Debería hablar del asunto que ocupa y preocupa a una buena parte de las personas de este país: lo que ocurre en Cataluña. Resultaría conveniente hablar de nacionalismos, todos, y derecha burguesa. De rufianes que han trabajado diez años en una empresa de trabajo temporal, no para, y que hacen de la caricatura y el esperpento su modus vivendi; de victimismo fingido y de prepotencia en ambos bandos. De como la gente vive de titulares, sin comprender ni leer los enunciados. De lo fácil que resulta manipular a las personas exaltando sus sentimientos, sin ofrecer nada real a cambio ni tan siquiera sin advertir de las consecuencias reales inmediatas de tomar ciertas decisiiones. De políticos capaces de hablar varios minutos y no decir nada. De personas que se dicen de izquierdas y defienden el nacimiento de un estado burgués, donde los derechos de los ciudadanos van a seguir siendo pisoteados en beneficio del capital.... Pero no, no me apatece. Unos y otros ya están su ratito de fama y no seré yo quien les dé más.
Debería hablar del inicio del curso escolar. De como las administraciones ahorran dinero llamando lo más tarde posible a los interinos que deben cubrir las plazas vacantes. De como existen demasiados teóricos con soluciones geniales que, vete a saber por qué, no parecen implantarse y parecen caducar con la misma facilidad que un yogur fuera de la nevera en verano. De como gente que apuesta todo a ver series de Netflix hablan de que el sistema educativo mata la imaginación, como si en casa no se pudiera apostar por esa imaginación que tanto admiran. De la política de gratuidad de los libros, cada vez más extendida, y que mucha gente no aprecia como una conquista social. De la cantidad de demagogia que observo en el tema de Educación cuando hablan los políticos y el resto de chusma servil que pulula por los medios.... Pero no, no me apetece. A los que corresponde hablar sobre ello: docentes, alumnos y padres ya lo hacen cada día, con mayor o menor fundamento.
Debería hablar de los huracanes, los terremotos y otros cataclismos ocurridos en los últimos días en lugares del continente americano. De la sequía que asola este país y que está vaciando los pantanos, generando problemas de abastecimiento, sobre todo para el riego en el campo. De los incendios forestales que han asolado nuestro país y también a nuestro vecino Portugal, generando muerte, destrucción de la riqueza forestal, perdidas económicas... Pero no, no me apetece y, además, no soy experto en ninguno de esos temas y considero una osadía aventurarse en determinados aspectos de la realidad que no controlo.
Debería hablar del mercado de fichajes de los clubes más importantes de fútbol y de las astronómicas cifras que se mueven. Del inicio de las competencias deportivas locales y europeas de este deporte. De actuación de fanAticos violentos, también llamados ultras, que ya han empezado a hacer de las suyas en algún lugar. De la escasa calidad de la prensa deportiva española, que fían la mayor parte de su quehacer a hablar de dos o tres clubes de fútbol y de sus estrellas. De como el deporte se asocia por parte de un número significativo de personas con el éxito en determinados deportes. Pero no, no me apetece. Ya ocupan mucho tiempo y espacio los diferentes medios de comunicación al asunto y no quiero aburrir al lector.
Debería hablar de los misiles y los ingenios nucleares de Corea del Norte y del presunto peligro que eso conlleva. De lo precario de las relaciones de dos países con armamento nuclear, como son India y Pakistán, que ya se han enfrentado en tres guerras desde su fundación. De la guerra silente de Crimea o de la un poco menos silente, sólo un poco, de Yemen. De los refugiados que siguen llegando a Europa de diferentes lugares de Asia y África y que hace tiempo dejaron de preocupar a la gran mayoría de personas que se rasgaron las vestiduras por la insensibilidad de sus gobiernos. De como Al-Assad está derrotando a Estado Islámico en Siria y como también están perdiendo posiciones en Irak y Libia los asesinos yihadistas. De la miseria y hambre que sufren los ciudadanos de un país recién creado como Sudán del Sur, por el interés de la élite del país y de grandes empresas extranjeras, deseosas de tener su parte en el reparto de la riqueza de la joven nación. Pero no, no me apetece. Sería muy complejo desarrollar todo con un mínimo de rigor y yo no me siento capacitado para ello.
Por todo ello, querido lector, pido disculpas por hacerle perder su tiempo, hablando de nada.
Un saludo.
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