Hace relativamente poco leía en una revista de historia un reportaje sobre los indianos (españoles que emigraron a América con una mano delante y otra detrás, volviendo, años después con riqueza sin cuento) y me sorprendió que alguno de estos indianos eran catalanes, por ejemplo la familia Güell. Me sorprendió porque habitualmente la historia de Cataluña no se suele asociar con América, aunque parte de la revitalización del puerto de Barcelona en el siglo XVIII se deba al decreto antimonopolio sobre las importaciones provenientes de las colonias de ultramar, decreto emitido, si mal no recuerdo, durante el reinado de Carlos III, ése que fue recibido con gran fiesta en Barcelona a su venida de Nápoles. Decreto que permitió revitalizar una ciudad, Barcelona, que no pasaba por sus mejores momentos (de hecho tras Cádiz fue la ciudad española que más se benefició de dicho cambio normativo).
Reconozco que dicho artículo, él de los indianos, me sorprendió porque jamás había asociado el fenómeno de la emigración a América con ciertas regiones españolas y me sorprendió especialmente el conocer que parte del dinero invertido en la industria textil catalana procedía del dinero amasado por los indianos y no sólo por los indianos catalanes, un cierto número de retornados del Nuevo Mundo, originarios de otros puntos de la Península, también invirtieron en dicha región.
En resumen: como de costumbre, cualquier fenómeno social, aunque se pueda circunscribir a un territorio, en mayor o menor medida, siempre viene generado por gentes, ideas, capitales que proceden de lugares ajenos a ese terruño donde se producen los cambios. Mal que les pese a una minoría interesada en hacer girar el mundo sobre sus concepciones localistas y/o reduccionistas, que, en el caso de ciertos independentistas catalanes, callan cuestiones como ésta que no les interesa, aunque no tienen ningún pudor en hablar de la explotación que sufrió América a manos de los castellanos (muchos de éstos indianos se forraron manteniendo a trabajadores en estado de semi esclavitud).
En resumen: como de costumbre, cualquier fenómeno social, aunque se pueda circunscribir a un territorio, en mayor o menor medida, siempre viene generado por gentes, ideas, capitales que proceden de lugares ajenos a ese terruño donde se producen los cambios. Mal que les pese a una minoría interesada en hacer girar el mundo sobre sus concepciones localistas y/o reduccionistas, que, en el caso de ciertos independentistas catalanes, callan cuestiones como ésta que no les interesa, aunque no tienen ningún pudor en hablar de la explotación que sufrió América a manos de los castellanos (muchos de éstos indianos se forraron manteniendo a trabajadores en estado de semi esclavitud).
Resulta aún más curioso considerar como los nacionalismos, sean del signo que sean (aunque uno siempre los consideran de extrema derecha por su xenofobia y/o racismo) siempre obvian aspectos peliagudos, por ejemplo todo aquello referido a como las élites del país o región en cuestión se hicieron millonarios. Dicha actitud no es casual, pues, generalmente, son estas élites las que impulsan (así ha sido desde el siglo XIX) estos movimientos nacionalistas (tengo para mi que un tipo que lleve tres años en el paro y no cobre ni un céntimo no se va a preocupar de la independencia de su región). Y lo hacen con una única finalidad: acceder al poder político. Sin embargo , detrás de todo ello hay una falacia, una mentira obscena, perfectamente envuelta en el caramelo de la libertad patria: el dinero, el poder va a seguir en manos de los mismos, con la diferencia de que ahora una parte del dinero público, el de todos los ciudadanos, va a estar gestionado por las élites que antes gestionaban el suyo y, como mucho, parte de ese dinero público. ¿Esa gestión más "cercana" va a suponer algo positivo para esos ciudadanos independizados? La respuesta es no, pues ahora hay que repartir el pastel entre los amiguetes y los colaboradores más cercanos, lo que genera un gasto suntuario, que antes no existía.
