El día de hoy parecía uno de los más indicados para despotricar contra el Desgobierno de España, encabezado por Mariano Rajoy Brey. Las macrocifras, ese invento que utilizan los economistas patológicos para esconder la realidad, han dado un bofetón a este conjunto de personas que, gracias a unas promesas que nunca iban a cumplir y a la pésima gestión del Desgobierno del artista conocido anteriormente como Z.P., se han hecho con el poder político de España. Ni tan siquiera las exportaciones, lo único que les parecía cuadrar, han resistido la crisis y el balance del último trimestre ha resultado negativo. Pero uno, que en estos momentos ha sufrido un rapto metafísico, se ha planteado otra cuestión bastante más profunda, a la par que intrascendente para muchas personas. ¿El tema? Ni más ni menos que la necesidad de sostener creencias irracionales que doten de "coherencia" a la sociedad.
Antes de comenzar me gustaría explicar que esta entrada no se basa en sesudos estudios de investigadores afamados, siento decepcionar al lector. Todo lo que aquí podrá encontrar el lector son divagaciones de un tipo que no quería escribir sobre lo de siempre, o sí, pero de otra forma.
Uno, considerando la epopeya de los primates del género homo, desde el homo hábilis en adelante, no puede sentir otra cosa que admiración al ver como uno de sus integrantes, el homo sapiens, ha acabado poblando todo el planeta, ha conseguido salir de él y se lo está cargando, como ninguna otra especie podría hacerlo; lo cual da una idea de la capacidad del hombre moderno.
Si bien existe constancia de que especies anteriores al homo sapiens tenían cierta capacidad simbólica, es en esta especie, en la nuestra, donde esta "habilidad" alcance su culmen, llegando a metas jamás conseguidas anteriormente por especie alguna. La relación entre lenguaje y simbolismo resulta un hecho fehaciente, que genera una retroalimentación de ambos aspectos y que nos hace más "humanos".
Fruto de esa capacidad simbólica nace la posibilidad de jugar con conceptos como pasado y, especialmente, con el futuro. La constancia de futuro genera amplias posibilidades al humano, que van desde la planificación de actividades cotidianas y su forma de abordarlas, hasta aspecto más trascendentales como el del fin de la vida. Si bien existen evidencias de que especies anteriores ya abordaban la cuestión de la muerte con enterramientos rituales (Excálibur, la famosa hacha de Atapuerca, parece ser una prueba de ello), no existe constancia de que hasta la aparición, y evolución, del sapiens se elaborara el tema del Más Allá, buscando dar explicaciones sobrenaturales a algo tan consustancial a la vida como es la muerte. Esta elaboración de la vida y la muerte, de la pervivencia, o no, después del deceso y, sobre todo, la aparición de deidades, cada vez más complejas y elaboradas, conllevan la "necesidad" de crear un mundo fantástico para explicar lo inexplicable (no sólo se intenta explicar la vida y la muerte, de igual forma sucesos como puede ser la sequía, una vez el hombre se hace sedentario, la falta de alimento o las malformaciones humanas se explican a través de esos mismos mecanismos).
Estos universos creados por el hombre, se caracterizan porque consiguen que ciertos aspectos, inabarcables para el entendimiento, tengan una "lógica", o más bien un porqué. De igual forma otra de las características de dichas elaboraciones sociales es la carencia de todo tipo de rigor científico, se trataba de dar explicaciones, desde un punto de vista antropocéntrico, a los fenómenos de la vida, no de hallar la verdad.
