jueves, 15 de febrero de 2018

DIARIO DE UN MAESTRO GRUÑÓN (14 -2- 2018)

Hace unos días me surgió una duda que contesté utilizando la lógica, que creo, querido diario, compartirás conmigo. Como bien sabes, practico deporte, lo que conlleva, de vez en cuando, alguna pequeña lesión. Hace tres o cuatro semanas comencé a sentir un dolor en la rodilla, que me impide la práctica normal de la carrera. La sensación de dolor no remitía y me plantee acudir al médico, buscando que pusiese solución al asunto. Fue en ese instante cuando me planteé si quería acudir a un médico que supiese de memoria la musculatura y los huesos de la zona afectada, así como las lesiones más frecuentes, o prefería acudir a uno que no se hubiese aprendido nada de eso, pero supiese buscar en Internet lo que no había almacenado en su cabeza. Como uno es maestro no lo dudo y acudió al segundo especialista, porque memorizar no sirve para nada e igual que se aprende se olvida, pero tener estrategias...¡Ay tener estrategias! 
Bromas aparte, querido diario, me gustaría aclarar lo que pienso sobre el aprendizaje que se ha dado en denominar memorístico.
La memoria resulta algo más complejo de lo que parece, pues consta de tres procesos: codificación de la información que recibimos para poder almacenarla, que es el segundo proceso, y la recuperación de esa información, para utilizarla cuando la necesitemos. Para almacenar algo en nuestra memoria, y rescatarlo, intervienen factores como la atención, las experiencias previas.... Se trata, como puedes contemplar, querido diario, de un proceso algo más complicado de lo que parece, y eso que no hemos entrado en otros pormenores.
Una vez sentada una pequeña base teórica, parece oportuno definir que es eso tan malo que tiene la memoria, según cierta gente. Parece que los aprendizajes relacionados con la memoria no sirven, porque no son funcionales y se olvidan de manera casi inmediata, como lo podemos comprobar cuando nuestros alumnos aprenden las tablas de multiplicar para toda la vida. ¡Vaya! He puesto un ejemplo que demuestra lo contrario. ¡Menudo error! Eso ocurre por mi falta de memoria.
Chanzas aparte creo que la gente que considera mala la memoria se refiere a otras cosas, como por ejemplo a aprenderse las partes de una planta o los ríos de España, por considerarlo innecesario. Mucha de esas personas tan críticas son las que, sin rubor alguno, luego critican que "los niños de ahora" no sepan dónde está el Duero o en qué año llegó Cristóbal Colón a Ámerica. Parece que a ellos también les falla la memoria... o la coherencia.
No creo que haya nada malo en aprenderse los ríos o las montañas. Al igual que no creo que haya nada malo en enseñar estrategias a los alumnos para saber buscar información de manera autónoma y de manera eficiente, no sólo buscando en Wikipedia. Todos los seres humanos deberíamos tener unos conocimientos mínimos sobre nuestro entorno que nos permitan comprender dónde nos encontramos, de dónde venimos (nuestra Historia), cómo escribir (la Ortografía también se memoriza, aunque mucha gente no lo tenga en cuenta), las tablas de multiplicar...
Se antepone el interés del alumno a la enseñanza de estas cuestiones elementales, lo que me parece muy bien, pero, en cierta forma, absurdo. Los intereses de los alumnos pueden ser tenidos en cuenta en el aula en ocasiones, pero desarrollar las preferencias de los pequeños se debe hacer, de manera fundamental, desde casa. Los docentes no podemos, ni debemos, ser expertos en todo, eso forma parte del desconcierto que existe sobre qué debe ser la Educación en muchos ámbitos: políticos, periodistas (o lo que sean), "expertos" en Educación... Las preferencias de los niños deben ser abordadas desde el hogar. Alguien puede alegar que los padres no deben saber de tal o cual cuestión. Los docentes tampoco, y más cuando tiene poco o nada que ver con lo que encierra la escuela. En este sentido, parece oportuno pensar que los padres también pueden dedicar un tiempo a satisfacer los intereses de sus hijos, formándose, informándose o llevando a sus hijos a realizar actividades extraescolares relacionadas con sus preferencias.
Por otra parte, los intereses de los alumnos, en muchos casos cambiantes de manera celérica (en función de la edad y de las modas) no tiene porque ser satisfechos de manera automática. Los niños y los adolescentes no tienen en muchos momentos el criterio necesario para decidir. ¿Dejarían muchos de estos defensores de la importancia de las preferencias de los niños que aplicaran esto a su casa y que fuesen los niños los que decidiesen lo que se debe hacer en sus hogares? Que ellos decidiesen el menú, en qué gastar el dinero... O, mejor aún, ¿qué harían estos defensores de satisfacer las preferencias si un adolescente les pidiese 60 euros para pillar un gramo de farlopa? No parece muy adecuado negárselo, según esos criterios, pues son sus preferencias del momento y, con un poco de suerte, acaba siendo un emprendedor, vendiendo la mitad con un cierto margen de ganancias.
La respuesta parece clara: negarles el dinero, porque drogarse es malo para ellos, aunque a ellos les parezca muy guay. Pues con la Educación pasa lo mismo. Lo que a ellos les parezca guay no tiene que ser lo mejor para ellos. Ya habrá tiempo, cuando tengan 15, 16 años de que comiencen a tomar decisiones sobre su futuro.
Volviendo al tema de la memoria. Creo que se confunde que existan métodos más o menos amenos, con la importancia de la memoria. Por muy amenos que sean los métodos (algunos de ellos poco efectivos, pero muy rimbombantes) lo que se pretenden es que los alumnos adquieran los conocimientos, los memoricen. Memorizar no es malo, es necesario y no, no es verdad que todo lo que se memoriza se olvida. Se olvida lo que no resulta significativo. Pero no todo en esta vida nos resulta significativo y lo que a alguien le puede parecer significativo o importante a otra mucha gente se la trae al pairo. Esto forma parte de la diversidad. Además, la Escuela debe preparar para la vida y parte de la vida se basa en que no todo lo que hacemos o vivimos nos parece interesante, pero no por ello nos morimos ni se sufren traumas irreparables. Tal vez, uno de los aprendizajes de la Educación formal sea eso: no siempre van, vamos,  a hacer lo que quieren, lo que les, nos, gusta, y ello no debe generarles ningún tipo de frustración. Al contrario, debería ayudar a que aprecien más los momentos en que pueden disfrutar de aquello que más les satisface.
Menudo rollo te estoy largando, querido diario, voy a acabar ya, al menos por hoy, porque me tengo que ir al traumatólogo. En realidad elegí uno que tiene muy bien memorizados los huesos, los músculos, las enfermedades más comunes, pero que, en caso de duda, es capaz de consultar con otros compañeros, en un libro o donde fuere, para llegar a dar una respuesta correcta a mi necesidad.
Nos vemos pronto.

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