lunes, 1 de agosto de 2011

CENSORES SIN FIN

Ayer, viendo un documental sobre la censura en el cine, aprendo que a finales de la primera década del siglo pasado el Papa de Roma es la primera "autoridad" que "clama" contra el libertinaje de ese nuevo arma de destrucción de almas que es el cine. La primera prédica oficial a favor de la censura en el séptimo arte viene de Roma, de la Iglesia.
Hace tres o cuatro días, en Mérida, se retira un fotomontaje por resultar ofensivo, o poder resultarlo, a los católicos, pues aparece la figura de Cristo, un desnudo y varias cosas más que no cuadran con la iconografía tradicional católica: crucifixiones, martirios, vísceras por aquí, vísceras por allá, pero, eso sí, todo de manera muy pudorosa. 
No es mi intención ofender a los creyentes, sean de la religión que sean, pues todo el mundo tiene mi respeto, sea creyente, agnóstica o, como en mi caso, atea. Sigo pensando que a las personas se las juzga por sus actos, no por sus credenciales. El hecho de que no critique a las personas por sus creencias no es óbice para que despelleje a ciertos tipos que en nombre de la religión, y lo que es más gracioso, de la libertad religiosa y del respeto a las religiones, imponen una dictadura del pensamiento que recuerda a otros tiempos, no tan lejanos.
Si he mencionado, al principio de la entrada, dos sucesos separados en el tiempo por un siglo, ha sido con el objetivo de demostrar que, con muy ligeros matices, la forma de actuar de ciertos personajes, me da igual el Papa de Roma que el mulá Omar, no ha variado nada o casi nada en los últimos tiempos. No sólo eso, existe una especie de tabú social, al menos por parte de un sector de la ciudadanía, no se cuantificarlo, cuando se trata de sopesar la libertad religiosa y el respeto a las religiones. Tabú que no existe cuando las autoridades religiosas se dedican a criticar a diestro y siniestro, aunque no sean parte de su grey, ni tengan intención de  pertenecer a ella, en nombre de una determinada moral. Resulta  harto contradictorio que la libertad de expresión, al menos en teoría, acaba donde empieza el respeto a los demás, no siendo este axioma aplicable cuando los que lo deben poner en práctica son miembros de la cúpula, o personas representativas de facciones extremistas, de una u otra religión. 
Debo reconocer que no he querido ver la obra en cuestión, al menos escrutarla con detenimiento, y, sinceramente, me la trae al pairo, por experiencia muchas de esas representaciones "ye-yes" de Cristos y Vírgenes no me aportan nada desde un punto de vista creativo. Uno, de estas tórridas tierras mesetarias, cércanas a la capital extremeña, no entiende el escándalo que se ha formado, o sí lo entiende, por lo que me jode más, por una representación grounge de un icono de una religión, que se sale de los cánones oficiales (cánones oficiales que se han ido adquiriendo con el paso de los siglos, sería sorprendente para mucha gente saber que en los primeros siglos, pongamos los cinco primeros, el símbolo de la cruz no era el símbolo fundamental del cristianismo). Este humilde bloguero que cualquier representación de un icono es eso, una representación y una religión es otra cosa, una cuestión de fe, de creencia, no del careto o los genitales de un icono. La intransigencia fundamentalista de ciertos cargos eclesiales, y de los políticos populares extremeños, seguidistas en este aspecto hasta la nausea, da mucho que pensar sobre la capacitación de entender el funcionamiento de una sociedad moderna de unos y otros. Más aún cuando la consejera de Educación y Cultura alega que la libertad de expresión, o el respeto, no lo recuerdo exactamente es una cosa entre el artista y la sociedad y que ambos deben converger. Señor nueva consejera, con un gran currículum laboral, por cierto, ¿usted a preguntado a todos los miembros que conformamos la sociedad extremeña? A mi no y conozco a otros muchos que tampoco. ¿Cómo puede hablar entonces de una convergencia entre artista y sociedad? 
Y, siguiendo con el razonamiento de la señora Consejera, ¿qué ocurre si la visita del Pontífice de Roma me molesta, y más aún sabiendo que 25 millones de eurazos del dinero de todos está destinado a que visite nuestro país? ¿Qué ocurre si yo, y otros muchos como yo, nos sentimos agredidos por las palabras del anciano alemán o de sus acólitos españoles? ¿Les mandamos callar, especialmente pensando que su supervivencia en buena parte se debe a que reciben dinero público, de todos? ¿Dónde empieza y acaba lo que es ofensivo, lo que agrede al otro y aquello que es públicamente aceptable? Parece ser que todo empieza y acaba donde le da la gana a la parte más intrasigente de ciertas religiones y de los políticos seguidores de dichas facciones más ultramontanas. Por ello, tal vez, y sólo tal vez, por mucho que en ciertos eventos reúnan a decenas de miles de seguidores, sus fieles van disminuyéndose, a la par que, en muchos casos, radicalizándose. Por ello, tal vez, y sólo tal vez, sus dictados morales, al menos una parte de ellos, no son seguidos por una mayoría de los que dicen ser sus seguidores. Por ello, tal vez, y sólo tal vez, incluso sus grandes fiestas, aquellas en las que se celebran acontecimientos significativos de su religión y que han solapado con otras de origen anterior, han perdido una buena parte de su significado para muchos de sus seguidores. Por ello, tal vez, y sólo tal vez, cada vez hay menos gente dispuesta a tomar los hábitos. Por ello, tal vez, y sólo tal vez, la distancia entre ustedes y la sociedad es abismal y aunque formalmente mucha gente siga sus religiones, la realidad es bien distinta. Por ello, tal vez, y sólo tal vez,...
Por cierto, no es mi caso, estas campañas censoras lo que consiguen es que una imagen que iban a ver unos pocos miles de personas ahora haya aparecido en muchos medios de comunicación nacionales, pudiendo ser contemplada por millones de personas. Uno no sabe lo que pensar. Unos días creo que estos tipos son tontos y que sus actos traen como consecuencia el efecto contrario. Otros me inclino a  pensar que son muy listos y que lo que pretenden es que se hable de ellos, aunque sea para mal. No sé si por perro, o por viejo, suelo tener en escasa consideración la capacidad intelectual de muchos de los que aparecen en los medios de comunicación, por lo que suele ocurrir, que los días que creo en el primer planteamiento son más, pero que cada uno opine como crea oportuno.
Un saludo.

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