domingo, 10 de septiembre de 2017

ANDO VIVIENDO

A veces te encuentras en un lugar de la existencia en que la mayor preocupación se puede resumir en una palabra: vivir. 
Vivir es algo distinto a sobrevivir. Sobrevivir supone ir tirando, mejor o peor (por lo general peor), con aquello que viene, sin influir en lo que viene (siempre que exista la posibilidad), dejando que los hechos te lleven sin más. Conozco gente que ha consagrado casi todo su tiempo ha sobrevivir... y a quejarse de lo que sea, que siempre suele ser lo mismo. Miras hacia atrás en el tiempo y encuentras que todo lo que rodea a esta gente suele permanecer invariable día tras día, mes a mes, año a año. El Día de la marmota con protagonistas de carne y hueso.
Entonces, ¿qué es vivir? No puedo dar una respuesta unívoca y válida para todo el mundo. A lo sumo puedo escribir lo que, en este momento, pienso.
Imagino que lo importante en todo este asunto es la apertura de mente para conocer nuevas personas, para vivir nuevas experiencias, sin olvidar sentirse a gusto, lo máximo posible, con todo aquello que conforma nuestra discurrir diario. Suena a libro de Coelho, pero creo que sí que resulta posible que las circunstancias positivas pesen más que las negativas.
Además de lo expuesto con anterioridad vivir implica no temer los cambios. Pequeños, medianos e incluso grandes cambios, buscados o no. Sobrevivir es permanecer estático, inalterable. Vivir supone nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos lugares y lo más importantes: nuevos aciertos y nuevos errores. Acertar y equivocarse forma parte del juego. Todos y cada uno de nosotros nos equivocamos una, diez, cien veces. Todos cometemos errores grandes, medianos y pequeños. Pero, de igual modo, todos acertamos una, diez, cien, mil veces; y eso también forma parte del juego. El miedo al error, así como la necesidad imperiosa de acertar, suelen constituir un ingrediente idóneo para el inmovilismo o para dar más importancia al proceso que a la experiencia en sí, perdiéndonos en los detalles, mientras todo lo que vivimos ocurre. El proceso como meta y no como herramienta.
Existe un aspecto, que cada vez tiene más importancia para mí, que también forma parte de lo que considero vivir: no centrarse en aquello que sirve para generar fricciones. Si el lector analiza la prensa observará que una buena parte de lo que se nos venden como información se fundamenta en conflictos, divisiones entre buenos y malos absolutos (el maniqueísmo, la simplificación constituye una forma perfecta de posicionar al lector, televidente o radioyente frente a la realidad que intentan venderle). 
De igual manera existen personas que encuentran en la confrontación una forma de estar o de ser. Todo se reduce a mirar hacia el exterior y encontrar aquello que no gusta, que separa (por causas justificadas o, en la mayoría de los casos, de manera injustificada). 
A fecha de hoy no me cabe duda que vivir consiste en coger, disfrutar y, si es posible, aprender de lo bueno que mucha gente o que muchas experiencias nos pueden aportar. Se trata de construir algo, sea pequeño, mediano o grande. 
Tal vez vivir, no sobrevivir, se resuma en construir algo, con los inevitables aciertos y errores, que nos hacen humanos.
Un saludo.

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