miércoles, 16 de enero de 2013

COMPETENCIA (II)


"Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada."
José A. Goytisolo


En la primera parte de esta entrada nos hemos dedicado a desmontar la falsedad que alega algo, más o menos, como lo que sigue: "el hombre es competitivo porque en la Naturaleza prima la competencia". Una vez demostrado que, de nuevo, los defensores de la Economía patológica yerran, vamos a intentar mostrar que incluso en su "reino", el campo económico, la cooperación existe. Además, vamos a intentar demostrar que la competencia no siempre ha dado los frutos deseados, retrasando los grandes logros en algún caso.
El ejemplo paradigmático de cooperación empresarial es la Unidad Temporal de Empresas (UTE), tan típico en nuestro país a la hora de conseguir un contrato, especialmente en lo relacionado con la obra pública, licitada por cualquier administración. Sin embargo existen otros ejemplos de cooperación empresarial, más estable y bastante más potente desde un punto de vista económico.
El mundo de la automoción, donde las industrias son multinacionales, es un ejemplo claro de cooperación entre empresas, con la finalidad de abaratar costes y aprovechar lo bueno que cada uno puede ofrecer. La alianza entre empresas japonesas y algunos de los gigantes estadounidenses de la automoción para introducirse en mercados y aprovecharse de la tecnología es algo más que una posibilidad, un hecho.


La fabricación de motores por parte de ciertas compañías francesas que construyen vehículos, que montan compañías japonesas o alemanas de automoción lo podemos constatar en cualquier momento.Las alianzas entre grandes empresas fabricantes de hardware y otras que crean software son noticia, casi  constante, en nuestros medios. Hace unos meses todos fuimos testigos de una campaña publicitaria patrocinada por varias marcas de renombre, defendiendo la bondad de esos productos frente a las marcas blancas. Por cierto, dejo un enlace donde se puede demostrar que muchas de esas marcas, que tanto reniegan de las marcas blancas, son las que fabrican los productos de dicha gama.

http://www.periodistadigital.com/economia/empresas/2013/01/14/consumo-supermercado-corte-ingles-mercadona-eroski-quienes-fabricantes-productos-marca-blanca-crisis.shtml

Todo los expuesto con anterioridad no dejan lugar a duda: las empresas se unen buscando su bien, su beneficio, aunque alguno de sus aliados ocasionales, o no, sean parte de la competencia.
Diferentes formas de cooperación que demuestran que no siempre cooperar es un error, al contrario.
Los puristas de la Economía Patológica pueden alegar que dicha cooperación fomenta la competitividad. Tal vez. O, simplemente, fomenta que no desaparezcan las empresas, fomenta la supervivencia. Son dos formas de verlo. Incluso un análisis más detallado puede llevarnos a la conclusión de que estas alianzas, especialmente en el caso de las alianzas entre empresas que compiten por vender productos similares, impiden la competencia (recordemos que la competencia en economía no es, ni más ni menos, que intentar vender un producto o un servicio que otro u otros también intentan proporcionar), pues no parece muy oportuno que la empresa automovilística que me suministra los motores, para que yo pueda fabricar mis vehículos, quiebre, especilamente si todo sucede en un lapsus de tiempo muy corto. Por mucho que yo  me pueda quedar con una parte del mercado de la quebrada empresa.
Ahora vamos a poner un ejemplo que demuestra que la competencia no siempre favorece el desarrollo de las ideas. 
De todos es sabido que la extinta U.R.S.S. colocó el primer satélite artificial en órbita, adelantándose a su rival, E.E.U.U.  El problema de Estados Unidos no era tanto carecer de la tecnología, como la dispersión de esfuerzos, la competencia entre distintos departamentos, que buscaban ser los primeros en conseguir que un cohete fuera capaz de poner en órbita un ingenio artificial. Antes de que el criminal de guerra nazi (como tal se debería considerar a alguien que utilizaba, a sabiendas, mano de obra esclava para fabricar sus cohetes), jamás juzgado ni condenado por el interés que suscitaban en EE.UU. sus conocimientos sobre cohetes, Wernher Von Braun, y su equipo, lograsen que su cohete despegase y pusiese en órbita el primer satélite artificial norteamericano, existieron otros intentos, por ejemplo del Ejército del Aire, fallidos. Parece que en este caso la competencia no contribuyó a sacar lo mejor de cada uno. Como mucho a ralentizar la labor de los más capaces. 
Vamos a dejar a un lado que la verdadera competencia se debería establecer entre iguales, cosa que no ocurre, ni por error, en nuestro actual sistema, donde el abuso de autoridad o de posición, lo sufrimos día a día en nuestras carnes (distorsión de precios de combustibles, telefonía, precio de alimentos...). Lo que demuestra que, en muchos casos, el mercado se reduce a estafar al más débil. Pero, como he dicho, obviaremos este asunto para centrarme en otro aspecto de la competencia, tal como nos la venden, que me parece crucial: el modelo de sociedad individualista, necesario para que su modelo triunfe.


