El día 6 del presente se celebró el Día de la Constitución con división de opiniones entre crítica y público. Los unos quieren derogarla, por su falta de adecuación a los tiempos que corren, y los otros, defenderla a capa y espada en lo esencial, porque cambiar algo que ha creado un marco donde, a ellos, les va tan bien no procede. Unos y otros se olvidan de lo esencial: el incumplimiento de los Derechos Fundamentales, recogidos en dicha norma. Resulta absurdo cambiar algo que no se pone en práctica, para crear algo al que sólo le cambie el caparazón y no la esencia. La Nueva Política, lo llaman, cuando en realidad quieren hacer honor a la frase que aparece en El Gatopardo: "Que todo cambie, para que todo siga igual." Pequeños parches a un sistema neoliberal, cruel y omnipresente (recordemos el cambio del artículo 135).
Hablando de la Nueva Política (lo de las mayúsculas lo hago con cierta, mucha, ironía), Ciudadanos resulta ser, según el Tribunal de Cuentas, el partido con más opacidad en su contabilidad. No puedo evitar pensar que muchos políticos padecen dislalia, en concreto deltacismo, confundiendo la erre la con d, pronunciando regenerar, cuando en realidad quieren decir degenerar. Nueva política lo llaman.
Las cosas se suceden con una velocidad vertiginosa. Tal vez por ello poca gente se acuerde de la imperiosa necesidad que existía de que España tuviese un gobierno, el de Rajoy, según ciertos "expertos". Medios de manipulación, personas que dicen dedicarse a la Economía y políticos, de diferentes partidos, alertaban sobre la urgencia de un gobierno estable, que, de manera impepinable, debía aprobar unos presupuestos con urgencia. Se formó el gobierno, que no va a aprobar los presupuestos hasta dentro de dos o tres meses, parece que lo de la urgencia era una milonga más, y, por si fuera poco, que parece va a revocar ciertos aspectos intocables que defendió a capa y espada durante la legislatura anterior, en la que tuvo mayoría absoluta. Parece que no se trataba de estabilidad por el bien de los ciudadanos. Más bien hablábamos de colocar a los suyos.
Poco se habla de que parte del "milagro" económico español se basa en el turismo. En concreto en un turismo prestado. El aumento de más de un 10% en este sector se debe, en buena medida, a que otros destinos tradicionales: Egipto, Turquía, Túnez... han visto bajar su afluencia de visitantes desde la Primavera Arábe y, sobre todo, fruto de la barbarie terrorista. Hagamos una simple cuenta, que no debe ser exacta, pero sí ilustrativa: el turismo en España supone algo más del 10 del P.I.B., si el incremento en este apartado de la economía se sitúa en torno al 10%, la contribución al aumento del P.I.B. de este turismo prestado es del 1% (sin incluir aspectos como el aumento de la compra de coches por parte de las empresas de alquiler de vehículos debido a la mayor afluencia de turistas y cuestiones similares). En otras palabras: en torno a un tercio del aumento en el P.I.B. anual de España se debe al "prestamo", posiblemente temporal, de turistas. Si a eso unimos la precariedad laboral de este sector, parece que el milagro de de Guindos y compañía, es más bien un prestamos, cuyos intereses pueden generar problemas a medio y largo plazo.
El padre de una niña con una enfermedad aprovechó la dolencia de su hija para, a través de ciertos medios (en especial El Mundo) sacar tajada del asunto, mintiendo de manera descarada. Esta situación deja entrever dos aspectos bien diferentes:
- El oscuro mundo de lo solidario. Donde negocio y caridad se cruzan, aprovechándose del desconocimiento de la gente y de lo cómodo que resulta aflojar la mosca para la conciencia. No me voy a extender sobre ello, pues ya escribí hace tiempo una entrada sobre el asunto.
- Existe otra parte de este suceso que describe a la perfección lo que supone ser periodista a día de hoy: alcanzar cierta notoriedad para poder publicar lo que te dé la gana, sin contrastarlo (por muchas disculpas que, tiempo después, haya pedido el periodista "engañado"). Los ganapanes que trabajan en la prensa buscan un cierto estatus (como todo hijo de vecino) y, a partir de allí ancha es Castilla. Cualquier cosa vale para llenar programas, páginas, tertulias o lo que fuere. Nadie pide responsabilidades por la ineptitud, por la falsedad, intencionada o no, de las supuestas noticias y por la falta de rigor en el trabajo. Se trata de mantener entretenido al personal, procurando que olvidemos lo que nos puede soliviantar. Un poco de carnaza de vez en cuando y todo solucionado.
Desconozco la situación del periodismo en otros países; en éste se ha convertido en un sucedáneo de Sálvame, sin Jorge Javier Vázquez. Los unos titulan a lo suyo: Sálvame Edición Patriotismo y los de más allá, Sálvame soy muy moderno.
Los resultados de taquilla de la nueva película de Fernando Trueba no están siendo los deseados. Parece que la reacción a los comentarios, en broma o no, que el director realizó hace unos meses tienen algo que ver en el escaso éxito de espectadores. Lo que me llama la atención del asunto es la reacción de cierta gente ante la petición de ciertas personas consistente en no ir a ver la película, como reacción a lo que dijo Trueba en una entrega de premios. Me llama la atención porque cuando se pide boicotear ciertos actos o, se menosprecia, ciertos programas o eventos, otra forma de boicot, por la gente del otro bando, nadie parece escandalizarse. Me escandaliza, porque piensan que somos tan tontos que por incitarnos a no consumir un producto, en este caso de entretenimiento, todos vamos a ir detrás, como borregos, del primer vocero que aparezca. Me escandaliza, porque vivimos en un país donde la libertad de expresión de unos vale más que la de los otros (en función del bando, lo del de enfrente no vale un comino, por definición). Me escandaliza, porque dividir todo en bandos supone que no hemos avanzado nada desde Fernando VII.
