Dos noticias, aunque una de ellos parece un globo sonda, habidas la semana pasada me llevaron a pensar que en ellas se contiene toda la esencia del Partido Popular. Si un extraterrestre llegase a España, sin conocimiento alguno de nuestro país, bastarían este par de apuntes para definir la esencia ideológica, y moral, del partido que ha aupado a Mariano Rajoy Brey a presidir nuestra nación.
Después de cuatro líneas, ésta es la quinta, el lector, imagino, deseará conocer las noticias de las que hablo y que me dispongo, ya mismo, a desvelar:
Como el amable seguidor de este blog habrá podido comprobar, el primer enlace hace referencia a las trabas que encontrarán los consumidores, todos nosotros, para poder determinar, de manera independiente, la calidad de los productos alimentarios. En el segundo caso se estudia la posibilidad de castigar a los padres de críos, adolescentes, reincidentes en sus excesos con el alcohol.
Ambos supuestos describen a la perfección la pútrida mentalidad de la derecha, no sólo de la española, cuya premisa fundamental es favorecer al más fuerte, especialmente si se trata del más fuerte en lo referido al aspecto económico, y el castigo como única forma posible de acabar con las desviaciones de la norma, especialmente si el castigo va dirigido a los ciudadanos (cuando se trata de ellos lo punitivo está prohibido). Obviamente, así, en frío, podría parecer que estas afirmaciones pueden resultar exageradas, intentando elevar a categoría lo anecdótico. Nada más lejos de la realidad. Cuestiones como la reforma, contrarreforma, de la Justicia, la reforma (contrarreforma) laboral o los recortes en Sanidad y Educación, sobre todo en la pública, los diversos "rescates": bancarios, la gestión de las autopistas de pago, la apuesta por un modelo energético que favorece a las compañías eléctricas, y nunca al consumidor, dejan bien a las claras que todo el interés de la derecha se concentra en no incomodar a los moradores de los despachos de las grandes empresas y bancos.
Todo ello, tan evidente como que esta entrada se compone de cientos de palabras, lo intentan ocultar con una estrategia que hasta hace bien poco les daba ciertos réditos entre una parte de los ciudadanos: el bien de unos pocos, la acumulación de capital en manos de una minoría, acabaría beneficiando a todos. MENTIRA, como se puede demostrar día a día. Lo único que ha generado este tipo de políticas criminales es la proliferación de defraudadores, la cada vez mayor connivencia entre ladrones y estafadores y políticos y el aumento de las desigualdades sociales.
Sin embargo, no debemos olvidar que las personas de derechas suelen ser gente de "orden". En que consiste el orden, pues, ni más ni menos, en aparentar. En aparentar que no se roba, que no se miente, que todo funciona bien, que sólo existe un camino, el suyo, que les preocupan el resto de personas, especialmente los niños, los enfermos y los pobres, para los que organizan rifas, actos benéficos... Pero, como he dicho, todo se basa en la apariencia. En realidad, lo único que les resulta indispensable de todo este tinglado es que todo siga igual, o que, si existen cambios les beneficien a ellos.
A pesar de todo, para mantener esa apariencia de orden, el castigo de las desviaciones sociales, o como se desee llamar, resulta crucial. Ellos se convierten en los garantes del orden, de su orden, que tan buen resultado les ha proporcionado. No tienen interés real en abordar los problemas sociales desde la base, trabajando, por ejemplo, la prevención de las desigualdades sociales o de la violencia, de cualquier tipo, en los hogares. Parece mucho más fácil multar a unos padres, que dedicar recursos públicos, servicios sociales, para indagar por qué ese chaval ha acudido varias veces a urgencias con un coma etílico. ¿Se soluciona el problema del chaval con la multa? Puede, siempre que no exista un problema más serio en la familia. Sin embargo, la multa satisface más a los moralistas (hipócritas) y consigue que nada cambie, excepto la recaudación del Estado que aumenta.
