Hace unos días asistí al entierro de un familiar y, por respeto, acudí a la misa que el párroco de la localidad oficiaba para contribuir a que el fallecido llegara al Más Allá. Debo reconocer que se me escaparon algunos bostezos, especialmente tras escuchar un sermón, discurso más bien, donde se ponderaba sobre la libertad que su Creador nos ha dado, de manera graciosa, a los seres humanos. Libertad que, según nos mostraba el hábil orador, servía para infligir daño a nuestros iguales, para no ir a misa e incluso para desarrollar un cáncer. Por algún extraño motivo, dicha libertad no servía para amar, para criar hijos, para ayudar al prójimo... Cosas que pasan en el mundo de los sermones de una religión con un inicio cuanto menos extraño y confuso, muy confuso. Y es sobre este aspecto que quiero, de manera breve, tratar hoy.
Uno de los grandes logros de las iglesias cristianas ha sido conseguir que todo el mundo vea en Jesús, su profeta, a una persona, o divinidad, irrepetible, lleno de bondad y de amor, que sufrió por todos nosotros. Por transmitirnos la Verdad. Nada más lejos de la realidad. Partiendo del hecho de que los Evangelios canónicos son una deformación interesada de la realidad, escritos por personas que no conocieron al protagonista, no tenemos excesiva dificultad en llegar a la conclusión de que la historia oficial de las iglesias cristianas distan bastante de la realidad.
Tal vez lo mejor para hablar de esta realidad sea recordar las palabras que un sacerdote nos dirigió a un grupo de jóvenes hace unas dos décadas, que rezaban, más o menos, así: "Jesucristo no resucitó en carne. Si hubiese ocurrido eso ¿no creéis que aparecería en todos los libros de la época? Cristo resucitó en espíritu." Mensaje contundente, la del cura en ejercicio, en aquellos momentos y creo que en éstos también.
Entonces, ¿qué hay de verdad en todo lo que nos cuenta el Nuevo Testamento?
Básicamente, que Jesús existió y que tuvo una serie de seguidores. Pero la finalidad del Mesías, posiblemente perteneciente a la facción farisea, y sus seguidores no consistía en traer la Buena Nueva. Más bien lo que pretendían era echar a los romanos de Palestina. De hecho, una parte de sus seguidores, de sus apóstoles, eran zelotes (los más radicales entre los judíos de la época).
En estas fechas se celebra la desarticulación de un "comando" de judíos, encabezados por Cristo, que pretendían alzar en armas en plena Pascua a los seguidores de la Ley Mosaica contra el poder romano. Para ello intentaron aprovechar la afluencia masiva de gente a Jerusalén, que, en teoría, facilitaría sus planes. Tal vez la gran virtud de Jesús fue aglutinar a elementos, los apóstoles, de las diversas facciones judías entre sus seguidores (en la espléndida película La vida de Brian caricaturizan esta fragmentación del pueblo judío).
Lejos de las famosas palabras que hablan de dar a Dios lo que es Dios y al César lo que es del César, Jesús es un líder político, tal vez con toques mesiánicos (el se puede considerar el salvador del que habla Zacarías). Lo que en realidad pretende ese comando, armado como lo demuestran algunas citas del Evangelio, es liberar Palestina. Cuando detienen a Jesús, y a alguno más, los dos ladrones, lo que en realidad hacen las tropas es para una conspiración. Una más.
Una vez neutralizado el líder, sus seguidores huyen, para volverse a juntar tras un tiempo, una vez pasado el susto inicial. Es aquí donde va cobrando cuerpo la nueva rama del judaísmo, que acabará derivando en la Iglesia de Cristo. Sus seguidores empiezan a venerar a su líder caído, creando una opción nueva, una más, entre los judíos de la época (no todas tienen carácter meramente religioso).
Todo cambia cuando aparece Paulo de Tarso, San Pablo. Este hombre, culto y conocedor de todos los ritos de procedencia oriental y mediterránea, consigue imponerse a la visión de Pedro y a la del hermano del Mesías, Santiago. Se impone no por inspiración divina, sino porque consigue fondos para sostener la "secta". Para ello inicia un doble proceso íntimamente relacionado: la "internacionalización" del credo, y la adaptación de éste a los "gustos de la época". Aspectos como al resurrección en primavera, el nacimiento coincidiendo con el solsticio de invierno, los milagros, el nacimiento de una virgen, el Infierno... ya figuran en el ADN de otras religiones, algunas anteriores en más de tres mil años a la nueva creación paulina. Otros componentes fundamentales como la estilizada figura del mesías se van añadiendo con el tiempo (alguno de los padres de la Iglesia llega a defender que la fealdad de Jesús es una prueba más de que es un ser divino).
En otras palabras, Pablo, el culto del grupo, le empieza a dar la forma al cristianismo que conocemos a fecha de hoy.
Las posteriores deformaciones de la realidad, en interés propio, han ido conformando y justificando el cristianismo en sus diferentes interpretaciones. Entre esas deformaciones encontramos las persecuciones a los cristianos, que no fueron tantas como intentan vendernos y siempre se correspondían con problemas políticos, o el hecho de que el reparto final de la comida que sobraba animaba a los pobres a acudir a las reuniones de los cristianos en los primero momentos. Sea como fuere, parece obvio que todo parte de un líder judío, posiblemente obligado por las circunstancias a suceder a su primo asesinado, Juan el Bautista, que buscaba la liberación de su pueblo del imperio hegemónico de la época, el Imperio Romano.
Un saludo.
4 comentarios:
Sabes que iras al infierno por esto, ¿no? :P
Allí nos vemos, en fin, yo creo que Jesus es la suma de varios mitos que a su vez se han ido adaptando a las preferencias de cada momento para servir (esos mitos) al poder establecido, ya fuera culpándolos de algo para perseguirlos o deificándolos para adueñarse de su capacidad de convicción.
Pero también creo que han existido una serie de dioses, iluminados, maestros, o como se quieran denominar y que su mensaje ha sido siempre muy claro y muy importante.
Hola Piedra.
Espero que en el infierno estén algunos de mis músicos favoritos, casi seguro. Me molestará más que estén ciertos personajes de la vida política y/o religiosa.
Respecto a los dioses, maestros, iluminados... debo reconocer que no creo ni poco ni mucho en ellos. En general pienso que los humanos tenemos muchas facetas, y aunque algunas sean brillantes, siempre hay una cara B.
Un saludo.
Me ha encantado ese recorrido histórico por la vida de Jesús y posterior fundación de la iglesia. Para los que no somos muy religiosos, al menos la religión nos da la oportunidad de disfrutar de la belleza de algunos ritos. El empalao es uno de ellos. Esos orígenes celtas mezclados con simbología cristiana junto con la dureza del sacrificio a mí me hacen preguntarme muchas veces si el ser humano no hace más que arrastrar su miedo supersticioso al más allá generación tras generación.
Hola, Isa.
Imagino que en Valverde te pagarán una pequeña comisión por la publicidad ¡ja, ja, ja!
Sobre la superstición, totalmente de acuerdo. Ése es su negocio.
Un saludo.
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