miércoles, 17 de agosto de 2022

ESPERO Y DESEO QUE TE VAYA BIEN

 Creo llegado el momento de contarte, y contarme, porqué. Por qué todo acabo de esa maner,a inesperada y abrupta, a través de una llamada, ni tan siquiera cara a cara.

Puede que deba comenzar por el final, por la forma. Como sabes, como sé, las decisiones importantes en la vida ocurren tras un tiempo de reflexión, sufrimiento, incertidumbre o cualquier otro aspecto que pueda conmover los cimientos de una persona. Por tanto, no se trató de un hecho irreflexivo, fruto de la impulsividad. Hacía meses que en mi mente rondaba la idea y en los dos o tres meses anteriores a transmitírtelo se había convertido en una certeza. Por supuesto, mi intención era hablarlo contigo en persona, pero la maldita distancia, interpuesta por las circunstancias, lo aplazaba semana tras semana. 

¿Qué me llevó a tomar la decisión de hacerlo a través del teléfono? El dolor. El dolor de no decirte que te quería a través del altavoz por no mentirte. El dolor de que no te dieses cuenta de que llevaba un par de semanas sin hablarte de amor y sentimientos y que tú no te dieras cuenta. El dolor de no saber cuando podría estar frente a ti para contarte que no quería seguir junto a ti. El dolor de alargar algo que para mí ya no tenía sentido.

Puede sonar absurdo que, tras ser yo el culpable de la ruptura, hable de dolor propio. Pero así lo viví.

Mi punto de vista puede resultar extraño, pero creo que, en el fondo, se basaba en el respeto hacia ti. Yo no puedo controlar cuando amo o dejo de amar a otra persona; pero sí puedo tener control sobre el respeto que siento hacia alguien y considero que comunicar a tu pareja que ya no deseas seguir, cuando en tu interior ya murió ese latido con su nombre, se puede considerar un acto de respeto. Porque, sabes, difiero de ti en algo: las palabras no se gastan por usarlas. Lo que se deterioran son los sentimientos y lo que degrada una relación, casi hasta lo humillante, es pronunciar palabras huecas, que perdieron su sentido hace tiempo. El respeto hacia quien quieres consiste en que esto no ocurra. Y te respeto, como te respeté cuando tuve ocasión de estar con otra mujer de manera ocasional y no lo hice, porque merecías y aún mereces todo mi respeto.  

He comenzado por el final, o casi, y, tal vez, debería contarte qué ocurrió para dejarte de amar. Podría parecer absurdo narrar cómo se empieza a dejar de amar a alguien. ¿Existe un punto de inflexión en el amor? En este caso sí, e intuyo que si te hablo de la ciudad donde nos conocimos y la segunda que volvimos a ella, casi seguro que recuerdas lo que aconteció. Lejos de pedirte fidelidad o zarandajas por el estilo, solo quería que compartieses conmigo el poco tiempo que teníamos para estar juntos. En el fondo, ya que no solías decir que me amabas o que me querías, ese interés por estar juntos me hacía sentir querido o amado. 

Después hubo alguna otra circunstancia similar que me empujo a tomar la decisión. El estilo de relación que teníamos nos proporcionaba una infinidad de tiempo libre para que cada uno, por su cuenta, hiciese lo que apeteciese dónde, cuándo y con quién quisiera. Pero el tiempo, el escaso tiempo, del que disponíamos para estar juntos para mí era importante. Quería vivir el mundo contigo, a través de ti. 

Una cuestión que suele pasar desapercibida tiene que ver con mi tiempo libre. Por mis circunstancias tengo mucho más espacio para ocio y para descansar que la mayoría de gente. Cuando la persona con la que tienes una relación no dispone de unos períodos semejantes de descanso, se debe rellenar esa diferencia de alguna manera, siempre esperando. Lo haces porque deseas compartir hasta el último segundo con ella, sin más. Tal vez por ello, cuando tú insistías aquella vez en irte de vacaciones sin mí me sentí mal. 

Como bien sabes, jamás te pedía cuentas de con quién ibas o lo qué hacías, como tú tampoco lo hiciste conmigo (comprobaste que existía otra forma de libertad), pues nuestra relación se basaba en la confianza y eso me parece algo maravilloso. Algo que siempre recordaré de ti. Igual que siempre tendré presente cuando escuchaste esa canción de León Benavente, Estado provisional. Me dijiste que era muy bonita, pero muy triste. Ahora sé que eso me cautivó de ti. Conseguías, casi siempre, que la tristeza quedase lejos, en un país sin nombre ni accesos. Eso me gustaba tanto de ti. Tal vez sea lo que reflejaba tu sonrisa, que sigo representando en mi recuerdo en ocasiones.

Teníamos nuestra canción, esa versión que hizo Manu Chao de un tema que se volvió muy famoso, poco después de adoptarlo como nuestro, en boca de una artista muy famosa. En perspectiva, creo que el que tema que mejor nos reflejaba era Ser brigada, también de León Benavente. Una mujer y un hombre que se encuentran, con sus cargas respectivas, y que deciden, a pesar de todo, construir su pequeño universo, por el mero hecho de arrojarse juntos hacia lo que haya de venir. Fuimos brigada y siempre sentiré añoranza de ese período.

Te amé igual que después me sentí vacío y necesitaba estar lejos de ti. En ese momento me inventé, ahora lo sé, la excusa de que amaba a otra mujer. Siempre utilizo esa excusa y esa mujer, pero tengo plena conciencia de no amarla, a lo sumo puedo llegar a desearla, como a otras mujeres, pero sin que exista una verdadera posibilidad de que nada pase del plano mental al real. Cada cual construye sus castillos en el aire para seguir avanzando en la vida y el mío fue ése. Tal vez, ese constructo me ayudó a dar el paso de dejarte, estoy dándome cuenta de ello según escribo esto.

Como bien sabes, me encanta viajar y junto a ti se convirtió en una constante. Me encantaba esa faceta tuya, como me gustabas con gafas cuando visitábamos monumentos. Reconozco que te hecho de menos en ese aspecto. Como hecho de menos, los restaurantes, las excursiones de un día.

Te dije que había comenzado por el final, o casi, pero aún queda algo que contarte sobre ese período. Tarde un tiempo en dejar de sentirme como un cabrón cuando rompí contigo. Aunque no te lo creas te quiero, para mí, como ya sabes, es algo distinto a amarte, y sentí infinitamente el dolor que te había provocado. Te considero una persona maravillosa y lo último que deseaba era hacerte sufrir. Aunque intuyo que de poco sirva esto que te cuento, me odiaba por generarte sufrimiento. Como te he dicho, desde mi perspectiva, no existía otra opción, pero sentí, siento, haberte provocado dolor. 

Cuando la gente me preguntaba por qué había roto solo podía decir que la culpa era mía. Te considero una bellísima persona, creo que mejor que yo, y esto se lo decía a todo el mundo que te conoció. Dudo mucho que encuentre alguien mejor que tú en ese sentido y, en ocasiones, hecho de menos estar contigo, pero sé que hice lo correcto, para los dos. 

Espero, y deseo, que te vaya bien.


P.D.: Noches de bohemia podía ser la otra canción que nos representaba en aquella época. He vuelto a escucharla hace unos meses, después de mucho tiempo.

No hay comentarios: