miércoles, 15 de mayo de 2013

EDUCACIÓN VS. ENFERMEDAD

Hoy propongo al amable lector que vea, y sobre todo escuche, este video, extraído de un programa del higadillo, disfrazado de programa de servicio público. No consigo subirlo al blog por lo que remito al amable lector a este enlace donde podrá verlo.

http://laprincesadelasalasrosas.blogspot.com.es/2013/05/dr-jose-carlos-fuertes-rocanin.html

El tipo que se dedica a escupir esa serie de disparates se llama, como el lector habrá podido comprobar, José Carlos Fuertes Rocañín, y acudió al programa como experto en el tema. Lo primero que plantea la situación que el amable lector ha podido ver es el hecho de quién, y por qué, decide que alguien es experto en algún tema. Este fulano, el tal Rocañín, tiene unos conocimientos del mundo educativo tan extensos como su flequillo.
Este aspecto, que pudiera parecer baladí, cobra especial importancia, al menos desde mi punto de vista. La presentación de presuntos expertos en determinados temas en los medios de comunicación, con la finalidad de "ilustrarnos" sobre asuntos variopintos, se rige por unos criterios opacos y confusos. Para empezar: ¿quién asume la responsabilidad de decidir que tal o cual fulano son expertos en algo? ¿Cómo saben ellos que los fulanos, o fulanas, en cuestión dominan el tema sobre el que hablan? En este caso, como en otros muchos, los personajes que aparecen en los medios sentando cátedra sobre un asunto, tienen unos conocimientos parciales y mínimos sobre el tema a tratar, cuando no presentan datos sesgados, que buscan arrimar el ascua a su sardina (ponga el amable lector nombres como el de Feito o demás economistas patológicos, extraídos del charco de mierda intelectual donde suelen revolcarse).


Una vez tratado el asunto de los criterios para elegir a expertos, en este caso a un charlatán que no siente pudor alguno a la hora de mostrar su supina ignorancia, arropada por un título de psiquiatra, pasemos a asuntos más trascendentales.
En primer lugar, surge una pregunta: ¿qué es lo normal? Evidentemente, lo normal es lo que una persona, un conjunto de ellas o la sociedad decidan que se acerca a un canón establecido, mucha veces de manera implícita. Obviamente, el concepto de normalidad varía con el paso del tiempo. Por ejemplo, el divorcio en la España de hace cincuenta años se consideraba algo impensable, algo anómalo. Hoy en día la gran mayoría de ciudadanos españoles no se cuestionan la necesidad de que exista una ley que ampare a aquellas parejas que necesiten divorciarse. Y es aquí donde todavía reside un gran trabajo que todos: padres, profesionales, asociaciones, administraciones... debemos hacer para cambiar la mentalidad de la sociedad, lo más difícil, y necesario, de todo lo que queda por hacer. Las personas con una discapacidad son, ante todo, personas. Con unas necesidades, en determinados aspectos, específicas que la sociedad debe cubrir para que desarrollen sus capacidades al máximo y participen en la sociedad de todas las formas posibles. La cuestión no reside en lo que no pueden hacer, sino en lo que hacen y, lo más importante, en lo que pueden conseguir con la ayuda necesaria.


Por tanto, el cambio de paradigma se antoja imprescindible. Se debe pasar de la cultura de la lástima y el gueto a la cultura de la igualdad de oportunidades para todas las personas. La normalidad, lo normal, por tanto no debe ser baremo de nada ni de nadie. Se trata de ofrecer a todo el mundo, no sólo a las personas con discapacidad, la oportunidad de desarrollar sus capacidades al máximo, para participar lo más plenamente posible en la sociedad a la que pertenecemos.

http://www.elnortedecastilla.es/20130512/local/palencia/usuarios-aspanis-viven-pisos-201305121232.html

¡Ojo! Esta forma de pensar también conlleva cambiar el concepto que de los centros de educación especial se tiene. Considerar un centro de educación especial, que debería perder ese adjetivo, quedándose en centro de educación o educativo, como el sitio donde se desarrollan al máximo las capacidades, todas, de unos niños que encuentran todos los discursos disponibles en el sistema educativo juntos en unos determinados centros. 
Queda un último punto por tratar, y éste lo haré como maestro de educación especial que soy.
El fulano del vídeo, un ignorante en asuntos educativos, sin miedo a mostrarlo públicamente, asocia discapacidad a centro específico de manera inequívoca e irremediable.
Vaya desde aquí que los centros específicos son una magnifica, inmejorable, respuesta a ciertos alumnos, cuyas necesidades educativas especiales no pueden ser atendidas de la mejor manera desde los denominados centros ordinarios. Como el amable lector habrá podido comprobar discrepo con la madre sobre este aspecto y sé, desde un punto de vista profesional de lo que hablo. Sin embargo, esta visión del asunto no resulta un impedimento para que piense que siempre que las necesidades educativas especiales pueden ser atendidas desde centros ordinarios, a ser posible de su entorno próximo (este detalle es importante, pues eso facilitará que los niños con los que se relacionen sean los de su calle, los de su barrio. En otras palabras, los niños que ve todos los días en el parque que hay al lado de su casa), los alumnos no deberían acudir a los denominados centros específicos. Se imagina el amable lector que existiera un procedimiento estándar que consistiera en internar a los alumnos en una institución psiquiátrica, donde recibiría las clases oportuna, porque el crío estuviese triste tras el fallecimiento de un abuelo, o de cualquier otro ser querido. Imagino que a cualquier persona con dos dedos de frente lo que acabo de escribir le parecerá una atrocidad. Pues el criterio del psiquiatra del vídeo se rige por los mismos patrones. Patrones dignos de una persona de escasa formación, por mucho que presuma de psiquiatra, que divide el mundo entre enfermos y sanos, cuerdos y locos, normales y anormales...


Sin embargo, a duras penas, el sistema educativo ha desterrado el sistema clínico, el que utiliza este tipo, y ha pasado a abordar las necesidades de estos alumnos desde una perspectiva educativa, donde lo que se valoran son las necesidades educativas y se intenta dar una respuesta a dichas necesidades, buscando con ello que el niño se desarrolle en toda su integridad. Resulta obvio, que gachós como el tal José Carlos desconocen este aspecto, que en nuestro país ya lleva unas dos décadas y media de rodaje, se asentó, tras un período experimental, con la LOGSE, que fue aprobada el 3 de octubre de 1990.
A mi no me cabe duda que personajes como el tal Fuertes contribuyen con sus disparates a que nuestra sociedad no avance hacia la igualdad real de todos las personas. Su visión de la sociedad dividida en personas enfermas y sanas, no en seres humanos con necesidades de un tipo u otro (necesidades que todos tenemos, con mayor o menor intensidad, en determinados momentos de nuestra vida), no ayuda en nada a construir una sociedad más justa y exenta de prejuicios.
Un saludo.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Muchas gracias por esta entrada y por explicar el tema con tanto respeto y sentido comun,como madre de una niña con TEA...GRACIAS.

PACO dijo...

Hola, Cristina.
Gracias a ti, comentarios como el tuyo son los que me ayudan a seguir creyendo en lo que expongo y aplicándolo en mi trabajo diario.
De todo corazón, gracias.
Un saludo.