¿Esa independencia va a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos? La respuesta vuelve a ser no. Básicamente porque los nuevos gobernantes no están dispuestos a renunciar a cuestiones como las leyes de mercado, a la competitividad, a financiar los errores de la banca o a subvencionar a multinaciones... En definitiva no van a hacer nada para cambiar todo aquello que contribuye a que ellos acaparen el poder desde hace décadas, cuando no siglos. Aunque se arropen con la toga de la patria irredenta o del agravio de aquella otra patria extranjera, cruel y opresora, para justificar su existencia, cuando ellos llegan al poder los trabajadores propios, los de la patria irredenta, siguen perdiendo poder adquisitivo y derechos. Nada cambia, al menos para los que con su esfuerzo crean la riqueza de los países, sean éstos patrias irredentas u opresoras.
La pretendida uniformidad de patrias opresoras o irredentas sólo tiene una finalidad: intentar que los ciudadanos olviden las verdaderas causas de las injusticias que no son otras que las desigualdades sociales, que ninguno de estos patriotas tiene intención de erradicar. El reparto de la riqueza, mediante la redistribución honesta de impuestos progresivos (aquél que más tiene que más pague), con la finalidad de que todo el mundo tenga acceso a educación de calidad, a una sanidad eficiente, a servicios de calidad para todas las personas dependientes, a un medio ambiente más cuidado... Todo lo demás son monsergas para que cuatro vividores sigan viviendo a cuerpo de rey a costa de todos los demás, propiciando con su actitud el enfrentamiento entre ciudadanos, que deberían permanecer unidos para buscar mejorar sus condiciones de vida, las de sus mayores, las de sus hijos, las de las personas dependientes que conviven con ellos...
Cuando cierta gente, que se dice dice de izquierda, comprenda que la patria, la nación o cualquier otro sinónimo, no es más que una forma de agruparse los ciudadanos y que los ciudadanos somos el fundamento, el principio y el fin, de cualquier forma de organización habremos dado un paso significativo. Se ha de gobernar por y para los ciudadanos, nunca a mayor gloria de ninguna patria. En estos momentos nos jugamos mucho. Muchísimo. El ataque del gran capital , mediante sus voceros neoliberales, a las conquistas que nuestros abuelos, nuestros padres, y nosotros mismos, hemos conseguido debe centrar todos nuestros esfuerzos. Elegir una opción política cuya única seña identitaria sea un trozo de terreno, un idioma o el queso de su pueblo es dividir fuerzas y facilitar que los que atentan contra nosotros, contra nuestros hijos, contra nuestros mayores, contra los dependientes, contra los más desfavorecidos socialmente... sigan ganando tiempo y robándonos derechos, nuestro dinero, nuestro presente y nuestro futuro.
Siento si a alguien le parece una diatriba panfletaria, pero lo que siento, y me sale del alma, es ésto. La izquierda siempre se ha identificado con las personas, no con pedazos de tierra y con fronteras.
Para terminar dejo un enlace de una entrada del blog de Miguel Jara donde se puede comprobar como un tipo que saca la nación a colación cuando quiere, Durán i LLeida, utiliza a "su patria" para justificar su actitud a favor del lobby farmacéutico:
http://www.migueljara.com/2011/11/11/duran-lleida-hace-lobby-para-las-farmaceuticas/
Un saludo.
La pretendida uniformidad de patrias opresoras o irredentas sólo tiene una finalidad: intentar que los ciudadanos olviden las verdaderas causas de las injusticias que no son otras que las desigualdades sociales, que ninguno de estos patriotas tiene intención de erradicar. El reparto de la riqueza, mediante la redistribución honesta de impuestos progresivos (aquél que más tiene que más pague), con la finalidad de que todo el mundo tenga acceso a educación de calidad, a una sanidad eficiente, a servicios de calidad para todas las personas dependientes, a un medio ambiente más cuidado... Todo lo demás son monsergas para que cuatro vividores sigan viviendo a cuerpo de rey a costa de todos los demás, propiciando con su actitud el enfrentamiento entre ciudadanos, que deberían permanecer unidos para buscar mejorar sus condiciones de vida, las de sus mayores, las de sus hijos, las de las personas dependientes que conviven con ellos...
