Tras la entrevista de Jordi Évole a Puigdemont no creo que nadie tenga duda de que aquellos que pilotan toda la movida van improvisando sobre la marcha, esperando que se les encarcele para convertirlos en mártires. El martirologio tiene un efecto sedante entre los seguidores de las personas que optan por adoptar a este tipo de sujetos como ejemplo. La capacidad de hacer sentir al fiel que el mártir está peor que él es un arma magnifica para manipular a su antojo. De eso los católicos saben mucho. Por cierto, aunque entren en el cárcel no se preocupen, que él y los otros miembros importantes de la cuestión que nos ocupan, no irán destinados al mismo sitio al que mandarían al amable lector si fuese condenado por cometer un delito.
No podían faltar los sacerdotes de una religión amparando bajo el cobijo de su dios el derecho divino de una nación. Sacerdotes catalanes afirman que el Evangelio defiende el referéndum y, por tanto, el derecho de autodeterminación. Uno se pregunta si se trata del mismo Evangelio que utilizaron los Herrero Oria, Gomá y compañía para justificar el golpe de Estado del 36 y la represión franquista. Ni una patria sin su casta sacerdotal justificándola.
Si preguntásemos a gente a favor y en contra del referéndum sobre las medidas que han diseñado los políticos catalanes independentistas para mejorar la vida de los ciudadanos si Cataluña se independizase, ¿cuántas serían capaces de mencionar? Intuyo que la cantidad oscilaría entre muy pocas y ninguna, con predominancia de esta última opción. Resulta curioso, la gente se posiciona a favor o en contra, sobre todo a favor, de una idea abstracta que no se sabe como se va a concretar ni que repercusiones va a tener en su vida diaria. Cuando han preguntado a politicos relevantes proindependencia sobre asuntos cruciales o no han sabido contestar, caso Rufián, o se han inventado la respuesta, caso Junqueras, y tras el desmentido inmediato y fundamentado de lo que acababa de decir, cara de póker y a otra cosa.
Uno no puede olvidar como la propaganda carcomió la mente de las personas en los primeros meses de la I Guerra Mundial, consiguiendo que los obreros acudieran al frente henchidos de orgullo patrio. Unos pocos meses después la muerte, la enfermedad, la miseria devolvió a la realidad a los otrora orgullosos patriotas.
Escucho a unos y otros hablar de la fractura social y del daño que esta situación provoca en la convivencia, augurando que restañar las heridas llevará mucho tiempo. Yo distinguiría dos posturas: las de los que odiaban antes, odian ah,ora y odiarán siempre, que se encuentran en ambos bandos y no conciben la existencia de otra manera. La de la mayoría de la gente, que hará su vida normal y que, a pesar de que pueda portar ciertos prejuicios, o no, no tendrá problema en hablar y convivir con quien fuere. Por supuesto, en ambos lados existe gente a la que este asunto se la trae al pairo y piensa que esto resulta un absurdo y seguirá obrando como hasta ahora: no catalogando a las personas por su lugar de procedencia sino por sus actos.
Escucho a unos y otros hablar de la fractura social y del daño que esta situación provoca en la convivencia, augurando que restañar las heridas llevará mucho tiempo. Yo distinguiría dos posturas: las de los que odiaban antes, odian ah,ora y odiarán siempre, que se encuentran en ambos bandos y no conciben la existencia de otra manera. La de la mayoría de la gente, que hará su vida normal y que, a pesar de que pueda portar ciertos prejuicios, o no, no tendrá problema en hablar y convivir con quien fuere. Por supuesto, en ambos lados existe gente a la que este asunto se la trae al pairo y piensa que esto resulta un absurdo y seguirá obrando como hasta ahora: no catalogando a las personas por su lugar de procedencia sino por sus actos.
Leo a gente de izquierdas, o que se autodenomina así, defender que este movimiento "popular" no está alentado ni amparado por la burguesía. Utilizan como fundamento que las asociaciones de empresarios catalanes se han mostrado contrarias al referéndum. Hombre, uno, que no es muy listo, piensa que la mayor preocupación de estos tipos es su cartera y su cartera sufriría si Cataluña deja de pertenecer a a Unión Europa y, de repente, sus productos se encarecen debido a los nuevos aranceles que tendrían que pagar y que ahora son inexistentes. Pero incluso un descenso de ganancias, propiciado por situación actual, provoca inquietud y necesidad de solucionar los problemas en los empresarios. Pero, obviando ese detalle, a los empresarios, y más a las multinacionales, les da igual donde vender sus productos, mientras los pueda vender. ¿Alguien cree que las multinacionales de refrescos, alimentación o la automoción van a abandonar Cataluña si se independiza? Sólo lo harían si cambiase el sistema económico, pero los burgueses catalanes de toda la vida, votantes de PdeCat, y los de Esquerra Republicana, muchos de ellos también de la burguesía de toda la vida, no dejarán que eso ocurra. Nada va a cambiar para el ciudadano de a pie respecto a sus derechos laborales ni como consumidor, tal vez al contrario. Todo resulta más fácil cuando se invoca a la patria.
De esta sucesión de disparates nacionalistas sólo va a salir ganador en nacionalismo. El español del P.P. en España y el del PdeCat y Esquerra en Cataluña. Como todo nacionalismo unos y otros alimentarán, tal vez de modo silencioso, el resquemor hacia el otro para mantener a un grupo de votantes patriotas, que necesitan para poder seguir copando el poder. Produce desesperación pensar que dos de los tres partidos que más se han beneficiado del sistema (el tercero es el PSOE), corrompiéndole hasta la médula, saqueando lo público sin duda ni vacilación, van a salir beneficiados de esta pelea de poses. Pero en eso consiste el nacionalismo: en buscar enemigos para poder hacer lo que a los de arriba les parezca bien.
Ciudadanos, ese partido casposo y oportunista, incapaz de proponer nada que afecte de manera positiva a los ciudadanos de a pie, ha vuelto a interpretar su papel de partido dinámico y renovador. Sin embargo, cuando se trata de algo serio y no de aprobar leyes para repartir dinero entre los amigotes, los de Albert Rivera han evidencia su estulticia, escondida tras el oportunismo de turno. Resulta curioso como se retrata el personal en las diferentes situaciones. Ciudadanos ni tan siquiera es de derechas, es oportunismo, que, como es de esperar, siempre se plegará a la voz de su amo, y el amo de los oportunistas es siempre el mismo: el dinero.
Existe una facción del comunismo y de otras ideologías de izquierda que ve en lo de Cataluña una oportunidad para sacar a los ciudadanos a la calle y acabar con el Régimen del 78. Aunque la Historia nos enseña que nunca se sabe que chispa es la que prenderá la llama, no parece que los sucesos de esto días apunten hacia ese lugar. Es más, lo que me preocupa es la necesidad que tienen de que se produzcan algaradas sin otra finalidad que la propia algarada. Siento decir que sin unas ideas claras de lo que se pretende, de hacia dónde se va no parece que las manifestaciones callejeras sirvan para gran cosa. No existe una alternativa real al sistema y lo que se va a consguir es atomizar aún más la unidad entre ciudadanos/trabajadores. Votar sobre naciones, que acabarán dirigidas por neoliberales, no servirá de mucho para lugar contra el gran capital. Me atrevería a decir que todo lo contrario.
Lo que está ocurriendo ha dejado bien a las claras los tipos de políticos que tenemos: rufianes y Rufianes. Los primeros son los que están para medrar y favorecer a los suyos. Los segundos hacen lo mismo, pero utilizan los medios y, sobre todo, las redes sociales para intentar despistar.
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