lunes, 12 de diciembre de 2011

LA RACIONALIDAD QUE GENERÓ TODO ESTA IRRACIONALIDAD (I)

Escucho hace unos días, en una emisora de radio, nada sospechosa de ser de izquierdas, que la industria del lujo ha crecido en España durante el último año un 25% y la de los automóviles de esta misma gama ha incrementado sus ventas en un 87%. Voy a obviar el comentario del teóricamente ocurrente locutor intentado buscar explicaciones a tal hecho (no dejaré yo en evidencia a Carlos Herrera; ya lo hace el solo cada vez que busca argumentos, que varían en función de lo que interesa al partido que le ofreció presentarse para ser alcalde de Sevilla, para explicar los sucesos que nos han tocado vivir. También le pierden las amistades, por ejemplo cuando dice que Mayor Oreja siempre viaja en clase turista cuando ejerce de europarlamentario, no dice eso el sentido de su voto repecto al tema que nos ocupa. Tal vez él viaje en turista, pero parece  no querer lo mismo para sus compañeros). Me centraré, por tanto, en explicar la causa última de dicho aumento de las ventas de lujo. Sin embargo, antes de continuar, me gustaría aclarar que esta circunstancia  no se circunscribe exclusivamente a nuestro país (aunque podemos encontrar ejemplos en Europa, tal vez sea América Latina el lugar donde este fenómeno se manifieste con mayor rotundidad) ni tan siquiera es un fenómeno nuevo, pues lo encontramos asiduamente a través de la  historia de la humanidad, siendo, tal vez, el ejemplo más reciente el de Rusia, tras la desmembración de la U.R.S.S. y el saqueo a que fue sometido el estado por la corte que rodeaba al alcohólico Boris Yeltsin.


Parece claro que la causa última de este aumento del gasto suntuario no es otro que la posibilidad que tienen ciertas personas de dedicar más parte de su dinero a la adquisición de este tipo de productos.
¡Joder, pues te has quedado calvo!- dirá con toda la razón del mundo algún lector.
Efectivamente, esta aclaración no añade nada nuevo. Se trata de una explicación obvia. Pero, tal vez, lo más importante sea dilucidar la causa última de que unos tipos, o tipas, puedan gastarse más dinero que antes en productos de altísimo coste, E, igualmente importante, como una serie de personas, una minoría, puede dedicar más parte de su dinero a estos menesteres en este período de recortes, parece que inevitables.
La respuesta parece igualmente clara: una minoría ha descubierto nuevas posibilidades de ganar dinero, aún a pesar de la crisis, o gracias a ella. ¿A descubierto la posibilidad de ganar dinero? ¿Cómo? Si a todos nos dicen que estamos en crisis y debemos recortar en los esencial. Vamos a hacer un análisis de asunto medianamente serio.
Hace ya algún tiempo, pongamos unas décadas, en una ciudad donde sopla mucho el viento, pongamos que hablamos de Chicago,  uno tipos que decían ser economistas se empeñaron en llevar la contraria a todo perro quisque y tuvieron la genial ocurrencia de reivindicar aquello que provocó la Crisis del 29. Fundamentaron todo su saber en fórmulas matemáticas que explicaban lo infalible de sus predicciones y, como no podía ser de otra manera, lo fiaban todo a la racionalidad de las personas (de otra forma no se podrían aplicar las fórmulas que tanta certeza parecían desprender). Integrales, derivadas y demás parafernalia matemática aseguraban que Milton Friedman y colegas acertaban plenamente en sus previsiones. Keynes, el economista de cabecera durante décadas, y sus teorías fueron enterrados en lo más profundo de la memoria colectiva.
A pesar de avisos como la crisis de las .com, la crisis hipotecaria que vivió EE.UU. durante el período de Bush padre, que posiblemente le costó la presidencia, casos como el de Enron, o el fracaso de ciertas politicas del F.M.I.,basadas en las teorías de los racionalistas de Chicago, nada pareció enturbiar la pujanza de estas teorías, que se basaban en dos aspectos básicamente: la Economía, o algo parecido, y la Matemática, puesta al servicio de eso que se parecía a la Economía. ¿Por qué digo ésto sobre la Economía, a la que califico de pseudociencia, al menos en este caso y sobre las Matemáticas, a las que niego en este caso us fiabilidad por estar subordinas a unos intereses bastardos? Muy sencillo y seguro que el lector lo entenderá, si soy capaz de explicarme con claridad. Para clarificar lo que quiero exponer utilizaré un ejemplo, símil o como desee llamarlo el lector.


