. es una de las peores noticias para el P.P. a medio y largo plazo, porque, además de robar votos al P.S.O.E., puede, igualmente, quitar votos al P.P. cuando éste genere desencanto entre los votantes. Este dato es importante, pues hasta ahora no había un partido que pudiera recibir con "naturalidad" los votos desencantados del P.P.
P.D.2: Probablemente se acerquen tiempos duros para la mayoría si el partido vencedor de las elecciones escucha con atención los cantos de sirena de Merkel y los mercados; pero que nadie piense que los especuladores, los mercados, no van a hincar el diente a la Deuda Pública española o donde pudieren porque Rajoy siga los dictados de unos y otros. Y mucho menos que nadie piense que la Merkel se va a poner del lado español cuando esto ocurra. En esta barca viajamos sólos, pero rodeados de tiburones que están esperando alimentarse con lo que caiga o con lo que asome. Que nadie lo olvide.
Es bien cierto que un parte significativa de los ciudadanos que han votado han elegido como representantes suyos a miembros del Partido Popular, alcanzando una mayoría absoluta en el Congreso que le deja las manos libres a Mariano Rajoy para tomar aquellas medidas que considere necesarias para "solucionar" los problemas que tenemos, que realmente se reducen a dos o a uno, según se mire: la falta de crédito y el paro. Las agencias de calificación y la Merkel ya le han dado una palmadita en el lomo al gallego para que tome las "medidas necesarias", es decir, recortes presupuestarios y de derechos que "favorezcan la economía" y el futuro presidente, muy probablemente, seguirá los dictados de sus "mentores" foráneos. Y ante ésto, ¿qué debemos hacer? ¿Callar porque ha obtenido mayoría absoluta? ¿Conformarnos, para que no nos quiten más? o ¿Echar la culpa de lo que nos pasa a los funcionarios o a los inmigrantes?
Hombre, lo de callar o cargar el mochuelo a otros, posiblemente los menos culpables de todo el tinglado, parece de cobardes. Entiendo que cierta gente no se podrá permitir el lujo de hacer huelgas, pero si podrá ir a sentadas, manifestaciones o firmar manifiestos. Todos y cada uno de nosotros somos responsables de lo que ocurra de aquí en adelante. Apuntarnos, de una u otra manera, a las diferentes movilizaciones contra los recortes, como ya hemos hecho con el PSOE, debe ser una forma de manifestar nuestro descontento. En un principio es normal que los ciudadanos esperen resultados del partido ganador, pero si éstos no llegan pronto las cañas tornarán lanzas y la cosa no está para muchas alegrías. Mucha gente está agotando, o ha agotado, su prestación por desempleo y la cosa no pinta bien en absoluto para todos ellos y los recortes venideros no parecen augurar que el porvenir de una buena parte de esas personas sea nada halagüeño. No se trata de revoluciones ni nada por el estilo. El objetivo es tomar la calle y reivindicar lo nuestro.
Posiblemente algunos lectores consideren que soy un botarate con ansias revolucionarias, puede que tengan razón, pero desde hace mucho no creo en revoluciones y sí en acciones continuadas que cambien las cosas, mediante la presión ciudadana (en el fondo, aunque ahora parezca lo contrario y estén haciéndonos ver que no contamos muchos, los políticos temen que la gente se eche a la calle, les atosiguen con sus demandas y les recuerden que están arriba para cumplir con los ciudadanos. De hecho ante el 15-M, en un principio, los partidos no supieron como responder).
Si alguien cree que la gente no se hecha a la calle no tiene más que ver a los docentes de varias comunidades autónomas, a los trabajadores de la sanidad catalana, a estudiantes, a asociaciones de madres y padres, a organizaciones contra los desahucios, al movimiento 15-M... Tal vez el problema sea una cierta desunión, pues cada uno defiende lo suyo, pero, como en el caso de la educación en Madrid, donde sí que se han unido diversos sectores, las acciones están incomodando a Esperanza Aguirre y, especialmente, a su Consejera de Educación, la Figar.
Los sindicatos, una vez más descolocados, deben ocupar su verdadero lugar, la defensa de los derechos de los trabajadores, pero esa cuestión llevará tiempo, pues la somnolencia, que arrastran desde hace años, debe ir desapareciendo progresivamente, ganándose así el respeto de los trabajadores y su adhesión; mínima en este momento por su compadreo con el gobierno saliente.