Hablando de la Nueva Política (lo de las mayúsculas lo hago con cierta, mucha, ironía), Ciudadanos resulta ser, según el Tribunal de Cuentas, el partido con más opacidad en su contabilidad. No puedo evitar pensar que muchos políticos padecen dislalia, en concreto deltacismo, confundiendo la erre la con d, pronunciando regenerar, cuando en realidad quieren decir degenerar. Nueva política lo llaman.
Las cosas se suceden con una velocidad vertiginosa. Tal vez por ello poca gente se acuerde de la imperiosa necesidad que existía de que España tuviese un gobierno, el de Rajoy, según ciertos "expertos". Medios de manipulación, personas que dicen dedicarse a la Economía y políticos, de diferentes partidos, alertaban sobre la urgencia de un gobierno estable, que, de manera impepinable, debía aprobar unos presupuestos con urgencia. Se formó el gobierno, que no va a aprobar los presupuestos hasta dentro de dos o tres meses, parece que lo de la urgencia era una milonga más, y, por si fuera poco, que parece va a revocar ciertos aspectos intocables que defendió a capa y espada durante la legislatura anterior, en la que tuvo mayoría absoluta. Parece que no se trataba de estabilidad por el bien de los ciudadanos. Más bien hablábamos de colocar a los suyos.
Poco se habla de que parte del "milagro" económico español se basa en el turismo. En concreto en un turismo prestado. El aumento de más de un 10% en este sector se debe, en buena medida, a que otros destinos tradicionales: Egipto, Turquía, Túnez... han visto bajar su afluencia de visitantes desde la Primavera Arábe y, sobre todo, fruto de la barbarie terrorista. Hagamos una simple cuenta, que no debe ser exacta, pero sí ilustrativa: el turismo en España supone algo más del 10 del P.I.B., si el incremento en este apartado de la economía se sitúa en torno al 10%, la contribución al aumento del P.I.B. de este turismo prestado es del 1% (sin incluir aspectos como el aumento de la compra de coches por parte de las empresas de alquiler de vehículos debido a la mayor afluencia de turistas y cuestiones similares). En otras palabras: en torno a un tercio del aumento en el P.I.B. anual de España se debe al "prestamo", posiblemente temporal, de turistas. Si a eso unimos la precariedad laboral de este sector, parece que el milagro de de Guindos y compañía, es más bien un prestamos, cuyos intereses pueden generar problemas a medio y largo plazo.
El padre de una niña con una enfermedad aprovechó la dolencia de su hija para, a través de ciertos medios (en especial El Mundo) sacar tajada del asunto, mintiendo de manera descarada. Esta situación deja entrever dos aspectos bien diferentes:
- El oscuro mundo de lo solidario. Donde negocio y caridad se cruzan, aprovechándose del desconocimiento de la gente y de lo cómodo que resulta aflojar la mosca para la conciencia. No me voy a extender sobre ello, pues ya escribí hace tiempo una entrada sobre el asunto.
- Existe otra parte de este suceso que describe a la perfección lo que supone ser periodista a día de hoy: alcanzar cierta notoriedad para poder publicar lo que te dé la gana, sin contrastarlo (por muchas disculpas que, tiempo después, haya pedido el periodista "engañado"). Los ganapanes que trabajan en la prensa buscan un cierto estatus (como todo hijo de vecino) y, a partir de allí ancha es Castilla. Cualquier cosa vale para llenar programas, páginas, tertulias o lo que fuere. Nadie pide responsabilidades por la ineptitud, por la falsedad, intencionada o no, de las supuestas noticias y por la falta de rigor en el trabajo. Se trata de mantener entretenido al personal, procurando que olvidemos lo que nos puede soliviantar. Un poco de carnaza de vez en cuando y todo solucionado.
Desconozco la situación del periodismo en otros países; en éste se ha convertido en un sucedáneo de Sálvame, sin Jorge Javier Vázquez. Los unos titulan a lo suyo: Sálvame Edición Patriotismo y los de más allá, Sálvame soy muy moderno.
Los resultados de taquilla de la nueva película de Fernando Trueba no están siendo los deseados. Parece que la reacción a los comentarios, en broma o no, que el director realizó hace unos meses tienen algo que ver en el escaso éxito de espectadores. Lo que me llama la atención del asunto es la reacción de cierta gente ante la petición de ciertas personas consistente en no ir a ver la película, como reacción a lo que dijo Trueba en una entrega de premios. Me llama la atención porque cuando se pide boicotear ciertos actos o, se menosprecia, ciertos programas o eventos, otra forma de boicot, por la gente del otro bando, nadie parece escandalizarse. Me escandaliza, porque piensan que somos tan tontos que por incitarnos a no consumir un producto, en este caso de entretenimiento, todos vamos a ir detrás, como borregos, del primer vocero que aparezca. Me escandaliza, porque vivimos en un país donde la libertad de expresión de unos vale más que la de los otros (en función del bando, lo del de enfrente no vale un comino, por definición). Me escandaliza, porque dividir todo en bandos supone que no hemos avanzado nada desde Fernando VII.
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