Imagine el lector que tiene una finca donde ha plantado girasoles destinados a producir aceite. Ante usted aparecen unos tipos que dicen ser expertos en nutrición, medicina y en el curso de la Osa Polar durante el mes de mayor. Estos desconocidos le aseguran que tienen datos objetivos sobre las bondades del aceite de girasol, cuyas propiedades beneficiosas sobre la salud son infinitamente superiores a las de aceite de oliva, aunque todo el mundo científico, y los hechos, demuestren lo contrario.
Lo más probable es que el lector, que vive de producir girasol, se adhiera, de una u otra forma, a la teoría de estos tipos que le ofrecen una salida segura a su producto (no sólo segura, seguramente sus tesis conllevarán una subida de su producto, lo que generará más ganancias). Igualmente, con toda probabilidad, no indagará sobre la calidad de los estudios llevados a cabo por estos "sabios". Le importará una higa que hayan realizado estudios longitudinales (a través del tiempo con grupos determinados), que hayan barajado todas las variables (es decir analizar si además del consumo de aceite de girasol existan otros factores, no fumar, practicar deporte, que favorezcan su mejor salud, hábitos saludables que pueden no tener los que no consumen el aceite en cuesitón). No les supondrá ningún problema el  que no tengan el bachillerato terminado o que el peluquín le quede a uno de ellos francamente ridículo. Sólo verá las ganancias en lontananza. Es más, ellos le aseguran que mediante una campaña, perfectamente orquestada, todo el mundo, o una gran mayoría, acabarán consumiendo el preciado líquido que se extrae de las pipas de sus plantas. ¡Cojonudo! ¡Póngame dos expertos de esos para llevar y uno para tomar aquí mismo!
Bien, pues cambien a los expertos, presuntos expertos, sobre el aceite de girasol por los economistas de la Escuela de Chicago, por ejemplo, y el amable lector, poseedor de hectáreas inabarcables plantadas de la planta que busca el Sol, cámbiese por las personas más ricas del planeta. ¿Qué ocurrirá? Pues sí, lo mismo que a usted cuando le ofrecieron aumentar sus ganancias: la mayoría de los ricos aplaudirán con las orejas. Si alguien les ofrece pagar menos impuestos, menos estado que fiscalice sus cuentas, menor regulación y, como consecuencia de todo ello, una mayor desequilibrio entre ricos y pobres, que favorece, obviamente, a los más ricos, ¿qué harían la mayoría de esos potentados económicos? Apoyar tales tesis. No sólo identificándose con ellas,  las intentaría  transmitir como la verdad revelada por todo el orbe (cuestión que no es difícil, pues la gran mayoría de los grandes medios de comunicación están en su poder). No parece difícil que estos tipos que defendían en 2005, véase Milton Friedman y algún otro, como él que apareció en un documental emitido por la 2 hace unos días, que el crecimiento no iba a parar nunca, tuvieran buena parte de su trabajo hecho. Básicamente porque les estaban regalando los oídos a los poderosos, asegurándoles más ganancias con sólo pregonar sus ideas. Una simbiosis perfecta.
Pero estos tipos en qué se basaban para estar tan seguros de su éxito. Básicamente en que las cosas iban bien, seguramente habrían ido mejor sin ellos y no sufriríamos actualmente una crisis, al menos tan acentuada, si no se hubieran implementado una buena parte de sus premisas. Ellos, achacaban esa bonanza a sus teorías, y en parte tenían razón. La burbuja, las burbujas, porque fueron más de una, hicieron que la economía presentara un aspecto estupendo. Las burbujas creadas con sus teorías: especulación inmobiliaria, derivados... consiguieron que la economía subiera, al menos sobre el papel, de manera asombrosa. Hasta que reventó de forma calamitosa con las consecuencias que todos sabemos.
 Pero que nadie se equivoque, el problema no empezó en ese momento, ni esa degeneración del sistema, crisis sistémica, fue todo lo que aconteció. Una de las cuestiones cruciales por las que los poderosos, empresarios, especuladores y demás troupe, apoyaban las disparatadas teorías de estos pseudocientíficos era porque la culpa de todo lo que ocurría, especialmente si no se ajustaba a lo que ellos consideraban como correcto, y de todo lo que podía ocurrir, la tenían los trabajadores. La contención de salarios, la flexibilidad laboral, la limitación de derechos parecía acabar con cualquier problema que surgiera, o pudiera surgir (ya se encargaban ellos de pregonar lo que ocurriría si no se les hacía caso). Evidentemente, cualquier empresario, especialmente si sólo desea ganar dinero rápido, sin estrujarse mucho las meninges para conseguirlo, estaría encantando de que unos tipos defendieran ésto. La consecuencia de todo ello: la disminución de las rentas del trabajo. O lo que es lo mismo: los trabajadores cada vez disponían de menos dinero para gastar, pues su poder adquisitivo era cada vez menor debido a las ideas de estos genios que culpaban de todo al gran salario de los trabajadores y a sus derechos laborales. Evidentemente, no hace falta ser muy listo para darse cuenta del asunto, el sistema se sostiene sobre el consumo, el consumo de los ciudadanos, no él de los grandes ricos, que son una minoría. Parece obvio que a una disminución de poder adquisitivo seguirá una bajada significativa en la adquisición de productos.
 ¿Obvio? Pues no. Estos fulanos encontraron la forma de que todo siguiera funcionando, al menos durante un tiempo. Dicha fórmula no es otra que la concesión de créditos masivos. El dinero fluye, los ricos son más ricos y los bancos siguen haciendo negocio. O no, como demuestra las situación actual.
Como se puede comprobar, cada una de las teorías defendidas por los racionalista de la Escuela de Chicago es peor que la anterior. Tal vez todo se deba al punto de partida de estos tipos, presuntamente expertos en Economía.


