No tenía intención alguna de escribir nada durante estos días festivos de la Semana Santa, pero un impulso superior a mi, junto con las estúpidas declaraciones, oídas una y otra vez, de políticos, pseudoeconomistas y mamporreros mediáticos afines, han contribuido a que me ponga frente a la pantalla del ordenador, con la finalidad de ciscarme en los muertos de unos cuantos.
Uno, que tiene un aparato de radio puesto en muchas ocasiones, asiste perplejo a las declaraciones de fulanos de todo tipo y condición que hablan de ajustar la oferta educativa a las demandas del mercado laboral. ¿Mercado laboral? ¿En España? ¿No sería más correcto hablar de secarral laboral? ¿En qué datos, estudios, o cualquier otra cuestión digna de crédito, se basan los gachós que hacen esas declaraciones, con total impunidad? Ya se lo cuento yo al amable lector, en ninguno. ¿Acaso ha tenido el seguidor de este blog acceso a estudios contrastados que determinen en que campos se necesitan trabajadores? Si es así, y esos estudios tienen algún tipo de fiabilidad, por favor, háganmelos llegar.
Sin embargo, impasible el ademán, unos y otros se lanzan a una alocada carrera cuya única finalidad es demostrar al respetable personal cual de ellos posee una mayor capacidad de repetir majaderías sin sentido. Este discurso reporta una serie de ventajas al tipo que lo esgrime a modo de verdad incuestionable.
En primer lugar la reiteración de la citada estupidez sirve para exculpar al que la profiere, pues el sistema educativo "debe adaptarse", proceso que durará varios años. Años de tranquilidad y calma para el diletante pollo de turno, que no tendrá que dar cuentas de nada. Por supuesto existe una variedad más sofisticada del asunto que habla de un sistema cambiante, tremendamente cambiante, que siempre se anticipa al sistema educativo. ¡La repera! De hecho, es bien sabido que muchos institutos han elegido una asignatura optativa que se denomina "Gin tonics Premier, el arte del pepino". ¡Por Dios!
Existe una segunda ventaja, ni más ni menos que la de echar la culpa a los ciudadanos, una vez más, de no poseer la capacitación adecuada para pertenecer al mercado laboral patrio. Curiosamente, la cantidad de ciudadanos españoles con titulaciones universitarias, y sin ellas, que pululan por el mundo son cada vez más numerosos. ¿A nadie le resulta extraño que las personas que no encuentran su hueco en el mercado nacional sí que lo encuentren en otros lugares? Tal vez, sólo tal vez, nuestros empresarios, mamporreros mediáticos y los economistas patológicos, posean una clarividencia que nadie más tiene y anticipan el futuro cual Rapel en sus ratos de inspiración. O, tal vez, sigan las mismas pautas de actuación que el citado Rapel, largan cosas con firmeza, a ver si cuela. En definitiva, intentan endilgarnos el problema de la crisis a los ciudadanos, incapaces, según ellos, de ofrecer nada positivo al empresario hispano.
Aunque pudiéramos considerar más "ventajas" para los pollos que largan el mantra que nos ocupa hoy, me gustaría concluir con un aspecto, sobre el que no se suele incidir, pero que al que suscribe no le parece baladí: la cantidad de dinero, mucho de ello público, que con la historia de la formación se llevan empresas que se encargan de organizar e impartir los cursos. Un dato: de todos los alumnos que asistieron en 2011 a cursos de formación impartidos por la CEOE y/o por los sindicatos, sólo un 6% consiguieron un empleo relacionado con el mismo. Por supuesto, todos estos cursos se hicieron con dinero público, bien europeo, la mayoría, bien exclusivamente español. Pero no sólo se benefician de dichos cursos confederaciones empresariales o sindicatos, muchos negocios privados han encontrado una fuente de financiación fabulosa con el asunto de los cursos relacionados con la formación profesional permanente. No puedo ofrecer datos sobre el número de personas que han encontrado un trabajo gracias a esos cursos, pero intuyo, aún a riesgo de equivocarme, una vez más, que no será un gran porcentaje. Un chollo.
Por tanto, esta "verdad" impuesta carece de toda validez, como otras muchas relacionadas con la crisis, estafa, que intentan desviar la atención sobre los responsables de la misma, que siguen ocupando las más altas instancias. Ni la reforma laboral sirve para crear empleo ni los parados son unos vagos ni la preparación de los ciudadanos es ínfima ni hemos vivido por encima de nuestras posibilidades (hace sólo siete años nuestra economía era el milagro español; dicho por "sesudos" economistas en las páginas de periódicos de economía, que ahora nos ponen verdes). Todo forma parte de la estafa económica, democrática y moral a la que estamos siendo sometidos día y noche, por parte de los desaprensivos que nos han conducido a ella, bien con sus acciones, bien con su apoyo en los medios de comunicación, que no de información, y en los parlamentos.
