Decíamos ayer que el tema de hoy versará sobre la complicidad necesaria de los políticos para llevar a cabo las propuestas neoliberales de los teóricos que las defendían. Tal vez todo el asunto se puede resumir en una frase pronunciada en nuestro país hace unos pocos años: "Bajar impuestos es de izquierdas". ¿De verdad?
Pero echemos la vista atrás.
Cuando en los ochenta Reagan y Thatcher emprenden unas políticas económicas basadas en la desregulación, la privatización y demás parafernalia neoliberal, parece que el camino es el correcto, de hecho la experiencia previa chilena ha sido medianamente exitosa (aunque el algo más del 10% del PIB procedía del cobre estatalizado por Allende), no así la Argentina, pero eso no parece importar. Sin embargo, además de los conflictos no tardan en aparecer distorsiones: la desregulación del suelo provoca en EE.UU. una burbuja de consecuencias funestas, que ha de ser "subsanada" con dinero público, lo que, entre otras cosas, genera una deuda pública tremenda, que acaba costando el puesto al sucesor de Reagan, Bush padre. En el Reino Unido, Correos ha de tener que ser adquirido por el estado (de hecho la U.E. permitirá a partir del próximo año la competencia en este sector, pero tras ver el "éxito" británico, no se plantea que desaparezcan los servicios públicos). Por otra parte, los ferrocarriles británicos, la joya de la corona, empiezan a sufrir accidentes con cierta frecuencia por falta de mantenimiento de las líneas, aspecto que no se "pueden" permitir las empresas privadas. De hecho la velocidad media de este año de la red británica de trenes es la misma que tenía en 1939. Todo un ejemplo de gestión.
A pesar de todo: burbujas, pérdida de calidad de servicios, aumento de la deuda pública (entre otras cosas por salvar a entidades financieras privadas) y, aunque no lo he comentado, disminución de las rentas del trabajo, parece que la caída del Muro de Berlín anima a los políticos a seguir poniendo en práctica políticas económicas fundamentadas en la desregulación y las privatizaciones. ¿Por qué? ¿Los ciudadanos alcanzan un mayor nivel de vida? La respuesta es evidente: no.
Es más, a mayor neoliberalismo mayor cercanía al uno en el Coeficiente Gini, que mide el grado de desigualdades sociales.
Sin embargo, los políticos occidentales siguen apostando por este tipo de políticas y sobre todo por dar una tremenda importancia a ciertos datos económicos que no suponen una descripción certera de la realidad. A saber: el P.I.B., de donde se extrae la renta per cápita. No hace falta ser muy listo para ser consciente de que, por ejemplo, en España uno de los lugares donde el sueldo medio será más alto es en Madrid. ¿Por qué? ¿Por qué el madrileño medio gana más que muchos españoles medios? o, más probable, porque en Madrid tienen muchas empresas radicadas su sedes centrales y una buena parte de los altos directivos de este país, los que más cobran, viven y trabajan en Madrid (bien es cierto que también trabajan muchos técnicos altamente cualificados), y si se hace la media aritmética obtenemos una media salarial bastante aceptable, pero si escarbamos una buena parte de los trabajadores madrileños son mileuristas, o menos.
De todas formas, todo parecía ir bien, y los políticos apostaban por estas políticas que beneficiaban a los poderosos, los que con su dinero les permitía auparse al poder político (no sólo dando dinero a los partidos, el apoyo de los medios de comunicación, que no de información, era básico para hacer carrera; que se lo digan a Borrel).
Sin embargo, estas políticas de bajadas de impuestos, que obviamente favorecían más a los que más tenían, de privatizaciones de servicios, que en muchos casos funcionaban peor en manos privadas, de priorizar la desregulación del mercado, con las consiguientes hambrunas provocadas por las subidas de precios de los alimentos, gracias a la especulación, de potenciar el movimiento de capitales para especular, en detrimento de el movimiento de capitales productivos, destinados a crear riqueza "tangible",se basaban en el espejismo de que el dinero invertido genera dinero sin fin y que todo iba a ser eterno, pero no, todo era un sueño.
