viernes, 17 de agosto de 2018

HISTRIONES

"Creer que se es payaso
 por ponerse una pelotilla roja en la nariz,
un par de zapatos desmesurados
 y aullar con voz aguda
es una ingenuidad de idiotas".

Darío Fo

Imagino que el lector se acordará de todo lo que supuso la llegada del PP de Rajoy al poder: incumplir todas y cada uno de sus promesas electorales relacionadas con la Economía, aplicando una política de recortes, aún más neoliberal que la de su predecesor ZPpero. Entre las medidas que aprobó una de ellas generó mucha indignación entre el colectivo de trabajadores de los espectáculo de ocio: la subida de un 13% del IVA en los productos que elaboraban, repito, ocio.

https://www.elcultural.com/noticias/escenarios/La-Cultura-pelea-contra-la-subida-del-IVA/3505

La gran mayoría de los que defendían que esta medida era una aberración, que iba a acabar con el "negocio de la Cultura", parecían preocuparse mucho menos por la reforma laboral aprobada, que, como se sigue viendo, ha llevado a que los trabajadores ,a que todos los trabajadores, hayan perdido una buena parte de sus derechos laborales, con las consecuencias que todos conocemos. 
Como es bien sabido, la subida del IVA cultural se enmarca dentro de una serie de medidas, tendentes a  recaudar dinero para intentar solventar una situación de "crisis", provocada por las medidas neoliberales implementadas por los mismos que en ese momento estaban encargados de gestionar dicha crisis. No olvidemos que entre las medidas para "salir" de la crisis se aprobaron medidas como la Amnistía fiscal, que favorecían a delincuentes y/o a personajes notables, imbricados en los tejemanejes que llevaron a esa situación de crisis. 
Sea como fuere, el denominado IVA cultural descendió al 10% (no olvidemos que una de las medidas del Gobierno de Rajoy fue subir los tipos del IVA, el reducido pasaba del 8% al 10% y el general del 18% al 21%, cuestión que se ha mantenido invariable). Primero se hizo con los espectáculos en vivo, de lo que ya hablaremos, y el mes pasado con el cine.
Dicha noticia lo que deja claro es que la industria del ocio no ha desaparecido, a pesar de los malos momentos que ha vivido, como el resto de ciudadanos españoles, que sufrimos una tasa de paro del 20% en los peores momentos de eso que llamaron crisis. Pero, qué ha pasado una vez puesta en práctica la medida de descenso del IVA en los cines. Pues, nada más y nada menos, que la mayoría de los empresarios del cine no han repercutido esa bajada en las entradas, como demuestra el Instituto Nacional de Estadística:

https://www.elconfidencial.com/economia/2018-08-15/cines-bajada-iva-suben-precios-entradas_1604641/

El precio, antes de impuestos, ha subido un 8%.
El año pasado el Gobierno también bajo el precio de las entradas de los espectáculos en vivos. El IVA descendió también un 11%  y qué ocurrió: el precio final de las entradas de los conciertos en vivo subió casi un 5%


Parece que el patrón se repite: bajada del IVA, que iba a acabar con el negocio, subida de ganancias.
La teoría del desastre que ha supuesto la subida del IVA para el negocio de los espectáculos, del cine en concreto, hasta hace poco era la bandera de enganche de ciertos políticos progres:

https://www.lasexta.com/programas/el-objetivo/prueba-verificacion/la-subida-del-iva-al-cine-ha-provocado-el-cierre-de-casi-400-salas_2017040558e4ce4e0cf2f2c875581732.html

Sin embargo, al final de ese mismo año, los hechos parecían desmentir lo que unos y otros defendían:

https://www.republica.com/2018/06/04/el-numero-de-salas-de-cine-aumento-un-18-en-2017-la-primera-subida-en-diez-anos/

