miércoles, 11 de julio de 2018

NEOFASCISMO PROGRESISTA

"La posverdad es el prefascismo"

Sobre la tiranía. Timothy Snyder


De vez en cuando me gusta dar al botón del recuerdo y, cuando esto ocurre, a veces aparecen situaciones varias y personas variopintas, que en ocasiones son apenas una cara y/o un nombre . Hace no mucho, en uno de esos trances de retorno al pretérito me acorde de la Ely. La Ely era un tío que trabajaba en una fábrica de harinas, de mi ciudad. Como su propio nombre indica no ocultaba que el sexo que aparecía en su DNI poco tenía que ver con su orientación sexual y con su forma de vestir lo hacía patente... hace treinta años. Desconozco que ha sido de la Ely, entre otras cosas porque la vida te lleva de aquí para allá y entre mis preocupaciones cuando vuelvo a mi patria chica nunca estuvo saber de ella. 
Como he dicho di unas cuantas vueltas por aquí y por allá y acabé viviendo en un lugar donde existía una persona con un planteamiento vital similar al de la Ely. Respondía al nombre de Arturo, murió hace años, y, en cierta forma, formaba parte del panorama fundamental del lugar. La única diferencia entre la Ely y Arturo era que el primero vivía en una ciudad de varios cientos de miles de habitantes, no por ello menos conservadora, al menos una parte de su población, y el segundo en una población de unas decenas de miles de habitantes.
La Ely, Arturo y otra mucha gente fueron pioneros, en momentos de incomprensión. Personas valientes cuando pintaban bastos, a los que mucha gente debe mucho, pero que no aparecerán en ningún lugar como luchadores. Es más, tengo la convicción de que gente que en su momento les criticaron, a fecha de hoy son defensores acérrimos de los derechos LGTB.
Al igual que ocurrió con la lucha por la igualdad existieron pioneras en la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres, que en su momento sufrieron incomprensión, cuando no persecución. Muchas de estas personas son gente anónima, que buscó con tesón, a pesar de las trabas, un mundo mejor e igualitario. Unos pusieron un pequeño granito de arena; otros, por la mayor repercusión de sus actos, aportaron algo más, pero todos hicieron de esta sociedad algo mejor. Vaya desde aquí un reconocimiento sincero a todos ellos, por su lucha y por ayudar a construir una sociedad mejor para todos.
Me vienen recuerdos de una conversación, lejana en el tiempo, con el padre de un conocido, que me explicaba que, en ocasiones, se escondían en las tumbas vacías cuando los grises les perseguían para brearlos a modo in situ o en la comisaría. De nuevo, gente jugándosela para conseguir una sociedad mejor para todos.
Todos esos tiempos quedan lejos. La lucha de esas personas, y de otras muchas, en busca de una sociedad que permitiera a todos los integrantes de ella no ser juzgados por los poderes del Estado, por sus creencias políticas, religiosas, por su sexo o por sus tendencias sexuales, por su raza o por cualquier otra cuestión ha sido un éxito. Los poderes del Estado velan por esa igualdad, así como por otras conquistas como la presunción de inocencia, el derecho a un juicio justo, a no ser detenido de manera arbitraria. De igual manera, se logró abolir la pena de muerte, que la dictadura franquista aplicó hasta sus últimos momentos, así como se buscó que las personas condenadas en firme por un delito tuviesen la oportunidad de reinsertarse en la sociedad.
Sin embargo, las acciones valientes de esas personas, casi siempre a nivel individual, se han visto sepultadas por el tiempo, y por algunos de los que han cogido el testigo en los diferentes colectivos, que dicen luchar por los derechos de los oprimidos. Estos colectivos, en algún caso con mucho poder mediático, dicen representar a todos las personas que, en teoría, se amparan bajo sus siglas. Aunque esto no es cierto, porque en dichos colectivos hay disensiones y gente que no se siente representada:


http://www.publico.es/orgullo-gay/orgullo-orgullo-gay-mercantilizacion-lucha.html


https://www.izquierdadiario.es/Un-Orgullo-critico-y-anticapitalista-marcha-masivamente-en-Madrid-contra-el-capitalismo-rosa?id_rubrique=2653