Cuando cierta gente, que se dice dice de izquierda, comprenda que la patria, la nación o cualquier otro sinónimo, no es más que una forma de agruparse los ciudadanos y que los ciudadanos somos el fundamento, el principio y el fin, de cualquier forma de organización habremos dado un paso significativo. Se ha de gobernar por y para los ciudadanos, nunca a mayor gloria de ninguna patria. En estos momentos nos jugamos mucho. Muchísimo. El ataque del gran capital , mediante sus voceros neoliberales, a las conquistas que nuestros abuelos, nuestros padres, y nosotros mismos, hemos conseguido debe centrar todos nuestros esfuerzos. Elegir una opción política cuya única seña identitaria sea un trozo de terreno, un idioma o el queso de su pueblo es dividir fuerzas y facilitar que los que atentan contra nosotros, contra nuestros hijos, contra nuestros mayores, contra los dependientes, contra los más desfavorecidos socialmente... sigan ganando tiempo y robándonos derechos, nuestro dinero, nuestro presente y nuestro futuro.
Siento si a alguien le parece una diatriba panfletaria, pero lo que siento, y me sale del alma, es ésto. La izquierda siempre se ha identificado con las personas, no con pedazos de tierra y con fronteras.
Para terminar dejo un enlace de una entrada del blog de Miguel Jara donde se puede comprobar como un tipo que saca la nación a colación cuando quiere, Durán i LLeida, utiliza a "su patria" para justificar su actitud a favor del lobby farmacéutico:
http://www.migueljara.com/2011/11/11/duran-lleida-hace-lobby-para-las-farmaceuticas/
Un saludo.
6 comentarios:
Dices que "Resulta aún más curioso considerar como los nacionalismos, sean del signo que sean (aunque uno siempre los consideran de extrema derecha por su xenofobia y/o racismo)" discrepo contigo sobre este tema, país ultra nacionalista por excelencia EEUU. es una gran mezcla de razas que todas sienten a su país por igual sean de la raza que sean, y países como Cuba o China que también llevan muy adentro su país no es que sean de derechas.
Hola. Creo que confundes nacionalismo con querer al lugar de origen, que no es lo mismo. Además creo que generalizas, ni todos los estadounidenses sienten lo mismo, ni lo cubanos, ni...
Una cosa es sentirse vinculado con el lugar de nacimiento, tú sabes bien de lo que hablo, o con el lugar de residencia y otra, bien distinta, es menospreciar o demonizar lo que no pertenece a nuestro terruño, Precisamente eso, menospreciar lo que no es nuestro, por el mero hecho de no ser lo nuestro, eso es xenofobia, racismo o como lo quieras considerar.
Te pongo un ejemplo: yo quiero mucho a mi tierra de origen, tú ya sabes, pero no pienso matar por ella ni menospreciar donde vivo ahora u otros territorios por no ser el lugar donde nací.
Un saludo.
eso mismo es lo que hacen los batasunos,nacionalistas por excelencia en España, matar, menospreciar y demonizar a lo que no es su tierra, y dicen ser izquierda radical, o los seguidores del ex presidente del barsa, lo mismo pero sin matar...
Y todos ellos, desde mi punto de vista, son unos fascistas, básicamente por anteponer un territorio a las personas. Que ellos se consideren de izquierda es como qu Esperanza Aguirre se declare liberal, una mentira soez.
Un saludo.
completamente de acuerdo. lo he enviao a 5 o 6 nacionalistas que conozco. a ver si se enteran de una ...vez.
muy interesante el blog, al menos lo que he leido hasta ahora. por cierto, el enlace de duran i lleida no funciona
salud
Gracias por leer el blog y por considerarlo interesante. Respecto al enlace, gracias por la información, si deseas leerlo en la página de Miguel Jara, que figura a la derecha entre los blogs y webs recomendados, puedes encontrar la entrada. No recuerdo el título exacto, pero, si te sirve de orientación, fue publicada hace unas dos semanas.
Un saludo.
Publicar un comentario