miércoles, 1 de marzo de 2017

PATERNIDAD Y MATERNIDAD

"...Haremos de este hijo generador sustento,
y hará de nuestra carne materia decisiva:
donde sienten su alma las manos y el aliento
las hélices circulen, la agricultura viva".

Hijo de la luz y de la sombra. Miguel Hernández

Desmitificar la maternidad se ha convertido en un asunto que ha ocupado, y preocupado, a diversas personas y medios  en estos últimos tiempos. Uno, que siempre anda cuestionándose cosas absurdas, se pregunta: ¿quién coño la mitificó?
La respuesta que surge es algo larga, por lo que nos vamos a olvidar del catolicismo rancio y vamos a centrar el asunto en las últimas décadas. No me cabe duda alguna de que existió una corriente de gente, tan flower power ella, que hablaban también de educar en libertad y de cosas muy estupendas, que veían en tener niños un regalo perfecto, que sólo producía amor, bien rollo y niños sanos y listos, que cambiarían el mundo de arriba a abajo y a los lados, si hubiese hecho faltan. Eran los modernos de turno, que alardeaban de superioridad moral e intelectual.
Como ocurre en estos casos han aparecido otros modernos, los que tienen ahora el poder en los medios, que opinan todo lo contrario, con la misma superioridad moral e intelectual. Estos tipos ven en la maternidad algo parecido a una mezcla entre lo peor de Satán, Donald Trump, Belén Esteban y Darth Vader. Y uno se pregunta: ¿y la paternidad? ¿Es buena? ¿Es mala? ¿Es un mito? ¿Lloverá lo suficiente esta primavera para llenar los embalses?
¡Perdón! No es correcto, ni adecuado, recordar que muchos padres se implican tanto o más que las madres. Volvamos entonces al tema de la maternidad.
Los que me conocen bien, las dos o tres personas, que por problemas de reuma no pueden alejarse de mí corriendo con la suficiente velocidad, saben que desde hace un tiempo invito a las personas de mi entorno que acaban de estrenar su paternidad, o su maternidad, a que busquen huecos para ellos y para disfrutar con su pareja, pues esto de la maternidad (y de la paternidad) es algo que puede llegar a ser agotador y, si no se tiene los respiros suficientes, puede acabar siendo muy absorente. Lo que puede conllevar eliminar partes sustanciales de la persona, generando un conflicto. Por tanto, coincido, en parte, con los herederos de los flower power, la paternidad/maternidad no resulta algo fácil de sobrellevar, al menos a veces. Pero también coincido con los flowers powers pata negra, pues no existe nada comparable a la paternidad, y a la maternidad. Sin embargo, difiero, de manera sustancial, de unos y otros. Difiero en lo esencial de sus reflexiones y de su forma de entender la vida, por qué no decirlo. Veamos por qué.
Los flowers powers del buen rollo basan toda la esencia en la amistad, el colegueo y unos principios etéreos que, tienen su fundamento en el no intervenir y, por tanto, no implicarse en aquellos lances del crecimiento de los hijos que pueden generar conflictos.  En mi modesta opinión, se trata a renunciar a un trabajo, que en ocasiones, como veremos más adelante, es ingente y en determinados momentos agotador y, hasta frustrante (cuántas veces se repiten ciertas cosas hasta que se enciende la bombilla del pequeño y las hace como debe, por no hablar de ciertos comportamientos inherentes a la adolescencia). Sin embargo, nada comparable con esos momentos en que, sin ton ni son, miras al hijo y sientes algo que te llena hasta el último rincón de la mas pequeñas de las células del cuerpo.
Con los flowers powers 2.0 coincido en lo hercúleo del trabajo de ser padre o madre. Un trabajo que en ocasiones no tiene horario, ni días de descanso, para el que nadie está preparado y que supone, de manera continua, nuevos retos. ¿Y qué? ¿Qué actividad humana no genera problemas, conflictos, sobresaltos? Resulta normal que la empresa más importante y ambiciosa que puede emprender una persona: ser padre o madre implicado en el crecimiento de sus hijos, conlleve un esfuerzo titánico, que las amistades, la familia, en especial si se vive lejos de ellos, el trabajo... sólo lo serán a tiempo parcial. 
No quisiera olvidarme de hablar de la escala de valores de los flowers powers 2.0, que, por lo general, dan una gran importancia a su vida laboral, al triunfo en el trabajo (ese concepto tan calvinista), pareciendo que las frustraciones del trabajo, la ansiedad, las puñaladas para lograr triunfar un poco más, no supusieran algo nada positivo. Tal vez en esta concepción de la vida resida esa concepción negativa de la paternidad y de la maternidad: criar hijos no resulta una inversión productiva, al contrario, es una inversión de tiempo, dinero, energía y una acumulación de renuncias para conseguir qué. Pues no lo sabría decir con palabras, pero, desde luego, que no cambio ningún triunfo laboral por ese instante en que miro a mi hijo y siento algo que no he sentido nunca. No me cabe duda que todas las renuncias, frustraciones, horas sin sueño, disgustos...que me han generado la paternidad resultan la mejor y mayor empresa que he emprendido nunca. Sin embargo, me gustaría quitar al asunto ese aura trascendental. Como toda relación, la maternidad, y la paternidad, genera conflictos, genera problemas, ganas de renunciar en determinados momentos, enfados... Pero eso se debe a que se trata de una actividad humana, vivida por seres humanos, imperfectos, que se cansan, que tienen problemas, que transitan por periodos de alegría y tristeza, por situaciones económicas mejores y peores, por situaciones vitales conflictivas... Personas que, además, siempre tienen que ser responsables de sus hijos y, a veces, no se encuentran en la mejor situación física y/o anímica para hacerlo y que tienen, tenemos, a veces, el derecho a enfadarnos, a ser egoístas en ocasiones, a equivocarnos y a sentirnos agotados porque somos humanos.. En el fondo, la paternidad, y la maternidad, es una gran empresa, en la que una o dos personas, con el apoyo ocasional de otras, deben llevar a buen puerto la crianza de unos niños, que nacen indefensos, sin tener preparación alguna para ello. Y en este proceso existen todo tipo de dificultades y de alegrías; de momentos acertados y de errores; de éxitos y de pequeños fracasos. 
Cada cual puede poner la lupa en el lado de la balanza que desee. Yo, por mi parte, lo tengo claro: mi mayor éxito es ayudar a crecer a mi hijo. Espero estar a la altura.
Un saludo.

