viernes, 2 de diciembre de 2011

LAS GUINDILLAS Y DOÑA RESU EN EL SIGLO XXI

Aunque todo lo escrito en este blog tiene relación con mi vida, aunque sea de manera tangencial, no es frecuente que utilice anécdotas personales para desarrollar una entrada. Pero, como todo en esta vida, existen excepciones a la norma, y este es el caso de hoy.
Antes de enzarzarme en el asunto me gustaría hacer una aclaración fundamental que desearía que el lector tuviera presente en todo momento mientras lee lo que voy a exponer a continuación. Uno, que ya tiene cierta edad, no siente especial inquina por las personas en función de sus grupos de pertenencia, elección personal de cada cual. Conozco personas que no comulgan con muchas de mis ideas políticas que me han demostrado con creces que son grandes personas, ocurriendo lo contrario igualmente. Personas que, en teoría, pudieran parecer bastante afines a mi, especialmente por sus ideas, han resultado ser unos hijos de puta con pintas. Por tanto, me gustaría que las personas que pudieran leer lo que a continuación voy a exponer no se sientan identificadas por sus creencias religiosas y busquen si se identifican con las acciones de las personas que voy a describir a continuación. Entonces, si se vieran reflejado en la forma de vivir, de hacer, sí que tendrían derecho a cagarse en mis muelas, igual que yo tengo derecho a pasar de este tipo de gente y sentir cierto desdén por ellos.


Aclarado este aspecto, tal vez algo farragoso, pero necesario, paso al meollo de la cuestión.
Hace unos días escuché un comentario sobre la gran labor social que se hacía desde una asociación caritativa cristiana con los más desfavorecidos del lugar. No dudo, más bien al contrario, de la gran ayuda, especialmente material, que supone este tipo de asociaciones benéficas, y más en estos tiempos. No siendo el objetivo de esta entrada minusvalorar la labor de dichas agrupaciones, ni muchos menos (aunque uno detesta que tengan que existir organizaciones para paliar los desaguisados del sistema económico y social, pues entiende que éstos no deberían existir y si existieran, que siempre existirán casos de necesidad, las administraciones deberían hacerse cargo de ello, Por favor, que nadie me hable de jetas que se aprovechan de este tipo de historias, que los hay. Si desea hacerlo, le rogaría que antes me hable de los jetas que teniendo negocios no declaran todo lo que deben declarar o de aquellos que roban y/o se lo llevan a paraísos fiscales). La cuestión que me ocupa consiste en describir la conducta zafia e inmoral de algunas de las personas, no todas, que se sienten muy orgullosas de su trabajo en dichas organizaciones. 
¿Conducta zafia e inmoral de ciertos voluntarios? Sí, zafia, inmoral e indigna, pues, en el fondo, o no tan en el fondo, se sienten superiores a esos "desgraciados" que en el fondo están allí, a su merced, por su mala cabeza, por su mal hacer o, por qué no, por no seguir los pasos debidos marcados por el Señor. Y ellos, las almas caritativas, ejercen su labor para paliar todos esos errores de los que no son culpables, pero con los que deben cargar.


Tal vez a alguien le parezca que cargo con excesiva acritud y dureza contra estas personas que hacen una gran labor social. Siento disentir, ni cargo con dureza o acritud ni hacen una labor gran social.
No cargo con dureza ni acritud, pues aunque hacen una labor samaritana de ayuda al necesitado, en el fondo les desprecian y no estarían a mezclarse con ellos en su vida diaria, de hecho en ciertos casos no les consideran a su mismo nivel, lo que en realidad quiere decir: tú no eres una persona como yo, estas llena de defectos y por eso debo ayudarte. Tras su actitud "desprendida" subyace el desprecio y la minusvaloración de esas personas, no considerándolas como tales. Más bien las entienden como proyectos fallidos de lo que ellos, tan desprendidos, son, unos seres desprendidos y generosos, compendios de todas las virtudes, al menos formalmente.
Por todo ello la crítica es pertinente, pues obrar en función de ciertos planteamientos, al menos de puertas afuera, mientras que en el fuero interno se piensa todo lo contrario, de manera más o menos consciente, demuestra su falsa humildad, su falacia vital.
Pero además no hacen una verdadera labor social, pues aunque a corto y medio plazo atienden al necesitado, al desposeído, eso es innegable, muchas de estas personas a los que critico (repito un cierto sector de los que dicen trabajar desprendidamente para los demás) sostienen unas ideas que afianzan la existencia de esas desigualdades. ¿De qué me sirve a mi que ayudes toda tu vida a los demás a través de una asociación caritativa si tus ideas políticas, y tu voto, sostienen y defienden esas desigualdades que perpetúan la necesidad de esa caridad? ¿No suena todo a gran mentira para justificarse?
A mi, equivocadamente o no, el estribillo machacón del tema me dice lo siguiente: "para justificar nuestra posición, somos los elegidos por el señor, hemos de sacrificarnos en pos de los demás, de los necesitados, a los que el Señor ha situado ahí, por sus defectos, o por lo que sea, y nosotros no somos quienes para cambiar nada". En definitiva, un acto más de hipocresía, que sirve para centrifugar conciencias y disolver la culpa como se ha disuelto el azúcar en el café que me he tomado mientras escribía ésto.
Mientras escribo estas líneas me vienen a la cabeza personajes de los libros de Don Miguel Delibes como las Guindillas o Doña Resu, que aparecen en "El Camino" o en "Las ratas" respectivamente, y que encarnan a la perfección este falsa compasión por el prójimo.


Tal vez, al menos así me lo parece a mi, el quid de la cuestión radique en un término que diferencia a los que en realidad queremos y luchamos por cambiar las cosas de los que consideran la caridad como un hecho consustancial a la sociedad. Dicho término, seguro que el lector ya lo ha adivinado, es: justicia social. Tal vez, sólo tal vez, sobre lo de social y baste con la palabra JUSTICIA.
Un saludo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, hay gente que colabora para paliar la injusticia que sufre mucha gente y otra que se ve por encima del que ayuda.

Ahora se habla de solidaridad frente a caridad y creo que habría que hablar de JUSTICIA frente a CARIDAD

Se agradece leer sobre este tema con valentia.

PACO dijo...

Gracias por leer la entrada y por la crítica.
Un saludo.

Raspa dijo...

Enhorabuena por la entrada, creo que no se puede explicar mejor. Añado que citas, de forma discreta, que son "algunas personas" de esas asociaciones, cuando en mi opinión son "la inmensa mayoría de las personas" de esas asociaciones quienes practican la falsa compasión y esa beneficencia beatífica que calma conciencias y eterniza desigualdades. Ello porque la caridad es vertical, el que se encuentra en una posición socio económica superior le concede algo graciosamente al inferior, mientras que la justicia social implica posiciones de igualdad, es decir, es producto de un derecho, no de una gracia. Todo esto es aberrante al nacional catolicismo; en fin, así nos va.

PACO dijo...

Gracias por leer la entrada y por la consideración que te merece.
Un saludo.