jueves, 4 de octubre de 2018

TRES MENTIRAS

La dominación tiene su propia estética
y la dominación democrática tiene su propia estética.

Herbert Marcuse



La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha declarado que la deuda global (pública y privada) ha alcanzado un nuevo récord histórico, 157 billones de euros. A nadie con dos dedos de frente se le escapa que dicha cuantía es impagable y que, tarde o temprano, todo acabará saltando por los aires. Pero, ¿cómo se ha llegado a esto? Sencillo. Veámoslo.
El sistema capitalista se basa en producir y consumir. En el momento en que el consumo falla, por la causa que sea, se produce una crisis o se agudiza. El sistema neoliberal se ha basado en producir y consumir a todo trapo, con las consecuencias para el planeta y para nosotros que tiene el consumo masivo de recursos, tanto por las administraciones como por los particulares Este consumo, siempre en aumento, tenía un problema: la carencia de recursos de las administraciones y de los particulares para adquirir la cantidad de productos necesarios.para que el sistema funcione como se espera. La solución es la de siempre: conceder créditos. La necesidad de que aumentase el consumo de manera desaforada llevó a conceder créditos difícilmente pagables, con un dinero que, cada vez en mayor medida, es ficticio. Algo muy parecido a una estafa piramidal, pues, como se ha visto en el caso griego, la amenaza  del impago de la deuda puede llevar a situaciones de gravedad extrema para el sistema.
Hasta ahora, cuando ha ocurrido esto, se ha cargado las tintas contra los ciudadanos, que han pagado la culpa de la ineptitud de los, en teoría, expertos prestamistas y expertos prestatarios, que consideran que pueden pagar lo recibido, pero, es obvio, que esta burbuja no puede durar ad eternum, y, como predijo Marx, acabará socavando el capitalismo, que morirá, o se modificará, fruto de sus contradicciones.
Conviene analizar lo ocurrido en Grecia para ver como los "expertos" intentan salvar una situación calamitosa a costa del sufrimiento de los ciudadanos. Para ellos vamos a servirnos de un informe interno del FMI, que ha salido a la luz de manera reciente y que deja a las claras que se "sacrificó" a los ciudadanos griegos para salvar la banca europea, sobre todo alemana y francesa, que había concedido créditos al país heleno imposibles de devolver.


