Hace muchos años vio la luz una campaña navideña cuyo lema rezaba
"Ponga un pobre en su mesa".
Retomando esta idea le propongo la lector que escoja, si lo desea, entre estos personajes para ponerlo en su mesa.
SOLUCIÓN.
Si usted ha elegido al tipo de la primera fotografía, tenga cuidado. Parece que, entre otras virtudes que le adornan, este personaje es capaz de provocar separaciones en familias, separaciones reales. Utilícelo sólo en caso de no soportar al cuñado o a la suegra.
Si, por contra, sus preferidos son los dos tipos de la segunda instantánea, puede tener un problema temporal. De todos es sabido su capacidad para dar la vuelta a todo tipo de sucesos, adaptándolos a sus necesidades, por lo pueden llegar a ser capaces de intentarle convencer de que este año la Navidad cae en junio. Usarlos sólo en caso de aborrecer las Fiestas Navideñas.
Existen posibilidades de que su elección haya sido el tercer tipo, Juan Rosell, el mandamás de la C.E.O.E. Esta opción tampoco parece la más acertada si usted desea disfrutar de unos días felices en familia, pues es muy probable que además de invitarle a consumir sus productos de manera desaforada, acabe con los días festivos de estas fechas tan entrañables y tenga que ir a trabajar los días de Navidad, Año Nuevo, Reyes y tres o cuatro más de propina. Solamente está indicado en caso de odio furibundo a estas fechas.
El cuarto tipo, Pepiño Blanco, parece él más aconsejable por si currículum. Recoge a personas desprotegidas y de hábitos carcelarios en gasolineras. Utiliza a los militares para que la gente pueda volar y, en el colmo del desprendimiento, ha decidido retirarse de la primera línea política, limitándose a cobrar tres mil y pico euros mensuales por ser diputado.
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