domingo, 20 de mayo de 2018

DIARIO DE UN MAESTRO GRUÑÓN (20-5-2018)

El otro día, querido diario, hablaba con una amiga que se dedica a la abogacía y los dos coincidíamos en la visión absurda que tiene mucha gente del Sistema Judicial, en el que no se defiende la verdad, sino ganar, navegando entre unas leyes que resultan imperfectas en determinados casos. Esa misma perspectiva deformada de la realidad la tienen quienes defienden que el sistema educativo debe servir para que todas las personas que por el pasan se conviertan en lo que unos teóricos quieren que sean. 
Estoy leyendo lo que he escrito y me he dado cuenta de que la que quiero expresar no ha quedado claro. Lo siento, querido diario, Voy a intentar explicarme mejor con un par de ejemplos.
Existen personas, colectivos, que consideran que el sistema educativo debe fabricar al trabajador perfecto, al ser humano sin tacha y lleno de virtudes o cualquier otra cosa que se pueda imaginar. Conciben la Educación como una cadena de montaje donde se ensamblan mentalidades, virtudes y hábitos a todas y cada una de las personas que por el pasan... sin tener en cuenta sus circunstancias, sus necesidades y, sobre todo, la gran cantidad de variables que influyen en todos y cada uno de los seres humanos y la importancia de ellas, mucho más en edades tempranas.
Los neoliberales quieren trabajadores eficientes, creativos, emprendedores, que se adapten a todas las circunstancias y, a ser posible, que se conformen con las migajas que el capital les da.
Los teóricos del buen rollo desean que la Escuela fabrique adultos buenos (flower power), creativos (como los neoliberales), respetuosos con las leyes (como los neoliberales en lo que respecta a las leyes del capital) , que no sufran y otra sarta de cuestiones muy ideales, que se asemejan a las de los católicos, pero sin dios.
Unos, otros y los de más allá lo que pretenden es crear robots, no construir personas, que, se haga lo que se haga, seguirán siendo imperfectas, porque todos somos imperfectos por varios motivos: por nuestra genética, por nuestras influencias externas y por un tercer punto muy importante: porque lo que me puede parecer correcto a mí y otras personas, a otra gente le puede parecer algo absurdo e incluso malo. Lo que demuestra que, quitando unos pocos valores, por ejemplo los que se recogen en la Declaración de Derechos Humanos, el resto de ocurrencias sólo son eso, ocurrencias y deberían desaparecer del sistema educativo, al menos de los primeros años del mismo.
Además, estos tipos que quieren insertar a sangre y fuego su ideología, que consideran que la  Educación lo puede cambiar todo, son tan torpes que no han aprendido de la experiencia y no tienen la habilidad de ver que ningún régimen político, por muy dictatorial que haya sido, ha conseguido que todos los individuos pensasen igual, a pesar de tener un sistema educativo creado para adoctrinar.
Tal vez, si todos estos teóricos del absurdo se pasasen por un aula, podrían ver que la realidad dista mucho de ese paraíso idílico que pretenden crear. Niños brillantes, junto a otros que podrían serlo, pero por circunstancias ajenas a ellos no lo son (por ejemplo a causa de unos padres, no necesariamente de bajo nivel socioeconomico, que no se preocupan de sus hijos). También verán niños ni brillantes ni torpes, que juegan a en los recreos y se lo pasan bien con sus amigos o, de vez cuando, se pegan entre ellos. y que son la mayoría. Descubrirían que existen niños con dificultades por causas varias (dislexia o discapacidad cognitiva por ejemplo). Incluso descubrirán algún caso sangrante, de esos que todos los docentes conocemos y no salen en los medios. Descubrián, ¡en fin!, un amplio abanico de situaciones, unas fantásticas y otros preocupantes, a los que se intenta dar respuesta desde el sistema educativo, con mejor o peor fortuna, Niños y adolescentes a los que  los teóricos de la perfección no conocen ni tienen en cuenta. Niños y adolescentes, que como el resto de personas, tienen sus problemas, sus fallos y, por qué no decirlo, sus virtudes, como el resto de seres humanos.. 
Tal vez, querido diario, el resumen de todo esto sea que los docentes, con nuestras virtudes y nuestros fallos, formamos personas, que también tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. Formamos personas para que todos tengan, al menos en teoría, las mismas posibilidades de enfrentarse al mundo cuando sean adultos. Ésta es nuestra verdadera misión, no formar trabajadores o hermanitas de la caridad.
Resulta muy probable que los medios de comunicación contribuyan sobremanera a extender una imagen distorsionada de lo que es el sistema educativo. Lo impactante, como por ejemplo el acoso escolar, algún suceso turbio por parte de un docente, una agresión de un alumno a un docente... es lo que muestran los medios. Venden una imagen desfigurada del día a día, basada en anécdotas, que en muchos casos no han sido contrastadas y que transmite una imagen pésima de lo que ocurre en las aulas. Carnaza para el público e ingresos en forma de publicidad para los medios.
Echo en falta que los sindicatos que dicen representarnos no aparezcan en los medios hablando sobre los verdaderos problemas del sistema educativo y sobre lo que se hace bien, que se suele olvidar. Sindicatos o asociaciones de docentes que deberían decir a personajes como la Grisso o la Quintana que son unas manipuladoras y unas malas periodistas (en el fondo es la imagen que ellas transmiten en muchas ocasiones del cuerpo docente). Sindicatos o asociaciones que velen por nuestro intereses y, muy importante, por nuestra imagen y nuestra labor (siempre mejorable, como todo en esta vida).
Te voy a contar un secreto, querido diario, a todas esas personas que se fijan en mis vacaciones y no en mi labor, les digo que deberían haber estudiado para maestro, que es muy fácil, pues hasta yo, que no soy muy listo, he conseguido serlo. Merece la pena ver la cara que ponen.
Tal vez, ese sea parte de nuestro error como docentes y como padres: olvidarnos, en ocasiones, de la importancia de formar a las personas para ver lo positivo que han logrado, sin olvidar lo que queda por hacer. Parece pertinente educar a esa gente menuda en algo tan obvio como  que también se debe disfrutar con los logros conseguidos, por muy pequeños que sean. En el fondo, la felicidad tiene algo de eso.
Iba a adentrarme en le asunto de la genética y el contexto y nuestra labor en ese campo intermedio y difuso, pero creo que no hoy no corresponde, debes tener dolor de cabeza, sufrido diario, con tanto largar sobre unos y otros. Lo dejaremos para otro día, porque me parece una reflexión bastante interesante y necesaria para todos los que nos dedicamos a este tinglado de enseñar.

Nos vemos pronto.

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