Si el lector ha leído el artículo se habla de fallos de cálculo a la hora de valorar las repercusivos de las medidas, de desinformación y secretismo para ocultar las acciones a otros miembros del FMI, de falta de previsión.... En otras palabras: los miembros del FMI, como los directivos bancarios que concedieron los créditos a Grecia, no tenían ni idea de lo que estaban haciendo y de sus consecuencias. Sin embargo, no tuvieron empacho alguno en culpar a los ciudadanos griegos y hacerles pagar las consecuencias de su "error" para salvar a sus colegas banqueros. 
En dicho informe se dice, de manera clara, que los miembros del FMI que tomaron esas decisiones contravinieron el espíritu del FMI, el espíritu neoliberal, que consiste, al menos en teoría, en algo así como: "el que la caga paga las consecuencias". En este caso, como en otros muchos, el que mete la pata sale indemne e incluso reforzado. 
Unos tipos, expertos en teoría, organizan una moneda única para varios países, pero pensando sólo en las características de unos pocos de ellos, en especial de Alemania. No tienen en cuenta aspectos básicos del funcionamiento de todos los países (algunos de ellos incluso hacen trampas para entrar en el euro) y cuando llegan los problemas...
Más expertos deciden que los bancos que dirigien deben dar créditos a un país que ha falseado sus cuentas para entrar en el euro y que vuelve a mentir sobre sus cuentas en 2010, con la complicidad de Goldman Sachs (otra empresa privada), encargada de hacer la auditoria.
Y todo ello quién lo paga. En efecto, los ciudadanos helenos, que no estaban ni en el grupo de expertos que creó el euro ni en los órganos directivos de los bancos que concedieron de manera alegre créditos a un país insolvente. En cualquier organización que siguiese las directrices neoliberales estos tipos estarían fregando baños. Aquí siguen en el machito, dando lecciones de Economía.
Obviamente los créditos inviables son fruto de unas condiciones laborales cada vez más precarias, condiciones en las que se incluyen los salarios, cada vez menores, lo que hace que el trabajador pierda poder adquisitivo y acuda a créditos, a veces sólo para llegar a fin de mes.
Esta política, reformas estructurales lo llaman los neoliberales, consisten en desregularizar el mercado laboral, que no es otra cosa que intentar cargarse el Derecho Laboral, buscando que el trabajador negocie con el empresario de manera individual. Parece lógico pensar que si quieren acabar con el Derecho Laboral, también se acabe con el Derecho Penal en lo referido a trabajadores y patrones y que cada cuál tome las medidas oportunas para ajustar su situación laboral. Puede parecer una exageración, pero al que ha escrito estas líneas le parece una cuestión de pura lógica, pues, parafraseando a los neoliberales, sólo los que mejor consigan gestionar su empresa conseguirán triunfar. 
Sin embargo, a uno no le parece oportuno acabar con el Derecho Laboral y considera que el intento de desregularizar las relaciones laborales es un sinsentido, que incluso contradice las teorías neoliberales. Veamos por qué.
El obrero ofrece su fuerza de trabajo a cambio de una remuneración, llevándose el empleador una plusvalía (diferencia entre lo que produce el trabajador y el valor de su producción). Los trabajadores se organizan para intentar que esa plusvalía sea la menor posible y ellos se beneficien lo más posible de su trabajo, lo que, en el fondo, es lo que defiende el neoliberalismo, cada uno busca su nicho en el Mercado y los trabajadores lo hacen organizándose para intentar conseguir las mayores ganancias posibles (que sólo eso es el neoliberalismo). En ningún sitio figura que todo ello se deba hacer enfrentándose los unos con los otros. Se puede plantear que los trabajadores se enfrenten por un puesto de trabajo, pero también se puede plantear que los trabajadores, organizados o no, se enfrenten a los empresarios por conseguir una mayor parte del pastel. En el fondo, si tomamos en sentido estricto la idea del Mercado de los neoliberales, la fuerza de trabajo también es un producto que forma parte del mercado y quienes la ofrecen tienen derecho a luchar por conseguir lo máximo posible por ella. De hecho, no es infrecuente que empresas de mayor o menor tamaño se alíen para conseguir ventajas sobre el competidor. Observamos ejemplos que van desde las UTEs (Unión Temporal de Empresas), hasta las grandes compañías automovilísticas que comparten tecnológica para abaratar costes, pasando por cadenas de pequeñas tiendas que se alían para comprar productos en grandes cantidades a precios más bajos, para ser más competitivas y aumentar su margen de ganancias o, como los trabajadores cuando reivindican mejoras, salir adelante.
Un verdadero neoliberal debería comprender que el hecho de que los trabajadores se agrupen para conseguir derechos forma parte del Mercado al que dicen adorar, pero, en cambio, los satanizan, porque su ideología lo único que desea es currantes sumisos, para que las empresas tengan mayor margen de beneficios. Actitud que conlleva, como se dijo, engordar la deuda privada y la pública, pues al ser los salarios menores se recaudan menos impuestos. 
Por supuesto, estos mismo tipos (los que crean una moneda inviable, conceden créditos imposibles de devolver y asocian la libertad a favorecer a quien tiene el dinero) son los que se quejan de los impuestos. 
En la radio aparece un tipo, profesor de Economía, que cada vez que se habla de subir los impuestos se dirige a las señoras para recordarlas que lo van a pagar ellas (no tiene ningún pudor en reconocer que los impuestos a las grandes empresas y a la banca no va a mermar la cuenta de resultados de estas entidades, sino la de los ciudadanos). Este tipo, que defendió con uñas y dientes a la monja acusada de raptar y vender niños en España, enjuiciada por ello, se olvida  de decir a la señora que esos impuestos permiten que ella tenga Sanidad de calidad, Educación para sus hijos, también de calidad, una red viaria buena, una Dependencia mejorable, pero que llega a mucha gente... Este tipo se olvida decir a la señora, que si cobra 700 euros y no hubiese impuestos, esa Sanidad la tendría que pagar de su bolsillo e igual no podría tener Sanidad como pasa en EEUU o en Suiza, a no ser que se empeñara hasta las cejas, con consecuencias como las que podemos leer aquí. De igual manera no podría tener acceso a esa comida y a esa persona que va unas horas a la semana para hacer las tareas del hogar, todo gratuito, de la que disfrutan muchos ancianos con pocos recursos, como alguno de mi propia familia. Los impuestos sí revierten en los ciudadanos, lo que pasa es que nos dan una factura cada vez que usamos una autovía, en cada ocasión que se va al médico, o cuando un alumno comienza un curso escolar.
Los neoliberales utilizan el absurdo de Hayek que defiende que la libertad es gastarme el dinero como desee, sin tener en cuenta que, es muy probable que muchas personas quieran gastarse el dinero de otra manera, mucho más afín a las ideas socialdemócratas. Los seguidores del austriaco podrán alegar que se vulnera su libertad, pero lo que ellos no consideran, porque no llegan o porque no les interesa, es que su idea también vulnera la libertad de muchos ciudadanos de organizarse de otra manera. En nombre del a libertad ellos intentan imponer una doctrina cruel y absurda, que hace aguas en la teoría y en la práctica. Que es lo que ocurre siempre que alguien se apropia de conceptos como el de libertad.
Basta rascar un poco para comprobar la ineptitud de los gurús de la vieja nueva neoliberal, que no deja de ser lo mismo de siempre: una minoría domina al resto de personas y para ello, en vez de inventar un dios, inventan una tesis, tan fundamentada en mitos como cualquier otra religión. Cambian las apariencias, ya no es necesario ser elegido por dios para ser triunfador, pero no el fondo de la cuestión, los triunfadores son los elegidos para imponer sus ideas y sus formas de producción.
Un saludo.

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