Por motivos de descanso, relajación o lo que fuere, me encuentro pasando un par de días, los primeros que nos separamos de mi hijo en más de cuatro años (con la excepción de una noche, debido a una intervención quirúrgica), en una ciudad de Catilla la Mancha.
Ayer, por segundo día, asistimos, mi pareja y yo, a una actividad cultural, creo que ésta sí puede denominarse de esta manera, pagada con el dinero del ayuntamiento. Si el primer día pudimos contemplar una peculiar puesta en escena teatral, ayer tuvimos el placer de escuchar en directo a un grupo maño, O`Carolan, que nos deleitó con un magnífico concierto, en una preciosa plaza.
No me voy a extender, ni mucho ni poco, en el tipo de música que hace el quinteto folk aragonés, pues debajo adjunto un vídeo, con él que el lector podrá acercarse al estilo de los maños.
No, no es esa la finalidad de la entrada. Si me he visto empujado a hablar de ellos es debido a que durante la actuación me vino a la mente un tipo cuyo nombre y rostro representa, ha representado sería más ajustado escribir, a una sociedad de gestión de derechos cuya situación actual ha dejado a las claras lo que muchos pensábamos: dicha sociedad no busca que sus asociados, no todo son socios, vivan mejor. No todos los que forman parte de la SGAE viven a cuerpo de rey, pues eso sólo está destinado a unos pocos.
Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda y quiero afinar hoy un poco más.
Cuando uno ayer leyó el folio doblado donde se narran las peripecias artísticas del grupo aragonés, más de 20 años en la brecha, y ve posteriormente como los cinco componentes de O´Carolan disfrutan como niños pequeños con los aplausos provocados por la primera composición, entiendo que todo lo que nos han vendido estos petimetres de la industria musical y sus protegidos, los que dan la cara en las peticiones al gobierno, es una gran estafa. Por supuesto, su bazofia no es arte, ésto se ha dicho por activa y pasiva, desde este blog muchas veces, pero, además, uno tiene la impresión de que estos tipejos, que la mayoría de ellos existen porque unas pocas compañías musicales han secuestrado el mundo de la música, no tienen ningún pudor, y se apoderan de la palabra música, buscando con ello que creamos que son el último reducto, y, por supuesto único, de la creatividad sonora.
Si uno lee la lista de los "artistas" que firmaron la ley antipiratería se encontrarán con que muchos son productos comerciales creados por las compañías de discos. Por contra, uno observa ayer como cinco tipos de más de cuarenta años, los integrantes de O`Carolan, con bastante sapiencia musical, deben vender sus propios discos tras la actuación, para ir tirando y poder seguir con su afición. No es la primera vez que asisto a este hecho, pues lo he visto en conciertos de grupos heavys, flamenco o folk. Pero parece que unos pocos sólo tienen interés en presentar una realidad del mundo: la del triunfador, aupado por la correspondiente multinacional. Sin embargo, la realidad es bien distinta: una élite de músicos y cineastas, algunos de ellos más acabados que las maracas de Machín, secuestran a todos sus compañeros de profesión y a los ciudadanos, no dudando en presentarlos a todos como piratas, con la única finalidad de vivir de puta madre, perdón, a cuerpo de rey, vendan o no vendan su producto (Bosé vendió menos de cinco mil copias de su último disco), achacando siempre las escasas ventas a la piratería (nunca a su incapacidad para hacer algo de calidad o a su escaso talento o, como en el caso de Bosé, a que no canta una mierda). Además estos tipejos, cuyo caché en muchos casos es monstruoso, más si tenemos en cuenta lo que aportan, han estado robando a sus compañero y a todos nosotros, y lo siguen haciendo, pues su emolumentos son, en muchas ocasiones, satisfechos por ayuntamientos, dinero público, no correspondiéndose la cantidad de dinero percibido con lo ofrecido al público. Las cuantiosas cantidades que cobran muchos de estos perpetradores de canciones de dinero municipal, de todos, cierran el paso a otros músicos, veteranos o noveles, que a cambio de mucho menos podrían ofrecer espectáculos en muchas ocasiones de mucha más calidad. En otras palabras: estos tipos que viven de la música, y que se quejan de lo malo que somos todos, son una minoría que gira en torno a la música pop destinada a las radiofórmulas y que amparándose en que ellos representan a la música, cosa que es falsa hasta decir basta, pretenden hacernos creer que todos debemos rendirnos ante su forma de entender el asunto, realmente ante su forma de entender el negocio. Sin embargo la realidad es tozuda y en cualquier plaza de Castilla la Mancha te puedes encontrar con la verdadera realidad: la de la gente que ama lo que hace y que no alza la voz vendiendo humo, que impide ver la verdad del asunto: mantener el negocio a toda costa.
Uno recuerda cuando le preguntó a un miembro de Luar na Lubre tras un concierto sobre la cantidad de conciertos que iban a dar ese año y me contestó que entre veinte y treinta y, entonces, hace más de diez años no entendía como un grupo de tanta calidad, cuya cantante, Rosa Cedón, había intervenido en un tema de un disco de Mike Oldfield, por poner un ejemplo, no realizaba más conciertos. Ahora no tengo ninguna duda de la causa.
Un saludo.
P.D.: Para la amiga que tuvo que aguantar la chapa hace dos semanas. Gracias y lo siento. Aquí andamos recuperando el tiempo y cargando pilas. Un beso.
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