Curiosamente, este último aspecto, el de explicar los sucesos sin importar las causas reales de los mismos, que podíamos asociar a los albores de la historia del hombre, sigue funcionando en nuestra sociedad, llegando a constituir el leiv motiv de nuestras "avanzadas" sociedades. Posiblemente, el amable lector asocie, con toda la razón, la anterior afirmación a la existencia de diversas religiones, con amplio seguimiento entre los humanos actuales. Pero, además de el caso de las religiones, el funcionamiento lógico-mágico sigue imperando en nuestras sociedades postindustriales. Cuestiones tan cotidianas como el concepto de patria, cuya explicación fuera del sentimentalismo fervoroso de los sectores más inmovilistas, carecen de toda lógica. Lo mismo podemos decir sobre la existencia de ejércitos que, como demuestra una y otra vez la historia, hoy luchan codo con codo para mañana enfrentarse entre ellos, provocando una carnicería; pudiéndose alegar para tal cambio los intereses y/o la percepción de la realidad de unas pocas personas, que actúan según su lógica; que generalmente es la lógica de sus intereses.
Este mismo razonamiento de dioses, patrias y ejércitos es el que siguen los imbéciles que han pergeñado la política económica que seguimos. Porque aunque ciertas personas pueden mostrar intereses particulares en imponer el neoliberalismo, una buena parte de los que defienden este tipo de postulados, lo hacen pensando, vete tú a saber por qué, que se trata de una estupenda idea, a pesar de que la realidad, una y otra vez, ha demostrado que sus creencias carecen de toda lógica cuando se enfrentan con la realidad.
Como el lector puede comprobar, una buena parte de las bases de nuestra sociedad se siguen sustentando en aquellas explicaciones míticas que hicieron posible que el homo sapiens "comprendiera" el mundo y los fenómenos que le rodean. La razón parece no haber entrado aún en la forma de concebir la sociedad; de concebir una sociedad más justa y adecuada a la estirpe humana, al homo sapiens que explicó, por primera vez, el mundo, aunque fuera mediante una serie de relatos fantásticos.
Un saludo.
Estos universos creados por el hombre, se caracterizan porque consiguen que ciertos aspectos, inabarcables para el entendimiento, tengan una "lógica", o más bien un porqué. De igual forma otra de las características de dichas elaboraciones sociales es la carencia de todo tipo de rigor científico, se trataba de dar explicaciones, desde un punto de vista antropocéntrico, a los fenómenos de la vida, no de hallar la verdad.
Curiosamente, este último aspecto, el de explicar los sucesos sin importar las causas reales de los mismos, que podíamos asociar a los albores de la historia del hombre, sigue funcionando en nuestra sociedad, llegando a constituir el leiv motiv de nuestras "avanzadas" sociedades. Posiblemente, el amable lector asocie, con toda la razón, la anterior afirmación a la existencia de diversas religiones, con amplio seguimiento entre los humanos actuales. Pero, además de el caso de las religiones, el funcionamiento lógico-mágico sigue imperando en nuestras sociedades postindustriales. Cuestiones tan cotidianas como el concepto de patria, cuya explicación fuera del sentimentalismo fervoroso de los sectores más inmovilistas, carecen de toda lógica. Lo mismo podemos decir sobre la existencia de ejércitos que, como demuestra una y otra vez la historia, hoy luchan codo con codo para mañana enfrentarse entre ellos, provocando una carnicería; pudiéndose alegar para tal cambio los intereses y/o la percepción de la realidad de unas pocas personas, que actúan según su lógica; que generalmente es la lógica de sus intereses.
Este mismo razonamiento de dioses, patrias y ejércitos es el que siguen los imbéciles que han pergeñado la política económica que seguimos. Porque aunque ciertas personas pueden mostrar intereses particulares en imponer el neoliberalismo, una buena parte de los que defienden este tipo de postulados, lo hacen pensando, vete tú a saber por qué, que se trata de una estupenda idea, a pesar de que la realidad, una y otra vez, ha demostrado que sus creencias carecen de toda lógica cuando se enfrentan con la realidad.
Como el lector puede comprobar, una buena parte de las bases de nuestra sociedad se siguen sustentando en aquellas explicaciones míticas que hicieron posible que el homo sapiens "comprendiera" el mundo y los fenómenos que le rodean. La razón parece no haber entrado aún en la forma de concebir la sociedad; de concebir una sociedad más justa y adecuada a la estirpe humana, al homo sapiens que explicó, por primera vez, el mundo, aunque fuera mediante una serie de relatos fantásticos.
Un saludo.
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