Hace un par de días dediqué mi entrada a desmentir las tesis de Punset, pero hoy quiero hacer algo bien distinto: ensalzar la labor de una organización como Amnistía Internacional. Más concretamente quiero poner negro sobre blanco los logros de dicho organización, y de la presión internacional, por qué no decirlo, en diversos lugares del mundo.
En este enlace http://www.es.amnesty.org/noticias/buenas-noticias/, el lector podrá comprobar como se consiguen avances en le respeto de los Derechos Humanos, aunque las estructuras que los vulneran sigan intactas.
Debemos congratularnos todos de que se conmuten penas de muerte o de que ésta se pueda abolir en determinados lugares del planeta, de que disidentes políticos vuelvan a sus hogares tras haber pasado largo tiempo en prisión exclusivamente por sus ideas. Igualmente es motivo de satisfacción (parezco el Rey) que se castiguen los desmanes ambientales de diversas multinacionales, más atentas a sus beneficios que a cualquier otro concepto ético o moral. Pero tal vez lo que más nos deba satisfacer es que un puñado de personas de diversas organizaciones, algunas tan conocidas como la citada Amnistía Internacional o Greenpeace, Human Rights, Cruz Roja, WWF, Médicos sin Fronteras... y otros bastante menos conocidas pero más próximas a nosotros como la Plataforma en Defensa de la Enseñanza Pública, idem de la Sanidad Pública, asociaciones vecinales, de consumidores, de afectados por problemas varios... se están dejando la piel, de forma voluntaria y en muchos casos sin retribución alguna, para que vivamos en un mundo mejor, mucho mejor.
Sin embargo, la cuestión radica en que las estructuras económicas, políticas, religiosas, militares...,que sustentan todo el entramado, no desean soltar las riendas del corcel que han creado a su imagen y semejanza, obviamente, buscando el beneficio propio, sin pararse a valorar el coste humano de sus acciones.
Resulta evidente que la capacidad de los ciudadanos de agruparse en asociaciones encaminadas a defender derechos sociales, individuales o simplemente el medio que habitamos, supone un contrapunto a la forma de actuar despótica y falta de escrúpulos de los poderes fácticos.
A veces ni tan siquiera se necesita que dichas asociaciones hayan pasado por el Registro Civil, movimientos ciudadanos, organizados pueden llegar a tener un poder tremendo. Baste pensar lo que puede suponer para ciertas compañías una campaña organizada y prolongada para no comprar sus productos o no adquirir productos en sus tiendas. Una estupidez fascistoide como fue la campaña contra el consumo del cava supuso una merma considerable en la venta en España del citado producto (aunque los productores espabilaron y colocaron parte de sus excedentes en otros países).
Todo se puede resumir, al menos desde mi punto de vista, de la siguiente manera: las estructuras en el poder siguen aplicando su poder de manera despótica e inmoral. Ante esta forma de actuar existen movimientos ciudadanos, que por otra parte siempre han existido (los levantamientos en la Edad Media y posteriormente contra señores y en algún lugar contra los propios reyes, especialmente durante los períodos de escasez, o las agrupaciones secretas en el XVIII y XIX que perseguían cambios en el póder -de aquí viene la mala fama de la Masonería- son claros ejemplos de ello), que intentan que esa forma de actuar de los que tienen la sartén por el mango sea distinta, respetuosa con los ciudadanos. Pero el cáncer existe y la labor de los ciudadanos agrupados intenta, y muchas veces lo consigue, paliar la metástasis moral de la forma de actuar, perfectamente organizada y reconocible, de los que detentan los distintos poderes.
Por tanto, nada nuevo bajo el Sol, pero al menos existen ciudadanos, muchos, que luchan por los intereses propios, y en muchos casos los ajenos, para intentar conseguir que nuestra vida, y la de nuestros descendientes, sea algo mejor. Tal vez sea ésto lo que debamos considerar: muchos unidos podemos plantar cara a unos pocos, muy unidos y organizados, que están atentando continuamente contra la dignidad del ser humano.
Un saludo.
Sin embargo, la cuestión radica en que las estructuras económicas, políticas, religiosas, militares...,que sustentan todo el entramado, no desean soltar las riendas del corcel que han creado a su imagen y semejanza, obviamente, buscando el beneficio propio, sin pararse a valorar el coste humano de sus acciones.
Resulta evidente que la capacidad de los ciudadanos de agruparse en asociaciones encaminadas a defender derechos sociales, individuales o simplemente el medio que habitamos, supone un contrapunto a la forma de actuar despótica y falta de escrúpulos de los poderes fácticos.
