lunes, 5 de noviembre de 2018

CONVERSACIONES CON EL COMISARIO

"Muchas son las leyes en un estado corrompido"

Tácito


Durante estas últimas semanas el apellido Villarejo, precedido de la palabra excomisario, se ha colado en todos los hogares españoles, asociado a escándalos de todo tipo. Sin embargo, la participación de este personaje en asuntos turbios viene de bastante atrás, como podemos comprobar en este articulo de hace casi 25 años:


http://estaticos.elmundo.es/documentos/2018/09/25/hemeroteca_baltasar_garzon_dolores_delgado.pdf

Relacionado con dicho informe aparecen algunos nombres que aún siguen teniendo relevancia en nuestro país. Entre ellos destacan dos: Margarita Robles, ministra de Defensa, que parece mando realizarlo y Baltasar Garzón, uno de los investigados. La una y el otro forjan una enemistad patente a raíz del asunto, que aún sigue hoy vigente y que, sin ir más lejos, tuvo consecuencias en el nombramiento de ministros por parte de Pedro Sánchez:

https://espacioseuropeos.com/2018/10/el-informe-veritas-contra-garzon-el-origen-de-la-jaula-de-grillos-en-el-consejo-de-ministros/


Sin embargo, al que esto escribe no le preocupan en exceso los pormenores o las filias y las fobias de  los unos y de los otros. Mucho más trascendente me resulta comprobar como los de un bando y los de otro muestran su cara real cuando creen que gozan de intimidad y ver que esa rostro carece de todo aquello que se esfuerzan en representar de cara al ciudadano. Profesionales de la Justicia, una de ellas acaba siendo ministra de un gobierno "feminista", que no hacen nada cuando sus compañeros de viaje o de cena muestran a las claras su preferencia por mujeres menores de edad o cuando uno de los comensales con los que comparte mantel dice que ha montado una red de prostitución para extorsionar a personas influyentes. Profesionales de la Justicia comentando que, con la connivencia de políticos del partido contrario, han preparado un caso de corrupción (real) para intentar hundir a la oposición. Me incomoda también conocer que la número dos de un partido en el poder recurre a este tipo para paralizar, o intentarlo, un caso de corrupción generalizado en su partido. Me hastía saber que los empresarios utilizan a tipos como éste para sus negocios. O, por qué no decirlo, comprobar, a través de las filtraciones de este excomisario, que el magnificado por la prensa Juan Carlos de Borbón, en ocasiones no era más que un rey feudal, que miraba más por satisfacer lo que le dictaban sus gónadas que por sus responsabilidades.
Este pequeño repaso a toda la inmundicia que el encausado  excomisario ha sacado a la luz, y de la que es también protagonista, muestra de manera diáfana que unos y otros se mueven por los mismos patrones: conseguir arrimar la sardina a su ascua y para ello necesitan gente como Villarejo, como bien decía el salvapatrias Garzón durante la cena. La corrupción moral, cuando la no material, se refleja en toda su crudeza en las diferentes conversaciones. Todo es útil para salir al paso, para ayudar a los suyos y, siempre que se pueda, para machacar al contrario. Prostitución, chantaje, corrupción, ansia de poder... aparecen en las conversaciones como si de una novela o película de la mafia se tratase. 
Cada cual busca su encaje en los grupos que más le interesa, por afinidad o por posibilidad, para copar las distintas instancias de poder del país. El lector habrá caído en la cuenta que muchos de los nombres que aparecen en los artículos o en las conversaciones llevan lustros, cuando no varias décadas, formando parte del esquema de poder de España y todos ellos buscan conseguidores como Villarejo para seguir en el machito. 
Las conversaciones privadas delatan que nada de lo que presentan en público como ideales se corresponden con su forma real de ver la vida y, desde mi punto de vista, es ése tremendo hueco entre lo público y lo privado lo que muestra sus verdaderas pretensiones: gozar del poder. Tal vez eso explique por qué actúan los políticos de una manera en la oposición y de otra, totalmente distinta, cuando alcanzan el poder. Lo prometido es otra mentira más para alcanzar el poder, porque eso es lo que les satisface de manera plena y para ello, no dudan en mentir a los ciudadanos sobre sus prioridades sociales, en trapichear con personajes como Villarejo o en aferrarse a causas de plexiglás para hacer olvidar que su único afán es hacerse con el poder o mantenerlo. Esto vale igual para políticos, altos cargos de la magistratura, periodistas, empresarios e, incluso, altos mandos policiales. Se trata de alcanzar su cuota de poder y de mantenerlo. Una pequeña élite que mueve resortes y utiliza a personas que son un "mal necesario".
Aunque, lo reconozco, lo que me resulta aún más doloroso es comprobar como muchos ciudadanos hacen suyas causas o consignas que lanzan los tipos de esta élite para despistar. Causas en las que, como se comprueba en las grabaciones, no creen, pero que utilizarán (poniéndose en la cabeza de la manifestación si es preciso) para conseguir sus fines: engañar a cuantos más mejor, para ocultar la realidad: el poder lo detentan ellos y nada va a cambiar en profundidad.
Un saludo.

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