2 comentarios:

isabel lagar dijo...

Cuánto daño ha hecho el anuncio de johnsons... Esa madre con ese pelazo, guapísima, disfrutando de la lactancia en una habitación perfecta... Me podían haber sacado a mí, con el pelo churretoso, llorando de dolor y en mi casa, una normal y corriente. Y así todo, mitificando cosas, inventando filosofías chupi guays que llevan a frustrar a padres o a poner en manos de incautos ideas que arruinarán la vida de sus hijos para siempre. La crianza de los hijos ha pasado desde siempre y es algo innato y normal al ser humano. Mitificarlo es como elevar a los cielos el acto de comer o el acto de fornicar. Los seres humanos cuidan de sus crías y necesitan guiarles y protegerles, no superprotegerles o abandonarles a su suerte. Luego nos vienen a jefatura desorientados, perdidos y con nulas capacidades para aceptar la frustración, el control de las emociones o la adaptación al medio, por no hablar de las normas o las rutinas. Educar a un hijo es muy difícil y maleducarlo tan fácil. Pone a prueba nuestras debilidades y capacidades.
Y sí, mi hija es lo mejor que me ha psado en la vida y a pesar de todo, espero saber darle lo que necesite para convertirse en un ser humano decente.

PACO dijo...

Hola, Isa. Perdona por no colgar los comentarios de manera inmediata, pero ya te contaré. Suscribo todo lo que dices, punto por punto.
Un saludo.