Esta derecha no tiene interés en dedicar recursos públicos, los que salen de nuestros impuestos (los mismos que pagan a Carromeros, la casa de Pons, el sueldo del hijo de Esperanza Aguirre...), para mejorar la vida de las personas, especialmente de aquellas más necesitadas. Su único objetivo es preservar las "buenas costumbres", evitando que los ciudadanos traspasen la raya, que ellos pintan a su imagen y semejanza, recordando, de paso, que ellos tienen el poder y que todo aquel que se desmande puede acabar de mala manera. Trocando, además, la ayuda de la sociedad al más necesitado por caridad, que les sirve para limpiar su conciencia y ganarse su inexistente cielo.
Resulta curioso que en dos noticias se pueda condensar el ideario de la derecha española y mundial. Resulta trágico que este tipo de noticias constituyan el pan nuestro de cada día. Resulta patético que los mismos que exaltaban la ingesta de cierta bebida alcohólica, en algún caso sin mesura alguna, ahora pretendan, o se planteen, multar por ingerir bebidas alcohólicas en grandes cantidades.
Un saludo.
Todo ello, tan evidente como que esta entrada se compone de cientos de palabras, lo intentan ocultar con una estrategia que hasta hace bien poco les daba ciertos réditos entre una parte de los ciudadanos: el bien de unos pocos, la acumulación de capital en manos de una minoría, acabaría beneficiando a todos. MENTIRA, como se puede demostrar día a día. Lo único que ha generado este tipo de políticas criminales es la proliferación de defraudadores, la cada vez mayor connivencia entre ladrones y estafadores y políticos y el aumento de las desigualdades sociales.
Sin embargo, no debemos olvidar que las personas de derechas suelen ser gente de "orden". En que consiste el orden, pues, ni más ni menos, en aparentar. En aparentar que no se roba, que no se miente, que todo funciona bien, que sólo existe un camino, el suyo, que les preocupan el resto de personas, especialmente los niños, los enfermos y los pobres, para los que organizan rifas, actos benéficos... Pero, como he dicho, todo se basa en la apariencia. En realidad, lo único que les resulta indispensable de todo este tinglado es que todo siga igual, o que, si existen cambios les beneficien a ellos.
A pesar de todo, para mantener esa apariencia de orden, el castigo de las desviaciones sociales, o como se desee llamar, resulta crucial. Ellos se convierten en los garantes del orden, de su orden, que tan buen resultado les ha proporcionado. No tienen interés real en abordar los problemas sociales desde la base, trabajando, por ejemplo, la prevención de las desigualdades sociales o de la violencia, de cualquier tipo, en los hogares. Parece mucho más fácil multar a unos padres, que dedicar recursos públicos, servicios sociales, para indagar por qué ese chaval ha acudido varias veces a urgencias con un coma etílico. ¿Se soluciona el problema del chaval con la multa? Puede, siempre que no exista un problema más serio en la familia. Sin embargo, la multa satisface más a los moralistas (hipócritas) y consigue que nada cambie, excepto la recaudación del Estado que aumenta.
Esta derecha no tiene interés en dedicar recursos públicos, los que salen de nuestros impuestos (los mismos que pagan a Carromeros, la casa de Pons, el sueldo del hijo de Esperanza Aguirre...), para mejorar la vida de las personas, especialmente de aquellas más necesitadas. Su único objetivo es preservar las "buenas costumbres", evitando que los ciudadanos traspasen la raya, que ellos pintan a su imagen y semejanza, recordando, de paso, que ellos tienen el poder y que todo aquel que se desmande puede acabar de mala manera. Trocando, además, la ayuda de la sociedad al más necesitado por caridad, que les sirve para limpiar su conciencia y ganarse su inexistente cielo.
Resulta curioso que en dos noticias se pueda condensar el ideario de la derecha española y mundial. Resulta trágico que este tipo de noticias constituyan el pan nuestro de cada día. Resulta patético que los mismos que exaltaban la ingesta de cierta bebida alcohólica, en algún caso sin mesura alguna, ahora pretendan, o se planteen, multar por ingerir bebidas alcohólicas en grandes cantidades.
Un saludo.
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