Escucho a una seguidora del PP, que dice ser periodista, alegar algunas razones para cambiar el sistema educativo, lo cual es necesario, pero no como quieren estos que nos mal dirigen. Entre las sesudas aportaciones de la susodicha persona, que, según ella, sirven para sustentar sus teorías, encontramos memeces como éstas: los padres saben que sus hijos saben menos que ellos, "te lo dicen", las ratios (relación profesor/número de alumnos no importan), defendiendo que antes, con ratios mayores la cosa funcionaba. Sobre el primer aspecto, los padres me lo dicen, además de ser una estupidez que eleva lo subjetivo a categoría, le propongo al amable lector que haga una prueba: recuerde con exactitud que sabía, o no, a la edad de sus hijos que están en el colegio. Repito, en el colegio, no en el instituto. Sobre la segunda memez, la de las ratios, que ella cambiaba de género y denominaba el ratio, le propongo al amable lector que peine canas que recuerde que ocurría cuando acaba la E.G.B. a los catorce años. ¿Quiénes componían el mayor número de los que estudiaban F.P.? ¿Por qué? Pues nada, señora que de la que no deseo conocer su nombre, siga usted en su arcadia pepera y cobre dinero por seguir esgrimiendo, sin rubor alguno, estupideces.
Un fulano escribe en Twitter que los docentes hacemos huelga porque nuestro salario, comparado con la media europea, es de los más altos y queremos mantener los privilegios. Comprendo que usted posea una parte de la información, la que le dan en los medios de extremo centro, o la que usted quiere contar, pero esa información se puede matizar mucho. Los profesores de instituto españoles son los segundos que más horas trabajan, creo que por detrás de la gran potencia educativa que es Malta, mientras que el número de horas trabajados por los maestros españoles se sitúa algo por encima de la media europea. Los sueldos de los docentes españoles, cuando ingresan en el cuerpo, son, efectivamente, de los más altos de la U.E., pero a medida que pasan los años se asimilan al nivel medio europeo. Por tanto, querido manipulador, la información, sectaria, intenta desprestigiar e intoxicar, pues mi sueldo es el establecido para los funcionarios docentes y no varía en función de una ley. Al contrario, secundar la huelga me ha supuesto perder pasta, de lo que no me arrepiento en absoluto.
Algunos humoristas sin gracia, ellos se autodenominan columnistas y periodistas, de la prensa de extrema derecha nos ha tildado a todos los que hemos secundado la huelga de bolcheviques. Aunque pudiera no parecerlo, esta majadería demuestra que la enseñanza privada, la que han usado la mayoría de ellos para seguir sus estudios, tiene unas carencias extraordinarias. Bien de cultura general, bien de formación como personas de algunos de sus alumnos.
Parece que Wert y su tropa no presentarán hoy la LOMCE en el Consejo de Ministros, como era su intención. Resulta sorprendente que se muestren tan dialogantes, de repente, porque una minoría del 20% de la comunidad educativa, al menos un 20% según sus datos, no acepte su imposición. Aún más sorprendente resulta que tras casi año y medio de "diálogo" descubran que su ley puede ser rehecha por todos los miembros de la comunidad educativa.
De nuevo escucho que se trata de una huelga política, utilizando esta frase en tono de reproche. No puede ser más evidente que se trata de una huelga política, pues la LOMCE se convertirá en una ley orgánica, y por tanto será fruto de una acción política. No hay duda de que intentar mejorar un anteproyecto de ley es una acción política, como influir sobre las leyes del aborto, sobre la asignación de dinero público a la Iglesia Católica. Tal vez este visión del asunto, la de criticar que miembros de una comunidad intenten mejorar una ley, sea lo que intenta conseguir la LOMCE, que, de forma básica, persigue hacer personas competitivas, restando importancia a la formación de personas capaces de aportar sus ideas a la sociedad.
Una de las cuestiones que propicia la LOMCE es restar importancia a la comunidad educativa para elegir a los directores de los centros, otorgando esa potestad a la Administración (mediante un sistema taimado de mayorías). Uno, que defiende un sistema en el que los directores sean profesionales, con una oposición aprobada para integrarse en el cuerpo de directores, que, a su vez, serán controlados por el Consejo Escolar, que podrá recusar al director de un centro, mediante una mayoría cualificada, ve con terror lo que propone la LOMCE. La elección de directores de centro por parte de la administración, que en algún caso ya se da, daría lugar a una especie de comisariado político, en el que la máxima figura podría ser el patán de turno con carné de partido. Imagine el amable lector los ajustes de cuentas que se podrían producir tras ganar el partido de turno las elecciones autonómicas de rigor. No tuvieron bastante con politizar, y hundir, las cajas de ahorros, ahora quieren hacerlo con la educación.
Resulta sorprendente que nuestros jóvenes universitarios sean requeridos para trabajar en sus especialidades en países con mayor renta per cápita que nosotros: Alemania, Reino Unido, Austria... y se diga por activa y por pasiva que nuestra universidad no funciona. Siguiendo ese razonamiento, ¿qué ocurre con las universidades británicas, alemanas, austriacas...? Es posible que las críticas a la totalidad que los partidos políticos realizan, sin ton ni son, cuando están en la oposición, acarreen consecuencias como derribar todo lo que existe, funcione bien, mal, regular. Hasta el más tonto de los tontos sabe que cuando se quiere mejorar algo se ha de partir de aquello que funciona.
Contrariamente a lo que defiende la creencia más extendida la nueva ley de educación no pretende "premiar" a los mejores, más concretamente a los más "listos". Lo que en realidad busca este engendro resulta evidente: premiar a los que mejor se adaptan al sistema. La explicación resulta muy sencilla. No todos los alumnos "inteligentes" desarrollan todo su potencial durante su paso por el sistema educativo. De hecho a nadie, sea docente o no, le sorprende el dicho que reza: "es muy listo, mas que su...., pero no le gusta estudiar". En otras palabras, como defendían los sociólogos neomarxistas del siglo pasado, lo que pretende premiar la LOMCE es la sumisión absoluta al sistema. En el fondo, y en la superficie, se trata de un modelo donde con mínimos recursos se seleccionan a los individuos que perpetúan el sistema social deseado por personajes como Wert.
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