Los políticos se encontraron con que estas políticas económicas, que habían desmontando las premisas sobre las que se asentaron las décadas siguientes a la 2ª Guerra Mundial (el capital se debía repartir para que los trabajadores adquirieran los productos que producían y de esta manera engrasar el sistema), se habían convertido en una trampa en la que habían atrapado a los ciudadanos y se habían visto atrapados ellos.
Se buscaron, y se buscan, diversas medidas (de hecho las políticas económicas para salir de la crisis de EE.UU. son totalmente diferentes a las de la U.E.), pero el sistema parece estar horadado por unas prácticas que han sembrado el caos. Dichas prácticas han favorecido a empresarios y banqueros. Baste ver el ejemplo de la educación en Madrid. Los empresarios del ramo, hasta hace poco constructores, dan un premio a Esperanza Aguirre y a la Fígar por su gestión de la educación ¿Por mejorarla? No, al contrario. Más bien por dejarles meter el cazo en el sector, del que poco conocen. ¿Todas estas prácticas beneficias a los ciudadanos? No. Pero permite que una minoría acapare aún más poder, en detrimento de los ciudadanos que vemos como malvenden o regalan nuestro patrimonio a unos tipos con ansia de acaparar dinero, pero que no tienen conocimiento alguno del sector.
Siempre habrá que gente que hable de que lo privado funciona mejor que lo público, pero uno tiene la sensación de que esta cantinela es eso, una cantinela interesada, creada por parte de los neoliberales, en muchos casos sin fundamento alguno. Veamos un ejemplo.
El actual Premier británico, Cameron, se paso años y años despotricando contra la sanidad pública británica, sanidad que no conocía de nada por otra parte. Pero un día, cuando un hijo suyo, con un alto grado de discapacidad, necesitó una complicada operación se encontró con la realidad de bruces: sólo se la podían hacer, y se la hicieron, en un hospital público. Desde entonces el colega no ha vuelto a abrir el pico al respecto y tal vez todo se debía a que hablaba no con datos, sino con prejuicios.
Pero volvamos a la responsabilidad de los políticos. Tras la caída del Muro de Berlín, y ante una situación económica más o menos pujante, al menos en teoría, los partidos socialdemócratas ven como sus líderes se empeñan en disolver su ideología, de la misma manera que un azucarillo se mezcla hasta la invisibilidad con el café, adaptando la del contrario: el neoliberalismo. En España lo contemplamos con el proceso de privatizaciones llevado por Felipe González o con la continuación de las políticas económicas de Aznar por parte del gobierno Zapatero. En Alemania la socialdemocracia se dio un tremendo batacazo por seguir estas teorías y en Francia, bueno en Francia el socialismo es una casa de lenocinio.
El resultado de todo ello no puede ser otro: se establece una carrera para demostrar quien es más neoliberal. Las consecuencias: pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, no sólo en España, que concluye con una crisis sistémica que va para largo (parece que Brasil, uno de los grandes países emergentes, va a entrar en recesión y China empieza a notar que sus compradores no tienen ni para pipas).
Aún así y todo, los políticos y sus tecnócratas (economistas que crearon la crisis, aspecto éste que se suele obviar, que no la vieron venir y que no saben salir de ella) siguen intentando patronear el barco, no ocultando la endogamia entre poderes económicos y política, los casos griegos e italianos son claros.
Lo triste del asunto, tal vez lo criminal, es que siguen llevando las políticas neoliberales, las mismas que ellos implementaron y nos llevaron a la crisis, hasta sus últimas consecuencias. La banca privada europea ha recibido 1,3 billones de euros en los últimos cuatro años (el 15% del PIB europeo) de dinero público, de todos, y va a recibir, al menos, otros 130 mil millones más en breve, mientras los ciudadanos europeos sufrimos recortes sin cuento debido a la deuda pública, generada por pagar, prestar o como quieran llamarlo, dinero a los bancos. ¿Por qué no se crea una banca pública? Tal vez porque se demuestre que todos los teóricos de la economía y los políticos de las últimas décadas han obrado de manera negligente, estúpida e interesada (han favorecido a una minoría, perjudicando a la mayoría de ciudadanos).
