La frase que encabeza esta entrada, sin los signos de interrogación, se ha convertido en uno de los leivmotiv de la actual ¿crisis? La famosa sandez: debemos trabajar más que nunca para salir de esta crisis, me produce una especie de urticaria mental, seguramente fruto de la gran mentira que esconde.
A simple vista la expresión que nos ocupa hoy parece indicar que todo el mundo ha trabajado poco o, al menos, de manera insuficiente hasta este momento. ¿Cómo conocen estos fulanos que esgrimen este dicho como receta infalible lo que hemos trabajado cada uno de nosotros? Misterio. Tal vez deberíamos hablar con Iker Jiménez y que éste prepare un especial con sus "colaboradores" sobre el asunto. Seguramente los extraterrestres tengan algo que ver en el asunto, pues de otra manera no alcanzo a comprender como ciertas factorías españolas eran de las más productivas que ciertas multinacionales tenían por todo el orbe y, sin embargo, no trabajaban lo suficiente, al menos según este dicho. ¿Dónde está el misterio?
Podríamos matizar mucho más dicha frase, por ejemplo alegando que en que debemos trabajar, pues este país ha quedado como un erial en el aspecto laboral tras la burbuja inmobiliaria y el consiguiente desastre financiero. ¿Acaso la gente no quiere trabajar? Va a ser que sí (contrariamente a lo que defendían los neoliberales hasta hace bien poco, que cargaban con toda crudeza contra los parados, a los que llamaban poco más o menos vagos infectos y redomados, cuyo único objetivo en la vida consistía en vivir del cuento. Como cambian los tiempos y que poca memoria tienen algunos), pero de nuevo el "sistema" no ofrece las posibilidades oportunas a varios millones de ciudadanos que no encuentran su "oportunidad", a pesar de los miles de cursos de búsqueda de empleo subvencionados por doquier, sobre los que alguien deberá hablar en algún momento, para desentrañar ciertos aspectos, que a uno le parecen, cuanto menos, chocantes.
Aún así y todo hay ciudadanos, unos diecisiete millones, que tenemos trabajo y sí, a nosotros, en mayor o menor medida, nos están demandando que trabajemos más, por el mismo salario o, incluso, por menos. Aunque lo de trabajar más es matizable. Hace poco me contaba un amigo funcionario que el debe permanecer media hora más todos los días en su puesto de trabajo, para realizar el mismo trabajo que hacía antes. ¿Por qué? Simplemente, porque no hay trabajo y él no está dispuesto a inventárselo. Por tanto, más horas en el puesto de trabajo no siempre significa mayor productividad, ni más trabajo. A veces significa, más horas en el puesto de trabajo y por qué no decirlo, una medida populista por parte de los políticos, para contentar a ciertos ciudadanos.
Obviamente, este ejemplo dista bastante de la situación real que viven muchos ciudadanos asalariados, que ven como sus jefes les aprietan las tuercas, por ejemplo realizando una actividad en una cadena de montaje en menos tiempo, para producir más en el mismo tiempo. Por ello vamos a ir a lo que considero el fondo de la cuestión, sin entrar en hechos anecdóticos, que pueden distorsionar lo que pretendo transmitir.
La pregunta que subyace a todo este asunto podría ser la siguiente: ¿Qué implica para la solución de la crisis éste trabajar más que nunca? Obviamente, a la vista está, NADA.
Tal vez algún teórico del surrealismo neoliberal pueda alegar que las empresas ganarán más porque producen más barato y eso creará empleo a medio y largo plazo. Sobre lo de que las empresas mejorarán su balance a fin de año no me cabe duda alguna, de hecho el mensaje de trabajemos más duro que nunca, lo que realmente quiere decir es: haced vuestra labor por el menor salario posible, que nosotros seremos cada vez más ricos, mientras vosotros os acercáis al estándar laboral de países como China. Cuestión aparte es lo de que un aumento de beneficios implique automáticamente una mayor inversión por parte de la empresa. Las habrá que sí y otras que se limitarán a repartir beneficios entre accionistas y gestores, estos últimos en forma de bonus, véase el ejemplo de Telefónica. Aún produciéndose el primer caso, el de tener deseos de invertir parte de las ganancias en el desarrollo de la empresa, no todo depende de los propios gestores, o de los deseos de éstos, pues el mercado, tanto el interior como el exterior, especialmente la U.E., parece que no están dispuestos a comprar mucho. Por tanto, no todo depende de una fórmula matemática neoliberal o de los deseos de la gente; las variables son muchas y mucho más determinantes que cualquier bufonada de supuestos pensadores.
