lunes, 6 de mayo de 2019

SOBRE LA BRECHA SALARIAL

"Cada día de nuestras vidas
hacemos depósitos 
en los bancos de memoria
de nuestros hijos"

Charles R. Swindoll


El lector habitual recordará que en una entrada anterior se abordó el tema de la denominada brecha salarial, no confundir con desigualdad salarial. En dicha entrada, que tenía como finalidad demostrar la importancia de manejar de manera correcta los datos, se desmontó el argumentario sobre la diferencia de sueldo entre hombres y mujeres por realizar el mismo trabajo y se dejó entrever que tras este falsedad había cuestiones mucho más profundas (ver aquí).
No tenía intención de abordar el asunto tan pronto, pero la falta de ideas mejores y cierta necesidad de plasmar algo que ya tenía madurado, me han empujado a ello.
El verdadero debate que se debe plantear es: ¿qué supone la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral? Por de pronto, cambios en la forma de concebir la familia (lo cual no es bueno ni malo). Este asunto lo abordaremos con calma un poco más adelante, porque ahora nos centraremos en un segundo aspecto que ya tratamos en otra entrada anterior (ver Sobre la revolución): proporcionar más mano de obra al mercado laboral. Como se dijo en la entrada citada con anterioridad, proporcionar más trabajadores al sistema no hace que las familias tengan más dinero, pues los márgenes de ganancias empresariales son cada vez mayores y existe, además, un mercado laboral tan amplio que los empleadores pueden elegir a quienes deseen por un salario muy bajo. Esto ha pasado en la mayoría de países occidentales como reconoce la OCDE (organismo neoliberal donde los haya, uno de los causantes de este problema), como se puede leer aquí o la mandamás del FMI, leer aquí.
Antes de continuar conviene aclarar que las denominadas por los neoliberales clases medias no son, eran, más que trabajadores a los que se les pagaba de manera decente, porque los empresarios tenían menos plusvalías. La casi totalidad de ellos dependían de ese sueldo para vivir. Por tanto, eran trabajadores. No lo olvidemos.
Ahora continuemos con el asunto de la incorporación de la mujer al trabajo. La incorporación de la mujer, o de los inmigrantes al mercado laboral, no es ni bueno ni malo, por mucho que los neoliberales y los progres consideren que la mujer se libera trabajando por cuatro perras (las mismas que cobran los hombres por hacer el mismo trabajo). Y, por supuesto, la incorporación de inmigrantes y de mujeres no servirá para pagar las pensiones, como defienden los neoliberales, los "expertos" y los progres enrollados, pues no hace falta poseer un máster para darse cuenta de que en países con más de un veinte o veinticinco de paro juvenil (más el paro de mayor de 25 años) lo que no existen son puestos de trabajo y lo que sobra es mano de obra.


Por tanto, el argumento de pagar las pensiones tampoco sirve. De hecho, si la Seguridad Social tiene problemas para pagar las pensiones es por el descenso de los salarios, las reducciones, cada vez mayores, en las cotizaciones de la Seguridad Social tanto de trabajadores por cuenta ajena (pinchar aquí) como por parte de los autónomos (pinchar aquí), con la justificación de que ayuda a crear empleo o puestos de trabajo indefinidos (que con las reformas laborales sucesivas tienen poco de indefinidos). Parece absurdo intentar arreglar un problema (que sólo se arregla repartiendo el trabajo y los beneficios empresariales), limitando cada vez más el dinero que se destina a financiar las pensiones, creando un déficit en ese sentido.
Por supuesto, queda el argumento de que en unos años se jubilará la generación del baby boom y habrá muchos más pensionistas y menos cotizantes. El argumento se cae por su propio peso, se supone que la gente joven que no puede acceder a un trabajo porque ahora lo hacen la generación del baby boom, podrán hacerlo, disminuyendo el paro hasta números históricos. No sólo eso, si fuese verdad que se cumple la ley de la oferta y la demanda, los salarios subirían bastante, pues apenas habría mano de obra y, por tanto, las cotizaciones a la Seguridad Social también y los ingresos de ésta serían mucho mayores, lo que podría compensar un aumento del gasto significativo.
Sin embargo, el mayor problema en la diferencia salarial entre hombres y mujeres de a pie, los puestos directivos son otra cosa, se produce cuando nacen los hijos. Y ése el verdadero debate, que por todos los medios se intenta ocultar, que entronca con lo planteado anteriormente sobre el cambio en el funcionamiento de las familias.
En este país, y en otros muchos, existe un problema relacionado con la disminución de salario, o incluso la desaparición del mismo, cuando una persona, hombre o mujer (por lo general mujer) se quiere encargar durante un tiempo de la crianza de sus hijos. Dará igual quien lo haga, el miembro de la familia que lo haga verá como disminuyen sus ingresos y esto conlleva que muchas familias se cuestionen la posibilidad de tener varios hijos. De hecho, la tasa de natalidad en toda la UE es muy baja.


Resultado de imagen de tasa de natalidad europa


Y ahí se encuentra el meollo del asunto: renunciar a tener hijos por imposibilidad económica o para alcanzar un mayor nivel de vida, que no sólo es económico, porque también afecta a lo referido a tener más tiempo o menos estrés para cuadrar horarios o quién dejar a los hijos durante las vacaciones escolares, por ejemplo.
En resumen: la cuestión es si es más importante trabajar que tener hijos y, si se opta por la opción de tener hijos, que medidas se aportan para que, los cuide quién los cuide, hombre o mujer, no se vean penalizados. En el fondo se trata de la ideología neoliberal, de producir para poder consumir, frente a una visión donde tener y criar hijos sea más importante que tener el último teléfono inteligente.
A alguien le puede sonar reaccionario lo de dedicarse a criar a los hijos durante un tiempo, pero, a uno que es padre, le parece mucho más reaccionario y vacío, trabajar como una mula para gastarse buena parte del dinero conseguido en un aparato cuyo uso prioritario será hacerse selfies, con la finalidad de demostrar a todo el mundo que soy una persona divertida, que hago muchas cosas geniales. En el fondo, se trata de mostrar al personal que gastando, en un teléfono inteligente, en unas vacaciones, en un restaurante... se es feliz y/o se hacen muchas cosas interesantes. Una instantánea o varias, cuentan lo que el que las realiza quiere, no la realidad y son mucho más efectistas  que un vídeo cambiando de pañal al churumbel. Sin embargo, el selfie es una deconstrucción de la realidad, fruto de una visión implantada en la que todos debemos ser felices y consumir nos ayuda a ello, mientras que el cagón, o cagona, del pañal nos va a proporcionar una realidad para siempre, con sus cosas buenas y sus cosas malas, y, con un poco de suerte, hasta nietos, con los que babear y a los que malcriar.
No se trata de feminismo, de machismo o de desigualdad, se trata de paternidad y de prioridades en la vida.
Un saludo.


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