martes, 24 de abril de 2012

LOS ELEGIDOS Y EL RESTO

Resulta harto sorprendente, o no, que en esta historia que llaman crisis sólo haya unos culpables, que también son los paganos de la misma, que no somos otros que los ciudadanos de a pie. Por arte de birlibirloque los gestores nunca pueden ser considerados responsables de los desastres; salvo que los gestores militen en un partido contrario, entonces sí deben asumir la responsabilidad de todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá hasta que el Sol explote en miles de millones de pedazos y todo el Sistema Solar se convierta en energía, polvo o lo que sea que deba ocurrir.
Si en principio, durante el estallido de la crisis, se consideró la gestión de ciertos altos cargos de empresas privadas como desastrosa, inmoral y todo aquel calificativo degradante que cada uno desee añadir, en poco tiempo esta forma de percibir la responsabilidad se diluyó y todas las miradas se dirigieron, al menos en ciertos países, hacia los ciudadanos, que no habían sabido ver venir la crisis, que vivían por encima de sus posibilidades, que no producían como Dios manda, que querían servicios a cambio de sus impuestos, que no pagaban suficientes impuestos, que...
Gracias a una extraña pirueta circense se dejó de hablar de gestores privados ineficaces, de un capitalismo salvaje e ineficaz que necesitaba ser refundado, de unos bancos cuyas inversiones eran un desastre, de bancos y empresas de inversión que vendían heces envueltas en miel para engañar conscientemente a los clientes, del dinero que, a través de los impuestos, hemos tenido, y tenemos, que aflojar para salvar la desastrosa gestión privada de unos individuos que no han sufrido ningún tipo de castigo por sus actuaciones. En algún caso, como en España, incluso han llegado a ser premiados con ministerios.
De la misma manera, todos estos gestores y profetas del neoliberalismo que desde organismos oficiales (pagados con el dinero de todos. No olvidemos que las personas que trabajan para organismos, pretendidamente económicos, cuyas siglas todos conocemos, reciben parte de su salario, si no todo, de las aportaciones que los países hacen a estos organismos. Es decir, a los que los ciudadanos, a través de sus impuestos, pagamos) no han tenido la delicadeza de acertar ni una, no penan su desastrosa actuación engrosando las filas de paro. No amigos, no. Estos tipos siguen pontificando sobre como se deben hacer las cosas, cobrando un sueldo desmesurado por ello.


Puede que por casualidad, o no, estos mismos tipos, autoliberados de cualquier atisbo de culpa, despotrican contra todo aquello creado durante años con el esfuerzo de todos. Esfuerzo económico, esfuerzo sindical, esfuerzo, en fin, en todos los sentidos realizados por los ciudadanos. ¿Por qué? Porque sus ideas, que no teorías, les conducen a pensar que lo construido por todos para formar una sociedad más justa, con todos sus fallos, no es lo mejor. ¿Por qué? Porque no les interesa todo aquello que tiene relación con crear una sociedad más justa, más solidaria y respetuosa con el hombre y su medio. Básicamente su lema se fundamenta en que acaparar dinero, posesiones o cualquier otro tipo de bien te acerca al paraíso.
El individuo es más importante que la sociedad, excepto cuando hay que crear guerras, entonces sí que se puede movilizar a la sociedad. No importa que tu vecino muera de hambre, por una enfermedad que no pueda curar por no poseer dinero o por... Lo importante es el individuo o, más concretamente, la posibilidad de triunfar del mismo.
Si bien es cierto que en todos nosotros, en mayor o menor grado, anida el egoísmo, la evolución del ser humano, que ha permitido que seamos lo que somos, se ha fundamentado en nuestro sociabilidad, en el acoplamiento de egos que nos han llevado a evolucionar, a crear el lenguaje, a dominar el fuego, a pasar de ser cazadores-recolectores a agricultores-ganaderos, a crear la escritura, el arte, etc. En definitiva, la unión de ideas, emociones, miedos... ha construido una especie llamada homo sapiens sapiens, nosotros. Estos fulanos, pretenden que todo se puede construir a través del individuo, que el individuo competitivo hará mejor a esta sociedad; craso error. Intentan que pasemos de un estado de justicia (no entiendo porque se llama del bienestar) a un estado en el que todo gire en torno al homo individualis competitivus, donde las emociones, el afecto, la solidaridad, la justicia, constituyan palabras huecas.


En esta sociedad utópica (utópica porque nunca va a existir, no por sus excelencias) los fallos del individuo constituirán una losa en su vida, excepto si perteneces a la clase privilegiada que, como hemos visto, pueden permitirse todo tipo de disparates, siendo incluso premiado por ello. Y tal vez en este ejemplo se puede resumir toda la filosofía real de estos tipos. No se trata de hacer una sociedad mejor, jamás habrá leído o escuchado a estos tipos hablar de ello. Más bien se trata de proteger su situación privilegiada, castigando a los demás si hace falta para que ésto ocurra.
Sí, querido lector, salvando unas ciertas diferencias, que son las permitieron a la burguesía la poder, respetan al pie de la letra aquella premisa de que los reyes y los nobles lo eran por derecho divino y nada podía turbar ese orden. Nosotros estamos en la cúspide de la pirámide y será por algo, parecen pensar. Ese  algo conlleva un desdén hacia todos aquellos, la mayoría, que nos movemos más o menos cerca de la base de dicha figura. La gran diferencia con la nobleza reside en que estos tipos tienen un conciencia, difusa con total seguridad, que les hace no olvidar de donde procede su poder: de la lucha con la realeza y la nobleza. Su lugar en la sociedad lo ganaron arañando parcelas del mismo a los que lo detentaban en su momento. Por tanto, es necesario que mantengan la mitología del "éxito" (o eso que ellos llaman éxito), del ascenso social del pobre, pues su llegada y mantenimiento en el poder proviene de esa "movilidad social".
Movilidad social que existe, pero en lo que respecta al éxito en muy escasa medida, aunque los medios nos vendan lo contrario, y, cuando existe, suele ir asociado a inconfesables artimañas para conseguir ascender en el escalafón social.
Tal vez sea por todo ello, por lo que jamás reconocerán sus errores, los que nos han conducido aquí, por la altanería que les provoca pertenecer a la clase de los "elegidos". De los que no pertenecen la común de los mortales. Ellos sí que parecen tener una conciencia de clase.
Un saludo.

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