Por tanto, el mensajito de marras encierra un significado mucho más siniestro de lo que puede parecer en un primer momento. No sólo eso, la realidad demuestra que trabajar más por el mismo o menos sueldo, sirve, o puede servir, en un momento determinado para reflotar una empresa puntual, pero, por supuesto, no para mejorar una economía nacional, herida, esperemos que no de muerte, por aspectos como el financiero, que necesita mayor consumo interno (en eso se basó parte de nuestro crecimiento) y no precisamente más "austeridad". Obviamente, a menores sueldos, menor consumo y más crisis. Sin embargo éste no constituye el transfondo fundamental del asunto que podemos, y debemos, reubicar en la utilización de este fraude llamado crisis para explotar al trabajador por parte de una minoría, porque de esto se trata toda esta vaina, que nadie se equivoque. El resto podemos considerarlo una cortina de humo, de mayor o menor calidad.
No deseo agobiar al amable lector con más elucubraciones en un día como éste, en él que seguro que tendrá mejores cosas que hacer, por lo que dejo para la próxima entrada el asunto de las responsabilidades y ese mito urbano en que se ha convertido lo de las oportunidades que parecen estar ahí al lado, al alcance de todos, pero que más de cinco millones de personas en este país no "saben" encontrar.
Un saludo.
A simple vista la expresión que nos ocupa hoy parece indicar que todo el mundo ha trabajado poco o, al menos, de manera insuficiente hasta este momento. ¿Cómo conocen estos fulanos que esgrimen este dicho como receta infalible lo que hemos trabajado cada uno de nosotros? Misterio. Tal vez deberíamos hablar con Iker Jiménez y que éste prepare un especial con sus "colaboradores" sobre el asunto. Seguramente los extraterrestres tengan algo que ver en el asunto, pues de otra manera no alcanzo a comprender como ciertas factorías españolas eran de las más productivas que ciertas multinacionales tenían por todo el orbe y, sin embargo, no trabajaban lo suficiente, al menos según este dicho. ¿Dónde está el misterio?
Podríamos matizar mucho más dicha frase, por ejemplo alegando que en que debemos trabajar, pues este país ha quedado como un erial en el aspecto laboral tras la burbuja inmobiliaria y el consiguiente desastre financiero. ¿Acaso la gente no quiere trabajar? Va a ser que sí (contrariamente a lo que defendían los neoliberales hasta hace bien poco, que cargaban con toda crudeza contra los parados, a los que llamaban poco más o menos vagos infectos y redomados, cuyo único objetivo en la vida consistía en vivir del cuento. Como cambian los tiempos y que poca memoria tienen algunos), pero de nuevo el "sistema" no ofrece las posibilidades oportunas a varios millones de ciudadanos que no encuentran su "oportunidad", a pesar de los miles de cursos de búsqueda de empleo subvencionados por doquier, sobre los que alguien deberá hablar en algún momento, para desentrañar ciertos aspectos, que a uno le parecen, cuanto menos, chocantes.
Aún así y todo hay ciudadanos, unos diecisiete millones, que tenemos trabajo y sí, a nosotros, en mayor o menor medida, nos están demandando que trabajemos más, por el mismo salario o, incluso, por menos. Aunque lo de trabajar más es matizable. Hace poco me contaba un amigo funcionario que el debe permanecer media hora más todos los días en su puesto de trabajo, para realizar el mismo trabajo que hacía antes. ¿Por qué? Simplemente, porque no hay trabajo y él no está dispuesto a inventárselo. Por tanto, más horas en el puesto de trabajo no siempre significa mayor productividad, ni más trabajo. A veces significa, más horas en el puesto de trabajo y por qué no decirlo, una medida populista por parte de los políticos, para contentar a ciertos ciudadanos.