A veces ni tan siquiera se necesita que dichas asociaciones hayan pasado por el Registro Civil, movimientos ciudadanos, organizados pueden llegar a tener un poder tremendo. Baste pensar lo que puede suponer para ciertas compañías una campaña organizada y prolongada para no comprar sus productos o no adquirir productos en sus tiendas. Una estupidez fascistoide como fue la campaña contra el consumo del cava supuso una merma considerable en la venta en España del citado producto (aunque los productores espabilaron y colocaron parte de sus excedentes en otros países).
Todo se puede resumir, al menos desde mi punto de vista, de la siguiente manera: las estructuras en el poder siguen aplicando su poder de manera despótica e inmoral. Ante esta forma de actuar existen movimientos ciudadanos, que por otra parte siempre han existido (los levantamientos en la Edad Media y posteriormente contra señores y en algún lugar contra los propios reyes, especialmente durante los períodos de escasez, o las agrupaciones secretas en el XVIII y XIX que perseguían cambios en el póder -de aquí viene la mala fama de la Masonería- son claros ejemplos de ello), que intentan que esa forma de actuar de los que tienen la sartén por el mango sea distinta, respetuosa con los ciudadanos. Pero el cáncer existe y la labor de los ciudadanos agrupados intenta, y muchas veces lo consigue, paliar la metástasis moral de la forma de actuar, perfectamente organizada y reconocible, de los que detentan los distintos poderes.
Por tanto, nada nuevo bajo el Sol, pero al menos existen ciudadanos, muchos, que luchan por los intereses propios, y en muchos casos los ajenos, para intentar conseguir que nuestra vida, y la de nuestros descendientes, sea algo mejor. Tal vez sea ésto lo que debamos considerar: muchos unidos podemos plantar cara a unos pocos, muy unidos y organizados, que están atentando continuamente contra la dignidad del ser humano.
Un saludo.
5 comentarios:
Cuando una organización empieza a tener peso en las opinión pública, o comienza a ser influyente, suelen hacerse con su control, es una pena.
Una buena forma de comprobar si aun se mantiene la honestidad, es que contradiga las mentiras oficiales:
http://www.libiahabla.org/?p=817
Aun así siempre habrá saboteadores e infiltrados intentando, como en el caso de las manifestaciones del 15M en Barcelona, manipular y desprestigiar todo aquello que suponga una amenaza al poder establecido.
(Me refiero en concreto a los secretas(aunque no mucho) que intentaron provocar altercados en Barna)
Esperemos que el trabajo de "hormiga" de estas organizaciones pueda recoger el fruto perseguido: la concienciación de la mayoría sobre los temas que cada una toca: la justicia, el medio ambiente, la democracia real, el respeto a las libertades...
Saludos y un abrazo.
Hola a ambos. Me alegra que de nuevo estéis en este blog.
Coincido contigo, Piedra, en lo de que una organización cuando consigue acceder al poder político se corrompe. Por eso considero importante, importantísimo, que ninguna de las asociaciones que luchan por mejorar los derechos de todos sigan constituyendo eso: asociaciones que luchen por derechos, no dejándose abrazar por el poder político ni ser parte de él. La separación, necesaria, del poder político es lo que les proporciona legitimidad. Ejemplos los tenemos en muchos grupos que treinta o cuarenta años después de su fundación siguen siendo un dolor de cabeza para gobiernos de uno u otro signo.
Querido Carlos Galeón, me empieza a preocupar coincidir en todo contigo. Empiezo a considerar la idea de que soy sonámbulo y escribo, bajo tu nombre, comentarios en mi blog. Gracias por tus comentarios y, como bien sabes, no tengo ningún problema en que mis ideas se cuestionen. No aspiro a ser Dios, y muchos menos viendo quienes son sus representantes en la Tierra.
Un saludo.
La gran pregunta es ¿cómo nos unimos para hacer fuerza? No parece fácil.
La parte buena es que me parece que cada vez somos más, pero no todos iguales. Tenemos gente a favor hasta en los mercados financieros. Merece la pena leer esto: La perversidad del mercado tiene remedio
Democracia real ya!!
Vicente
Hola Anónimo. Fantástica reflexión desde las tripas del monstruo. Con tu permiso la voy a colgar en la próxima entrada para apoyar lo que quiero transmitir en dicha entrada.
Un saludo.
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