Un saludo.
Sin embargo, impasible el ademán, unos y otros se lanzan a una alocada carrera cuya única finalidad es demostrar al respetable personal cual de ellos posee una mayor capacidad de repetir majaderías sin sentido. Este discurso reporta una serie de ventajas al tipo que lo esgrime a modo de verdad incuestionable.
En primer lugar la reiteración de la citada estupidez sirve para exculpar al que la profiere, pues el sistema educativo "debe adaptarse", proceso que durará varios años. Años de tranquilidad y calma para el diletante pollo de turno, que no tendrá que dar cuentas de nada. Por supuesto existe una variedad más sofisticada del asunto que habla de un sistema cambiante, tremendamente cambiante, que siempre se anticipa al sistema educativo. ¡La repera! De hecho, es bien sabido que muchos institutos han elegido una asignatura optativa que se denomina "Gin tonics Premier, el arte del pepino". ¡Por Dios!
Existe una segunda ventaja, ni más ni menos que la de echar la culpa a los ciudadanos, una vez más, de no poseer la capacitación adecuada para pertenecer al mercado laboral patrio. Curiosamente, la cantidad de ciudadanos españoles con titulaciones universitarias, y sin ellas, que pululan por el mundo son cada vez más numerosos. ¿A nadie le resulta extraño que las personas que no encuentran su hueco en el mercado nacional sí que lo encuentren en otros lugares? Tal vez, sólo tal vez, nuestros empresarios, mamporreros mediáticos y los economistas patológicos, posean una clarividencia que nadie más tiene y anticipan el futuro cual Rapel en sus ratos de inspiración. O, tal vez, sigan las mismas pautas de actuación que el citado Rapel, largan cosas con firmeza, a ver si cuela. En definitiva, intentan endilgarnos el problema de la crisis a los ciudadanos, incapaces, según ellos, de ofrecer nada positivo al empresario hispano.
Aunque pudiéramos considerar más "ventajas" para los pollos que largan el mantra que nos ocupa hoy, me gustaría concluir con un aspecto, sobre el que no se suele incidir, pero que al que suscribe no le parece baladí: la cantidad de dinero, mucho de ello público, que con la historia de la formación se llevan empresas que se encargan de organizar e impartir los cursos. Un dato: de todos los alumnos que asistieron en 2011 a cursos de formación impartidos por la CEOE y/o por los sindicatos, sólo un 6% consiguieron un empleo relacionado con el mismo. Por supuesto, todos estos cursos se hicieron con dinero público, bien europeo, la mayoría, bien exclusivamente español. Pero no sólo se benefician de dichos cursos confederaciones empresariales o sindicatos, muchos negocios privados han encontrado una fuente de financiación fabulosa con el asunto de los cursos relacionados con la formación profesional permanente. No puedo ofrecer datos sobre el número de personas que han encontrado un trabajo gracias a esos cursos, pero intuyo, aún a riesgo de equivocarme, una vez más, que no será un gran porcentaje. Un chollo.
Por tanto, esta "verdad" impuesta carece de toda validez, como otras muchas relacionadas con la crisis, estafa, que intentan desviar la atención sobre los responsables de la misma, que siguen ocupando las más altas instancias. Ni la reforma laboral sirve para crear empleo ni los parados son unos vagos ni la preparación de los ciudadanos es ínfima ni hemos vivido por encima de nuestras posibilidades (hace sólo siete años nuestra economía era el milagro español; dicho por "sesudos" economistas en las páginas de periódicos de economía, que ahora nos ponen verdes). Todo forma parte de la estafa económica, democrática y moral a la que estamos siendo sometidos día y noche, por parte de los desaprensivos que nos han conducido a ella, bien con sus acciones, bien con su apoyo en los medios de comunicación, que no de información, y en los parlamentos.
Un saludo.
4 comentarios:
Supongo que nos toman por tontos, están tan alejados del sentir de los ciudadanos en su fantástico mundo de privilegios que no escuchan, no quieren enterarse de que sus desvaríos nos revuelven las tripas a la mayoría de la población y de que su amplia victoria electoral es la vergüenza que sobrelleva buena parte de sus votantes.
Hola, Ana Alonso.
Creo que, como dices, no se enteran de la realidad, pero su problema es que creen que están por encima de ella, despreciando al común de los mortales. Sin embargo, cuando tienen que tomar decisiones sobre la marcha, como en el caso de Chipre, muestran lo que son: una panda de botarates, una ambición tan grande como su incapacidad.
Un saludo.
¡Amen!
Hola, Juan Manuel Carballal.
¡Gracias!
Un saludo.
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