Obviamente, este ejemplo dista bastante de la situación real que viven muchos ciudadanos asalariados, que ven como sus jefes les aprietan las tuercas, por ejemplo realizando una actividad en una cadena de montaje en menos tiempo, para producir más en el mismo tiempo. Por ello vamos a ir a lo que considero el fondo de la cuestión, sin entrar en hechos anecdóticos, que pueden distorsionar lo que pretendo transmitir.
La pregunta que subyace a todo este asunto podría ser la siguiente: ¿Qué implica para la solución de la crisis éste trabajar más que nunca? Obviamente, a la vista está, NADA.
Tal vez algún teórico del surrealismo neoliberal pueda alegar que las empresas ganarán más porque producen más barato y eso creará empleo a medio y largo plazo. Sobre lo de que las empresas mejorarán su balance a fin de año no me cabe duda alguna, de hecho el mensaje de trabajemos más duro que nunca, lo que realmente quiere decir es: haced vuestra labor por el menor salario posible, que nosotros seremos cada vez más ricos, mientras vosotros os acercáis al estándar laboral de países como China. Cuestión aparte es lo de que un aumento de beneficios implique automáticamente una mayor inversión por parte de la empresa. Las habrá que sí y otras que se limitarán a repartir beneficios entre accionistas y gestores, estos últimos en forma de bonus, véase el ejemplo de Telefónica. Aún produciéndose el primer caso, el de tener deseos de invertir parte de las ganancias en el desarrollo de la empresa, no todo depende de los propios gestores, o de los deseos de éstos, pues el mercado, tanto el interior como el exterior, especialmente la U.E., parece que no están dispuestos a comprar mucho. Por tanto, no todo depende de una fórmula matemática neoliberal o de los deseos de la gente; las variables son muchas y mucho más determinantes que cualquier bufonada de supuestos pensadores.
Por tanto, el mensajito de marras encierra un significado mucho más siniestro de lo que puede parecer en un primer momento. No sólo eso, la realidad demuestra que trabajar más por el mismo o menos sueldo, sirve, o puede servir, en un momento determinado para reflotar una empresa puntual, pero, por supuesto, no para mejorar una economía nacional, herida, esperemos que no de muerte, por aspectos como el financiero, que necesita mayor consumo interno (en eso se basó parte de nuestro crecimiento) y no precisamente más "austeridad". Obviamente, a menores sueldos, menor consumo y más crisis. Sin embargo éste no constituye el transfondo fundamental del asunto que podemos, y debemos, reubicar en la utilización de este fraude llamado crisis para explotar al trabajador por parte de una minoría, porque de esto se trata toda esta vaina, que nadie se equivoque. El resto podemos considerarlo una cortina de humo, de mayor o menor calidad.
No deseo agobiar al amable lector con más elucubraciones en un día como éste, en él que seguro que tendrá mejores cosas que hacer, por lo que dejo para la próxima entrada el asunto de las responsabilidades y ese mito urbano en que se ha convertido lo de las oportunidades que parecen estar ahí al lado, al alcance de todos, pero que más de cinco millones de personas en este país no "saben" encontrar.
Un saludo.
2 comentarios:
Hola Paco, mientras no funcione mi blog, me desaparezcan las imagenes y no pueda controlar color, tamaño, etc. me contentaré con leer tu cotidiano comentario, siempre muy acertado y con coraje contagioso. Espero que Blogger solucione pronto el problema ¡ Un abrazo. Carme.
Hola Carme.
Espero que consigas arreglar los problemillas de tu blog y puedas seguir con él, pues merece la pena leerlo.
Un saludo.
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