lunes, 26 de febrero de 2018

DISPARATE TRAS DISPARATE

Una parte de nuestros mayores, esos a los que los pijos de las redes critican por ser de derechas, nos han dado a todos una lección. Les honra salir a la calle a luchar por lo suyo. Les deshonra lo miserables y acomodaticios que siempre han sido los revolucionarios de postal. 


La lucha contra las desigualdades, la injusticia, se ha convertido, para cierto tipo de personas, en un negocio material y/o moral. Material, porque a algunos les permite vivir, muy bien en algunos casos, y moral porque a los que viven muy bien les permite justificar su estatus, gracias a la denuncia de lo mal que viven, o en algunos casos nos hacen creer que viven, otros. Eso sí, moverse del sillón, no gracias. Ya denunciamos. 


Personajes que se escandalizan por un vestido de una mujer, criticándola de manera inmisericorde, llevándose las manos a la cabeza por encarcelar a un rapero por sus letras. Los mojigatos se sienten ofendidos con lo de los demás. Vulneran la libertad de expresión cuando se trata de quedar bien con los suyos, sin importarles un pimiento. Tan libre es una mujer para vestir como le salga del coño, aunque sea para sacar pasta gracias a esos mentecatos puritanos que las hacen publicidad, como el rapero para decir las burradas que desee.


Gente que dice luchar por la conciliación laboral y familiar mintiendo a sabiendas o demostrando que son unos ignorantes. En una sociedad donde el sector servicios ocupa a la mayoría de los trabajadores ¿cómo es posible conciliar la vida laboral y familiar. Cada vez existen más empleos destinados a dar servicios a otras personas, con horarios flexibles y jornadas interminables, no remuneradas en su totalidad. ¿A quién pretenden engañar?


Resultar curioso que cualquier medida de los gobiernos neoliberales para crear empleo lleve aparejada una reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social, esas contribuciones que permiten pagar las pensiones. También resulta curioso que las empresas también necesiten cada vez a menos personas, aumentando sus ganancias, por lo general, año tras años, sin que los gobiernos tengan en cuenta que se puede gravar ese aumento de la productividad para financiar el pago de las pensiones.


Estoy expectante por saber si Ana Patricia Botín, Beatriz González, Alicia Koplowitz, Sandra Ortega y otras mujeres empresarias seguirán las consignas de las ideólogas del 8 de marzo. Es muy posible que muchas de las mujeres que trabajan para ellas no puedan permitírselo.


Los esperpénticos políticos catalanes independentistas han demostrado que las revoluciones entre burgueses solo suponen un cambio de amo y un engaño para los ciudadanos. Siento mucha vergüenza cuando los revolucionarios de la CUP no dudan en encumbrar a un tipo neoliberal como Puigdemont, y parece que tampoco tendrían problema en nombrar presidente a una tipa, Elsa Artadi, que ha trabajado para el Banco Mundial como asesora. Eso sí, la fugada Anna Grabiel podrá decir que Artadi es mujer. 


Mucha gente piensa que Rajoy es un inepto que ha llegado donde está por casualidad. Para ser un inepto nos ha colado una reforma laboral digna de un país tercermundista, ha amnistiado a los ricos defraudadores, nos ha impuesto una ley represiva como la Ley Mordaza, ha dado dinero nuestro a sus amigos de los bancos, de las eléctricas y de las grandes constructoras. ¿De verdad aún la gente no se ha dado cuenta de que los pardillos somos nosotros?


Uno de los mayores éxitos de la falta de cultura y de la desinformación masiva ha sido hacer creer a la gente que todo se corrige con leyes represivas y Educación. Las injusticias, cuando existen, se corrigen arrinconando y persiguiendo a los que las cometen, no apelando a cuestiones etéreas, que nos quitan el marrón de encima. 


Mientras, hablando de Educación, seguirán trabajando la Compentencia del Emprendimiento en todos los centros, para formar futuros hombres de éxito. Una mentira más. La gran mayoría se buscarán las habichuelas donde puedan. Mientras, los hijos de los que tienen el poder económico, tendrán el triunfo laboral asegurado. Esos irán a colegios muy caros, donde, desde pequeños, crearán una camarilla que en unas décadas tendrá buena parte de la riqueza del país. 

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