Todos debemos reivindicar lo nuestro si queremos conseguir algo. En ese sentido, aunque pueda parecer extraño, podríamos aprender de la Guardia Civil. Un cuerpo militar, jerarquizado y tremendamente anquilosado vio nacer en su seno un sindicato que fue cobrando fuerza, a pesar de la represión interna (inherente a la organización) y, progresivamente, ha ido conquistado derechos para sus afiliados mediante acciones constantes, que han tocado los cojones a las autoridades. Autoridades que han ido cediendo poco a poco sobre ciertas cuestiones. Tal vez en ese sentido, guste más o menos, son un ejemplo sobre como plantear las cosas. Acciones continuas, no necesariamente estruendosas, sirven para hacer saber al político de turno con quien se juegan los cuartos y que siempre les/nos tendrán enfrente.
Existe la posibilidad de que alguien alegue que hay que dejar gobernar al P.P. un tiempo prudencial. Efectivamente, hay que dejar que gobiernen y que saquen adelante sus medidas. Igualmente, cuando estas medidas atenten contras los intereses generales, los ciudadanos tenemos el pleno derecho de hacerlo notar, manifestando nuestro malestar e intentando modificar las intenciones del Gobierno.
Por cierto, por si alguien tiene la intención de demonizar el uso de la calle, la huelga, las proposiciones de ley mediante recogida de firmas, la denuncia ante los tribunales de determinadas leyes... Antes de demonizar la utilización de estas fórmulas que se acuerden de que no hace mucho tiempo había miles de personas en el centro de Madrid manifestándose contras medidas del gobierno del PSOE, bien en nombre de las victimas del terrorismo o de no se sabe que historias, pues en una misma manifestación se pedían cosas variopintas, igualmente cabe recordar como la ley que permite el matrimonio entre personas homosexuales está recurrida en el Tribunal Constitucional. Lo que demuestra que estas herramientas de protesta no son potestad de nadie y todo el mundo las utiliza para defender sus legítimos intereses.
Me gustaría hacer una reflexión final. Esta batalla no se ganará, ni se perderá, en diciembre ni en enero ni en febrero. Tampoco se ganará o se perderá en España. Si esto sigue así quedan dos o tres años duros, hasta que las urnas, u otro proceso igualmente legítimo, se lleve a tomar por saco a todos estos neoliberales europeos, especialmente, y los que les sucedan aprendan la lección. El sistema está podrido y las soluciones que se proponen ahora sólo sirven para hacerlo agonizar más tiempo.
Vendrá gente que intente hacer cosas nuevas y que, posiblemente, tampoco den con la solución, pero al menos habrán reconocido lo que dijo Trichet (nada sospechoso de ser un rojo peligroso) cuando se despidió: esto es una crisis sistémica y, añado yo, con ligeros retoques el sistema no va a seguir funcionando, porque está carcomido por dentro, lo único que generará será el sufrimiento de mucha gente que sólo aspira a tener una vida medianamente digna.
Un saludo.
P.D.: A uno le parece que la subida de U.P. y D. es una de las peores noticias para el P.P. a medio y largo plazo, porque, además de robar votos al P.S.O.E., puede, igualmente, quitar votos al P.P. cuando éste genere desencanto entre los votantes. Este dato es importante, pues hasta ahora no había un partido que pudiera recibir con "naturalidad" los votos desencantados del P.P.
P.D.2: Probablemente se acerquen tiempos duros para la mayoría si el partido vencedor de las elecciones escucha con atención los cantos de sirena de Merkel y los mercados; pero que nadie piense que los especuladores, los mercados, no van a hincar el diente a la Deuda Pública española o donde pudieren porque Rajoy siga los dictados de unos y otros. Y mucho menos que nadie piense que la Merkel se va a poner del lado español cuando esto ocurra. En esta barca viajamos sólos, pero rodeados de tiburones que están esperando alimentarse con lo que caiga o con lo que asome. Que nadie lo olvide.
2 comentarios:
levantate y piensa! :-)
http://www.youtube.com/watch?v=E67GjCRwpjA&feature=player_detailpage
Gracia por el enlace. No he tenido tiempo de escucharlo, pero intuyo que el mensaje de Anguita tiene que ser interesante. Mal que les pese a algunos.
Un saludo
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