El hecho de que los teóricos del neoliberalismo consideren la competencia como el eje sobre el que se sustentan todas las relaciones sociales, al menos las que ellos consideran más importantes, conlleva una lucha, despiadada en muchos casos, con los iguales. En otras palabras: la competencia consiste en pisar y machacar a todos aquellos que consideras tus competidores. Teniendo en cuenta que para los economistas patológicos lo más importante de la vida es triunfar, poseer, acumular, lo que propugnan es un modelo asocial, basado en el individualismo, en el triunfo personal. Que nadie se engañe, el individualismo conlleva fenómenos muy peligrosos, pero el más peligroso de todos es la deshumanización del ser humano, que ha llegado a ser lo que es, para bien o para mal, por el hecho de ser un animal social, que intercambiaba algo más que conocimientos tecnológicos.
El individualismo, la ausencia de una organización social poderosa conlleva que toda las reglas morales de convivencia se reduzcan al dicho castellano "el que más chifle capador", con la consiguiente pérdida de derechos y oportunidades por parte de la mayoría de los ciudadanos que de ninguna forma pueden parar la fabulosa maquinaria económica, política, coercitiva y mediática de los poderosos. No nos engañemos, jamás podremos competir en igualdad de condiciones con los poderosos de manera individual y eso, justamente eso, es lo que pretenden los que manejan el cotarro: nuestra inacción para, de esta manera, imponernos a todos aquello que más se ajuste a sus intereses, que no a sus ideales, que no tienen otro que no sea llenarse los bolsillos, aún más, a costa nuestra.


Me gustaría acabar haciendo referencia a algo importante, muy importante, para situar en su justa medida el concepto competencia. Competir significa quedar por encima de otro, conseguir lo que alguien también desea. En definitiva derrotar a otro. Me gustaría hacer una pregunta al amable lector ¿Cuándo Fleming descubrió la penicilina, cree el amable lector que su mayor satisfacción fue derrotar a otro científico? ¿Puede alguien creer que cuando Einstein formuló su teoría de la relatividad su mayor objetivo era derrotar a otro compañero de profesión? ¿Puede alguien suponer que el cooperante que ayuda a miles de refugiados lo hace por ser mejor que otro cooperante? La respuesta es clara, NO. Existe una motivación interna, que impulsa a los seres humanos a mejorar, a conseguir logros, grandes o pequeños, que no necesitan de derrotas, competiciones ni sandeces por el estilo. Por mucho que los economistas patológicos y sus fantoches seguidores apuesten por la competitividad como el único y gran generador de los mejores descubrimientos de la humanidad la realidad, tozuda ella, demuestra que estos postulados son tan falsos como la preocupación que dicen tener los neoliberales por el bienestar del conjunto de los seres humanos.
En vista de todo ello seguiré llevando mis tortillas a las barbacoas y no dudaré en disfrutar de las empanadas, patatas, pastelitos caseros... que mis amigos llevarán a estos actos gastronómico-sociales que, de vez en cuando nos permitimos. La cooperación es mucho más divertida y, en casos como el que expongo, mucho más sabrosa.
Un saludo.

2 comentarios:

mecánica automotriz dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que comentas, de hecho recientemente ha salido a la luz una noticia en la que nos cuentan que Mazda y Fiat han acordado producir el nuevo Alfa Romeo por parte de Mazda

PACO dijo...

Hola, me da palo llamar a alguien mecánica automotriz, así que lo dejaremos en hola.
Gracias por tu comentario y por la información que sirve para aportar más datos que completan la entrada.
Un saludo.