En algunos casos se apela a datos alejados de la realidad para exacerbar a los seguidores. Si el lector recuerda en la entrada Feminismo (I) se puede comprobar, con datos extraídos de instituciones públicas, que la gran mayoría de los reivindicaciones que exponen las convocantes de la huelga feminista se basan en una distorsión, por desconocimiento o por interés, de la realidad.
Hablando sobre la entrada Feminismo (I) me gustaría hacer una rectificación: existen datos sobre la incidencia de la pobreza entre hombres y mujeres en España, no sólo los que expuse sobre personas que viven en la calle, y, de nuevo, las estadísticas oficiales, esta vez europeas, desmienten el planteamiento de las convocantes de la huelga feminista. Aquí se puede leer.
Echa esta aclaración me gustaría continuar exponiendo algo que creo crucial. Parece innegable que estas asociaciones han copado una parte del poder (con la connivencia de políticos, en busca de fotos y votos, y de medios de comunicación), y como todo poder, intenta perpetuarse, por lo que están comenzando a intentar imponer una forma de actuar, de pensar en los demás, que tiene mucho de adoctrinamiento, pues intentan meterse en el ámbito de lo privado, y que buscan imponer a base de mensajes que distorsionan la realidad (merece la pena leer esta reflexión al respecto) y, en algunos casos, mediante la petición de leyes represivas (algunas ya existen) que se amolden a sus ideas o necesidades.
Cuando se observa todo esto uno se pregunta: ¿qué ha pasado desde que la Ely o Arturo tenían el valor para ser ellos mismos en la calle, luchando en los momentos crudos para que nadie se inmiscuyese en lo personal, hasta hoy?
Creo que la respuesta es obvia. Por un lado, muchas organizaciones, que dicen representar a colectivos perseguidos y/o marginados, que se han convertido en aparatos de recibir subvenciones y permiten vivir muy bien a algunos, no a todos, sus integrantes. Lo mismo pasa con algunas ONGs (recuérdese los escándalos varios descubiertos en los últimos años). De igual manera pasa con la gran cantidad de cargos públicos, creados en muchos casos para dar curre, con dinero público, a gente afín (merece la pena este artículo que trata sobre el asunto). Por otra parte, en esta "élite" del pensamiento, bajo la bandera del progresismo (no confundir con la izquierda), se han instalado gente muy conservadora en lo esencial. Gente que, por desconocimiento o por interés, reniegan de la presunción de inocencia, del derecho a un juicio justo, del derecho a la reinserción tras ser condenados, de la importancia de las formas en lo relativo al sistema judicial. Esta gente, que no comprende que, hasta que exista una sentencia firme, nadie es culpable, llegan a pedir abiertamente la pena de muerte o el linchamiento popular. Eso contra lo que lucharon durante cuatro décadas anarquistas, comunistas y otra gente de izquierda en este país.



Lo terrible es que este mismo espíritu era el que imperaba en la Directrices del golpista general Mola en 1936:
" En el primer momento, y antes de que empiecen a hacerse efectivas las sanciones a las que de lugar el bando de Estado de Guerra, deben consentirse ciertos tumultos a cargo de civiles armados para que eliminen determinadas personalidades...".
O en las locuciones radiofónicas de Queipo de Llano desde Sevilla.
"¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando tropiecen con uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré".
El mismo modus operandi: justicia popular contra Estado de Derecho. Fascismo en su máxima expresión.
Como he dicho en otras ocasiones, lo que se llama Transición no fue un modelo a seguir, al menos en lo económico, pero tengo claro que, con sus fallos, algunos muy graves, sí se instauró un Estado de Derecho, o algo muy parecido, que resultó mucho mejor que aquello que teníamos. Se abolió la pena de muerte, se instauró la presunción de inocencia (que consiste en que se tiene que demostrar que alguien ha cometido un delito, no en que el acusado tenga que demostrar que no lo ha cometido), se busca, al menos en teoría, la reinserción del condenado... Sin embargo, la nueva moral progre (muy, muy conservadora) enfoca toda su acción hacia la represión y el castigo de quien no "piensa" igual. Mientras tanto, la pobreza aumenta, el reparto desigual de la riqueza es mayor, pero al tipo como el del tuit, que tiene las espaldas bien cubiertas, le importa una mierda, porque él, como muchos de estos ideólogos del neofascimo progresista,  no ven esos problemas todos los días. A lo sumo, saben de él a través de algún programa de televisión, que deforma de manera conveniente la realidad. 
Querido lector, piense una cosa: el fascismo no es sólo cosa de Hungría, Polonia o Trump. Aquí, en este país, la gente que dice luchar contra el mismo, apoya la disolución del estado de Derecho. Actúan igual que los fascistas que critican. Este peligro está aquí, en España, son la misma escoria.
Un saludo.

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