jueves, 29 de septiembre de 2011

ASOCIACIONES PRO ANORMALES Y SUBNORMALES. EL INICIO

Hace medio siglo, aproximadamente, en España se producía un fenómeno que persiste hasta nuestros días y del que se ha hablado poco, casi nada, en los medios de comunicación, que no de información, tradicionales, salvo honrosas excepciones, en algunos casos no exentas de una cierta imagen piadosa o, en otras ocasiones, cargadas de una visión casi casi idílica y alejada de la realidad. Dicho fenómeno es el asociacionismo promovido y mantenido por familiares de niños y adultos con discapacidad intelectual y/o física (voy a obviar las asociaciones de discapacitados sensoriales por ser harina de otro costal). Este asociacionismo, que cuando nació ostentaba, dependiendo de las localidades, nombres en las que la palabra subnormal o anormal aparecían como seña de identidad (si traigo a colación ésto es para dejar constancia de como ha evolucionado el concepto) de dichas asociaciones. 


Estas agrupaciones de padres buscaban dar una respuesta a sus hijos y, por qué no decirlo, a ellos mismos, en una sociedad aún en pañales en ese aspecto. Poco a poco estas asociaciones de padres fueron cobrando fuerza y empezaron a crear colegios para atender las necesidades de sus hijos. Dichos centros educativos no se podían sufragar con el dinero de los asociados, la cuantía total de lo ingresado a través de las cuotas de los socios no daba para ello. Entonces, ¿cómo nacen estos centros? Pues aquí va la historia que pocas veces se cuenta, con subvenciones públicas. La administración contrata maestros, algún fisioterapeuta, si es menester y algún logopeda. Igualmente contribuye, contribuimos, con un dinero por unidad, por clase y, en algunos casos se puede llegar a costear parte de la construcción de algún edificio. Por el momento dejaremos los colegios, volveremos después sobre el tema, cuando tengamos una visión global de asunto y echaremos la vista atrás.
Volvamos pues a años anteriores. 
Una de las manías que tienen los niños, con discapacidad y sin ella, es la de crecer y convertirse en adultos y si bien en los años sesenta la esperanza de vida de muchos de estos niños era muy reducida, progresivamente su esperanza de vida se ha visto incrementada de manera significativa. ¿Qué implicaciones conlleva este proceso para las asociaciones? Sencillo. Lo que en un principio nació para ir dando respuesta a niños, y a veces a no tan niños, se fue convirtiendo en asociaciones con centros especiales de empleo, centros ocupacionales, residencias, pisos tutelados... En otras palabras en organizaciones capaces, poco a poco, de dar respuesta a todas las necesidades que una persona con discapacidad cognitiva y/o física puede encontrarse a lo largo de su vida. (No todas las asociaciones fueron capaces de dar respuestas a todas las etapas de la vida de la persona, dependía de circunstancias como el modelo de gestión, la ubicación...).
Estas organizaciones, de tamaño formidable en algún caso, seguían teniendo un problema, no eran capaces de financiarse con sus propios medios, por lo que las administraciones tenían que seguir aportando un capital para su funcionamiento diario. Posiblemente este hecho algún lector lo asocie con algún acontecimiento reciente ocurrido en Cataluña en el que no vamos a ahondar pues no hoy toca, como diría aquel. 