Téngase en cuenta que, como se ha dicho varias veces, el IVA para lo referido a los cines no ha bajado este año y, aún así, el número de cines aumentó en 2017. Al final, cuando hay más dinero, aunque sea pésimamente repartido, parece que beneficia a todos.
¿Entonces, de qué va todo este asunto? Esto va de afinidades políticas y de negocio (neoliberalismo). 
Por un lado están los que mueven el dinero, que buscaban no perder negocio en un período de crisis galopante, en el que, además, ha surgido una oferta de ocio alternativo a través de ciertos canales, por ejemplo de series, que se han convertido en un competidor despiadado.
También podíamos hablar del mundo de la música y de como el negocio se ha asentado sobre los conciertos, minimizando la importancia de la venta de discos.
Así mismo podríamos hablar de como, con excepciones, a una parte significativa de esos artistas del IVA cultural no les importaba mucho el sistema de reventas de entradas para conciertos por Internet. Al menos, han sido pocos los que se han manifestado públicamente contra ello. Si lo pensamos, incrementar el precio de una entrada mediante la reventa de entradas, compradas de manera ex profeso para ello por compañías que viven del tema, no deja de ser una forma de actuar que impide acceder al público a un acto de ocio, "que da de comer a mucha gente". O, directamente, de engaño.
Todo ello son aspectos del negocio, en el que la gran mayoría de los indignados contra el IVA callan. En el fondo, sus quejas  no suelen afectar a quienes les contratan, porque sería de locos morder la mano que les da de comer.
Me resistía a escribirlo, pero lo creo necesario. No olvidemos que una parte de ellos, tan solidarios ellos con los espectadores, han tenido problemas con Hacienda, que somos todos, por no declarar todo lo que deben o por tener dinero en paraísos fiscales, procurando no tributar en España. 
Debo reconocer que, hasta donde sé, estos son una minoría, pero resulta signficativo que algunos de ellos fueran los que pusieron cara y voz a la protesta del IVA cultural.
La segunda parte del asunto es la del postureo; la de atacar a aquél por el que no sienten afinidad política. Pero, ¡cuidado!, sin mezclarse con los trabajadores y sus reivindicaciones justas. Estos progres, gente muy conservadora que intenta disimularlo, atacan a la derecha, pero sólo preocupándose de lo suyo: su negocio. Había motivos muy, muy importantes para cargar, todos juntos, contra el gobierno de Rajoy: recortes de libertades y derechos, empobrecimiento general, recortes en aspectos esenciales destinado a salvar el culo de malos gestores bancarios... Pero no, a ellos les interesaba su IVA cultural, que iba restar gente a sus espectáculos. Porque ellos no podían entender que en un país con más de cinco millones de parados, con salarios recortados hasta lo indignante, el cine o la música era un lujo para muchos. Porque esa pequeña élite tenían sus propias preocupaciones y, lo más importante, sus plataformas para intentar convencer a la gente de la importancia de sus reivindicaciones. Resulta irritante ver como utilizan estas plataformas para defender lo suyo y no para organizar a los ciudadanos contra una situación calamitosa para la gran mayoría. 
Cuando escribo esto me acuerdo de Samanta Villar, que en un hilo en Twitter explicaba que las productoras suelen despedir a sus técnicos, guionistas... en verano, cuando no graban, y así pagamos entre todos las vacaciones de estos profesionales. Ella contaba que se suele inventar excusas, como que estaban preparando programas, para que no los despidieran. También avisaba en su primer tuit, de que esta confesión no iba a ser bien recibida en el mundillo. Si a esto unimos los setecientos euros que parecen cobrar los técnicos de La Sexta y otras serie de inmundicias, parece que a los "artistas" lo que les preocupa es sus supervivencia y que los amos vivan bien. 
Ahora han encontrado, una parte significativa de ellos, causas de enganche en el feminismo, en la lucha LGTB, en el animalismo... En el fondo, que nadie se preocupe, la gran mayoría de ellos jamás lucharán por nada, porque no saben lo que es levantarse a las cinco para ir a currar por 800 euros al mes. Sus luchas son una serie de películas, siguiendo la moda.
Un saludo.

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