El punto de partida de estos tipos es considerar a la Economía como una ciencia ligada básicamente a un número de variables muy limitadas, lo que les permite crear unos modelos matemáticos, presuntamente infalibles. Este mero hecho, limitar una ciencia a lo que ellos como presuntos expertos son capaces de abarcar, al menos presuntamente, demuestra la falsedad interesada de estos tipos, o la estupidez sin límites.
Si estos tipos hubieran conocido algo de la historia de los siglos anteriores hubieran descartado la validez del supuesto de partida de sus teorías: las decisiones económicas tomadas por las personas se hacen desde la racionalidad. La Crisis de los Tupilanes, siglo XVII, la primera crisis bursátil ligada a la compra de posesiones en Luisiana (principios del siglo XVIII), alguna crisis de finales del XIX y, especialmente, la Gran Crisis del 29, demostrarían la estupidez de ese planteamiento, pues en todos los casos expuestos la irracionalidad, la avaricia, primó sobre cualquier precaución.
Si estos tipos, que se autodenominan expertos, hubieran tenido en cuenta diferentes experimentos y teorías de la Psicología Social, hubieran sabido la facilidad con la que una persona, y un colectivo de personas, se deja llevar por las decisiones de la masa. De hecho hace tiempo narré un experimento realizado por psicólogo que, a grandes rasgos consistía en lo siguiente: elegían a un economista y le decían que sus tres compañeros de experimento eran igualmente economistas, lo que era mentira. Eran "compinches" del experimentador. A los cuatro individuos se les planteaba una situación económica y el verdadero economista era el último en contestar, haciéndolo tras escuchar a sus tres presuntos colegas, que se dedicaban a largar respuestas descabelladas. Adivinen lo que contestaba el economista. Efectivamente, las mismas estupideces que sus predecesores, aleccionados previamente para soltar esa sarta de majaderías.
Tal vez lo que realmente ocurre en la ciencia llamada Economía, al menos en la Macroeconomía sea ésto: mucha gente por miedo a perder sus privilegios, o lo que ellos consideran privilegios, deciden seguir la corriente, con mayor o menor convicción, consiguiendo, además, no quedar como un ignorante delante de afamados "expertos" en el tema.
Pero volvamos al autismo intelectual de las tesis de estos tipos.
Si estos tipos hubieran querido revalidar sus tesis se hubieran acercado a los nuevos conocimientos de la neurociencia que demuestran que por cada diez decisiones que llegan de nuestro paleocórtex, el neocórtex sólo emite una. Es decir que las decisiones emocionales son la base de nuestro día a día (es imposible analizar todas las situaciones en profundidad. Sería casi eterno analizar todos los datos y nuestro cerebro utiliza heurísticos, atajos,  para llegar a conclusiones antes de actuar. Muchas de las decisiones por muy creativas que parezcan, están trufadas de irracionalidad).
En fin. Si estos tipos hubieran tenido interés en algo que no fuera su propio envanecimiento hubieran obrado de otra manera, pero contaron con el apoyo de los poderes económicos y eso les catapultó al estrellato en lo que conocemos como Economía.
Por cierto, antes de concluir con el asunto de los economistas me gustaría reseñar algo, que hasta el momento parece haber pasado desapercibido. Resulta curioso que un gran número de ¿Universidades? acojan bajo su seno a unos tipos que defienden la cientificidad de sus tesis. Tal vez debemos plantearnos el papel de las citadas instituciones en este y otros asuntos. La falta de rigor científico, a veces rozando la fe, en este campo y en otros (uno recuerda al "catedrático" de la Universidad C.E.U., que defendía hace un lustro que la homosexualidad era una enfermedad curable), choca con lo que pretenden ser las universidades, un centro de saber, de intercambio de ideas, de verdades que se pueden validar científicamente. Tal vez el problema resida en que los que sostienen económicamente determinadas universidades tengan intereses no exclusivamente filantrópicos.
Evidentemente, existen otros dos actores fundamentales para que las teorías de estos personajes se pusieran en práctica: los políticos y la prensa.
La prensa no va a ocupar ni un segundo de la siguiente entrada, que pienso dedicar a la complicidad  necesaria de los políticos para implementar estas teorías.
Un saludo.

