jueves, 7 de junio de 2018

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Existe una forma de racismo encubierta, basada en denominar a personas no por lo que hacen, sino por su procedencia o por su etnia. Resulta muy moderno y apropiado hablar de colectivo gitano, marroquí o africano. Uno, que trabaja y/o trabajado con niños y adolescentes marroquíes, gitanos, algún mechero y con niños y adultos con discapacidades varias, piensa que las personas no se pueden definir por pertenecer a tal o cual etnia, país o religión. Los seres humanos somos nuestros actos, nada más. Hablar de colectivos supone una forma de racismo y xenofobia, envuelta en el buen rollo. ¡Pobrecitos! Están puteados por los blancos malos. O por los cabrones, del mismo color de piel, de la misma religión, de la misma nacionalidad que generan las terribles desigualdades. Y no, no se trata de pobres imbéciles a los que las multinaciones engañan. Se trata de auténticos cabrones que se aprovechan de las multinacionales y de os gobiernos de otros países (igual que las multinacionales y los gobiernos de otros países se aprovechan de ellos, estableciéndose una relación en la que ambos salen beneficiados, a costa de una mayoría explotada) para llevar a cabo sus planes. Porque, querido buenistas, hijos de puta hay en todos los sitios.


Cuanto más leo y escucho en la prensa hablar sobre los temas que conozco, pocos, a presuntos expertos, tengo una mayor conciencia de que existen unas personas que se ganan la vida batiéndose el cobre y otras que ganan la plata mareando la perdiz. ¿A nadie le extraña que todos aquellos que viven de explicar soluciones, cuasi mágicas, a todos los problemas, siempre lo hagan desde la teoría?


Una empresa no había abonado a sus trabajadoras las subida de sueldo acordada en el convenio, porque en dicho convenio figuraba que de este incremento retributivo se beneficiarían los trabajadores, pero no, según la empresa, a las trabajadoras. Los dirigentes de esta empresa me merecen la consideración de sinvergüenzas, por intentar no pagar a sus tres trabajadoras lo que les corresponde. Sin embargo, esta situación, ya subsanada, deja a las claras algo: la estupidez de la vanguardia "revolucionaria". Los desaprensivos se aprovechan de un cúmulo de majaderías que han desviado la atención de lo importante, la explotación, el reparto de la riqueza, a cosas insustanciales, la a o la o al final de la palabra. Sin embargo, este hecho ha mostrado la otra cara de este negocio: una situación que se debería haber sustanciado, se sustanciará, en los tribunales, ha movilizado a secciones femeninas de sindicatos, al Instituto de la Igualdad... sólo ha faltado Jorge Javier Vázquez. Esta cuestión se debe solucionar en los tribunales, basta un abogado, si así lo desean las perjudicadas, el resto, son personas pagadas con nuestro dinero, que tienen que justificar su  magno salario apareciendo de vez en cuando en los medios, siempre indignados. Pero, en el fondo, estos indignados son los que crearon la idea de los trabajadores y las trabajadoras.


Parece que José María Aznar se ofrece para "salvar" al centro-derecha de este país. No me parece preocupante que un tipo que condujo a España al desastre con su política de la especulación urbanística o que vio como la corrupción floreció a su alrededor (ministros y convidados a bodas) se postule para "salvar" España. En el fondo, cada cual tiene su porcentaje de egolatría y el fulano en cuestión siempre andó sobrado. Me preocupa que una parte significativa de la derecha, hace tres o cuatro años (antes de la operación para encumbrar a Ciudadanos), no hubiese dudado en elegir a ese personaje como alternativa. Que alguien que arruinó en lo económico y en lo moral a este país, pudiese volver a gobernarlo, dice mucho de cierta gente.


Leo un cartel, pagado con dinero público, en el colegio en el que trabajo que los juguetes no tienen sexo. En efecto, llevo mucho en Educación y en las clases de Educación Infantil, que es donde suele haber juguetes, niños y niñas juegan con muñecas, con cocinas, las niñas juegan al fútbol en el recreo... O al menos algunos niños y algunas niñas lo hacen. El resto, hacen lo que les da la gana. Alguien puede pensar que hay que obligar a los niños con muñecas, ¿por qué? ¿Por los estereotipos? Recuerdo un par de niños "afeminados", que jugaban siempre con muñecas y querían ser princesas, ¿alguien se cuestiona que esto es un estereotipo y que hay que obligar a esos niños a jugar a fútbol? Seguro que no, pues con los otros niños pasa lo mismo. Si un niño no quiere jugar con muñecas o una niñas sí quiere hacerlo y no le gusta el fútbol, habrá que respetar sus elecciones. De lo contrario estaríamos en un mundo orweliano. Por cierto, esos carteles (llegaron varios), que habrán sido repartidos por toda la provincia, habrán costado una pasta. En mi colegio hay familias que necesitan ayuda para cuestiones básicas.


Los seres humanos somos muy parecidos en las distintas latitudes y en las distintas coordenadas temporales. Sólo han variado las formas de cotillear, linchar a otros y  de relacionarse personas (ahora puedes tener amigos "virtuales"); pero, en el fondo, lo que nos motiva en nuestro interior: amor, odio, envidia, compasión, racismo, respeto/falta de respeto... sigue siendo lo mismo, el envoltorio es lo que varía en los diferentes lugares y en las diferentes épocas. 



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