miércoles, 20 de marzo de 2013

CUESTIÓN DE ORGANIZACIÓN

El domingo pasado, viendo el fabuloso programa presentado por Jordi Évole, se volvió a confirmar una de las teorías, que para mi supone una verdad incuestionable, que explican como funciona el entramado social en nuestra época, y en anteriores también. 
Seguramente el amable lector habrá tenido ocasión de seguir el mencionado programa, Salvados, emitido el 17 del presente, que versaba sobre los grupos de presión, pomposamente llamados lobbys (un eufemismo , uno más, para intentar ocultar la realidad). El funcionamiento de los lobbys económicos es muy simple: una empresa, o conjunto de empresas de un sector, presentan una información, veraz, semiveraz, o totalmente falsa, con el fin de influir en los representantes del poder legislativo y/o del poder ejecutivo. Esta información, a veces sólo es información, o desinformación, mientras que otras veces los informes van acompañados de amenazas, más o menos explícitas. 
Sé que no he descubierto nada nuevo al amable lector, no era esa la finalidad de la explicación. Sin embargo, la descripción del mecanismo creo que me ha de servir para abordar el tema de hoy: la necesidad de organizarse para cambiar el sistema.


Cuando hablamos de sistema, en cualquiera de sus variantes, nos referimos a un grupo de poder, siempre minoritario, que copa el mismo y, muy importante, que se encarga de hacernos creer que su doctrina es la mejor, cuando no la única. Este último aspecto resulta crucial, pues permite a dichos grupos de poder ejercerlo con un mínimo de violencia (al menos de violencia como mucha gente entiende, pues la desigualdad social, la censura, la manipulación de los medios, la criminalización de ciertos sectores de la sociedad... desde mi punto de vista constituyen unas formas de violencia igual de execrables). La difusión de ciertas ideas de forma reiterativa, y envueltas en el conveniente ropaje, ayudan a legitimar a esos grupos, repito que  minoritarios, pues consiguen convencer a una gran parte de los ciudadanos de que el funcionamiento de la sociedad es el mejor, o el único posible (al menos hasta que llega una crisis de tres pares de narices). Para demostrar lo que expongo adjunto este enlace, en el que se puede comprobar la inutilidad de una buena parte de la obra pública que nos vendían como beneficiosa para los ciudadanos, pues contribuiría a aumentar la riqueza de manera fabulosa, cuando lo que realmente hacía era enriquecer a los dueños de las grandes constructoras y a los de las empresas que realizaban las diversas subcontratas.

http://dfc-economiahistoria.blogspot.com/2011/08/aves-aeropuertos-autopistas-y-tranvias.html

Como resultado de que el grupo en el poder siempre es minoritario surge la necesidad de poseer una guardia pretoriana, llamémosle ejército, policía o ambos, que sostenga a esta casta, terriblemente organizada, en lo alto de la pirámide social.
Por contra, generalmente, los ciudadanos tenemos bastante con trabajar, disfrutar de nuestras familias y amigos y tener cierto tiempo para el ocio y para descansar. En otras palabras, tener tiempo para vivir. Sin embargo, cuando los ciudadanos se organizan contra el poder establecido de inmediato surge la represión y el miedo ante lo que puede surgir de la unión de fuerzas individuales, con el fin de conseguir un objetivo común. Y, lo más importante, la represión de la minoría, que intenta por todos los medios seguir con el momio, genera el miedo entre los que ostentan el poder, que ven peligrar su chollo. Tenemos ejemplos varios en nuestro país, como por ejemplo lo nerviosos que se pusieron los miembros del Desgobierno, y sus vocingleros, ante movimientos como Rodea el Congreso, o ante movimientos como el 15-M. Es más, analizando los resultados de movimientos como STOP DESAHUCIOS, que, desafortunadamente, no se caracteriza por haber sacado a la calle a cientos de miles de personas, pero sí por resistir a los embates del desgobierno, para defender leyes caducas e injustas, parece claro que no hace falta demasiado para que los que detentan, mediante embustes, el poder político reculen, al menos en cierta forma.


