lunes, 5 de diciembre de 2016

DOCTRINAS DE LO ABSURDO.

"Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío."

Miguel Hernández

Lo reconozco, hace bastante que no escribo algo sobre esos tipos, y sus doctrinas, que nos han abocado a la situación que vivimos desde hace casi una década: los neoliberales (paleoliberales). No resulta difícil armar una entrada ridiculizando a estos personajes, que de manera tan efectiva han horadado todo lo bueno que se había construido tras la II Guerra Mundial. 
No vamos a perder el tiempo hablando de tipos como Hayek, y su concepción sobre las prioridades: el derecho subordinado a la libertad de mercado, y no a la de las personas, añado yo, o como Milton Friedman, el amiguete de Pinochet (aunque él lo negara, a pesar de la fotos existentes), pero sí de las estupideces de sus seguidores. Para ello vamos a ilustrar con una serie de ejemplos como su doctrina,;pero antes de seguir vamos a detenernos en una palabra usada en esta entrada un par de veces: doctrina. El uso de este vocablo no ha sido hecho al azar. Al contrario. El concepto doctrina se caracteriza por oponerse de manera frontal al de ciencia. Mientras que el método científico se basa en la comprobación y replicabilidad de los resultados, la doctrina se componen de un conjunto de creencias, de dogmas, que se imponen o se aceptan sin prueba alguna de su veracidad. 
Uno no puede dejar de sorprenderse cuando algunos de los teóricos paleoliberales no se molestan en esconder que toda su verborrea constituye una doctrina, la neoliberal. Puede que la mano invisible de Adam Smith se les haya aparecido en sueños (como el del medio de los Chichos).
Pero pasemos a ver unos ejemplos donde se detalla la "consistencia" de los del pensamiento liberal.
Lleva un tiempo sorprendiéndome al ver como todos los liberales a los que tengo acceso, no se levantan en armas cada vez que se reúnen varios países productores de petróleo para pactar el precio  de este insumo. Nada más lejos del libre mercado que la reunión de unos pocos para alterar el precio de un producto. Es posible que no conozca a los paleoliberales adecuados, pero... Tengamos en cuenta que no sólo alteran el precio de un producto de manera artificial, los combustibles, así como los plásticos tan necesarios para nuestra vida diaria, se ven afectados por estos acuerdos tan poco liberales. Uno, que tiende a ser poco inteligente, ha llegado a creer que la industria petrolífera  y su poder económico tiene algo que ver en ello. Pero seguro que ando desencaminado.
Una de las cuestiones que se pueden observar es la feroz crítica de los paleoliberales hacia las subvenciones que reciben las personas que, por su situación económica, más la necesitan. Según ellos crean vagos (no me lo invento) y desincentivan a las personas. Sin embargo, nada dicen de las subvenciones que reciben empresas y, sobre todo, las multinacionales. Sobre este aspecto nada comentan y, muchos menos, que este dinero público puede fomentar entre los directivos de dichas empresas la molicie y la incapacidad de sacar adelante su cometido. Además, pensemos que recibir subvenciones supone un atentado contra la igualdad de oportunidades en ese libre mercado, que dicen defender, cuando no adorar. Uno, de nuevo desconfiado, considera que este doble rasero, muy calvinista, sirve para ocultar los grandes fallos de la doctrina neoliberal, y la avaricia de unos pocos. Pero, de nuevo, puedo andar desacertado.
 Los paleoliberales suelen  poner a Chile como ejemplo del éxito de sus doctrinas. Aún obviando que según el coeficiente Gini Chile es un país con un reparto de la riqueza bastante "peculiar", que esas doctrinas fueron implantadas por Pinochet y que el cobre, nacionalizado por Allende, siguió siendo propiedad del Estado (más del 10% del PIB), los teóricos del paleoliberalismo obvian otros experimentos neoliberales, que no resultaron nada bien. Entre ellos podemos citar a Argentina, cuya junta militar tuvo que inventarse la Guerra de las Malvinas para intentar hacer olvidar los desastrosos resultados de sus ideas económicas. Brasil, donde las puesta en práctica de dichas ideas en los 90 conllevó los menos índices de crecimiento del país durante el siglo XX. Por no hablar de Venezuela y el Caracazo, donde el criminal y corrupto Carlos Andrés Pérez, amigo de Felipe González, no dudó en reprimir a sangre y fuego (se estima que murieron unas tres mil personas) las movilizaciones contra la puesta en práctica de las doctrinas neoliberales que proponía el FMI.  Imagino que el lector esperará que vierta mi opinión sobre este asunto. No resulta necesario. Los datos son elocuentes.
Me hace gracia que ningún liberal levante la voz contra el embargo de EE.UU. a Cuba. Uno puede pensar que los defensores del libre comercio se opondrían a que un país frenara esa forma de actuar tan antiliberal. Pues no. Parece que el maravilloso sistema paleoliberal castiga a quienes no practican sus artes. ¿No resultaría más fácil convencer al adversario sobre las bondades de lo liberal con hechos, envolviéndolo en sus fecundas redes? Pues, de nuevo, no. Uno, que ya no sabe donde mirar, comienza a pensar que esta historia del paleoliberalismo comienza a parecerse a esas religiones que defienden que la única deidad es la suya y que aquellos que no compartan esa idea debe ser condenados. En el fondo, en ambos casos se trata de doctrinas.
Resulta curioso que la creación de riqueza, infinita que dijo Friedman un poco antes de morir, y un poco antes de que estallase la crisis del 2007, ha conseguido empobrecer a una amplia capa de ciudadanos occidentales, consiguiendo que las ganancias de muchas multinacionales aumenten sobremanera. ¿No decían que se produciría un reparto de la riqueza si se dejaba maniobrar? Pues parece que no. ¿Qué se ha creado empleo a cascoporro, como en el caso de EE.UU.? Cierto, EE.UU. tiene un índice de paro muy bajo, el más bajo en bastante tiempo, pero, como todo, tiene una pequeña trampa: esto se ha conseguido mediante unos trabajos a tiempo parcial. Muchos puestos de trabajo, menos sueldos, mayor inestabilidad (en un mercado laboral inestable por definición). Demasiados minijobs y demasiados minisueldos, pero buenas estadísticas. Sí, lo sé, en ciertos países se ha conseguido que mucha gente mejore su calidad de vida. Cierto. Pero también se ha conseguido que la explotación desmedida y sin escrúpulos se instale. Cuando se derrumban talleres de confección en países del sudeste asiático  o cuando se habla de trabajo infantil institucionalizado los paleoliberales no enseñan su patita, ni suelen hacer declaraciones.
Imagino que si hubiese estrujado las meninges pudiese haber conseguido más patrones de comportamiento absurdo e inconsecuente de estos tipos, pero uno no da para más y considero que el amable lector no debe sufrir más mis elucubraciones por hoy.
Un saludo.



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