Se volvieron a
mirar. Furtivos. Sin cruzar palabra. Ella sintió su interior
atronando. Giró su cabeza e intentó seguir la conversación que las
mujeres de su derecha sostenían.
Menos de un minuto
después sus ojos se cruzaron, una vez más, y ella se volvió a
estremecer.
La cena se convirtió
en una pugna entre sus ojos y seguir la charla de las personas
sentadas a su lado.
Tras el postre los
comensales se levantaron para hablar con aquellos con los que no
habían podido hacerlo aún. Transcurrió un tiempo antes de que él
se acercase a ella.
- ¡Hola! ¿Qué
tal?
- Bien ¿Tú?
- También bien.
En ese momento otros
invitados se acercaron para conversar con ellos.
No hablaron más
hasta el momento de la despedida, en la que, tras desearse lo mejor,
se dieron dos besos. Ella dio el primero de manera calma, tratando de
saciar la necesidad de su cuerpo. Necesitaba recordar a su
cuñadocerca, cálido. No volvería a estar junto a él hasta la
próxima comida de Navidad, dentro de un año.
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