2 comentarios:

Claudia Baelo dijo...

Hola Paco, ¿qué tal?, solamente te puedo felicitar por esta entrada,es tan buena como cierta.
Eso que llaman ciencia,no ha sido más que una cínica,cruel excusa para montar un sistema a favor de los de siempre e imponer con esta nueva forma la dictadura.Nuevos fascismos basados sobre todo en la economía,no así en las ideologías que en otros tiempos sufrimos,pero que nadie se lleve a engaños,ellos que han querido matar así de sopetón las ideologías,han impuesto otra que de injusta no tendría calificativos para describirla, o sí, pero por decoro me callo.
Es curioso además que todos estos,con sus universidades desprecien tanto la labor política,llevan años haciéndolo.No hablo de políticos o partidos en concreto,no, hablo de la política como el bien hacer o el bien común de los ciudadanos.Así estamos viendo que esas tecnocracias las van poniendo de moda,cuando se sabe que sólo son títeres y protagonistas de esta "gran hazaña" de economía cada día más injusta con políticas,sus políticas cada día más aberrantes.

Y pensar que el gran economista se sigue llamando Marx y que de los tres tomos del Capital sacaron todos estos bufones sus teorías,ya es para saltar y caer al vacío.
Mientras tanto en estas Navidades los artículos de lujo salen a la venta y se compran.Sin ir más lejos hasta EL País ha puesto una sección de moda de lujo y al lado las miserias del mundo a través del blogs,artículos y otras mandangas....mira ¡qué bonito!.

Y el tal Niño Becerra que predice la economía por cartas del tarot,para mi que más de uno se le fue la olla definitivamente,o desde el complejo de ser tan sólo un técnico de cuentas y poco más,necesitan protagonismos urgentes.Mala terapia,no sirve pá ná,excepto para crear más confunsión en el pueblo.

Muy bueno Paco,me gustó y además estoy totalmente de acuerdo.
Un abrazo!

PACO dijo...

Simplemente, gracias.
Un saludo.