No sólo sufrimos recortes, además son selectivos. Mientras el dinero disponible en Grecia para el año que viene sufre una merma de más del 50% con respecto al año anterior, el destinado a Defensa aumentará con respecto a 2011. ¿Por qué? Porque hay que pagar unos contratos con empresas alemanas y francesas.
Por tanto, los recortes son selectivos, muy selectivos, y uno cree que innecesarios, pues como demuestra, al menos temporalmente, EE.UU., las políticas de inversión consiguen que el paro disminuya (veremos cuando pueden dejar de invertir y como queda la deuda, que en buena parte ha sido causada por la bajada de impuestos, que ha favorecido a los más ricos de manera significativa, las dos guerras de Bush y los rescates). Pero las políticas siguen siendo clarar penalizar al ciudadano, mientras muchas multinacionales, en nuestro país lo podemos ver, muestran unas escandalosas cuentas de beneficios, sin que los políticos hagan nada para que parte de ellos sirvan para paliar la calamitosa situación creada por ellos.
Por cierto, una de las consecuencias de las bajadas de impuestos indiscriminada ha sido el aumento de la deuda de los estados. De hecho, excepto los ultraortodoxos, tres o cuatro, los neoliberales que defendían que la bajada de impuestos creaban riqueza se han apuntado al carro de subir impuestos, pero como en todas sus acciones en esta también han buscado favorecer a los ricos, por lo que propugna, y llevan a cabo, la subida de los impuestos indirectos, que gravan especialmente a las clases con menor poder adquisitivo. Y los políticos, una vez más a favor de obra, han subido todo tipo de impuestos indirectos, empobreciendo aún más a los ciudadanos más desfavorecidos.
Todo ello, y algunas cosas que me dejo en el tintero por cuestiones de espacio, demuestran a las claras que los politicos han sido los cómplices necesarios para que todo esto haya ocurrido y que lejos de intentar subsanar sus errores, poniendo en práctica políticas que favorezcan a los ciudadanos, siguen aplicando la doctrina neoliberal que favorece a los más pudientes, a costa del sacrificio de todos nosotros: los trabajadores, los ancianos, los niños, los discapacitados, los enfermos...
Ante ésto sólo nos queda unirnos poco a poco para largar a estos enfermos de poder, carentes de escrúpulo alguno, capaces de prometer ayer lo que saben que no harán hoy, con tal de favorecer a los que atesoran el capital.
Un saludo.
Pero echemos la vista atrás.
Cuando en los ochenta Reagan y Thatcher emprenden unas políticas económicas basadas en la desregulación, la privatización y demás parafernalia neoliberal, parece que el camino es el correcto, de hecho la experiencia previa chilena ha sido medianamente exitosa (aunque el algo más del 10% del PIB procedía del cobre estatalizado por Allende), no así la Argentina, pero eso no parece importar. Sin embargo, además de los conflictos no tardan en aparecer distorsiones: la desregulación del suelo provoca en EE.UU. una burbuja de consecuencias funestas, que ha de ser "subsanada" con dinero público, lo que, entre otras cosas, genera una deuda pública tremenda, que acaba costando el puesto al sucesor de Reagan, Bush padre. En el Reino Unido, Correos ha de tener que ser adquirido por el estado (de hecho la U.E. permitirá a partir del próximo año la competencia en este sector, pero tras ver el "éxito" británico, no se plantea que desaparezcan los servicios públicos). Por otra parte, los ferrocarriles británicos, la joya de la corona, empiezan a sufrir accidentes con cierta frecuencia por falta de mantenimiento de las líneas, aspecto que no se "pueden" permitir las empresas privadas. De hecho la velocidad media de este año de la red británica de trenes es la misma que tenía en 1939. Todo un ejemplo de gestión.
Es más, a mayor neoliberalismo mayor cercanía al uno en el Coeficiente Gini, que mide el grado de desigualdades sociales.