Ha llegado el momento de volver a los colegios creados y gestionados por estas asociaciones (en muchas provincias existe igual número, o mayor, de centros privados concertados de educación especial privados/concertados pertenecientes a asociaciones de padres, que públicos), la gran mayoría concertados, ahora que ya tenemos una visión global del tema y para retomar la cuestión nada mejor que hacer una pregunta al lector: ¿por qué se potencia desde las administraciones que las asociaciones de padres y madres organicen colegios de educación especial, centros especiales de empleo (que éstos si pueden dar dinero), talleres ocupacionales, construyan residencias...? Sencillo, la pista la he dado cuando hablé de los colegios, la administración se ahorra un pastizal. Los sueldos de los empleados son menores, pagados en muchos casos por las asociaciones, no deben construir ni mantener los edificios, aunque contribuyan a ello, los gastos corrientes: luz, agua, alimentación, no corren por cuenta de la administración, aunque se pueda utilizar dinero proveniente de ésta para pagar estos apartados... En realidad es un chollo y más en un mundo que, por desgracia, interesa a muy poca gente. No sólo eso, ésto me lo comentó una directora de un centro donde trabajé, el estado en su momento hizo algo para escurrir aún más el bulto: cuando repartía el dinero no destinaba una parte para tal asociación, otra para cual y la restante para aquella otra, no. Algún tipo sibilino y retorcido diseñó un sistema estilo Poncio Pilatos, yo me lavo las manos. Dicho sistema  obligó, empujó, o lo que fuere,  a las asociaciones a que formaran confederaciones, agrupaciones de asociaciones de padres o como coño se llame, (FEAPs es eso) y en su momento el estado repartía el dinero entre esas federaciones, siendo estas federaciones las que a su vez repartían el dinero entre las diferentes asociaciones. Imagínese el lector lo que podía ser eso. Uno ha conocido dos asociaciones. Una muy grande, la mayor de su comunidad autónoma, que intentaba andar con pies de plomo para no soliviantar a nadie, pero llevándose lo que creía justo, que yo no sé si era lo justo. La segunda, mucho más pequeña, pertenecía a dos confederaciones e intentaba picar donde podía. Creo que con estos dos ejemplos, los que conozco de primera mano, basta para hacerse una idea del funcionamiento de este sistema.
Imagino que el sistema seguirá funcionando igual, pero ahora la pasta, o una buena parte de ella, la darán las comunidades autónomas, al menos eso indica lo que ocurre en Cataluña.


Toda esta historia viene a colación porque ahora parece que nos tiramos del pelo porque los centros de educación especial o las asociaciones de discapacitados no tienen dinero para funcionar (uno recuerda como alguna vez este humilde bloguero o su pareja no han cobrado cuando debían por no llegar a tiempo la subvención, hablo de hace más de una década), pero la realidad habla de un apartado donde las administraciones han intentado racanear todo lo posible, incluso en períodos de bonanza económica, aunque no han dudado en utilizar a las persona discapacitadas como gancho llegados los períodos electorales pertinentes. Tal vez haya contribuido la existencia "silenciosa" de todas estas personas, a las que en muchos casos ni vemos, pues los centros donde estudian o trabajan suelen estar a las afueras de nuestras ciudades o pueblos o, en otras ocasiones, aunque les vemos porque la furgoneta o el autobús con destino a vete tú a saber donde,  los recogen o los dejan en un lugar por el que pasamos todos los días, no tenemos el menor interés en saber nada de ellos.
En definitiva, uno de los colectivos más ocultos para el gran público es el de unos ciudadanos que conviven con una discapacidad intelectual y/o física y la administración, a pesar de haber invertido mucho dinero, salido de nuestros impuestos, en muchos casos ha racaneado lo que ha podido a estas personas, pues tenía el pastel solucionado, y si no lo tenía buscaba que alguien, en muchos casos padres angustiados, les resolviera el problema.
Un saludo.

2 comentarios:

Claudia Baelo dijo...

Hola Paco: No sé mucho de este tema,pero que yo sepa hubo una ley de integración que los colegios públicos tenían obligación de absorber a estos niños/as con discapacidades.Es verdad que en muchos sitios faltó apoyo como esos logopedas pero por ahí deberían haber ido la Administración y todas esas Asociaciones de padres;en ingresar a su hijo/a en un colegio público y haber exigido el apoyo que necesitasen.
Otro tema sería en asociacionismo, y en muchos sentidos es bueno como en estos casos.Los padres se apoyan,se ayudan a comprender mejor los problemas que les surjan.Un saludo!

PACO dijo...

Efectivamente, hubo una ley, la denostada LOGSE, que, tras los experimentos que hubo a partir de 1985, propuso la integración de alumnos con necesidades educativas especiales en centros ordinarios. Esta integración, inclusión diríamos hoy, siguió permitiendo una doble red de centros. No desparecieron, ni mucho menos, los centros de educación especial, cuestión que la propia ley recogía para ciertos alumnos que por sus especiales características pudieran obtener una mejor respuesta en este tipo de centros. Este planteamiento se ha mantenido con la ley de educación del PP y con la última del PSOE.
Sobre lo que ha supuesto la integración de alumnos con necesidades educativas especiales en centros ordinarios podríamos hablar mucho. Tal vez algún día lo haga.
Un saludo.