miércoles, 25 de abril de 2018

DIARIO DE UN MAESTRO GRUÑÓN (24-4-2018)

Una de las cuestiones que me llama de manera poderosa la atención, querido diario, es la facilidad que tenemos para fustigarnos, o que nos fustiguen gente ajena a esta historia de la Educación. No, no me refiero a que no existan cosas que mejorar, intuyo que muchas; si no al hecho de que "expertos" y opinadores varios transmitan la idea de que todo lo relativo a la Educación se asienta sobre un caos absoluto. Nada parece funcionar (y sin embargo, muchos de ellos han estudiado en este sistema y, a pesar de ello, han conseguido esa sabiduría para opinar) y todo se debe cambiar. 
Sin embargo, existe un alto porcentaje de alumnos que cursan estudios universitarios (yendo a trabajar a otros países, debido a su alta cualificación), el fracaso escolar se sigue reduciendo y las pruebas estandarizadas externas al sistema (midan lo que midan) nos sitúan en la mitad de la tabla, a la altura de Francia,  EEUU o Suecia.. Entonces, ¿por qué dicen que todo funciona tan mal?
Unos aluden a las pruebas estandarizadas, que nadie saben que miden en realidad y suelen poner como ejemplo de buen funcionamiento a Finlandia, que no ha dejado de descender en esas clasificaciones, aunque aún se mantenga en posiciones altas. Lo que demuestra que una parte de esa gente habla sin un conocimiento profundo del tema. De hecho, si supiesen algo del tema sabrían de tener que imitar un modelo sería el de Estonia.
Existe una parte de los critican el sistema educativo de este país lo hacen porque quieren cargarse la Educación Pública, aunque algunos de esos países, que tanto admiran por sus buenas calificaciones en PISA, como Finlandia o la citada Estonia, optan, sobre todo, por la igualdad de oportunidades, promovidas desde el Estado.
Por supuesto, querido diario, existen otros que critican la Educación en este país, porque opinan de todo, sin tener un profundo conocimiento de nada, o de casi nada... Pero a un familiar le pasa esto.
Sin embargo, ¿quién pregunta a los que estamos a pie del cañón, con mejor o peor tino, día a día? Nosotros sólo aparecemos frente a la opinión pública cuando un alumno cafre comete algún desaguisado o cuando uno de nosotros comete un error o se presenta una acción como tal. El resto de las veces poco o nada importamos. Sin embargo, somos los protagonistas de este embolado. 
Tal vez el hecho de que nadie nos consulte resulta sintomático de lo que se espera de nosotros: rellenar papeles, no dar mucha guerra a la administración pertinente, que, a su vez, nos embarca en proyectos absurdos que van a cambiar todo y no transforman nada (me viene a la mente el bilingüismo tan traído y llevado), pero quedan muy bien de cara a los votantes más crédulos.
Reconozco que toda esa reflexión viene generada por la lectura de un artículo de un medio alternativo, no recuerdo cual, en el que se hablaba de esas escuelas en las que los alumnos son los protagonistas de todo, incluido de la toma de decisiones sobre lo que se debe hacer cada día.
Uno, que se considera de izquierdas (no confundir con progre), debería sentir simpatía por estos movimientos de carácter ácrata, fundamentados en el respeto del individuo; pero no es así.
Para empezar, porque leyendo el artículo se habla de cuestiones relacionadas con la Escuela que nada tienen que ver con la realidad. Uno de los lumbreras llega a hablar de trabajos por proyectos, como la cosa más innovadora del mundo (esta idea se formuló hace casi un siglo) y "acusa" a la Escuela de no hacerlo; lo que por un lado demuestra que desconoce de lo que habla y, por otra parte, asociado a la metodología, y no a la capacidad del docente, el éxito. Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que un buen producto depende mucho del artesano y, aunque las herramientas pueden ayudar, como el artesano sea malo...
Otros hablaban de la toma de decisiones compartidas, de la tutela por parte de los alumnos mayores (¿y quién les enseña a ellos?) y de las recomendaciones de Montessori. Pues hombre, no. Imagino que todos, o la gran mayoría de estos ácratas, muchos de ellos neorrurales con la buchaca llena, no preguntan a sus hijos sobre cómo invertir el dinero que tienen. Sin embargo, no tienen ningún problema en recabar su opinión sobre aspectos relacionados con la Educación. Curioso. Imagino que si van al médico porque el niño tiene una patología seria, también contará la opinión del peque sobre el tratamiento a seguir. "No, antibióticos no. Mejor una bolsa de Doritos".
Resulta deprimente contemplar como padres, que en su legítimo derecho, quieren transmitir unos valores a sus hijos, les privan de algo tan importante como una Educación igualitaria y comprensiva. Porque ése es el verdadero valor, que, mejor o peor, la educación intenta ser la misma para todos. Y ese es otro error que cometen ese tipo de padres: confundir una educación que intenta que todos tengan las mismas posibilidades con una educación igual para todos. Esto último también aparece en el artículo que leí, querido diario, y aluciné cuando un tipo hablaba de que todo era exactamente igual para todos. Se notaba que este teórico de la nada no había oído hablar de cosas como las adaptaciones curriculares, con una trayectoria de más de treinta años en nuestro sistema educativo o que no había asistido a, por ejemplo, reuniones de evaluación o sobre determinados chavales en concreto que presentan ciertos problemas.
De nuevo, hablar por hablar.
Pero, lo que más me indigna, como maestro que trabaja con alumnos con necesidades educativas especiales, es que en este tipo de experiencias nunca se habla de este tipo de alumnos. Puede que los haya, lo desconozco, pero parece que todo va enfocado a otro tipo de alumnos, lo cual me recuerda a la diferencia entre la Pública y la concertada.. Mientras leía este artículo pensaba en algunos alumnos con los que he trabajado, en especial en aquellos con una discapacidad derivada de plurideficiencias, y pensaba: ¿cómo atenderían las necesidades, en muchos casos básicas, de estos niños? ¿Cómo se realiza la estimulación temprana? No lo sé. Si alguien me puede ilustrar al respecto lo agradecería.
Creo, querido diario, que todos los que estamos en este barco de la Educación tenemos que mejorar, mucho probablemente, pero la solución no ha de venir de personas que tienen una visión distorsionada e imprecisa de la realidad educativa. No sólo constituye un error, también se trata de algo peligroso. Casi nadie se pondría en manos de un charlatán para intentar superar un cáncer (tal vez parte de estos tipos que abogan por un tipo alternativo de Educación sí lo harían). Si nos queremos tomar en serio la Educación de nuestros hijos, deberíamos partir de aquellos que día a día se enfrentan a tal actividad. Para ello lo primero que se deba hacer sea distinguir entre educar en valores particulares, cuestión que deben hacer los padres y transmitir conocimientos y los valores básicos que rigen la convivencia, apartado encomendado a la Escuela, les pese a liberales o a los que optan  por un modelo más cercano al anarquismo. Cuando todos, políticos incluidos, tengamos claro eso, habremos recorrido una parte del camino fundamental. Aquella en la que todo sabremos quién es quién en esta aventura de la Educación.
No me enrollo más, querido diario, que hoy me ha dado por filosofar sobre la finalidad última de lo que debe ser un sistema educativo formal y esto se puede acabar convirtiendo en una digresión sobre cuestiones tangenciales de escaso interés.
Hasta pronto, querido diario.

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