Sin embargo, los políticos occidentales siguen apostando por este tipo de políticas y sobre todo por dar una tremenda importancia a ciertos datos económicos que no suponen una descripción certera de la realidad. A saber: el P.I.B., de donde se extrae la renta per cápita. No hace falta ser muy listo para ser consciente de que, por ejemplo, en España uno de los lugares donde el sueldo medio será más alto es en Madrid. ¿Por qué? ¿Por qué el madrileño medio gana más que muchos españoles medios? o, más probable, porque en Madrid tienen muchas empresas radicadas su sedes centrales y una buena parte de los altos directivos de este país, los que más cobran, viven y trabajan en Madrid (bien es cierto que también trabajan muchos técnicos altamente cualificados), y si se hace la media aritmética obtenemos una media salarial bastante aceptable, pero si escarbamos una buena parte de los trabajadores madrileños son mileuristas, o menos.
De todas formas, todo parecía ir bien, y los políticos apostaban por estas políticas que beneficiaban a los poderosos, los que con su dinero les permitía auparse al poder político (no sólo dando dinero a los partidos, el apoyo de los medios de comunicación, que no de información, era básico para hacer carrera; que se lo digan a Borrel).
Sin embargo, estas políticas de bajadas de impuestos, que obviamente favorecían más a los que más tenían, de privatizaciones de servicios, que en muchos casos funcionaban peor en manos privadas, de priorizar la desregulación del mercado, con las consiguientes hambrunas provocadas por las subidas de precios de los alimentos, gracias a la especulación, de potenciar el movimiento de capitales para especular, en detrimento de el movimiento de capitales productivos, destinados a crear riqueza "tangible",se basaban en el espejismo de que el dinero invertido genera dinero sin fin y que todo iba a ser eterno, pero no, todo era un sueño.
Los políticos se encontraron con que estas políticas económicas, que habían desmontando las premisas sobre las que se asentaron las décadas siguientes a la 2ª Guerra Mundial (el capital se debía repartir para que los trabajadores adquirieran los productos que producían y de esta manera engrasar el sistema), se habían convertido en una trampa en la que habían atrapado a los ciudadanos y se habían visto atrapados ellos.
Se buscaron, y se buscan, diversas medidas (de hecho las políticas económicas para salir de la crisis de EE.UU. son totalmente diferentes a las de la U.E.), pero el sistema parece estar horadado por unas prácticas que han sembrado el caos. Dichas prácticas han favorecido a empresarios y banqueros. Baste ver el ejemplo de la educación en Madrid. Los empresarios del ramo, hasta hace poco constructores, dan un premio a Esperanza Aguirre y a la Fígar por su gestión de la educación ¿Por mejorarla? No, al contrario. Más bien por dejarles meter el cazo en el sector, del que poco conocen. ¿Todas estas prácticas beneficias a los ciudadanos? No. Pero permite que una minoría acapare aún más poder, en detrimento de los ciudadanos que vemos como malvenden o regalan nuestro patrimonio a unos tipos con ansia de acaparar dinero, pero que no tienen conocimiento alguno del sector.
Siempre habrá que gente que hable de que lo privado funciona mejor que lo público, pero uno tiene la sensación de que esta cantinela es eso, una cantinela interesada, creada por parte de los neoliberales, en muchos casos sin fundamento alguno. Veamos un ejemplo.
El actual Premier británico, Cameron, se paso años y años despotricando contra la sanidad pública británica, sanidad que no conocía de nada por otra parte. Pero un día, cuando un hijo suyo, con un alto grado de discapacidad, necesitó una complicada operación se encontró con la realidad de bruces: sólo se la podían hacer, y se la hicieron, en un hospital público. Desde entonces el colega no ha vuelto a abrir el pico al respecto y tal vez todo se debía a que hablaba no con datos, sino con prejuicios.
Pero volvamos a la responsabilidad de los políticos. Tras la caída del Muro de Berlín, y ante una situación económica más o menos pujante, al menos en teoría, los partidos socialdemócratas ven como sus líderes se empeñan en disolver su ideología, de la misma manera que un azucarillo se mezcla hasta la invisibilidad con el café, adaptando la del contrario: el neoliberalismo. En España lo contemplamos con el proceso de privatizaciones llevado por Felipe González o con la continuación de las políticas económicas de Aznar por parte del gobierno Zapatero. En Alemania la socialdemocracia se dio un tremendo batacazo por seguir estas teorías y en Francia, bueno en Francia el socialismo es una casa de lenocinio.