Como ya he escrito en ocasiones anteriores, no se necesitan revoluciones ni guillotinas (aunque ganas queden de usarlas con unas cuantas personas). El poder nuestro radica en organizarnos para defender nuestros derechos, los que nos están robando. Deben sentir en su putrefacta conciencia nuestro aliento y saber que no nos quedaremos parados ante sus tropelías. Debemos recordarles que su obligación es servirnos a nosotros y no servirse de nosotros para favorecer a sus colegas y, por supuesto, para labrarse ellos un presente y un futuro.
Tal vez lo que escribo a día de hoy se puede definir como un nuevo grito en la nada, pero mi objetivo es analizar de manera  desapasionada y con cierta distancia hacia los hechos cotidianos, hacia las mentiras cotidianas, lo que considero hechos objetivos. Hechos objetivos que simple y llanamente son el miedo y la represión que el poder siente hacia cualquier movimiento ciudadano, ante cualquier organización de los ciudadanos. Hechos objetivos que no son otros que los que defienden todo este entramado son una minoría, que se escudan en la deformación de la realidad para conseguir una justificación a su indigno proceder.
Creo que este pequeño resumen que he realizado en el último párrafo es suficiente para cerrar la entrada de hoy, sin volverme reiterativo y sin aburrir al amable lector.
Un saludo.

4 comentarios:

Piedra dijo...

Dices que el sistema son una minoría y eso no es cierto, el sistema somos todos y todos tenemos nuestra parte de culpa puesto que lo sustentamos.
Si no partimos de esta gran verdad, podremos buscar al cabeza de turco que deseemos y guillotinarlo, pero nada cambiara, puesto que los que debemos cambiar somos nosotros.

El ejercito y demás fuerzas represivas, mantienen el poder, ¿Pero quien las conforma? el pueblo, los más rastreros del pueblo, pero pueblo al fin y al cabo, puesto que la oficialidad es minoritaria.
Los que te echan a la calle en un desahucio son tan pobres como tu, aunque mucho más miserables, los que te mantienen en una cárcel son igual de pobres que tu, los que te adoctrinaron según los criterios del estado en una escuela, los que te aplicaron unos criterios médicos costosos y poco eficaces... todos los funcionarios, todos los ciudadanos, todos somos el sistema y como mínimo con nuestro silencio ya contribuimos a mantener esta aberración que genera tanta violencia dentro y fuera de nuestras fronteras.

PD: El 15 M es un movimiento creado de forma artificial por el propio estado para controlar a los grupos que se pudieran formar contra el poder establecido, redirigirlos y encauzar su lucha contra causas estériles o sin peligro para el sistema: es un fraude.

PACO dijo...

Hola Piedra.
Desde un punto de vista genérico tienes razón. Sin embargo considero que por el hecho de pertenecer a la sociedad no contribuyes a sostener el sistema, o a sostener el sistema tal como desearían los que lo diseñan. Afortunadamente cada persona somos un mundo y pensamos y actuamos de una manera. Existen personas que todo lo ven bien y participan con ánimo de todo aquello que se le ofrece y otras que intentamos, y generalmente lo conseguimos, consumir menos, ser consecuentes con nuestro medio ambiente, transmitir a nuestros hijos el respeto hacia todas las personas...
Sigo en mis trece sobre las revoluciones, no sirven para nada. Los cambios han de llega fruto de la presión social, a petición social para quedarse, no para que se la apropien unos pocos.
Un saludo.

Piedra dijo...

Por supuesto, ahí tienes el ejemplo de las "revoluciones" árabes, que son una total pantomima de diseño para imponer nuevos amos a ciertos países.
Pero, no crees que cualquier militar al que le preguntases podría pensar como tu, que no es culpable de lo que hagan los de arriba, que solo cumple ordenes, o el secretario judicial que levanta acta de un embargo o un desahucio, solo cumple ordenes. Pero sin ellos el sistema no funciona porque ellos son el sistema, y ellos son nosotros, aunque tiremos las pilas usadas en el contenedor correspondiente.
Yo no vivo en una cueva, me incluyo entre todos los culpables, pero insisto en que el cambio lo tenemos que llevar a cabo nosotros y que debe ser mucho más contundente (sin tiros) que lo que ahora hacemos, porque esto no sirve de mucho.

PACO dijo...

Hola, Piedra.
Como te dije, y como dices, en cierta forma todos somos el sistema, pero, como dices, nosotros podemos, y debemos, cambiar las cosas a fondo. No sé como hacerlo, aunque lo intuyo, pero lo que sí tengo claro es que el ser humano, y sus derechos, deben de ser el eje sobre el que gire todo.
Un saludo.