El resultado de todo ello no puede ser otro: se establece una carrera para demostrar quien es más neoliberal. Las consecuencias: pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, no sólo en España, que concluye con una crisis sistémica que va para largo (parece que Brasil, uno de los grandes países emergentes, va a entrar en recesión y China empieza a notar que sus compradores no tienen ni para pipas).
Aún así y todo, los políticos y sus tecnócratas (economistas que crearon la crisis, aspecto éste que se suele obviar, que no la vieron venir y que no saben salir de ella) siguen intentando patronear el barco, no ocultando la endogamia entre poderes económicos y política, los casos griegos e italianos son claros.
Lo triste del asunto, tal vez lo criminal, es que siguen llevando las políticas neoliberales, las mismas que ellos implementaron y nos llevaron a la crisis, hasta sus últimas consecuencias. La banca privada europea ha recibido 1,3 billones de euros en los últimos cuatro años (el 15% del PIB europeo) de dinero público, de todos, y va a recibir, al menos, otros 130 mil millones más en breve, mientras los ciudadanos europeos sufrimos recortes sin cuento debido a la deuda pública, generada por pagar, prestar o como quieran llamarlo, dinero a los bancos. ¿Por qué no se crea una banca pública? Tal vez porque se demuestre que todos los teóricos de la economía y los políticos de las últimas décadas han obrado de manera negligente, estúpida e interesada (han favorecido a una minoría, perjudicando a la mayoría de ciudadanos).
No sólo sufrimos recortes, además son selectivos. Mientras el dinero disponible en Grecia para el año que viene sufre una merma de más del 50% con respecto al año anterior, el destinado a Defensa aumentará con respecto a 2011. ¿Por qué? Porque hay que pagar unos contratos con empresas alemanas y francesas.
Por tanto, los recortes son selectivos, muy selectivos, y uno cree que innecesarios, pues como demuestra, al menos temporalmente, EE.UU., las políticas de inversión consiguen que el paro disminuya (veremos cuando pueden dejar de invertir y como queda la deuda, que en buena parte ha sido causada por la bajada de impuestos, que ha favorecido a los más ricos de manera significativa, las dos guerras de Bush y los rescates). Pero las políticas siguen siendo clarar penalizar al ciudadano, mientras muchas multinacionales, en nuestro país lo podemos ver, muestran unas escandalosas cuentas de beneficios, sin que los políticos hagan nada para que parte de ellos sirvan para paliar la calamitosa situación creada por ellos.
Por cierto, una de las consecuencias de las bajadas de impuestos indiscriminada ha sido el aumento de la deuda de los estados. De hecho, excepto los ultraortodoxos, tres o cuatro, los neoliberales que defendían que la bajada de impuestos creaban riqueza se han apuntado al carro de subir impuestos, pero como en todas sus acciones en esta también han buscado favorecer a los ricos, por lo que propugna, y llevan a cabo, la subida de los impuestos indirectos, que gravan especialmente a las clases con menor poder adquisitivo. Y los políticos, una vez más a favor de obra, han subido todo tipo de impuestos indirectos, empobreciendo aún más a los ciudadanos más desfavorecidos.
Todo ello, y algunas cosas que me dejo en el tintero por cuestiones de espacio, demuestran a las claras que los politicos han sido los cómplices necesarios para que todo esto haya ocurrido y que lejos de intentar subsanar sus errores, poniendo en práctica políticas que favorezcan a los ciudadanos, siguen aplicando la doctrina neoliberal que favorece a los más pudientes, a costa del sacrificio de todos nosotros: los trabajadores, los ancianos, los niños, los discapacitados, los enfermos...
Ante ésto sólo nos queda unirnos poco a poco para largar a estos enfermos de poder, carentes de escrúpulo alguno, capaces de prometer ayer lo que saben que no harán hoy, con tal de favorecer a los que atesoran el capital.
Un saludo.
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